- Una investigación aérea efectuada el año pasado halló que los elefantes podrían estar extintos localmente en el norte de la República Centroafricana.
- La investigación también mostró que la crisis de caza furtiva ha tenido un impacto significado en otros mamíferos como la jirafa, el búfalo africano y el eland gigante.
- Un parque en el este de la República Centroafricana demuestra que es posible abordar las amenazas a la vida silvestre, pero que primero hay que establecer la seguridad.
Años de guerra civil y caza furtiva han prácticamente exterminado a los elefantes en uno de sus bastiones históricos en África central, según indicó una investigación aérea llevada a cabo el año pasado por la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (la WCS en sus siglas en inglés).
La investigación, que tuvo lugar en el norte de la República Centroafricana, encontró unas poblaciones pequeñas de jirafas (Giraffa camelopardalis), eland gigante (Taurotragus derbianus), búfalo (Syncerus caffer) y antílope ruano (Hippotragus equinus), pero ni un solo elefante africano de sabana (Loxodonta africana).
“No teníamos previsto encontrar muchos elefantes, pero esperábamos hallar algunos “, declaró Paul Elkan director regional de la Sociedad por la Conservación de la Vida Silvestre en Sudano-Sahel, y quien dirigió la investigación. “No quiere decir que no hay ningún elefante, pero sí significa que si los hay, hay muy pocos”.
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La destrucción de lo que era una vida silvestre muy abundante se debe a la caza furtiva y el tráfico ilegal de la vida silvestre, algo muy arraigado tanto en el país como en los países vecinos. Forma parte de un fenómeno histórico que ha sido agravado por la guerra civil en el país, en curso desde 2013.
Pero los expertos en la protección de la vida silvestre sostienen que aún queda esperanza para ella. Si la República Centroafricana puede ampliar sus esfuerzos de conservación a fin de preservar sus hábitats ricos, esfuerzos actualmente debilitados por el conflicto, puede hacer volver la vida silvestre y aumentar la seguridad para sus ciudadanos.
Dos equipos de la WCS y ECOFAUNE+ (un proyecto de conservación apoyado por la Unión Europea) y miembros del equipo del Ministerio del Medio Ambiente de la República Centroafricana llevaron a cabo la investigación entre marzo y abril de 2017. Sus aviones cruzaron 63 657 kilómetros cuadrados (24 574 millas cuadradas) a través de varios parques naturales y sus alrededores: Bamingui-Bangoran, Manovo-Gounda St. Floris, la reserva natural Vassako-Bolo, la reserva faunística Gribingui-Bamingui, la reserva natural Aouk Aoukale, la reserva faunística Yata Ngaya y el Parque Presidencial Awakaba.
Los conservacionistas previamente llevaron a cabo una investigación parecida en 21 países africanos, pero el conflicto armado en la República Centroáfrica demoró sus actividades en el país.
Después de haber terminado la investigación descubrieron que no había elefantes en grandes zonas donde históricamente eran habituales. En 2005 los conservacionistas encontraron 929 elefantes en la región, pero cinco años más tarde solo había 68. Puede ser que estos últimos elefantes hayan desaparecido.
Esta ausencia indica una aniquilación gradual de sus poblaciones que empezó a finales de los años 70 y retomó impulso a partir del año 2000.
El equipo encontró unas pocas jirafas de Kordoán (Giraffa camelopardalis antiquorum, una especie en alto riesgo de extinción), eland gigantes y búfalos. Parece que los jabalís verrugosos han disminuido en algunas zonas de investigación, mientras que las poblaciones del antílope ruano y del bosbok son estables, con avistamientos frecuentes del duiker gris (Sylvicapra grimmia) y del duiker de flancos rojos (Cephalophus rufilatus).
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El despliegue de la caza furtiva en el pasado y el presente
La caza furtiva no es algo nuevo en la República Centroafricana. Durante la crisis de la caza de marfil en los años 70 y 80, los cazadores sudaneses cazaban a caballo, lo que asoló la población de elefantes. Las armas automáticas reemplazaron a las lanzas tradicionales, y el número de elefantes en el país cayó de 35 000 en los años 70 a 4000 a mediados de los años 80.
“Nos hemos centrado en la zona porque históricamente en el norte de la República Centroafricana, el parque nacional de Bamingui-Bangoran era el baluarte para los elefantes”, afirmó Elkan.
