La reducción de emisiones por deforestación y degradación (REDD), un mecanismo de cambio climático propuesto por las Naciones Unidas, ha sido ampliamente reconocido por su potencial para llevar simultáneamente una variedad de beneficios a varias escalas. Pero permaneces serias interrogaciones, en especial las concernientes a las comunidades locales. Serán beneficiadas por el REDD?
Aunque bastantes servicios se les reconocen a las comunidades involucradas en proyectos REDD, muchos funcionarios contactan a las comunidades locales como una necesidad. Las prioridades se basan en la medición del carbono fijado por un área forestal, proponiendo financiamientos y haciendo arreglos de mercadeo, en vez de trabajar en lo que realmente las comunidades locales –las que por lo general talan los árboles- necesitan para lograr mantener las selvas en pié. Esto prepara el escenario para el conflicto, lo cual reduce la probabilidad de que el proyecto reducirá exitosamente la deforestación en los 15-30 años de la vida del mismo.
Brodie David Ferguson. |
Brodie David Ferguson, un graduado en antropología de la Universidad de Standford cuyo trabajo se ha enfocado en el desplazamiento forzado de comunidades rurales en regiones de conflicto en Colombia, entiende esto muy bien. Ferguson está trabajando para establecer un proyecto REDD en un lugar poco común: el Chocó Colombiano, una región con diversos ecosistemas costeros y con uno de los mayores niveles de endemismo en el mundo, que hasta hace pocos años era el dominio de guerrillas anti-gubernamentales y escuadrones de la muerte de la ultra-derecha.
Ironicamente, la violencia en el Chocó es una de las razones por la cual los ecosistemas de la región están en relativo buen estado –el conflicto armado desestímulo la inversión en la región. Pero la reducción de la actividad guerrillera ha activado los intereses comerciales en la región conllevando a nuevos conflictos entre los dueños tradicionales de las tierras –comunidades indígenas y afro-colombianas- y los desarrollistas, especialmente ganaderos y agro-empresarios. Pero gracias a la Constitución de Colombia de 1991, que estableció titulaciones colectivas para los tradicionales dueños de las tierras, los Indígenas y los Afro-colombianos tienen el derecho principal, al menos desde el punto de vista legal. Aún así, estas comunidades son pobres, marginalizadas y sujetas a la manipulación y a la intimidación por los desarrollistas. Algunos grupos han firmado acuerdos que los han proveído de pequeñas sumas de dinero a expensas de los ecosistemas de los cuales depende su forma de vida tradicional.
Selvas costeras cerca de Playeta en Acandí, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson |
La aparición de pagos por mecanismos a los servicios ecosistémicos como son el REDD ahora le ofrecen a las comunidades del Chocó la alternativa de un modelo de desarrollo que les podría permitir continuar usando sus tierras en actividades tradicionales mientras ganan el acceso a mejoras en salud, educación, micro-financiación y oportunidades de negocios sostenibles. Ferguson dice que aunque algunas ONG’s han estado trabajando por décadas en el Chocó para consolidar modos de vida sostenibles, el REDD podría ser finalmente el mecanismo que genere los fondos suficientes para fortalecer tales proyectos.
En una entrevista en noviembre del 2009 con mongabay.com, Ferguson discutió su proyecto con las comunidades del Chocó y los retos para organizar un proyecto REDD en esta remota región.
ENTREVISTA CON BRODIE DAVID FERGUSON
Mongabay: Cual es su formación y como se interesó en el carbono selvático?
