- El semillero de pico grande o semillero piquigrueso (Sporophila maximiliani), considerado la especie de ave amenazada más traficada de Brasil, ha sido durante mucho tiempo codiciado en el comercio de aves enjauladas, lo que ha provocado su extinción local en gran parte de su antigua hábitat en la sabana del Cerrado.
- Un proyecto de conservación trabaja para conservar la especie de una forma integral mediante la investigación y la educación ambiental, al tiempo que colabora con criadores y cuidadores de aves para devolver la especie a su entorno natural.
- Con el apoyo de estos expertos y de las comunidades locales, la especie se está siendo reintroducida en el Cerrado, en la región del Grande Sertão Veredas, entre los estados de Minas Gerais y Bahía.
Cuando se abre la puerta del corral de alambre, un pequeño pájaro color negro azabache salta hacia delante. Por un momento, se posa en el umbral y ladea la cabeza con curiosidad ante su recién descubierta libertad, para luego adentrarse en la maleza de la sabana circundante. A los pocos minutos, su compañera, una hembra castaña, le sigue. Estos dos semilleros de pico grande forman parte de un proyecto de conservación de décadas de duración que pretende reintroducir una de las especies más amenazadas de Brasil en una zona de la pradera de Cerrado que solía ser su hogar, antes de que la caza furtiva para el tráfico las extinguiera localmente.
Condenados por su canto
Originario de los ecosistemas de sabana, el semillero de pico grande o semillero piquigrande (Sporophila maximiliani) se alimenta de gramíneas en flor y juncos, sobre todo del pasto espada (Paspalum virgatum), y desempeña un papel importante en la dispersión de semillas. Aunque ocupa una amplia área de distribución en partes de Bolivia, Venezuela, Surinam, las Guayanas y Brasil, es una especie rara en todos los lugares donde se encuentra y está clasificada como especie en peligro de extinción en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En Brasil, donde la especie se aferra a pequeñas zonas del Cerrado y el sur de la Amazonia brasileña, se considera en peligro crítico de extinción. Incluso las estimaciones de población más optimistas son alarmantes: menos de 2500 individuos maduros en total y no más de 250 en una determinada población. Según Luis Silveira, conservador de estudios ornitológicos del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo, la situación puede ser aún más grave: “Hace unos años, probablemente no quedaban más de 100 aves silvestres en todo Brasil”.
A pesar de que la pérdida de hábitat y la fragmentación resultantes de la conversión agrícola han afectado al semillero de pico grande, su mayor amenaza proviene de su popularidad como ave enjaulada. A pesar de su apariencia sencilla, con un plumaje monocromático y un pico voluminoso, que inspiró su nombre local bicudo (“pico grande” en portugués), el canto del macho –un silbido suave utilizado para la defensa territorial y para atraer a las hembras– lo ha convertido en uno de los pájaros cantores más codiciados de Brasil.

Los traficantes emplean redes de cazadores furtivos para localizar y atrapar machos en estado silvestre en Brasil y, cada vez más, en la vecina Bolivia, para luego venderlos ilegalmente en pueblos y ciudades rurales de todo el país. “La gente ha estado criando bicudos desde al menos el siglo XIX por su canto y para competiciones de canto. Como todas las cosas raras, estas aves suelen dar prestigio a sus dueños, que pagarán precios elevados por poseerlas”, afirma Silveira.
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El precio medio de un semillero piquigrueso es de 800 dólares, pero los machos con un canto excepcional alcanzan a veces los 8000 dólares. Aunque estas aves pueden comprarse legalmente y criarse fácilmente en cautiverio, la gran demanda y los lucrativos beneficios que se obtienen con su venta han dado lugar a un creciente mercado negro de aves capturadas en la naturaleza.
“Podemos ver el impacto del tráfico en la especie a través de los datos y es alarmante”, afirma Nadia Moraes, coordinadora científica de Freeland, una ONG que vigila y combate el tráfico de especies silvestres. “Según nuestros informes, basados en las interceptaciones anuales de redes de tráfico de especies silvestres, el bicudo es el ave en peligro de extinción que más se incauta en Brasil y ocupa el segundo lugar en número de ejemplares confiscados”.
Debido a estas presiones de la caza ilegal, los machos han desaparecido de muchas localidades, dejando poblaciones muy desequilibradas o, en algunos casos, totalmente compuestas por hembras.
“Ahora hay grandes extensiones de hábitat disponible, con todas las especies típicas de las veredas [un tipo de pastizal húmedo del Cerrado brasileño], excepto el bicudo, que se ha extinguido localmente”, afirma Silveira.
Un proyecto de conservación alza el vuelo
En 2008, el ornitólogo Flavio Ubaid, ahora investigador de la Universidad Estatal de Maranhão, inició un estudio de campo a largo plazo para trazar un mapa de la distribución del semillero picón en Brasil. Pero después de tres años de exhaustivas búsquedas en parques nacionales y áreas protegidas de todo el país, donde la especie se había dado históricamente, apenas encontró rastro de estas aves.
“Fue una llamada de atención”, cuenta Ubaid. “Nos dimos cuenta de que el bicudo había estado sometido a tanta presión a lo largo de los años por la caza furtiva que casi no quedaba ninguno de estos pájaros en la naturaleza.”
Los análisis posteriores de Ubaid y sus colegas sugirieron que la población de la especie había sufrido una reducción del 90 %. Esto impulsó los esfuerzos del ornitólogo, junto con Luis Silveira y el biólogo Gustavo Malacco, para crear a finales de la década de 2000 el Projeto Bicudo, una iniciativa de conservación para evitar la extinción de esta especie en su hábitat natural.

