- La comunidad kichwa Sani Isla y la organización fStop Foundation utilizan cámaras trampa de alta resolución para registrar la biodiversidad.
- Miembros de la comunidad fueron capacitados para instalar, mantener y operar las cámaras, incluyendo dispositivos colocados a 40 metros de altura.
- Desde febrero de 2025, las cámaras han registrado al menos seis jaguares, lo que indica una cadena trófica intacta y un ecosistema en buen estado.
- La comunidad kichwa de Sani Isla ha convertido al turismo en una herramienta efectiva de conservación, frenando presiones en el bosque.
En el norte de la Amazonía ecuatoriana están algunas de las zonas más biodiversas del planeta, como el Yasuní, pero los visitantes raramente pueden avistar especies icónicas, como venados, tapires (Tapirus terrestris) o el mítico jaguar (phantera onca). En medio de la densa selva, la única evidencia tangible de su existencia suelen ser las huellas frescas. Sin embargo, en el proyecto turístico Sani Lodge, cámaras trampa están registrado la vida del bosque y revelan que félidos, roedores, primates y otros mamíferos comparten los mismos senderos que los humanos y están más cerca de lo que parece.
“Con esto se puede mostrar que estamos siendo observados y escuchados por los animales”, dice Javier Hualinga, guía naturalista y exgerente del proyecto turístico de la comunidad kichwa de Sani Isla, que está al sur de la Reserva Faunística Cuyabeno y comparte territorio con el Parque Nacional Yasuní. Incluso para el experimentado guía, que usa su afilados sentidos para avistar monos moviéndose a 40 metros sobre el dosel, aves despegando, anfibios camuflados entre hojas e insectos que se hacen pasar por ramas, encontrar un félido es como hallar una aguja en un pajar. Por eso, el proyecto de cámaras trampa es una oportunidad para mostrar a los clientes la biodiversidad que ayudan a conservar con su visita.

Sani Lodge, que abrió sus puertas en 2002, se ha convertido en un escudo en contra de la explotación petrolera, el avance de la frontera agrícola, la deforestación y la cacería excesiva. Hualinga cuenta que la comunidad ha entendido que proteger su territorio mantiene la biodiversidad y esto atrae a turistas, especialmente a los “pajareros” que llegan a la reserva comunitaria, donde se han registrado alrededor de 600 especies de aves. Así, el lodge se ha convertido en una fuente de trabajo estable para los habitantes de la comunidad, desincentivando las actividades que presionan el bosque.
El monitoreo con cámaras trampa se inició en 2025, con una alianza entre Sani Isla y fStop Foundation. Esta organización, basada en Florida, Estados Unidos, tiene la misión de concientizar sobre la importancia de la conservación mediante la fotografía de vida silvestre. Además, con el tiempo, las cámaras permitirán observar la ecología del bosque, las actividades que lo amenazan y descubrir anomalías o nuevas especies. Toda esta información es útil para tomar medidas enfocadas en la conservación.

En febrero de 2025, miembros de fStop Foundation y de la comunidad instalaron en tierra firme y en el dosel 13 cámaras trampa de alta resolución que registran audio y video. En estos meses, ya se ha podido conocer que las comunidades de mamíferos terrestres y arbóreos, junto con las especies de aves terrestres, se mantienen intactas, de acuerdo con Sean McHugh, biólogo de vida silvestre y parte de la fundación.
Para el experto, que ha realizado proyectos en Sani Isla desde hace unos 10 años, el territorio de la comunidad “actúa como un refugio para especies sensibles de mamíferos que pueden estar afectadas por la deforestación, la cacería y el incremento de la frontera agrícola que acorralan a Sani Isla”. Si bien la comunidad tiene un importante porcentaje de su territorio dentro del Parque Nacional Yasuní, al noroeste están Shushufindi y Lago Agrio, los polos de la explotación petrolera en Ecuador. A sus alrededores crecen los cultivos de palma de aceite, que reemplazan la biodiversidad de la selva por monocultivos que requieren de agroquímicos.
Ojos en el bosque

El biólogo McHugh y Ollie Thomas, herpetólogo británico, lideraron una capacitación sobre la instalación y uso de las cámaras trampa. Cinco jóvenes, que también se están formando como guías turísticos, participaron. César Gualinga, administrador principal del lodge, también asistió. La formación incluyó contenidos sobre el ajuste de diferentes configuraciones, el mantenimiento de las cámaras, el cambio de baterías y el manejo de tarjetas de memoria.
La capacitación inicial duró aproximadamente un mes, incluyendo el tiempo que requirió instalar las cámaras en el territorio. El equipo de Sani Lodge y fStop Foundation colocaron algunos dispositivos a tan solo media hora de caminata de lodge y otros a varias horas de distancia. La ubicación se decidió a partir de la identificación de puntos estratégicos por donde los animales se mueven. Los guías, que recorren los senderos casi a diario y que crecieron en ese ecosistema, conocen bien estos lugares, ya sea por las huellas u otras señales que los animales dejan.

