- Una investigación científica demostró que los arrecifes coralinos del sureste de República Dominicana se están recuperando gracias a una serie de estrategias de conservación que se han puesto en marcha en el área.
- La participación del sector privado ligado al turismo sustentable está generando importantes contribuciones a la investigación científica para avanzar en la recuperación de estos ecosistemas.
Los arrecifes de coral son unos de los ecosistemas marinos más amenazados por el cambio climático, la contaminación y la sobrepesca. Diversas investigaciones científicas indican que en los últimos 20 años se ha perdido el 50 % de la cobertura coralina en el Caribe y que, de seguir a ese ritmo, para el 2050 podrían desaparecer.
Pero cuando Camilo Cortés comenzó a bucear en 2013 en los arrecifes del sureste de República Dominicana, vio algo que lo sorprendió: varios de ellos estaban en un muy buen estado de salud. “Yo iba a varios lugares y veía lo mismo, buenas condiciones, presencia de especies que construyen el arrecife, como las especies del grupo Orbicella que son importantes para darle la tridimensionalidad”, cuenta Cortés. “También empecé a ver en su ambiente natural a especies que están consideradas en peligro de extinción, como las Acroporas”, agrega el científico.
Luego de analizar los datos sobre las condiciones de salud de los arrecifes en 13 sitios del sureste de República Dominicana, el biólogo marino concluyó en un artículo científico publicado en la revista académica PeerJ que las medidas que se han establecido en la isla para proteger a los corales han dado buenos resultados. En otras palabras, el manejo local a través de la declaración de áreas protegidas, la regulación de la pesca, el control de las especies invasoras y de la contaminación, así como de proyectos científicos de restauración, han logrado recuperar los arrecifes. “El modelo que estamos viendo es que a través de esas sinergias podemos estar pensando en cosas positivas”, dice Cortés.
Actualmente el biólogo es parte del equipo científico del movimiento Wave of Change, un proyecto de turismo responsable de la empresa multinacional española Iberostar, que busca replicar el exitoso modelo dominicano en diferentes lugares del Caribe.
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Los arrecifes se han recuperado
“Empezamos con una base de datos del 2011 que tenía una ONG local en República Dominicana”, cuenta Cortés. Dicha base precisaba ciertos indicadores de salud de los arrecifes, como por ejemplo la cobertura coralina, y a partir de ahí los investigadores comenzaron a hacerle seguimiento a 13 puntos de monitoreo hasta el 2016.
Una de las cosas que pudieron observar es que “el porcentaje de cobertura de coral vivo para arrecifes seleccionados en Bayahibe varió de 21 % a 39 %”, asegura la investigación. Este fue uno de los hallazgos que les permitió confirmar que las estrategias de conservación aplicadas estaban funcionando.
Todo indicaba que estas efectivamente ayudan a combatir algunos de los principales problemas que acechan a estos ecosistemas marinos. Uno de ellos es lo que los científicos llaman cambio de fase. Algas y corales compiten naturalmente por espacio y luz, sin embargo, el aumento de nutrientes en el agua producto de la contaminación y la reducción de los peces herbívoros debido a la sobrepesca, han provocado que la presencia de algas sea mayor y terminen desplazando a los corales.
“Hace muchos años, veinte años, había sitios (en el sureste de República Dominicana) que presentaban esas características”, cuenta Cortés. “Sin embargo, a través de las exploraciones que hemos hecho, nos hemos dado cuenta que en algunos lugares el coral se ha logrado recuperar y que no presenta esos cambios de fase”, agrega el experto.
Otras de las cosas que observaron los científicos es que en los sitios de monitoreo había abundancia de peces, entre ellos especies comerciales como meros y pargos, y también de peces herbívoros como los loro (Scaridae) —que tienen un importante rol en la conservación de estos ecosistemas debido a que se alimentan de las algas que compiten con los corales. “La biomasa total de peces y la abundancia de la población mejoraron notablemente de 2011 a 2016”, dice la publicación y precisa que, entre un año y otro, la cantidad de peces incluso se duplicó.
Cabe señalar que, según señala el estudio, si bien las tallas de los peces observados eran pequeñas, para Cortés ello se debe, posiblemente, a que las gestiones que se han hecho para mejorar las pesquerías están recién dando resultado. “Lo ideal sería que pasado los años esos animales crezcan, su reproducción continúe y haya el efecto desborde hacia otras áreas”, precisa el científico.
En definitiva, los resultados son esperanzadores. “Teniendo en cuenta la biología y la ecología de estos arrecifes, observamos buenos resultados para estos indicadores (cobertura de coral vivo, biomasa de peces y calidad del agua) en contraste con los arrecifes del Caribe severamente degradados”, asegura la publicación científica. Ello sugiere, según el estudio, “que optimizar la gestión local puede ser un ejemplo útil para mejorar la condición de los arrecifes”.
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Las razones de la recuperación
Los arrecifes del sureste de la República Dominicana tienen la ventaja de encontrarse en una zona protegida de las tormentas y los huracanes, dice Cortés. Sin embargo, según los resultados de la publicación científica, es la sinergia de los diferentes esfuerzos que provienen del sector público, del privado, de organizaciones de la sociedad civil y de la ciencia, los que han permitido su recuperación.