mariposas cerca de la Loma del Cielo. Acandí, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson. |
Brodie David Ferguson:
Crecí en el sureste de los Estados Unidos pero no visité los trópicos hasta que viajé a Bolivia para una investigación sobre malaria durante mis estudios de universidad. Ese viaje me dejó una gran impresión y regresé con un nuevo interés en ecología y en las diferentes maneras de que la gente interactúa con el ambiente. Después de la universidad trabajé en Suiza por varios años en proyectos de salud y desarrollo antes de volver a los Estados Unidos a sacar un doctorado en antropología en Standford. Mi interés por la conservación creció por los viajes que realicé y por el profundo convencimiento de que los mas fascinantes idiomas, tradiciones y ecosistemas del mundo están desapareciendo rápidamente. Visité Colombia por primera vez en el 2005 como parte de mi trabajo doctoral en conflicto, y eventualmente me enfoque en la región del Chocó y en El Darién en particular. Empecé a explorar modelos de servicios de ecosistemas para las comunidades que regresaban del desplazamiento por el conflicto, y el carbono selvático es talvez la herramienta más prometedora para conservar los ecosistemas tropicales.
Mongabay: De que se trata su proyecto y donde se localiza?
Brodie David Ferguson:
El corredor ecológico del Chocó-Darién es un proyecto de carbono que se está desarrollando con comunidades indígenas y afro-colombianas en la región del Darién en el nor-occidente de Colombia cerca de la frontera con Panamá. Esta región se localiza entre los límites superiores del Chocó biogeográfico, que se extiende a lo largo de la vertiente del Pacífico de los Andes desde Panamá, a través de Colombia hasta el Ecuador. El Chocó se conoce por sus altos niveles de diversidad biológica y endemismo, pero el Darién es particularmente especial. Mas de 400 especies de aves habitan en el Darién, que es casi el 25% del número total de especies registradas para Colombia en un área de menos del 1% del total del tamaño del país. La región es el hogar de animales amenazados como el puma, jaguar, tapir y oso de anteojos. Dos parques nacionales contiguos, (Los Katíos en Colombia y Darién en Panamá) han sido reconocidos por la UNESCO como sitios de Patrimonio Mundial Natural debido a su riqueza natural y cultural.
Conversaciones casuales en la Playona de Acandí, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson. |
Lo que es mas importante acerca de la costa pacífica colombiana, por lo tanto, es la trayectoria socio-económica de los grupos afro-indígenas de la región. La constitución de 1991 fue bastante progresista al reconocer la naturaleza pluralista de la sociedad colombiana, descentralizando ciertas funciones del gobierno y pavimentando el camino para la titulación de las tierras tradicionalmente ocupadas por las comunidades afro-colombianas. El banco mundial fue la fuerza que empujó este proceso, que ha resultado en la titulación colectiva de más de 5 millones de hectáreas para más de 120 consejos comunitarios desde 1996. Esto representa una extraordinaria oportunidad y un reto tanto para las comunidades indígenas y negras en el Chocó y en otras partes de Colombia, que ahora tienen una mayor responsabilidad para el desarrollo social y la conservación ambiental en sus territorios.
Mongabay: Está la selva en buen estado?
Un par de ranas-flecha verde y negras (Dendrobates auratus) cerca de Triganá. Acandí, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson.
|
Brodie David Ferguson:
Mas de la mitad de la cobertura selvática original de Colombia está aún intacta, y una parte importante de estas se encuentran en la región del Chocó. Estas incluyen desde los manglares costeros y selvas estacionalmente inundadas al nivel del mar hasta selvas de tierras bajas y selvas nubladas a más de 1,500m. Cuando uno menciona el Darién, mucha gente piensa en la interrupción de la vía panamericana y se imagina extensos pantanos y selvas impenetrables, pero la realidad es que la región ha experimentado una profunda intervención humana a escalas múltiples. Desde los 1950’s, mas de la mitad de las selvas al norte del parque de Los Katíos fue convertida a pastizales principalmente, lo cual, combinado con las talas pequeñas para la siembra de cultivos, ha conllevado a un visible patrón de mosaico de deforestación en toda la región. De hecho, una parte del área de lo que hoy constituye el Parque Nacional de Los Katíos fue antes una gran finca diversificada, por lo tanto el parque incluye a miles de hectáreas de bosque secundario en regeneración. Mas al sur, concesiones legales para la explotación a gran escala de especies maderables como el cativo (Prioria copaifera) y el bálsamo (Miroxylum balsamum) y la destrucción de la planta de arracacho (Montrichardia arborescens), han degradado la selva original y aumentado la sedimentación en los ríos de la región. Al mismo tiempo, en años recientes se ha visto una aceleración de la tala selectiva a pequeña escala por todo el Darién, que está alterando gradualmente la composición de las selvas y las especies que en ellas habitan.
