- Las ballenas de dientes de pala se encuentran entre las más raras y menos estudiadas, en parte debido a su comportamiento y a los largos períodos que pasan bajo el agua en el vasto y poco explorado Océano Pacífico Sur.
- Hasta hace poco, solo se habían documentado seis registros de ballenas de dientes de pala en 150 años.
- El séptimo y más reciente registro, un macho de cinco metros, varado y hallado muerto en Nueva Zelanda en julio de 2024, fue diseccionado recientemente por científicos y expertos culturales maoríes en un centro de investigación científica.
- Un hallazgo clave fue la presencia de pequeños dientes vestigiales en la mandíbula superior, lo que ofrece información sobre la historia evolutiva de la especie.
La ballena de dientes de pala es una de las ballenas más raras y menos estudiadas. Hasta hace poco, solo existían seis registros de la especie, recopilados en los últimos 150 años. A principios de diciembre, científicos y expertos en cultura indígena maorí, en Aotearoa, Nueva Zelanda, documentaron el séptimo con un detalle sin precedentes, al llevar a cabo la primera disección de este críptico cetáceo.
Descubrieron numerosos hallazgos nuevos y se esperan más a medida que avance el análisis, y reafirmaron las conexiones culturales maoríes con las ballenas, al tiempo que intercambiaron interpretaciones occidentales e indígenas de los animales.
“Este es el más raro de los raros, solo el séptimo espécimen conocido en cualquier parte del mundo, y la primera oportunidad que hemos tenido de realizar una disección como esta”, dijo Anton van Helden, asesor principal de ciencias marinas del Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, quien dirigió la disección, en un comunicado de prensa del 2 de diciembre. “La mayor parte de lo que sabemos sobre estas escurridizas ballenas proviene del examen de las ballenas que han llegado a tierra y han muerto”.
“Lo más raro de lo raro”
Las ballenas de dientes de pala (Mesoplodon traversii) pertenecen a una familia de cetáceos conocida como ballenas picudas por sus hocicos sobresalientes. Las ballenas picudas (familia Ziphiidae) tienen pequeñas aletas que se pegan a sus cuerpos mientras bucean a gran profundidad para buscar calamares y peces pequeños por todos los océanos del mundo. Pueden permanecer bajo el agua durante largos períodos de tiempo, lo que dificulta su estudio y les valió la reputación de ser algunos de los mamíferos más enigmáticos de la Tierra.
Si bien se sabe que 13 de las 22 especies reconocidas de ballenas picudas varan a lo largo de los 15 000 kilómetros de costa de Nueva Zelanda, la ballena de dientes de pala se considera la más rara y menos estudiada de todas. Los científicos dicen que una de las razones por las que se ve tan raramente puede ser que vive en el vasto Océano Pacífico Sur, donde son comunes las fosas poco exploradas.

El primer descubrimiento de una ballena de dientes de pala fue una sola mandíbula con dientes, recolectada en la isla Pitt de Nueva Zelanda en 1872. Luego vieron dos cráneos sin mandíbula: uno se encontró en la Isla Blanca de Nueva Zelanda en la década de 1950 y el otro en la Isla Robinson Crusoe, Chile, en 1986.
La especie se vio intacta por primera vez en 2010 cuando una madre y su cría vararon en la Bahía de la Abundancia en el norte de Nueva Zelanda, lo que reveló por primera vez su patrón de color. El primer avistamiento vivo ocurrió en 2017, cuando una de las ballenas quedó varada en la bahía de Waipiro, también en el norte de Nueva Zelanda. Murió poco después. Solo se recogieron restos óseos y muestras genéticas de estos varamientos.

El último registro, un macho de cinco metros, se encontró varado en Otago, una región en el sureste de Nueva Zelanda, en julio de 2024. La causa de su muerte y la historia de su vida siguen siendo desconocidas. A diferencia de los primeros especímenes intactos, que fueron enterrados antes de que pudieran ser estudiados, este se conservó en una cámara frigorífica.
Los expertos diseccionaron el espécimen perfectamente conservado en el Centro de Investigación Agrícola Ivermay, en Otago, entre el 2 y el 6 de diciembre, para desenredar décadas de misterio en torno a las ballenas de dientes de pala. Este esfuerzo fue particularmente especial, ya que involucró no solo a científicos internacionales, sino también a expertos culturales del grupo indígena maorí Te Rūnanga o Ōtākou, o el consejo tribal de Otago.

