- Los países de América Latina producen conjuntamente solo el 10 % de las emisiones globales.
- La región es la más preocupada por los efectos del cambio climático: la encuesta reveló que el 74% de la población latinoamericana teme calentamiento global.
- Un gran reto para América Latina será cambiar su modelo productivo muy basado en energías fósiles y petróleo hacia uno más amigable con el medio ambiente y con tecnologías renovables.
El acuerdo recién firmado por 196 países ha sido llamado “histórico” de forma unánime — representa la primera vez en 20 años de negociaciones sobre el cambio climático que han resultado en algo concreto. El presidente de la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático en París (COP21), Laurent Fabius, hizo la declaración frente a los delegados, anunciando, “Acabamos de hacer algo grande”.
El compromiso global es jurídicamente “vinculante” para todas las partes firmantes; implica una reducción de emisiones y establece un marco de financiación de 100 mil millones de dólares anuales para los países más necesitados que estará disponible a partir del 2020. Entre los objetivos del acuerdo se encuentra también un plan para mantener la temperatura media mundial debajo de dos grados centígrados, a pesar de que existe un compromiso por parte de los firmantes de hacer “todos los esfuerzos necesarios” para que la temperatura no supere los 1,5 grados para evitar “los impactos más catastróficos del cambio climático”.
Los países de América Latina producen conjuntamente solo el 10 % de las emisiones globales, según una encuesta publicada justo antes de COP21 por el Pew Research Center en Washington, D.C. Sin embargo, la región se considera la más preocupada por los efectos del cambio climático: la encuesta reveló que el 74 % de la población latinoamericana teme el calentamiento global, en contraste al 45 % de los estadounidenses y el 18 % de los chinos. En Brasil, un 86 % de los entrevistados aseguraron estar preocupados por el cambio climático y sentir que los afecta personalmente.
“La razón por la que Brasil registró una cifra tan alta se debe en parte a que la encuesta se hizo entre abril y mayo de este año”, explicó a BBC Mundo el investigador del Pew Research Center, Bruce Stokes. En aquellos meses, el país pasaba por una sequía que provocó la racionalización de agua en ciudades como São Paulo, y una serie de incendios forestales en la Amazonía que han ido avanzando en lo que va del año.
En América Latina, la preocupación se centra en la creciente deforestación dentro de los nueve los países amazónicos: Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Guayana, Guyana Francesa y Surinam. Se teme que el aumento en las temperaturas siga incrementando las sequías, los huracanes, y los incendios forestales, así como la calidad de vida de millones de personas que dependen de los bosques tropicales.
Muchas economías en la región dependen de la extracción de minerales, gas y petróleo; Venezuela contiene las reservas más grandes de petróleo en el mundo, y los combustiles fósiles son una parte importante del GDP de Colombia, Ecuador, México, Perú, Bolivia y Brasil, también.
La mayoría de los gobiernos en la región se encuentran detrás de Europa y los Estados Unidos en la generación de políticas ambientales que motiven energías renovables. Un gran reto para América Latina será cambiar su modelo productivo muy basado en energías fósiles y petróleo hacia uno más amigable con el medio ambiente y con tecnologías renovables.
Sin embargo, de acuerdo a la mayoría de los encuestados, las soluciones para el calentamiento global no vendrán sólo de cambios en las políticas de estado — sino de un cambio en el pensamiento sobre cómo vivir.
Quedan muchos temas por resolver después del encuentro en París: ¿Cómo funcionará la cooperación entre los países? ¿Cómo se controlarán las emisiones de cada país? ¿Y cómo sabremos que las promesas de los países que firmaron el acuerdo serán cumplidas, y de manera transparente, especialmente en países en desarrollo como los de América Latina? El éxito de COP21 en París será más evidente cerca del 2020, y el camino que queda por recorrer, más importante que el acuerdo mismo.