Mongabay: quienes viven el área y como se ganan la vida hoy?
Niños juegan el la aldea de pescadores de Tumaradó a orillas del río Atrato. Unguía, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson |
Brodie David Ferguson:
El parea está mayormente habitada por comunidades Afro-colombianas, quienes gradualmente migraron hacia el norte desde el Chocó o hacia el occidente desde áreas del Caribe como Cartagena. Ellos generalmente se han asentado en las cuencas media y baja de los ríos, y se llevan bien con las poblaciones existentes y más aisladas de Kuna, Embera y Wounaan. Adicionalmente a estos grupos, colonos mestizos han migrado a la región durante las últimas décadas desde departamentos vecinos de Antioquia y Córdoba. Históricamente, las mayoría de afro-colombianos e indígenas del Darién han suplementado la agricultura de subsistencia y la pesca con otras actividades comerciales aprovechando las oportunidades. Pero hacia finales de los 1990’s, antes de que las comunidades obtuvieran títulos legales de sus territorios tradicionales, una escalada del conflicto en la región dejó miles de personas forzosamente desplazadas. Algunos, como la comunidad Kuna de Arquía, se refugió en Panamá mientras que otros se fueron a ciudades cercanas como Turbo y Apartadó. Muchos has podido regresar gracias a la mejoras en la seguridad, pero el impacto en la forma de vida rural ha sido enorme. La mayoría de cultivos, como arroz, yuca y plátano, ya no se cultivan en la cantidad suficiente para que se pueda vender en regiones aledañas. Por lo tanto el aserrío y la pesca continúan siendo las principales fuentes de ingreso, aunque algunas personas consiguen trabajo en las haciendas vecinas también.
Mongabay: Ha habido muchos conflictos en la región? Es ese un factor por el que las selvas aún continúan en pié?
Brodie David Ferguson:
el conflicto armado ha sido algo así como una espada de doble filo para la conservación en Colombia. Por un lado, el aumento de los riesgos para la seguridad en las áreas rurales, junto al hecho de que casi una tercera parte de las tierras del país está titulada a grupos indígenas, ha prevenido una deforestación a gran escala como las que se ven por ejemplo en el Mato Grosso (Brasil) o en Kalimantán (Indonesia). Al mismo tiempo, el conflicto es indudablemente un factor del uso ineficiente de la tierra y de baja producción agrícola, especialmente cuando comunidades enteras han sido desplazadas. El cultivo de coca resulta en la conversión de aproximadamente 100,000 hectáreas de selvas en Colombia cada año, y los químicos usados en el proceso de la hoja para cocaína tienen un indiscutido impacto en los ecosistemas. Con todo, la coca es mas rentable por hectárea que cualquier otro cultivo, por lo tanto es relativamente buena desde una perspectiva ambiental. Otra cosa es que los ingresos del trafico de drogas han terminado muchas veces reinvertidas en grandes haciendas, con consecuencias negativas para las selvas del país.
Un mono aullador rojo (Alouatta seniculus), uno de los varios primates que se encuentran en la región del Darién. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson. |
Las regiones de Darién y de Urabá han sido afectadas particularmente por el conflicto, aunque las condiciones han mejorado algo en los últimos cinco años. Ha habido muy poco cultivo de coca, pero la proximidad de la región con Panamá combinada con un virtualmente ilimitado acceso fluvial y marino ha atraído a contrabandistas y a grupos armados por igual. En los 1990’s las guerrillas se tomaron el lado antioqueño del río Atrato, el cual es el corazón de la industria bananera colombiana, así como las grandes haciendas ganaderas de los municipios de Acandí y Unguía en el Chocó. Grupos paramilitares de auto-defensa se formaron como respuesta, y la dinámica resultante conllevó al desplazamiento a gran escala de comunidades rurales hacia finales de los 90’s y principios de esta década. Esencialmente, Urabá ha sido el escenario de enfrentamientos de ideologías de desarrollo emblemáticas para diferentes procesos sociales que se llevan a cabo en diferentes regiones de Colombia y en Latinoamérica. El proceso de titulación colectiva iniciado por el Banco Mundial y llevado a cabo por el INCODER, la desmovilización de grupos paramilitares, y el desarrollo gradual de las instituciones del estado en la región han sido todas factores clave en el retorno de las comunidades a sus tierras tradicionales. Estos factores han sido cruciales en mejorar el camino para modelos alternativos de desarrollo basados en servicios ecosistémicos.
