- En enero del 2018, dos funcionarios claves en Brasil anunciaron que se dejarían de construir megarrepresas en el Amazonas por los impactos ambientales y sociales. Tres meses después, con un nuevo ministro de Minas y Energía, ellos fueron destituidos y las controversiales obras avanzan.
- Este es un artículo de opinión de Philip Fearnside. Los puntos de vista expresados son del autor, no necesariamente son los de Mongabay.
Los planes para las presas del Amazonas parecen haber tomado un nuevo impulso gracias a una reestructuración en el Ministerio de Minas y Energía de Brasil en abril de 2018.
Había surgido una esperanza en enero de 2018 de que las prioridades energéticas de Brasil se estuvieran alejando de las presas del Amazonas, que son muy destructivas. Dos cargos clave —Paulo Pedrosa, secretario ejecutivo del Ministerio de Minas y Energía, y Luiz Augusto Barroso, presidente de la EPE (la Empresa de Investigación Energética, que es la agencia del Ministerio de Minas y Energía responsable de la planificación energética)— declararon que los graves impactos ambientales y sociales de las presas del Amazonas significan que la prioridad debería girar hacia otras fuentes de energía, como la eólica y la solar.
Pero ambos funcionarios han sido destituidos de sus cargos después de que se nombrara un nuevo ministro de minas y energía.
Aunque sería un gran avance si las declaraciones de enero significaran que los impactos ambientales y sociales tienen un papel en la toma de decisiones, muchas de las presas destructivas planificadas probablemente sigan adelante, incluso si se actuase en base a las declaraciones de enero. No se ha mencionado que ninguna de las presas planeadas para el Amazonas que están listadas para ser construidas antes del 2026 vaya a ser cancelada.
Los fuertes impactos de las presas, que se dieron como los motivos para las declaraciones de enero, pueden no haber sido el factor clave: la realidad económica lógicamente, conduciría al mismo cambio en la política. Al contrario de lo que dicen los frecuentes alegatos de los defensores de las presas, la energía hidráulica no es “una energía barata” incluso si dejamos de lado los impactos sociales y ambientales. Una encuesta a nivel mundial muestra que la pauta normal es que las presas tengan un coste mucho más alto y tarden mucho más en empezar a generar energía de lo que se pensaba en el momento que en el que se tomaron las decisiones de construcción. Esto se ha demostrado en casos recientes en Brasil, como las presas del río Madeira y Belo Monte, cuyos costes fueron más del doble de la cantidad prevista oficialmente.
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