“Una de esas medidas es la designación de más de 869 mil hectáreas de áreas marinas protegidas”, explica Cortés. Debido a la amplitud de ese territorio, el control y la vigilancia ha sido uno de los mayores retos. Sin embargo, “las mismas comunidades, centros de buceo, ONG locales, estudiantes, universidades han implementado su propio control y vigilancia para buscar la manera de proteger ese recurso que tienen ahí”, asegura el científico.
Por otra parte, en la zona turística de Bayahibe, “la mayoría de los complejos hoteleros cuentan con plantas de tratamiento, es decir, que no es como en otros lugares del Caribe o de la misma República Dominicana donde las aguas residuales o negras terminan en el mar”, asegura Cortés. “Incluso algunas locaciones del municipio se han integrado a este tratamiento de calidad del agua y eso lo pudimos observar entre los resultados”, agrega el científico.
Al mismo tiempo, desde el 2011 se están desarrollando en el sureste del país proyectos para eliminar las especies invasoras, principalmente el pez león, que causa graves daños a los ecosistemas arrecifales del Caribe.
Pero si hay un proyecto que mejores resultados ha traído es la restauración de arrecifes. Este se puso en marcha en el 2011 y participan la Fundación Dominicana de Estudios Marinos (Fundemar), el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México (Cinvestav) y el proyecto de turismo responsable del grupo Iberostar, Wave of Change. Este proyecto de conservación marina busca reproducir en viveros a una especie de coral, el Acropora cervicornis, que se encuentra en Peligro Crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El objetivo es trasplantar poco a poco a los nuevos individuos a su hábitat natural.
Luego de 10 años de trabajo, los resultados preliminares indican que el proyecto va por buen camino. “Nos dimos cuenta de que trasplantando esa sola especie ha aumentado el índice funcional del arrecife y ha aumentado la cobertura de algunas especies de coral que no son las que estamos poniendo”, asegura la bióloga marina, Johanna Calle Triviño, coordinadora científica de Wave of Change.
Así, “observamos que el manejo local tiene el potencial de contribuir a la reducción del estrés local en estos arrecifes”, asegura la publicación.
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Una alianza entre la ciencia y el sector privado
Tras observar los resultados positivos de todos estos esfuerzos actuando en conjunto, Wave of Change instaló en uno de sus hoteles en República Dominicana un avanzado laboratorio de corales. “Es muy similar a lo que podríamos encontrar en cualquier universidad o centro de investigación”, asegura Calle. “Ahí estamos llevando a cabo, con diferentes especies y diferentes genotipos, ensayos de termotolerancia para saber cuáles de esos corales van a ser los más resistentes al estrés por [el aumento de] temperatura [del agua]”, una de los principales consecuencias del calentamiento global. El objetivo, precisa Cortés, quien tras terminar la investigación publicada en PeerJ se unió también al proyecto de Iberostar, es que se puedan enfocar los esfuerzos de restauración en aquellas especies más resistentes.
Pero, además, la empresa está buscando replicar el modelo de República Dominicana en diferentes lugares del Caribe donde está presente: México, Cuba, Jamaica y Aruba, creando alianzas tanto con el sector privado, como con el público, el científico y también con organizaciones de la sociedad civil.
En México, que es donde el trabajo se encuentra más avanzado, Wave of Change instaló dos viveros multiespecies con el objetivo de replicar el modelo de restauración de República Dominicana en el que se trasplantan Acroporas cervicornis, pero ya no con una sola especie sino con varias. Dichos viveros solo tienen 10 meses por lo que los trasplantes aún no han comenzado. Sin embargo, ya se pueden observar sus beneficios.
“En 2018 llegó al caribe mexicano una enfermedad muy fuerte, muy grave, muy agresiva y que avanza muy rápido”, cuenta Calle. Se trata del llamado “Síndrome Blanco” que en un año se propagó a lo largo de los 450 kilómetros de la costa del Caribe mexicano y que “al día de hoy ha acabado con más del 80 % de la abundancia de los corales y por ende de las especies que nosotros teníamos aquí habitualmente”, asegura la científica. La buena noticia es que los viveros “han servido como excelentes reservorios genéticos”, agrega la bióloga.
En cuanto a la reproducción de los corales en estos viveros, la idea es seguir los mismo lineamientos que ya tuvieron éxito en República Dominicana, sin embargo, los científicos están también experimentando con una nueva técnica. “La idea es tratar de rescatar las estructuras (coralinas) que están muertas y evitar que se erosione ese esqueleto, que se pierda la tridimensionalidad del arrecife”, cuenta Calle. Para lograrlo, los científicos quieren tapizar la superficie con pequeñas capas de tejido de corales. “Lo que hacemos es poner micro fragmentos encima de esas estructuras que no queremos perder, así no sea de la misma especie que se murió, pero es básicamente para consolidar el sustrato”, explica Calle.
Además, la experta asegura que una nueva alianza de Wave of Change con el Laboratorio de Biología y Biología Molecular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Mérida, buscará analizar una especie de coral que ha sobrevivido a las enfermedades, a las tormentas y al blanqueamiento causado por el calentamiento global. “El objetivo es identificar el gen que los hace tan resistentes y tan diferentes a los otros que no han logrado esa tasa de supervivencia”, explica Calle. De lograrlo, lo que esperan los científicos es “incluirlo dentro del ADN de los demás corales para ver si lográramos ayudarlos a tener esa resistencia”, agrega la experta.
Imagen principal: Paisaje de arrecifes del Caribe. Fuente- The Ocean Agency : XL Catlin Seaview Surve
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