- Una investigación chilena reveló que el quintral (Tristerix corymbosus), una planta hemiparásita nativa, podría estar desempeñando un rol clave en la contención de especies arbóreas invasoras en Chile central.
- Tradicionalmente vista como plaga forestal, el quintral está siendo reconsiderado como un aliado en la conservación de la biodiversidad nativa.
- Científicos sugieren que esta planta podría actuar como herramienta natural de control biológico en ecosistemas amenazados por especies exóticas.
- El estudio subraya la importancia de reevaluar el papel ecológico de especies nativas consideradas problemáticas, en un contexto de cambio ambiental.
En los paisajes de Chile central, donde especies exóticas como álamos, sauces y aromos avanzan silenciosamente sobre los ecosistemas nativos, una planta históricamente señalada como plaga forestal podría estar revelando una faceta inesperada: el quintral (Tristerix corymbosus). Esta hemiparásita nativa, según un reciente hallazgo científico, podría cumplir un rol decisivo como agente natural de control biológico.
“Nosotros colectamos datos de quintral desde La Serena, en el norte, hasta la Carretera Austral, en el sur, y es impresionante la diversidad de plantas exóticas que es capaz de parasitar porque tiene la habilidad de adaptarse a casi cualquier hospedero”, dice Francisco Fontúrbel, investigador de Millenium Nucleus of Patagonian Limit-of-Life (Núcleo LiLi).
El equipo científico, integrado también por investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), plantea que el quintral podría actuar como una especie clave en bosques invadidos, ejerciendo efectos directos negativos sobre las especies exóticas, como la reducción en su rendimiento —por ejemplo, en la biomasa—, lo que eventualmente podría llevar a la muerte de sus hospederos no nativos. Al mismo tiempo, se han observado efectos indirectos positivos tanto para las especies nativas como para las plantas vecinas no infectadas, al favorecer la atracción de polinizadores y dispersores de semillas, y al enriquecer el suelo con nutrientes a través de la caída de hojarasca.

El estudio publicado recientemente en la revista New Phytologist recuerda que los bosques nativos de Chile central enfrentan una amenaza histórica que se remonta a la época colonial. La expansión de la agricultura y la silvicultura ha transformado drásticamente el paisaje, hasta casi erradicar la vegetación original del valle central. En su lugar, hoy predominan especies foráneas, muchas de las cuales han desplazado a la flora nativa.
Sin embargo, en medio de este escenario alterado, el quintral ha logrado adaptarse y prosperar también sobre estos árboles exóticos. Por eso no resulta extraño verlo creciendo sobre especies como el álamo negro (Populus nigra), originario de Europa y Asia; el álamo de Norteamérica (Populus deltoides), de Estados Unidos; el sauce (Salix babylonica), de China; y distintos tipos de aromos (Acacia dealbata y Acacia melanoxylon), provenientes de Australia. Estas últimas, de hecho, están clasificadas como especies invasoras y han sido señaladas incluso como promotoras de la propagación de recientes incendios forestales catastróficos.
“El aromo es altamente invasor, sobre todo en la parte central de Chile, se descontrola, genera muchas semillas y por lo tanto mucha reproducción”, dice Claudia Reyes-Bahamonde, fisióloga de plantas e investigadora postdoctoral de la Universidad de Talca, también integrante del Núcleo LiLi. “Hay mucha biomasa —hojarasca y ramas secas— y si tienes un verano cálido y seco, eso está llamando al desastre”.

¿Qué es una planta hemiparásita?
En la naturaleza existen distintos tipos de plantas parásitas y se clasifican según la forma en que obtienen sus recursos. Entre ellas se encuentran las hemiparásitas, como el quintral —perteneciente a la familia Loranthaceae— que se conectan a sus hospederos para extraer de ellos agua y nutrientes, pero a diferencia de las parásitas totales, también son capaces de realizar fotosíntesis, lo que les permite producir parte de su propio alimento. Por eso se las denomina «hemi» —medio— parásitas.
En contraste, las plantas holoparásitas dependen completamente de sus hospederos, ya que obtienen de ellos todos los recursos que necesitan para sobrevivir.
Aunque el quintral realiza fotosíntesis y, en teoría, no depende del carbono de su hospedero, investigaciones recientes sugieren que esta independencia no sería total. Algunos estudios han detectado que una parte del carbono presente en estas plantas podría provenir, en realidad, del árbol al que parasitan. Claudia Reyes-Bahamonde está evaluando si, al crecer sobre especies exóticas, el quintral extrae mayores cantidades de carbono, posiblemente debido a su mayor tamaño en estos hospederos.
“Mi estudio se basa en ver la ganancia de carbono y estamos haciendo experimentos para ver si, en especies exóticas, hay un mayor ‘robo’ de carbono por parte del quintral”, señala.