Mongabay: Cuales son las amenazas?
Ganado pastando en Acandí, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson |
Brodie David Ferguson:
a nivel nacional, el gobierno colombiano claramente reconoce ambos, la amenaza del cambio climático para el país y la oportunidad que tiene el país para ayudar al mundo a alcanzar sus metas de reducción de emisiones. Instituciones como el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (MAVDT) y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) son muy activos con los diálogos internacionales y están trabajando ara asegurar que los adecuados mecanismos técnicos y regulatorios se lleven a cabo. Medidas positivas se han tomado para combatir la corrupción se comparan favorablemente con otros países tropicales en términos generales de transparencia del gobierno. La capacidad institucional a niveles regionales y locales es aún débil aún, especialmente en áreas remotas como el Chocó.
Sobre las amenazas a nivel de proyecto, ayuda pensar en términos de las amenazas que son internas a las comunidades que poseen los títulos de las tierras así como en las amenazas externas que las comunidades encaran colectivamente. La constitución de 1991 y la ley 70 de 1993 han relegado efectivamente la responsabilidad de conservar los ricos ecosistemas del Chocó a los consejos de las comunidades Afro-colombianas que aún carecen de los recursos y las herramientas necesarias para hacer el trabajo. Algunas familias, por ejemplo, desconocen sus nuevos derechos y responsabilidades, y continúan con la tala y quema de lo que ellos consideran un uso tradicional de la tierra. Otros se involucran en la tala selectiva sin la aprobación de su consejo comunitario o la autoridad regional ambiental (CODECHOCO). Antes de que las tierras selváticas fuesen tituladas colectivamente a comunidades específicas, concesiones a gran escala las daba el gobierno nacional y luego CODECHOCO. Desde la titulación, por lo tanto, la madera es comprada directamente a miembros de la comunidad por intermediarios de Turbo o Cartagena. Mejorar la capacidad de los consejos comunitarios para monitorear y manejar este tipo de actividades es clave.
Cultivo de palma de aceite. Foto por Rhett A. Butler |
Al mismo tiempo, las comunidades encaran un número de amenazas externas que aumentarán con las mejorías en la seguridad de la región. Entre estas están la expansión de la ganadería extensiva y la agricultura a gran escala, especialmente banano, plátano y palma de aceite. Colombia es el quinto mayor exportador de aceite de palma y el gobierno nacional tiene planes agresivos para aumentar la producción tanto para la exportación como para el uso doméstico de biocombustibles. En el 2005, el Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural (INCODER) llamó a la inmediata restitución de unas 5,000 has. de tierras tituladas colectivamente a afro-colombianos en la cuenca del río Curvaradó y que habían sido adquiridas ilegalmente y plantadas por ocho compañías de aceite de palma luego del desplazamiento de las comunidades locales. Mientras que este es un caso excepcional que no es representativo de la industria como un todo, si resalta los riesgos que están presentes en una región como el Chocó. Adicionalmente a la expansión agrícola, un gran numero de proyectos de gran escala amenazan la integridad social y ambiental del Darién. La terminación de la carretera Panamericana a través de la cuenca del río Cacarica, por ejemplo, con seguridad impulsará una nueva ola de colonización y de especulación de tierras en la región.
