- Mongabay Latam entrevistó a Erika Berenguer, bióloga brasilera e investigadora de la Universidad de Oxford, que lleva más de diez años estudiando los incendios en la Amazonía de Brasil y que ha sido testigo de cómo el fuego devora los árboles de este bosque.
- Uno de los hallazgos más importantes de su investigación es que treinta años después de que un área ha sido quemada, el nuevo espacio recuperado pierde por lo menos el 25 % de su capacidad para almacenar carbono.
- La científica precisa que es urgente evitar que el fuego siga quemando bosques en pie, así como reducir los niveles de la deforestación en el país.
Mientras los incendios que han alcanzado a bosques, reservas indígenas y áreas protegidas de la Amazonía de Brasil no terminan de ser controlados, una pregunta se vuelve cada día más recurrente: ¿Cuánto tardarán en recuperarse los bosques que siguen quemándose?
Responder a esta pregunta no es sencillo, pues ni siquiera se puede calcular aún la magnitud del desastre. Científicos que estudian y conocen este tema precisan que hay que comenzar por medir el impacto, y detectar en cuántos puntos el fuego ha logrado escapar hacia el área boscosa, un problema que permanece oculto bajo el dosel del bosque y que los satélites no pueden registrar con facilidad.
Erika Berenguer es una bióloga brasilera e investigadora de la Universidad de Oxford que lleva más de diez años estudiando los incendios en la Amazonía de Brasil, principalmente en el Estado de Pará. Sabe lo que el fuego puede causar y ha estado muchas veces parada junto a bosques que eran devorados por las llamas. El foco de sus estudios está en el impacto en la biodiversidad y, sobre todo, en los stocks o reservas de carbono liberados cada vez que el fuego alcanza a un bosque en pie.
¿Podrán los nuevos árboles mantener la misma capacidad para almacenar carbono? ¿Cuántos años tendrán que pasar para que el bosque se acerque a lo que fue en el pasado? ¿Qué diferencias hay entre un bosque recuperado de un incendio y el que se mantiene intacto?
Estas son algunas de las preguntas que la experta intenta responder en esta entrevista con Mongabay Latam, que inevitablemente aborda también la gravedad de las decisiones políticas tomadas por el Gobierno de Jair Bolsonaro y el incremento en la deforestación.
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¿Una tragedia que recién comienza?
Lleva más de 10 años trabajando en la Amazonía e investigando el impacto de los incendios forestales en la selva tropical. ¿Cuál es su impresión de lo que está sucediendo en la Amazonía de Brasil?
Ahora mismo lo que estamos viendo es un gran incremento de fuegos. En agosto tuvimos 30 000 en la Amazonía de Brasil, es el registro más grande desde el 2010. Y en el 2010 estuvo relacionado a una sequía severa en el bioma amazónico, lo que no ocurre en el 2019. Lo que está explicando estos fuegos es el incremento en la deforestación que estamos viendo desde mayo, así que si vemos la información generada por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), en mayo hemos visto un incremento sostenido de la deforestación en la Amazonía de Brasil.
Entonces, usando este sistema de monitoreo y mirando desde el 2005 a la actualidad, julio de 2019 fue el mes en el que este sistema registró el récord de deforestación, y el fuego solo es el desenlace final dentro del proceso de desbosque. El espacio primero es despejado, los árboles son tumbados y los dejan secar por una semanas, hasta por un par de meses, durante la época de sequía, y cuando están lo suficientemente secos los queman para convertir esa vegetación en cenizas y ese espacio queda listo para ser cultivado. Lo que estamos viendo ahora, este increíble número de incendios, es el reflejo del incremento en la deforestación.
Usted menciona un dato interesante en un artículo que ha publicado recientemente: la Amazonía no es un ecosistema que ha evolucionado para adaptarse al fuego. ¿Qué quiere decir con esto?
