- La industria ganadera de Brasil no solo es la más grande de Sudamérica sino también la más sofisticada, ya que se sostiene tanto en amplias tierras como en tecnología que le permite ofrecer proteínas al mercado mundial.
- A la par, este tipo de actividad se complementa con la ganadería más modesta, bajo estilos y factores con los que se apuesta por la crianza completa del animal o solo por ciertas fases de crecimiento.
- Sin duda, la creciente demanda por alimentos en los mercados locales e internacionales están reconfigurando los usos de la tierra en la Amazonía, un tema que no debe pasarse por alto.
La mayor causa de deforestación en la Panamazonía es la tala de bosques para sembrar pastos cultivados destinados a la producción de ganado vacuno; mientras que algunas estimaciones señalan que 80% de las zonas deforestadas están cubiertas por pastos forrajeros no nativos. En la mayoría de los casos, en explotaciones ganaderas de nueva creación las gramíneas se han sembrado directamente en el suelo recién deforestado; en otros casos, pequeños propietarios utilizan los pastos como laboreo rotativo dentro de un sistema de producción basado en cultivos de suplemento alimentario.
El uso de la tecnología entre los ganaderos oscila entre lo extremadamente rudimentario y lo altamente sofisticado. No en vano, la tecnología mejora la productividad y el rendimiento económico, pero requiere de capital financiero y saber hacer. Brasil tiene un sistema de producción de carne vacuna muy sofisticado, que incluye tres fases superpuestas que corresponden a las etapas de la vida de un vacuno:
- El sistema de cría que abarca la gestación (9,5 meses), el parto y el crecimiento temprano hasta que los terneros son destetados de sus madres (8-12 meses).
- La recría, que comienza cuando los animales de un año de edad se venden o se trasladan a pastos separados hasta que alcanzan su talla, pero no su peso (aproximadamente 12 meses). Estos animales se conocen como gado magro (ganado flaco).
- La fase de engorde o acabado, que varía en función de la ración alimenticia y la raza (6-12 meses) hasta que alcanzan el peso óptimo de sacrificio (375-425 kilogramos).
Los ganaderos pueden especializarse en una sola fase, pero lo más frecuente es que combinen dos o más fases de producción, en un modelo de negocio adecuado a su situación geográfica y a su predilección por la tecnología. Por ejemplo, los ganaderos de zonas remotas con escasa infraestructura se dedican casi uniformemente a la explotación de cría combinada con operaciones de recría (1+2).
Para ellos, la única opción realista es conducir el ganado a pie hasta un mercado, ya que el mal estado de las carreteras hace que el traslado de animales vivos en camión resulte antieconómico y arriesgado. Los animales pierden peso si están confinados en un camión durante varios días y pueden morir si el camión queda varado en una carretera en mal estado. Los terneros son demasiado frágiles para trayectos largos, mientras que el ganado gordo pierde peso si se le obliga a recorrer.
Los traslados de ganado siguen siendo habituales en las áreas periféricas, y muchos terratenientes mantienen pastos explícitamente para alquilarlos a los arrieros, que trasladan sus rebaños al mercado a un ritmo relajado para evitar someter a los animales a un estrés excesivo. Los arrieros trasladan el rebaño a un pueblo o una pequeña ciudad, normalmente situada en una carretera principal o en una carretera secundaria mejorada, donde lo venden a un comerciante de ganado o a otro productor mediante subasta.
Los productores que desean evitar el riesgo de criar terneros compran becerros y los mantienen en los pastos hasta que alcanzan el peso de sacrificio (2+3). Algunos ganaderos los integran todos en la misma propiedad (1+2+3), lo que les permite evitar intermediarios y maximizar el rendimiento por animal. Otros se especializan en la producción de terneros de origen genético conocido (1), que se venden a mejor precio por cualidades vinculadas a la productividad, el rendimiento cárnico o la tolerancia a las enfermedades. Hay quienes engordan a corral y se especializan en el alimento de ganado con raciones equilibradas (3), aunque esta práctica sigue siendo poco frecuente en la Amazonia, es más común en las zonas con una oferta importante de granos forrajeros.
La economía de la ganadería se calcula por unidad animal. El precio de venta de un ternero oscila entre 180 y 250 dólares, y un toro reproductor adulto entre 1.000 y 1.200 dólares; mientras que, en el caso de los bueyes, la mayoría se sacrifica a los 400 kilos de peso y a un valor de entre 600 y 800 dólares. Por ejemplo, un pequeño ganadero de Ariquemes (Rondônia), con cincuenta hectáreas de pastos especializado en la cría de terneros, tendría unos ingresos brutos de entre 8.000 y 12.000 dólares anuales. Un ganadero mediano en Alta Floresta (Mato Grosso), con una superficie de 3.000 hectáreas y un modelo similar de producción de cría, tendría un ingreso de entre 375.000 y 425.000 dólares anuales. En el caso de un rancho integrado (1+2+3) en el que el ganado se mantiene durante 36 meses, los ingresos deberían ser entre un 10% y 20%mayores.