Mongabay: Cuales han sido los retos para formar un consenso entre las comunidades locales para que apoyen el proyecto? Cuales han sido las principales preocupaciones?
discutiendo el uso de la tierra cerca de la comunidad e Batatilla en la serranía del Darién. Acandí. Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson |
Brodie David Ferguson: el primer reto es llegar al lugar, debido a que las comunidades están ampliamente dispersas y muchas se alcanzan solo por canoa o a caballo. Organizar reuniones requiere de mucha flexibilidad y paciencia, y el comunicar nuevas ideas y conceptos es un reto de cualquier manera. Programas para el pago de servicios ambientales (PSA) esencialmente introducen nuevos incentivos para actividades que conserven o mejoren funciones particulares de los ecosistemas, en este caso, la fijación de carbono y su almacenamiento. Las comunidades entienden esta premisa básica, la cual mediante la modificación de ciertas conductas y la implementación de actividades específicas, pueden proveer un servicio al mundo y recibir los beneficios a cambio. Un punto que requiere una total aclaración es que las tierras comunitarias no están siendo compradas ni que podrán ser quitadas en caso de no cumplir las metas. Otra preocupación legítima ha sido si los mercados del carbono resultarán en reducciones reales de las emisiones por parte de los países desarrollados. Por último, las comunidades se preocupan de que puedan ser considerados culpables por eventos fuera de su control, como talas autorizadas por el gobierno nacional para la construcción de carreteras o la minería. Sobretodo, el reto principal ha sido no el de construir consenso en las comunidades como el de llevar el correcto balance entre los intereses de las comunidades, los inversionistas y los grupos ambientalistas.
Mongabay: Esta usted trabajando con una ONG local?
Descargando mercancías a orillas del río Perancho. Riosucio, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson |
Brodie David Ferguson: Un número de ONG’s han estado activas en la región. EL WWF Colombia y Conservación Internacional han sido importantes para llamar la atención internacional a la región del Chocó biogeográfico como un punto candente de la biodiversidad. Oxfam, el Consejo Noruego para los Refugiados y Justicia y Paz han hecho un trabajo importante al monitorear los Derechos Humanos y atendiendo a las necesidades de las comunidades desplazadas en el Urabá y en el Darién. ONG’s ambientalistas locales como Fundación Natura, Fundación Darién y Fundación Amigos del Chocó han trabajado por décadas en el Chocó para desarrollar modos de vida sostenibles para los habitantes de la región. Sobretodo, además, ha sido entendiblemente difícil para estos grupos competir con la demanda mundial de aceite de p alma, maderas, metales preciosos y carne de res. Desde el lado académico, estamos trabajando con el Prof. Orlando Rangel y su equipo de la Universidad Nacional de Bogotá en el análisis de la cobertura de la tierra y en planes para evaluar y monitorear los impactos en la biodiversidad del proyecto. También trabajamos de cerca con el Sistema de Parques Nacionales, desde que Los Katíos encara muchas de las amenazas que estamos tratando de solucionar con las comunidades aledañas, especialmente la tala ilegal dentro del parque.
Debido a que diferentes comunidades tienen diferentes experiencias y preferencias según las organizaciones con que están trabajando, optamos por un modelo basado en la base donde los fondos para los proyectos son supervisados por una tercera parte sin ánimo de lucro, el Fondo para la Acción Ambiental, el cual distribuirá el dinero mediante un sistema transparente y sensible. Este sistema ofrece varias ventajas. Primero, permite que los diferentes componentes específicos del proyecto sean implementados por las organizaciones mas cualificadas. Segundo, ofrece mayor credibilidad y ofrece un mecanismo para la continua evaluación del proyecto el cual puede ser eventualmente integrado con el monitoreo del carbono y la certificación tanto al nivel nacional y del proyecto. Finalmente, este deja una puerta abierta para las comunidades para que puedan tomar mas y mas responsabilidad por el proyecto a medida que desarrollan sus capacidades organizativas y experiencia. Creemos que es una aproximación mas flexible que es apropiada dadas las incertidumbres en el desarrollo de los mercados de carbono y el horizonte a 30 años del proyecto.
