- Según nuevos datos, los países tropicales perdieron 158 000 kilómetros cuadrados de cobertura forestal en el 2017, un área del tamaño de Bangladesh. Brasil y Colombia fueron los más afectados en Latinoamérica.
- La cifra del 2017 es la segunda más alta desde que se comenzó a recolectar datos en el 2001, y solo un poco más baja que el máximo histórico en el 2016.
OSLO, Noruega — Ha pasado una década desde que las Naciones Unidas lanzaron REDD+, un ambicioso programa para incentivar la restauración y conservación forestal en los países en desarrollo, como parte de un esfuerzo global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
El programa ha sido anunciado como una parte integral de la solución al cambio climático, ya que los bosques tropicales y los humedales pueden proporcionar el 23 % de la mitigación total necesaria de aquí al 2030.
Como resultado, se han invertido miles de millones de dólares en este proyecto, y se han iniciado innumerables proyectos para permitir que los países tropicales reciban dinero a cambio de la reducción de sus tasas de deforestación.
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Noruega, por ejemplo, ha invertido alrededor de US$2.8 mil millones en el programa en la última década, más que cualquier otra nación desarrollada.
En el otro lado de la moneda, Brasil en particular ha sido elogiado como un campeón en REDD+, ya que logró reducir su tasa de deforestación casi un 80 % en 10 años entre 2004 y 2014.
La última semana de junio, representantes de estos países se reunieron para celebrar el décimo aniversario de REDD+ en el Foro de Bosques Tropicales en Noruega.
Pero en lugar de ser celebrados por sus logros, estos países están en la mira, ya que la conferencia vino de la mano de nuevos datos de la Universidad de Maryland (UMD) que muestran cómo la pérdida de cobertura de árboles tropicales en muchos países ha aumentado en los últimos años, incluido Brasil.
Según los nuevos datos, los países tropicales perdieron 158 000 kilómetros cuadrados (39 millones de acres) de cobertura forestal en el 2017, un área aproximadamente del tamaño de Bangladesh. La cifra del 2017 es la segunda más alta desde que la UMD comenzó a recolectar datos en el 2001, y solo un poco más baja que el récord en el 2016.
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“Es importante que reflexionemos sobre lo que no hemos logrado”
Frances Seymour, investigadora del World Resources Institute (WRI) con sede en Estados Unidos, que también se desempeña como presidenta del comité del programa para el Foro, dijo que la conferencia ofrece un momento para reflexionar sobre lo que no está funcionando tan bien como se esperaba con REDD + en estos países.
“Es una muy buena oportunidad para celebrar todos los logros que se han producido, así como hacer un balance de dónde estamos y ver el camino por delante”, dijo durante la apertura del foro en Oslo. “Pero también es importante que hagamos una pausa y reflexionemos sobre lo que no hemos logrado”.
Seymour luego procedió a citar el nuevo conjunto de datos, publicado en Global Forest Watch, un sitio de monitoreo forestal gestionado por WRI.
“Las cifras de pérdida de cobertura forestal del 2017, que fueron publicadas hoy por mis colegas de Global Forest Watch, no son alentadoras. El 2017 fue solo un poco mejor que el 2016, y ese fue un año récord malo”, dijo. “Entonces tienes que detenerte un momento y pensar: ¿estamos haciendo algo mal? Creo que tenemos que abrir esa posibilidad durante los próximos dos días”.
Al comentar sobre la reciente tendencia de deforestación en los trópicos, el ministro del clima y ambiente de Noruega, Ola Elvestuen, dijo durante la apertura del Foro que es “una crisis de alcances existenciales” y recordó a los participantes que “o lo tratamos o dejamos a las generaciones futuras y al planeta en colapso ecológico”.
Los discursos de apertura de Seymour y Elvestuen marcan la pauta para el resto del foro, donde funcionarios del gobierno, activistas, investigadores y comunidades indígenas discutirán por qué REDD+ no parece funcionar tan bien como se esperaba después de 10 años a pesar del progreso inicial en países como Brasil.
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¿Qué salió mal?
Seymour dijo que solo porque la tasa de pérdida de cobertura arbórea está en aumento, no significa que no hay esfuerzos para salvar los bosques aún intactos.
“De hecho, implementamos una serie de estrategias para abordar este problema, que incluyen desde ofrecer financiación climática, hasta el Acuerdo de París para recompensar la reducción de emisiones forestales”, dijo. “Estamos logrando que las compañías dejen de comprar productos cultivados en tierras recientemente deforestadas. Estamos tomando medidas contra la tala ilegal y la protección de los derechos indígenas”.
Pero dijo que estos esfuerzos palidecen en comparación con la presión del sector agrícola, que a menudo es apoyado por las políticas y agencias financieras dominantes y que se considera la principal causa de la deforestación en todo el mundo.