Los especialistas señalan que en el mundo existen más de 4500 especies de plantas parásitas. Su distribución abarca la mayoría de los biomas del planeta, desde las profundidades de los bosques tropicales hasta los grandes desiertos. Estas plantas pueden infectar tanto a una sola especie como a varias, aunque suelen mostrar ciertas preferencias por determinados hospederos.
Por ejemplo, explica Fontúrbel, el quintral no suele desarrollarse sobre gimnospermas, un grupo de plantas que no produce flores ni frutos, pero que sí genera semillas desnudas en estructuras como conos o piñas, como es el caso de los pinos y cipreses. En cambio, entre las angiospermas —plantas que producen flores y frutos— logra establecerse en una amplia variedad de especies, con la excepción de los eucaliptos.
“Lo más común son álamos, aromos y cerezos, pero lo hemos encontrado parasitando un montón de plantas ornamentales. Son eventos raros. Entre las angiospermas, excepto los eucaliptos, agarran casi todo. Es impresionante la flexibilidad que tienen en los ambientes urbanos”, describe el especialista.

En Chile, el quintral se extiende a lo largo de más de 10 grados de latitud, adaptándose a diversos biomas que van desde el matorral del centro del país hasta los bosques templados lluviosos del sur de Chile y Argentina. Su amplia distribución geográfica y climática refleja una notable capacidad de adaptación: esta hemiparásita nativa puede crecer sobre más de 30 especies distintas, incluyendo árboles, arbustos e incluso lianas. Además, ha logrado establecerse también en entornos urbanos.
La abundante presencia de quintral en especies exóticas en la Región del Maule y en gran parte de Chile central llamó la atención del equipo de investigación, motivando su estudio para comprender este patrón ecológico. En este proceso, los investigadores determinaron que el quintral tiende a desarrollarse mejor en especies invasoras porque los árboles exóticos suelen ser de mayor tamaño y crecimiento rápido, lo que les permite captar más recursos.
En contraste, la relación entre el quintral y sus hospederos nativos es fruto de un largo proceso de coevolución. Estas especies han desarrollado una tolerancia a la extracción de recursos por parte del quintral, y a cambio, obtienen beneficios indirectos. Esto se debe a que el quintral actúa como un imán para polinizadores y dispersores de semillas, que no solo se sienten atraídos por su néctar y frutos, sino que también visitan las flores y frutos del árbol hospedero, favoreciendo su reproducción y dispersión.

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Relaciones naturales
El quintral cuenta con dos principales dispersores de semillas, cada uno asociado a un ecosistema distinto. En los bosques esclerófilos de Chile central, esta función la cumple la tenca (Mimus thenca), un ave frugívora y endémica de la zona central. En ese ecosistema, los árboles hospedadores exóticos le proporcionan lugares de percha, desde donde defeca semillas. Esta especie también es muy común en entornos urbanos.
Mientras tanto, en los bosques templados lluviosos del sur de Chile y Argentina, el rol clave de dispersor de semillas lo desempeña el monito del monte (Dromiciops gliroides), un marsupial relicto que depende de los frutos del quintral como fuente esencial de energía para enfrentar la hibernación. En ambientes perturbados del sur, dominados por especies vegetales exóticas, es común encontrar al monito del monte asociado a poblaciones abundantes de quintral, lo que sugiere una relación ecológica estrecha y resiliente incluso en paisajes alterados. Esta especie no está presente en las ciudades.
De esta manera, los quintrales que crecen en árboles exóticos contribuyen al mantenimiento de las poblaciones de polinizadores y dispersores de semillas en entornos rurales y urbanos, dicen los expertos.