Mongabay: Como su proyecto evitará la deforestación mientras provee formas de vida a las comunidades? Como las diferentes comunidades quieren que se distribuyan los recursos o estos sean utilizados?
Brodie David Ferguson:
Niños Afro-colombianos en la aldea de pescadores de Tumaradó a orillas del río Atrato. Unguía, Chocó. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson. |
Este es el reto real. En lugares como el Darién donde las comunidades derivan una importante parte de sus ingresos por la venta de madera (hasta un 80%), no es razonable esperar que l os beneficios del carbono sustituyan completamente al aserrío. De todas maneras, el aserrío es llevado a cabo de una manera tan desorganizada e descoordinada que hay un enorme potencial para mejorar. Estamos trabajando para re-definir los planes de manejo forestal como parte de un más amplio proceso de planificación del uso de la tierra lo que es esencial en el fundamento del proyecto. Las comunidades deciden cuales áreas son más óptimas para la cosecha sostenible de maderas u otro uso comunitario y designan areas de conservación privadas las cuales son excluidas de la tala y el aserrío. Las comunidades ven la certificación forestal como una prometedora manera de no solo aumentar los beneficios por el carbono pero también para acceder a mejores mercados con productos forestales de mejor calidad. Una vez que un plan sólido esté fijado, otras amenazas pueden tratarse mediante proveer a los consejos comunitarios con mejores experiencias, equipos y recursos financieros para que administren sus bosques y aseguren el cumplimiento de las políticas.
Las comunidades también tienen varias necesidades apremiantes de infraestructura que el proyecto tratará de aliviar. Estas incluyen la expansión de la cobertura de la señal de teléfono celular, el montaje de energías solares y micro-hidroeléctricas, el mantenimiento de carreteras, caminos y vías acuáticas. Estamos también diseñando un fondo rotatorio que fomentará la cría de cerdos y pollos, la acuacultura y otras micro-empresas comunitarias. La distribución de los ingresos entre las comunidades ha sido uno de los puntos más controversiales en el diseño del proyecto. Quien debería recibir más beneficios, por ejemplo, una familia de ocho que vive en un potrero de veinte hectáreas o una familia de tres que ocupan cincuenta hectáreas de selva primaria? Hay un claro consenso de que todos los miembros de la comunidad deben recibir regularmente un beneficio mínimo y tangible, y que un porcentaje de los ingresos se deben dejar para la salud, la educación, la infraestructura y otras prioridades colectivas que hayan sido identificadas en los planes de desarrollo de la comunidad.
Mongabay: Hay algún potencial para el ecoturismo?
La rana de ojos rojos (Agalychnis callidryas) es una de las muchas especies de ranas que se encuentran en el Darién. Colombia tiene una de las mas diversas comunidades de anfibios en el mundo, con mas de 750 especies registradas. Cortesía de Anthrotect / Brodie David Ferguson |
Brodie David Ferguson: Brodie David Ferguson: Colombia es uno de los países más fascinantes que he visitado, y es una lástima que mas extranjeros no puedan experimentar la calidez de sus gentes y la belleza de sus paisajes. En un viaje al Chocó el pasado agosto, el piloto de nuestro casi vacío Twin Otter se desvió de la ruta sobre el océano Pacífico para que observáramos una familia de ballenas jorobadas sobre un fondo verde exuberante de la serranía del Baudó. Colombia está siendo visitada por un número récord de turistas en los últimos años, pero la mayoría no van al Chocó. Las playas caribeñas del Darién, especialmente Triganá, Capurganá y Sapzurro, son relativamente accesibles y ya están recibiendo algunos cientos de visitantes por mes. Por lo tanto las comunidades ya cuentan con alguna experiencia y están concientes de los impactos del turismo en lugares como Cancún y Cartagena. Ellos tienen unos paisajes espectaculares, calida hospitalidad y muchas ideas de cómo hacer las cosas de la mejor manera, y estoy convencido que los ingresos por el carbono ayudarán a que eso suceda.