El valor neto de un productor dependerá del valor de la tierra y de las mejoras de capital, pero a un precio de 2.000 dólares por hectárea, la pequeña explotación valdría unos 200.000 dólares, mientras que el rancho más grande aportaría aproximadamente 3 millones de dólares. Aunque estas cifras parecen plausibles, la viabilidad de la producción a pequeña escala depende de la mano de obra familiar, y si esos productores tuvieran que pagar el valor de mercado por su trabajo, apenas alcanzarían el punto de equilibrio.
Del mismo modo, muchas explotaciones ganaderas de mediana y gran escala disfrutan del legado de décadas pasadas, cuando la tierra se obtenía a muy bajo precio, y se verían en apuros para establecer una estancia si tuvieran que comprar la tierra a su valor de mercado actual. La diferencia de valor de la tierra entre la zona forestal y la agrícola es el principal motor de los mercados inmobiliarios rurales y, posiblemente, el mayor impulsor de la deforestación.
La población ganadera de la Amazonia pasó de 14 millones de cabezas en 1980 a más de 85 millones en 2019, y durante ese tiempo, su crecimiento provocó la deforestación de más de 70 millones de hectáreas. Entre 1980 y 2000, se condenó aproximadamente una hectárea de bosque por la posibilidad de mantener un animal vivo; sin embargo, el ganado alimentado con pastos tropicales necesita tres años para alcanzar el peso de sacrificio. En consecuencia, se necesitan dos hectáreas de pastos para producir 100 kilos de animal vivo al año, lo que en realidad representa sólo 50 kilos de carne vacuna faenada [con hueso].
Estas cifras no significan nada en términos de productividad si se consideran sobre la base de un kilogramo de proteína por hectárea. A modo de comparación, la soya produce 4 toneladas de grano por hectárea, que una vez refinadas producen aproximadamente una tonelada de aceite vegetal y tres toneladas de harina de soya, donde esta última contiene alrededor de cincuenta por ciento de proteínas. En otras palabras, en una hectárea de la Amazonía, la soya produce 50 veces la cantidad de proteínas en comparación con la que produce la carne de una cabeza de ganado alimentada con pasto.
La acuicultura es aún más productiva si se calcula por hectárea, ya que produce entre dos y tres veces más que la soya. A pesar de lo decepcionantes que son las cifras de productividad de la carne vacuna, después del año 2000 se produjo una notable mejora de las tasas de carga ganadera. El aumento de la productividad fue el resultado de varios factores.
El primero de ellos fue el excedente de pastos disponibles causado por la especulación de la tierra, que permitió a los ganaderos ampliar rápidamente el tamaño de los rebaños en respuesta al auge de la demanda. A raíz de la crisis económica de 2008 se produjo una reducción a corto plazo del hato, pero la relación entre el tamaño total del hato y la superficie de pastos no ha dejado de mejorar en la última década. Ahora bien, el aumento de la carga ganadera es solo un aspecto de la mejora de la productividad de la industria brasileña de carne vacuna.
A nivel nacional, entre 2000 y 2019, el rebaño bovino aumentó alrededor de un 26%, mientras que la extensión espacial total de sus pastos se redujo en 12%, una ganancia en eficiencia de más del 44%. El uso de tecnología y prácticas de gestión es más notable en el sur y sureste de Brasil, donde las tasas de carga ganadera superan las tres cabezas por hectárea. Se han producido mejoras similares en los productores amazónicos, que aumentaron la carga ganadera en 62%; sin embargo, partían de una base mucho más baja y siguen estando un 50% por detrás de sus homólogos del sur de Brasil.
Sorprendentemente, las tasas de carga ganadera más altas de la Amazonía las han obtenido los pequeños ganaderos de Rondônia y Acre, que también han logrado impresionantes mejoras en la eficiencia global. Por tanto, es importante prestar atención a cómo los mercados locales e internacionales están reconfigurando los usos de la tierra ante una demanda cada vez mayor por alimentos.
Imagen principal: Los pastos amazónicos son famosos por su baja productividad y a menudo muestran signos de sobrepastoreo y degradación del suelo. Crédito: © Pelizzeri / Shutterstock.com.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).