“El principal polinizador, el picaflor chico (Sephanoides sephaniodes), junto con la tenca, son lo que se conoce como ‘urban exploiters’, especies que se han adaptado a vivir en los ambientes urbanos y los aprovechan”, explica Fontúrbel. “Se alimentan de los quintrales, pero además dispersan sus semillas, favoreciendo su reproducción y alta presencia en las ciudades”.
En los bosques donde hay quintrales, los picaflores permanecen todo el año gracias a la disponibilidad de alimento. En cambio, en aquellos donde estas plantas no están presentes, migran durante el invierno por falta de recursos.
“El hecho de que los picaflores estén ahí todo el año trae un beneficio indirecto para las otras especies de plantas que se benefician de los servicios de polinización que hacen estos picaflores”, explica el investigador.
El futuro de las investigaciones
Todos estos hallazgos han abierto nuevas líneas de investigación que los científicos esperan explorar en el futuro. Una de las preguntas centrales es si Tristerix podría ser aplicado manualmente sobre árboles no nativos para potenciar su uso como agente natural de control biológico. También se busca determinar si esta hemiparásita suprime de forma más intensa el crecimiento y la supervivencia de especies exóticas en comparación con las nativas, y si esa supresión facilita la recolonización del ecosistema por parte de especies autóctonas.
Cada una de estas interrogantes podría aportar claves fundamentales para entender y aprovechar el rol ecológico del quintral en paisajes invadidos. Un estudio interesante podría surgir para el caso de las ciudades donde el arbolado urbano está compuesto mayormente por especies exóticas, explica Fontúrbel.
“Hay experiencias muy positivas en Australia, donde han reintroducido muérdagos en las ciudades, no solo para controlar especies exóticas, sino también para mejorar el microclima”, explica el especialista. “Ellos llevaban varios años con olas de calor muy fuertes en los veranos y estas plantas, como tienen que sacar agua del hospedero, están constantemente extrayendo agua y evapotranspirando. Esa evapotranspiración actúa como un buffer climático; esto nos impulsa a repensar el arbolado urbano priorizando plantar especies nativas”.

De acuerdo con los especialistas, es necesario comenzar a informar a las poblaciones sobre las especies como el quintral, debido a que es común la percepción de que el problema son estas plantas y no los árboles invasores.
“Hace un par de meses estábamos con un estudiante tomando muestras y se acercó una señora mayor que nos dijo: ‘Eso que ven ahí es un veneno; eso mata el bosque. Miren estos árboles, estaban bien hace tres meses, ahora están todos muertos, es un veneno y hay que erradicarlo’”, narra Fontúrbel. “Pero al final el ‘veneno’ es una planta nativa y el bosque que mató son plantas exóticas invasoras. Mucha gente tiene esa percepción errada”.
Llamarlas “especies parásitas” también invita a la “mala visión” que se tiene sobre este tipo de especies, describe Claudia Reyes-Bahamonde. “Por eso es importante dar a conocer sus beneficios y lo que realmente son. Por ejemplo, cuando estábamos muestreando en el sur, la gente cortaba el quintral y lo usaban como infusiones para el dolor de estómago, tiene muchos usos en la medicina tradicional”, concluye la investigadora.
“Creo que el problema es que los humanos tendemos a poner etiquetas a todo y a verlo de forma dicotómica: ‘Esto es bueno o es malo, es bonito o es feo’, y las plantas parásitas son un ejemplo de esta dualidad”, concluye Fontúrbel. “Claro, sacan agua y nutrientes del hospedero, pueden reducir su crecimiento y eventualmente pueden matar a un árbol, pero a la vez traen un montón de beneficios. Y en muchos casos los beneficios exceden por mucho los costos. Hay que conocer lo que tenemos para valorarlo”.
REFERENCIA
Fajardo, A., Reyes-Bahamonde, C., Fontúrbel F., Piper, F., Callaway R. (2025) Shining a new light on parasitic plants: resistance to invasion. New Phytologist.
Imagen principal: Quintral y picaflor chico. Foto: cortesía César Muñoz