Según Seymour, la cantidad de financiamiento climático para la conservación forestal ha promediado alrededor de mil millones de dólares al año en la última década, mientras que la cantidad de fondos invertidos en agricultura y otras inversiones es 100 veces mayor.
“Mientras las políticas y agencias financieras dominantes continúen apoyando la deforestación como lo han estado haciendo, intentamos apagar incendios con una cucharilla, incluso mientras se vierte más gasolina sobre las llamas”, dijo.
Seymour atribuyó la tendencia ascendente en la pérdida de la cobertura arbórea principalmente a la continua deforestación con fines agrícolas.
“Realmente no hay ningún misterio en la razón principal por la que vemos que los bosques tropicales desaparecen”, dijo. “Continuaron despejándose amplias áreas para la soya, la carne de vacuno, el aceite de palma y otros productos básicos que se comercializan a nivel mundial. Gran parte de esta deforestación es ilegal y está vinculada a la corrupción”.
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Seymour también mencionó la falta de protección para los activistas ambientales y las comunidades indígenas como una de las razones por las cuales la conservación de los bosques parece estar fallando.
“Los defensores de los bosques siguen siendo asesinados cuando trabajan para proteger los bosques”, dijo. “La mayoría de los pueblos indígenas todavía no tienen derechos garantizados sobre la tierra, a pesar de que sus territorios tienen la tasa más baja de deforestación”.
Por último, dijo que otros factores, como los desastres naturales, por ejemplo los incendios, también desempeñan un papel cada vez más importante en la pérdida de la cobertura arbórea, ya que el cambio climático hace que estos fenómenos sean más frecuentes y graves. A esto se agrega a la inestabilidad política y económica que podría desviar la atención del gobierno de la conservación, como lo que está sucediendo en Brasil.
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El caso de Brasil
A principios de la década del 2000, las tasas de deforestación de Brasil comenzaron a disminuir. Sin embargo, la pérdida de la cubierta forestal comenzó a incrementar en los últimos años, y en el 2017 Brasil experimentó su segunda tasa más alta de pérdida, disminuyendo 45 000 kilómetros cuadrados.
Según Mikaela Weisse, analista de investigación de WRI, gran parte de la pérdida de cobertura arbórea de Brasil se puede atribuir a una fuerte temporada de incendios en la Amazonía, lo cual resultó en más incendios en la región en el 2017 que cualquier año desde que comenzó la recolección de datos en 1999.
Los datos de la UMD indican que los incendios causaron el 31 % de la pérdida de la cobertura arbórea del país sudamericano. La universidad llegó a la cifra, ya que recientemente agregó una nueva función que permite a los investigadores distinguir la pérdida de cobertura de árboles producida por incendios.
Weisse dijo que los incendios en la Amazonía son causados principalmente por personas que despejan la tierra usando fuego y aprovechan la falta de cumplimiento de las prohibiciones de incendios y deforestación, la incertidumbre política y económica y el retroceso actual de la administración de las protecciones ambientales.
“A medida que el cambio climático y el uso de la tierra interactúan para hacer que los bosques sean más vulnerables al fuego, a muchos les preocupa que los incendios extensivos se conviertan en la nueva normalidad en la Amazonía brasileña”, dijo Weisse durante una teleconferencia el mes pasado.
También señaló que es probable que los incendios anulen el impacto climático de la reducción de la deforestación en Brasil.
Por lo tanto, los analistas creen que combatir los incendios forestales no solo en la Amazonía, sino también en otras partes del mundo, es crucial.
Carlos Nobre, climatólogo líder en Brasil, dijo durante el foro que si no se toman medidas para abordar este problema, entonces Brasil corre el riesgo de superar el punto de inflexión en el que muchos de sus bosques han sido quemados y convertidos en sabanas.
Y como las sabanas son mucho más tolerantes al fuego, le preocupa que permanezcan en ese estado indefinidamente y que los bosques no se regeneraren, incluso si la deforestación se reduce a cero.
“Si el sistema llega al otro lado del equilibrio, tendremos sabana allí, con mucha menos biodiversidad y carbono”, dijo Nobre durante la apertura del foro.
Para evitar que eso suceda, Nobre recomienda que el área deforestada de Brasil no exceda el 25 % de la masa total de tierra del país. Actualmente, Brasil ha perdido el 18 % de su área total.
“Estamos muy cerca del límite porque el calentamiento global todavía está en funcionamiento y la deforestación continúa y los incendios forestales son cada vez más graves”, dijo Nobre. “Básicamente, se necesita una acción urgente para detener por completo la deforestación de la Amazonía”.
