En la Amazonía peruana hay más de 15 millones de hectáreas de humedales. Estos ecosistemas tienen suelos permanentemente inundados, acumulan material orgánico en semi descomposición y almacenan grandes cantidades de carbono, claves para mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo, la expansión agrícola afecta estos ecosistemas.
Humedales costeros de agua dulce: los aliados olvidados contra el cambio climático
Nicole Moreno, jefa de proyectos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) conversa con Mongabay Latam sobre el proyecto que busca identificar las áreas priorizadas de humedales en la Amazonía para impulsar su conservación.
—¿Qué ha causado la depredación de los humedales en la Amazonía?
—Los humedales amazónicos enfrentan muchas presiones. Por ejemplo, la expansión agrícola, ganadera y la extracción de los recursos naturales.
Durante años se ha ido talando. En muchas zonas se sigue talando aún por completo las palmeras hembras del aguaje para obtener su fruto. También tenemos las obras de infraestructura, como las grandes carreteras que generan una fragmentación de los ecosistemas, incluyendo los aguajales, los varillales. Y creo que estas obras, según su fin, podrían tener un enfoque ecosistémico que mantenga la conectividad.
Además, está la minería informal, que contamina los ríos y los humedales. Vemos que este impacto de las distintas actividades antrópicas están produciendo el aceleramiento del cambio climático. Hay modificaciones en los patrones de lluvias y sequías que afectan esta estabilidad de los ecosistemas acuáticos. Y, también, las distintas actividades humanas que se realizan dentro de estos ecosistemas, como la pesca, etcétera.
—RAISG ha identificado sitios prioritarios de conservación de los humedales, ¿cuántos son y dónde se ubican?
—Sí, es un proyecto de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada, que pertenece al Instituto del Bien Común. El proyecto en sí se llama Mapeo, diseño, enfoque y conservación de los humedales.
Entre los objetivos está justamente identificar los humedales prioritarios para la conservación. Para poder identificar estos humedales prioritarios se basan en tres grandes marcos indicadores: el valor intrínseco de la humedad, la actividad humana como impulsor del cambio y el componente del bienestar humano. Dentro de cada uno de ellos tenemos distintos indicadores y variables.
Aproximadamente, en Perú podemos tener alrededor de unos 20 sitios prioritarios de conservación, incluso hasta más, porque se categorizan entre alto, medio y bajo. Por ejemplo, en Ucayali tenemos el Lacocha, Masisea, Iparia y lo que es el Loreto, el Pacaya Samiria, el abanico del Pastaza y la cuenca del Nanay.
Son prioritarios por su gran biodiversidad, el valor cultural, pero también lo que se está priorizando es el bienestar humano porque creemos que para que tengan éxito la conservación en sí se tiene que garantizar el bienestar humano de estas poblaciones.
—Hay experiencias de aprovechamiento sostenible del aguaje y camu camu, ¿esto logró reducir la depredación de los humedales?
—Sí existen muchas experiencias que justamente muestran impactos positivos en cuanto al aguaje. Antes, como mencionaba, se talaban por completo las palmeras para obtener el fruto, pero ahora ya hay muchas iniciativas en Loreto, en Ucayali, también justamente con el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) en distintas comunidades y de ONGs que impulsan el uso de escalamiento con arnés para cosechar los frutos. No es que haya desaparecido la depredación por completo, pero ya hay menos tala en zonas donde justamente se ha adoptado esta cosecha sostenible y hay una mayor valoración de recursos en el mercado. Y en el caso del camu camu es justamente aprovechar estas zonas inundables de los humedales para cultivar el camu camu, que tiene una alta demanda en el mercado y genera ingresos a las poblaciones locales.
—En el caso del cultivo de arroz, ¿hay una manera sostenible de realizarlo?
—Sí, justamente el arroz se cultiva sobre todo en las planicies inundables. Es aprovechar el pulso natural de los ríos, durante la temporada de lluvias, cuando estas zonas están cubiertas por el agua. Cuando llega la vaciante, el agua se retira y justamente ahí el suelo queda fértil, gracias a los sedimentos. Entonces en ese momento las poblaciones locales aprovechan y siembran arroz. Luego ya siembran el frijol, el maíz y vuelven a cubrirse las zonas inundables de agua. Después, nuevamente, se comienza con el cultivo de arroz y así sucesivamente.
Entonces, esta práctica tradicional, cuando se hace en pequeña escala, respetando los ciclos naturales, sí es compatible con el ecosistema. El problema surge cuando se expande de una forma intensiva, cuando se drenan los humedales para sembrar todo el año y usan agroquímicos. Esto genera una fuerte presión sobre los humedales.
—La región de Loreto es la que concentra la mayor cantidad de humedales amazónicos en Perú. ¿Existe una política local que impulse su cuidado?
—En 2023, se aprobó la Ley de Conservación y Aprovechamiento Sostenible de los Humedales en Perú. Justo a inicio de este año se aprobó también el reglamento y entiendo que ahorita se está trabajando en la elaboración de los lineamientos.
En este nuevo marco de la nueva ley, los gobiernos regionales tienen la función de proteger y conservar, aprobando planes de gestión, coordinando con otras entidades. Entiendo que Loreto ha estado trabajando en un mapa de priorización. También tiene un grupo técnico regional de humedales y con el nuevo marco normativo se están reforzando todas estas labores.
Además, con el apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), se desarrolla una guía metodológica para caracterizar los tipos de humedales de la región. Sin embargo, también hay humedales urbanos donde no se ve una gestión clara. De repente esto ya aterriza en un ámbito local y, a la vez, también sabemos que hay un impulso a las actividades extractivas, como concesiones forestales,y apertura de carreteras dentro de humedales.
Imagen principal: un agricultor sale del área de aguajales y turberas en su comunidad. Foto: Leslie Moreno Custodio