Las investigaciones realizadas en 1985 y en 2005 muestran desplome que, según Elkan, puede atribuirse a los cazadores furtivos de Sudán y Chad en busca de marfil. Sin embargo durante los últimos siete años cazadores locales y grupos armados se han involucrado mucho en el comercio de caza de carne.
“Esto es lo que llevó al cambio de un enfoque en la caza furtiva de elefantes a la caza furtiva más general”, confirmó Elkan.
Pero la historia no solo se limita en el norte de la República Centroafricana. David Simpson, dirigente del parque nacional Chinko describe una situación parecida para la zona sudeste del país.
“Lo que hemos tenido en los últimos 30-40 años es una invasión masiva de cazadores militarizados que han venido hasta el este del país e incluso hasta el Congo para exterminar a los elefantes”, sostuvo. “En Chinko hemos perdido alrededor de 60 000 elefantes en 30 años, ahora tenemos una población de 150”.
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Hoy African Parks, una empresa sudafricana que se centra en la rehabilitación de parques naturales y una gestión a largo plazo en asociación con los gobiernos y las comunidades locales, dirige Chinko. Esperan revitalizar el parque con un proceso de seguridad sólida.
Según Simpson ahora que los elefantes están desapareciendo, los cazadores han empezado a dirigirse a otros animales. Además ganaderos de Chad y Sudán han invadido algunas zonas del parque. La ganadería apareció por primera vez en 2012, y hoy el parque estima que el número de reses es al menos 200 000 en el este de la República Centroafricana.
Los ganaderos que generalmente trabajan para personas adineradas son los que llevan a cabo gran parte de la caza, según dijo Simpson.
“Secan la carne, y luego la venden en los pueblos o en Sudán. Es como un extra del que el jefe no sabe nada. Y esto generalmente suele atizar el conflicto porque la carne va directamente a alimentar a los grupos rebeldes”, añadió.
Informes de fuentes locales y anónimas sugieren que los grupos armados permiten un acceso a la caza comercial como compensación por el servicio militar.
La carne va también a Bangui, la capital de la República Centroafricana, que durante los últimos años se ha convertido en un centro principal del comercio ilegal, según sostiene Elkan.
Aunque es difícil precisar las cifras el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos ha calificado el comercio de caza de carne a través la República Centroafricana como “la mayor amenaza para la vida silvestre” en el país. La organización estima que la región en su conjunto consume alrededor de un millón de toneladas métricas de carne de caza cada año.
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La seguridad que hace volver la vida silvestre
No es una sorpresa que la guerra civil que estalló en 2013 debilitase gravemente los esfuerzos de conservación. Los guardas forestales tuvieron que dejar el parque natural Manovo-Gounda St. Floris aunque quedan algunos en Bamingui-Bangoran.
Es una zona que hay que salvar, hace falta inversión desde una perspectiva de seguridad así como de motivos de conservación”, dijo. Dado la amenaza de que la caza furtiva se extienda al norte de Camerún y Chad, salvaguardar la región dará un parachoques a estos países también, añadió.
Pero el gobierno centroafricano actualmente controla solo un 10 % del país, 23 grupos armados diferentes controlan el resto. Estos niveles de inestabilidad impiden la regulación de la ganadería y que se proporcione seguridad para la población y la vida silvestre.
Lo que está pasando en Chinko puede servir como ejemplo de cómo cambiar de rumbo. Durante los últimos tres años en los que African Parks ha tenido el pleno control de la gestión del parque ha logrado controlar tanto la caza furtiva como a los ganaderos, según dice Simpson.
“Hemos sido muy efectivos en establecer una unidad de 60 guardas forestales para cubrir los 20 000 kilómetros cuadrados (7 722 millas cuadradas) del parque y hemos reducido la presencia humana ilegal en un 90 %”, afirmó. “Hemos confiscado armas, hemos realizado detenciones”.
Al mismo tiempo, 300 personas desplazadas por la guerra han encontrado un refugio en el parque.
“Chinko se encuentra entre los lugares más seguros de la región”, sostuvo Simpsin, “y nuestros guardas representan el único polo de estabilidad aquí”.
La WCS ahora espera dar un nuevo rumbo a los parques investigados en el norte. Están deliberando con el gobierno una gestión de parques a largo plazo para estos paisajes previamente salvajes.
“Llevará a la estabilidad del país, a asegurar la vida silvestre y proteger a la población”, dijo Elkan.
Imagen cabecera: un elefante en Uganda. Foto: Rhett A. Butler.