Van Helden, experto en ballenas picudas, dirigió al equipo científico en la disección que duró una semana. Un descubrimiento clave fueron los diminutos dientes vestigiales en la mandíbula superior. “Estos pequeños dientes incrustados en la encía nos dicen algo sobre su historia evolutiva. Es extraordinario ver esto y simplemente es otra cosa de la que no teníamos idea”, dijo van Helden en un comunicado de prensa del 13 de diciembre.
Los científicos descubrieron que la ballena tenía nueve cámaras estomacales, una característica desconocida hasta ahora. Van Helden informó que encontró picos de calamar, lentes de ojo de calamar, gusanos parásitos y partes de otros organismos no identificados en los estómagos de la ballena. Un parasitólogo del equipo los examinará para identificarlos.
Van Helden dijo que también encontraron estructuras relacionadas con la alimentación y la producción de sonido en el cuerpo de la ballena, y midieron y describieron varios músculos y órganos para comprender mejor esta especie y compararla con otras con las que está relacionada. “Todo esto suma al conjunto de conocimientos que estamos construyendo”, dijo.
Mientras tanto, el equipo también encontró hematomas en la cabeza y el cuello junto con una mandíbula rota, lo que sugiere que la ballena pudo haber muerto por un traumatismo craneal, aunque la causa de la lesión sigue siendo desconocida.
Colaboración indígena-occidental
El examen de la misteriosa tohorā (ballena) fue una colaboración entre los científicos y Te Rūnanga o Ōtākou que combinó el conocimiento indígena y occidental, con el objetivo de comprender mejor la biología y el comportamiento de la ballena. Varios rakatahi (jóvenes) maoríes lideraron el esfuerzo y participaron en la disección. Fueron guiados por los expertos en ballenas Hori Parata y su hijo Te Kaurinui hacia la reactivación del antiguo matauraka (conocimiento) y la expansión de un sistema de conocimiento indígena para transmitirlo a las generaciones futuras.
Nadia Wesley-Smith, presidenta de Te Rūnanga o Ōtākou, dijo que el examen de la ballena fue un evento significativo para los mana whenua (pueblos indígenas).
“La tohorā permite que los mana whenua se reconecten y apliquen el conocimiento indígena y las prácticas culturales tradicionales que se han transmitido de generación en generación”, dijo Wesley-Smith en el comunicado de prensa del 2 de diciembre.

Los maoríes tienen una profunda conexión con el medio ambiente marino, arraigada en sus antepasados polinesios que viajaron a través del Pacífico y se establecieron en lo que hoy es Nueva Zelanda, alrededor de 1280 d.C. Las ballenas ocupan un lugar importante en las tradiciones maoríes, simbolizan la abundancia y la riqueza debido a la comida y los materiales que proporcionaron, y a menudo se las compara con los jefes en las historias y la mitología.
Tūmai Cassidy se unió al equipo de disección como asesor cultural y guardabosques principal con Te Rūnanga o Ōtākou. Le dijo al medio de comunicación australiano National Indigenous Times que la participación de los maoríes en el proceso destaca la importancia cultural de las ballenas como taonga (tesoros sagrados), que se cree que son un regalo de la deidad oceánica maorí, Tangaroa.
“Esta es una gran oportunidad para combinar la ciencia y las tikanga [costumbres]”, dijo Cassidy, de 22 años. “Las ballenas son unos animales increíblemente importantes en nuestra cultura… nuestra llegada a Aotearoa [Nueva Zelanda] está profundamente ligada a las ballenas y, al igual que otras culturas de todo el mundo, utilizamos diferentes partes de sus cuerpos”.
Después de la disección, Te Rūnanga o Ōtākou nombró a la ballena Ōnumia, que hace honor al nombre tradicional de la zona donde varó, y reafirma la conexión de los maoríes con el medio ambiente y su patrimonio cultural.
Te Rūnanga o Ōtākou permitió que el Museo de Otago conservara el esqueleto y se quedó con la mandíbula con fines culturales. El museo creará una mandíbula impresa en 3D para su exposición. Los científicos ahora analizarán los datos que registraron y publicarán sus hallazgos bajo la dirección de Te Rūnanga o Ōtākou.
Imagen principal: Los representantes y científicos de Te Rūnanga o Ōtākou miden la ballena de dientes de pala al comienzo de la disección. Foto: cortesía de Michael Hayward / Departamento de Conservación de Nueva Zelanda
Esta nota se publicó originalmente en inglés en el sitio de Mongabay el 17 de diciembre de 2024.