Durante siglos, el páramo del Antisana, al sureste de Quito, fue degradado por haciendas que se dedicaban a la crianza de ganado. En 2010, el Fondo de Agua para Quito y la Empresa de Agua de la ciudad completaron los fondos para adquirir una de las propiedades más problemáticas.
El Fondo de Agua para Quito es un mecanismo sostenible para la protección de zonas de importancia hídrica, que se sostiene con el aporte de los usuarios del agua potable.
El proyecto retiró los animales exóticos de la zona y comenzó un proceso de restauración del ecosistema. Los resultados han sido positivos: regresó la vegetación, los humedales y especies como venados, conejos, pumas y zorros. En la zona, una puma hembra con sus dos crías y una osa andina fueron registradas en cámaras trampa.
Los expertos explican que cuando quitaron las ovejas, el páramo comenzó a recuperarse. Sin sus desechos, mejoró la calidad del agua. Sin sus pezuñas amenazando el suelo, la vegetación renació.
“Este podría ser un caso referencial de cómo las redes tróficas se ensamblan y generan cambios paulatinos a nivel de paisaje”, dice Evelyn Araujo, bióloga de la Fundación Cóndor Andino, que monitorea los páramos del volcán Antisana, ubicado al sureste de Quito.
“Con eso también se recupera esa capacidad de proveer agua para la ciudad”, asegura Silvia Benítez, directora del programa Agua Dulce para América Latina de la organización no gubernamental The Nature Conservancy.
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Imagen principal: Los pumas controlaron la población de perros asilvestrados en las zonas altas del Antisana. Foto: Cortesía Fundación Cóndor Andino