Instalaron nueve cámaras en bosques de tierra firme sobre los senderos usados por los turistas o sus cercanías, una en un saladero –a donde acuden aves como guacamayos y loros a consumir minerales del suelo–, y tres en copas de árboles, como el sangre de gallina (Otoba glycycarpa).
César Gualinga y los jóvenes que asistieron a la capacitación tuvieron que aprender a escalar árboles de hasta 40 metros de altura con arneses y cuerdas para instalar los dispositivos. McHugh explica que Thomas, un experimentado escalador de roca, desarrolló un método con poleas para subir y bajar la cámara desde el suelo una vez instalada, facilitando su mantenimiento. Según el biólogo, esta es la primera vez que se colocan aparatos de este tipo en las alturas de la zona.

El equipo de Sani Lodge recibió el doble de baterías recargables y tarjetas SD para que las cámaras pudieran operar continuamente. Además, aprendieron a cargar los videos y las fotos desde las tarjetas de memoria a un disco duro y luego a una unidad compartida en la nube para que tanto Sani Lodge como la fStop Foundation pudieran usar la información. Para McHugh, este proceso va más allá de los datos científicos, pues busca empoderar a la comunidad con nuevas habilidades que pueden generar oportunidades laborales.
Aunque el biólogo de la fundación asegura que las cámaras son de la mejor calidad disponible, la humedad de la selva amazónica está pasando su factura. Hasta el momento, tres cámaras se han dañado por estas condiciones. Esto no es ninguna sorpresa, por eso McHugh dejó un protocolo para identificar si las cámaras no están funcionando y cuándo retirarlas. Esto no quiere decir, sin embargo, que el proyecto se extinguirá a medida que lo hagan los dispositivos. La Fundación planifica donar una nueva dote de cámaras para mantener el monitoreo.
Una población robusta de jaguares

El monitoreo en Sani Isla revela la rica biodiversidad del territorio y el comportamiento inesperado de la vida silvestre en este ecosistema. Para McHugh, uno de los hallazgos más importantes es el de una “población robusta de jaguares”. Gracias a los patrones únicos de sus manchas, han identificado a seis individuos. César Gualinga y Javier Hualinga dicen que esto es un indicador de la salud del bosque, es decir, si hay jaguares, hay presas, y por lo tanto, la cadena trófica está saludable.
Lo “increíble”, según Gualinga, es el comportamiento de este félido, el más grande de América. Relata que algunos ejemplares han sido capturados actuando de manera muy similar a los gatos domésticos. Toman siestas, se asean con la lengua y se acercan a las cámaras para explorarlas. Además, Hualinga destaca que se ha evidenciado que hay jaguares muy cerca del lodge, a media hora caminando o a un kilómetro de distancia, pero esto no debe ser motivo de alarma. Explica que esta y otras especies han aprendido que los seres humanos son depredadores, así que se internan sigilosamente en el bosque cuando los ven o los escuchan.

Las cámaras terrestres han proporcionado material gráfico de una gran diversidad de mamíferos, incluyendo el puma, el ocelote (Leopardus pardalis), el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla), el pecarí de collar (Dicotyles tajacu), el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari), el venado colorado (Mazama americana) y el tapir de tierras bajas (Tapirus terrestris).
En el dosel, las cámaras han capturado siete especies diferentes de primates, entre ellos, el mono aullador rojo (Alouatta seniculus), el mono ardilla (género Saimiri), el capuchino de frente blanca (Cebus albifrons), el mono nocturno de Spix (Aotus vociferans), el chichico de manto negro (Saguinus nigricollis) y el tití pígmeo (Cebuella pygmaea). La presencia de poblaciones de monos chorongos “señalan que el bosque está sano porque tienen las especies de árboles que necesitan para estar tranquilos”, dice el guía Hualinga.

También han registrado otros animales que no son fáciles de avistar, como la ardilla roja (Sciurus spadiceus), una especie que no habían visto hace tiempo y que está clasificada como Preocupación menor por la Lista Roja de Especies Amenazadas. A Gualinga también le sorprendió ver que los puercoespines, que se pensaba que solo subían unos tres metros de altura, alimentarse hasta a 40 metros de altura sobre los árboles. “Es un proyecto bastante interesante porque hemos capturado muchas especies que en realidad no sabíamos que también se alimentaban en el canopy”, dice Gualinga.
El equipo de Sani Lodge ahora muestra a los turistas los videos de las especies que habitan en las cercanías. Muchos se quedan sorprendidos por lo que oculta el bosque, cuentan el guía y el administrador. Videos de pumas, chichicos y pecaríes también se difunden en las redes sociales del emprendimiento comunitario.
Todas las cámaras están en la provincia de Sucumbíos, pero McHugh planifica instalar nuevos dispositivos al sur del río Napo, en la provincia de Orellana, donde está gran parte del territorio de Sani Isla. Además, se busca involucrar a más miembros de la comunidad, incluyendo a mujeres. El objetivo es establecer un monitoreo a largo plazo que permita obtener una imagen clara de la salud del bosque, identificar cambios o amenazas y reforzar las medidas de conservación de la comunidad.
Foto principal: un jaguar (phantera onca) rascándose en una rama, captado por una cámara trampa en Sani Isla, Amazonía ecuatoriana. Foto: cortesía fStop Foundation