“Había miles de estas aves en cautiverio, así que sabíamos que el primer lugar para empezar era establecer conexiones con los avicultores”, dice Ubaid.
Aliados en la avicultura
Una investigación realizada en 2020 demostró que, según el IBAMA (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables), había más de 181 000 semilleros de pico grande cautivos en posesión de más de 49 000 criadores registrados de la especie en Brasil. La mayoría de estos propietarios de aves se concentran en el sureste del país, principalmente en el estado de São Paulo.
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“La mayoría de los criadores mantienen y venden estas aves legalmente, por lo que no son el enemigo”, afirma el biólogo Malacco. “Pero hay algunos aficionados que no respetan la ley y harán cualquier cosa para obtener estas aves, y eso es lo que impulsa el tráfico ilegal”.

Aun así, no resultó difícil para los conservacionistas encontrar aliados entre los criadores registrados, apelando a un amor mutuo por el ave. “Tienen experiencia con esta especie, desde su reproducción hasta los cuidados veterinarios y la genética, por lo que son indispensables para nuestro proyecto”, explica Malacco.
Uno de los criadores que se ha implicado en el Projeto Bicudo es João Paulo, radicado en Bauru, São Paulo. “El proyecto de reintroducción trajo mucha esperanza y optimismo sobre la crianza de estas aves para preservar la especie”, afirma.
Elegir los ejemplares adecuados para la reintroducción es esencial. Al trabajar con aves cautivas y confiscadas, el equipo tiene que garantizar no solo la selección de los individuos más sanos y una diversidad genética adecuada, sino también descartar los híbridos. Esto representa un desafío, ya que los criadores de aves suelen cruzar bicudos con especies estrechamente emparentadas para producir crías con mejores habilidades de canto. “Yo selecciono los pájaros para la reproducción en cautiverio basándome en mis conocimientos sobre crianza y gestión, que he adquirido a lo largo de muchos años”, dice Paulo.
Los esfuerzos de reintroducción comenzaron con un proyecto piloto en el estado de São Paulo, pero los problemas burocráticos y las condiciones del hábitat empujaron al equipo a buscar un lugar alternativo: Port Cajuero, una Reserva Particular del Patrimonio Natural (RPPN), en la región de Grande Sertão Veredas.
Trayendo de vuelta al “pico grande”
La región de Grande Sertão Veredas, en la frontera entre los estados de Minas Gerais y Bahía, se extiende por 230 853 hectáreas (570 450 acres) de la extensa sabana del Cerrado y debe su nombre a una famosa novela del escritor Guimarães Rosa. “Elegimos esta reserva porque cumplía con todos nuestros criterios”, explica Ubaid a Mongabay. La región “estaba dentro del área de distribución histórica de la especie, las condiciones del hábitat eran óptimas para la reintroducción y no había amenaza de la caza ilegal”.
Sin embargo, históricamente, las condiciones del parque no siempre habían sido tan hospitalarias para el ave. Durante más de medio siglo, la especie se había extinguido localmente debido a la caza ilegal. “Cuando yo era niño, la gente solía atrapar al bicudo para venderlo”, recuerda Anizio Costa de Nogueira, agricultor y residente del parque durante toda la vida. “Pero llegó un momento en que ya no quedaba ninguno que atrapar y no volvimos a verlos”.
La comunidad local acogió rápidamente la propuesta de los conservacionistas para reintroducir el ave y participar en los esfuerzos de conservación. En 2018, se liberaron en la reserva los primeros semilleros de pico grande. “La gente estaba feliz de verlos regresar aquí después de tanto tiempo”, cuenta Costa de Nogueira.
Desde entonces, más de 300 de estas aves han sido liberadas en el parque. El seguimiento posterior a la liberación ha demostrado que la mayoría de las aves se ha adaptado bien a la naturaleza e incluso ha empezado a anidar y reproducirse. Sin embargo, el equipo aún no ha observado a ninguna cría llegar a la madurez, aunque no por falta de intento de las aves.
“Ha habido mucha depredación de nidos por parte de roedores y zarigüeyas, lo que es un proceso natural en la vida silvestre”, explica Ubaid. “Los bicudos sufren una elevada mortalidad de crías a causa de los depredadores, pero la esperanza es que, a medida que liberemos más aves, veamos mayor supervivencia de polluelos”.
Para lograr este objetivo, se ha creado un centro de cría en cautividad dentro del parque, que agiliza la reproducción y reintroducción. Cada mes, un promedio de tres parejas reproductoras se reintroducen en la reserva tras pasar un periodo de adaptación en un recinto para adaptarlas a los sonidos y paisajes de su hábitat natural. “Para 2030, esperamos que la población de la reserva sea vuelva autosostenible”, afirma Malacco.
Además de la conservación del semillero de pico grande, el proyecto pretende generar ingresos para la comunidad local de la reserva a través del ecoturismo y la formación de lugareños como guías de observación de aves. Pero el equipo tiene ambiciones que van más allá de sus esfuerzos en Grande Sertão Veredas. “Nuestro objetivo a largo plazo es intensificar los esfuerzos de reintroducción en todo Brasil”, señala Ubaid, “y traer de vuelta el bicudo a otras regiones donde ha desaparecido”.
Imagen destacada: Un semillero de pico grande macho en la reserva de Port Cajuero, Minas Gerais. Foto: Flavio Ubaid