- La larga tradición de la agricultura de susbsistencia ha permitido que los pequeños agricultores de la región andina produzcan para el mercado local y nacional.
- Muchos productos de la canasta básica de Latinoamérica dependen de estos cultivos, que incluyen desde arroz hasta frutas tropicales, además de yuca y maní.
- Según Killeen, esto también fomenta la deforestación, ya que la especulación por el precio de las tierras es una manera de generar riquezas en entornos de alta pobreza.
Muchos de nuestros productos alimenticios básicos dependen en gran medida de la agricultura industrial y de las cadenas de suministro mundiales. Sin embargo, los pequeños agricultores del Amazonas continúan produciendo alimentos para sus familias, comunidades locales y mercados nacionales. Esto es particularmente cierto en los países andinos, donde la pobreza y una fuerte tradición cultural de agricultura de subsistencia influyen tanto en el uso de la tierra como en la producción de alimentos.
La mayoría de los pequeños agricultores de la Amazonia andina son emigrantes de las tierras altas andinas, donde las dimensiones de sus terrenos suelen ser extremadamente pequeñas.
El sistema económico de producción basado en minifundios acompañó a estas comunidades emigrantes hasta las tierras bajas del Amazonas, y aunque las nuevas propiedades son pequeñas (entre 10 y 50 hectáreas) son de magnitud mayor de lo que los emigrantes estaban acostumbrados en sus lugares de origen. La oportunidad de adquirir tierras y cultivar alimentos es el principal impulsor de la deforestación en los países andinos. En todos estos países existen sistemas jurídicos que permiten a las personas ocupar tierras públicas y adquirir tenencia si las ocupan y trabajan. Esto se debe a que para muchas familias es uno de los pocos caminos viables para salir de la pobreza.

Los agricultores de la Amazonía andina cultivan una diversidad de productos para el consumo familiar y su venta en los mercados locales, nacionales y mundiales. El uso de la tecnología varía, pero, al igual que los pequeños agricultores de todo el mundo, dependen de la mano de obra familiar. Esto incluye despejar la tierra, preparar el suelo, sembrar semillas o trasplantar plántulas, desmalezar y controlar plagas, así como actividades de cosecha y postcosecha. Algunos cultivos exigen etapas que requieren mucha mano de obra, en la que aquellos pequeños agricultores exitosos, que han consolidado varias parcelas pequeñas en una propiedad familiar más grande, pueden contratar mano de obra externamente.
Muchos cultivos alimentarios vienen de especies anuales plantadas inmediatamente después de la tala de bosques, que pueden ser un bosque primario ubicado en las fronteras forestales, o bosques secundarios en áreas con una historia más larga de asentamiento. Las especies anuales más comunes son el arroz, la yuca, el maíz, el ñame, los frijoles y el maní. De igual forma, los agricultores también plantan cultivos perennes de rápido crecimiento, como caña de azúcar, plátanos, bananas y papaya, al tiempo que invierten en especies de árboles perennes, como mangos, aguacates y cítricos. En ocasiones, estos últimos se plantan simultáneamente con cultivos comerciales destinados a los mercados extranjeros, como el cacao, el café y la palma aceitera.
A corto plazo, los cultivos alimentarios producen recursos esenciales que las familias necesitan para sobrevivir, pero mantener la producción mediante el sistema de tala, quema y barbecho forestal requiere un esfuerzo constante. En cambio, las plantaciones perennes producen durante diez a veinte años, o más, aunque necesitan hasta cinco años para empezar a producir ingresos. Y lo que es más importante, ni el modelo de producción perenne ni el anual son rentables sin el beneficio de la mano de obra familiar.

Para los agricultores recién llegados, el desmonte de tierras proporciona un flujo de caja positivo procedente de la producción de cultivos alimentarios que pueden consumirse y/o venderse en los mercados locales o nacionales. La producción de maíz puede ser útil para criar cerdos y aves de corral, lo que añade valor a la producción primaria del agricultor y al mismo tiempo aporta proteínas a la dieta familiar. El esfuerzo por crear un flujo de caja a largo plazo a partir del cacao, el café o el aceite de palma es rentable, siendo este flujo recién positivo el cuarto o quinto año. Y lo que es más importante, las plantaciones perennes generan ganancias inesperadas si están produciendo durante un aumento periódico de los precios, que suele ocurrir en intervalos de una década.
Los agricultores ya establecidos tienen mayor flexibilidad que los emigrantes recién llegados puesto que pueden descontar los costos de capital de la adquisición de tierras y la deforestación como “costos a fondo perdido”, lo que hace que los modelos de producción perenne sean más atractivos para las propiedades de larga tradición. Además, un agricultor consolidado puede utilizar mano de obra subcontratada para ampliar sus tierras, ya que el rendimiento de un cultivo alimentario anual compensará en gran medida el costo de la ampliación.
La opción más lógica es seguir ambas estrategias, invertir en propiedades existentes a través de cultivos comerciales perennes mientras se cultivan alimentos expandiéndose a tierras desocupadas o más baratas. Combinar mano de obra familiar con mano de obra contratada puede mantener un flujo de caja positivo en el corto plazo, y al mismo tiempo adquirir un activo inmobiliario que acumulará valor con el tiempo. Esto incluye mayor cantidad de tierra, despejada y con un sistema de producción perenne.
Tanto para los pequeños agricultores recién llegados como para los previamente establecidos, la especulación con la tierra representa el principal medio para generar riqueza. Se crea más riqueza a través de sistemas de producción perennes en comparación con los cultivos anuales, pero los cultivos anuales inician el ciclo al permitir a los nuevos emigrantes la oportunidad de adquirir tierras, al tiempo que brindan a los agricultores establecidos la oportunidad de ampliar sus propiedades. Esta lógica y este ciclo son válidos en la mayoría de las principales zonas minifundistas de la Amazonía andina, aunque la combinación relativa de cultivos anuales y perennes varía según las geografías.
Imagen destacada: Los pequeños agricultores suelen cultivar alimentos para los mercados nacionales, como manihot o yuca. Crédito: © guentermanaus / Shutterstock.com.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).