Nuevos hotspots de deforestación y algunos casos alentadores
Además de Brasil, que históricamente ha sufrido una alta tasa de pérdida de cobertura arbórea, el conjunto de datos también muestra a Colombia y la República Democrática del Congo (RDC) como zonas emergentes de pérdida de cobertura forestal.
Colombia enfrentó uno de los incrementos más dramáticos en la pérdida de cobertura arbórea de cualquier país, con casi 4250 kilómetros cuadrados (alrededor de 1.1 millones de acres) de pérdida de cobertura en el 2017. Ese número representa un salto de 46 % por encima del 2016, y más del doble tasa promedio de pérdida entre 2001 y 2015.
Casi la mitad del aumento ocurrió en solo tres regiones en el límite del bioma amazónico (Meta, Guaviare y Caquetá), con nuevos focos de pérdida que avanzan hacia áreas previamente intactas.
Este repentino aumento en la pérdida de la cobertura arbórea coincidió con el proceso de paz que sucedió en el país el año pasado, cuando el gobierno firmó un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo rebelde más grande del país.
Las FARC solían mantener un estricto control sobre el uso de la tierra y permitían poco uso comercial de los recursos. Pero con el acuerdo de paz, las FARC fueron expulsadas de grandes cantidades de bosques remotos que controlaban anteriormente.
“El aumento parece estar relacionado con el proceso de paz”, dijo Weisse. “La desmovilización de las FARC dejó atrás un vacío de poder, que ha llevado a la tala ilegal de pastos y cacao, la explotación minera y la tala de otros grupos armados, así como a la especulación desenfrenada de la tierra”.
La República Democrática del Congo (RDC) también registró una pérdida récord de cobertura arbórea en el 2017, con los datos de la UMD que indican que se perdieron 14 680 kilómetros cuadrados (más de 3.6 millones de acres), superando a Indonesia por primera vez.
“RDC ha tenido una tendencia creciente en los últimos 17 años, lo cual es motivo de preocupación”, dijo Weisse.
Según Weisse, los principales impulsores de la pérdida de la cubierta arbórea en la RDC incluyen la agricultura migratoria, la tala artesanal que a menudo es ilegal y la producción de carbón vegetal.
“Dada la tendencia en el 2017, es fundamental que la República Democrática del Congo mejore la planificación del uso de la tierra y la aplicación de la ley en el futuro”, dijo Weisse.
Un caso alentador es el de Indonesia; el nuevo conjunto de datos muestra que logró reducir la pérdida de deforestación en una cantidad considerable, incluida una disminución del 60 % en la pérdida de bosques primarios, contrarrestando la tendencia en otros países tropicales. La Universidad de Maryland registró 13 000 kilómetros cuadrados de pérdida de cobertura arbórea en el 2017 en comparación con más de 24 000 kilómetros cuadrados de pérdida en el 2016. (Debe notarse que el conjunto de datos de la UMD se agrupa en plantaciones de árboles con cubierta forestal natural, por lo que parte de esta pérdida puede ser atribuido a la tala de la plantación).
Si bien algunas provincias de Sumatra aún registraron una mayor pérdida de bosques primarios, incluidas 7500 hectáreas (18 500 acres) en el Parque Nacional Kerinci Sebat, las provincias de Kalimantan y Papúa experimentaron una reducción.
Weisse dijo que el hecho de que no hubiera El Niño en Indonesia el año pasado ayudó al país del sudeste asiático a reducir significativamente la tasa de deforestación.
“La disminución también puede estar relacionada con una moratoria nacional de drenaje de turba, que ha estado en vigor desde el 2016”, dijo. “Los datos de este año muestran una disminución del 88 % en la pérdida de cobertura arbórea en turberas protegidas, lo que sugiere que la política puede estar funcionando”.
El Ministerio de Medio Ambiente y Silvicultura de Indonesia dijo que la disminución en la tasa de pérdida de cobertura forestal en Indonesia es una prueba de que el conjunto de políticas del gobierno funciona.
El director general en funciones del cambio climático, Ida Bagus Putera Parthama, dijo que los datos de la UMD coinciden con los datos de deforestación publicados por el gobierno, que informaron una segunda disminución anual consecutiva en la tasa de deforestación del país.
El ministerio registró 4790 kilómetros cuadrados (1850 millas cuadradas) de deforestación en el 2017. Eso es un 24 % inferior a la cifra del 2016, que a su vez representó una reducción del 42 % desde el 2015.
“No es sorprendente porque tenemos datos que indican la misma cifra”, dijo Ida. “Significa que nuestros esfuerzos son exitosos. Mantendremos el esfuerzo y esta tendencia positiva, incluida la moratoria de la licencia de turba y de bosques vírgenes, una mejora en el manejo de la turba y una aplicación de la ley más eficaz además de la implementación de REDD+”.
Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 27 de junio de 2018.
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