El incendio se puede presentar naturalmente en muchos ecosistemas, como en las sabanas de África o los bosques costeros de California, o por ejemplo en el Cerrado en Brasil. Esos son ecosistemas en los que los incendios naturalmente se presentan, eso quiere decir que esos ecosistemas han evolucionado para adaptarse al fuego, han desarrollado formas de lidiar con el fuego. Los árboles en el Cerrado, por ejemplo, tienen cortezas duras y estas protegen a los árboles de las altas temperaturas, es decir, de los incendios. Por lo tanto, los árboles pueden sobrevivir a estos fuegos.
Pero en la Amazonía los incendios no se dan naturalmente, los fuegos en la Amazonía necesitan lo que llamamos una fuente de ignición humana, lo que significa que el fuego tiene que ser iniciado por una persona. Entonces, cuando el incendio escapa de estas áreas que han sido deforestadas (y que son quemadas para limpiar el terreno) y llega a los bosques que están alrededor, tiene un gran impacto en términos de la estructura del bosque, en su capacidad para almacenar carbono y también en la biodiversidad, pues este bosque no está acostumbrado a ser presionado por el fuego.
Entonces, ¿qué consecuencias podemos esperar para la Amazonía y en general para el Planeta?
No sabemos ahora mismo el impacto de estos incendios y no tenemos cómo medir cuántos de estos fuegos iniciados para despejar los terrenos deforestados han escapado a espacios de bosque en pie, no sabemos cuántos de estos lugares están ardiendo ni conocemos la extensión. Ahora, lo que sí sabemos es que algunos están quemándose, porque si vemos la información espacial del INPE algunas áreas protegidas están afectadas por los incendios y no son zonas deforestadas. Por lo tanto, hay que esperar para conocer la magnitud del impacto.
Para usted, ¿este fuego es una consecuencia directa de las decisiones políticas del Gobierno de Bolsonaro?
Desde la campaña (política), Bolsonaro amenazó con desaparecer el Ministerio del Ambiente, de hecho ese ministro fue el último que él eligió para su gabinete, porque dudaba sobre eliminar o no el ministerio. Durante su campaña dijo repetidas veces que no crearía nuevas áreas protegidas en la Amazonía y su ministro trató de sabotear algunas operaciones para luchar contra la deforestación. Mientras tanto en julio, Bolsonaro cuestionó la información publicada por INPE, lo que fue bastante controversial porque se trata de una agencia ampliamente respetada en el círculo académico, y despidió, además, al director de esta institución por difundir información oficial, cuando esos datos no son publicados para avivar el debate, esa información se publica históricamente cada mes.
También hubo controversia con el Fondo Amazonía, este mecanismo ha aportado mucho dinero a Brasil a través de los años, y lo que el Ministerio del Ambiente ha cuestionado o sugerido es que hay fraudes detrás de este fondo en el que Alemania y Noruega son los principales donantes. El ministro avivó la discusión a tal punto que ambos países recortaron sus aportes al fondo. El mensaje que está enviando entonces Bolsonaro, con todas estas actitudes que han afectado a las agencias medioambientales de Brasil, es que está bien deforestar, porque no va a haber consecuencias.
Usted menciona que ha tratado durante años de llamar la atención sobre el peligro que representan estos incendios forestales para la Amazonía, ¿quién o quiénes no la escucharon?
Cuando publicamos un nuevo paper científico tratamos de acercar los resultados a los medios de comunicación. Tuvimos cierta atención en el 2015 y el 2016, durante El Niño, cuando los fuegos se incrementaron en la Amazonía. Yo estaba en medio del bosque que estaba ardiendo, de hecho hubo un artículo de Mongabay sobre ello, y tratamos de captar la atención de más prensa nacional e internacional, pero en ese momento no obtuvimos la atención necesaria a pesar de que tratamos de que el tema cobre importancia. Yo creo que el interés que hay ahora es por dos razones distintas: una porque los fuegos que vemos ahora son inmensos y están asociados a la deforestación que se ha incrementado, y eso ha captado la atención; y segundo por el impacto que tuvo que el cielo de Sao Paulo oscureciera, ese fue un punto de quiebre para Brasil. Si algo pasa en Río o Sao Paulo, cambiamos, tomamos conciencia de que Brasil es más grande que estas dos ciudades. Así que cuando Sao Paulo oscureció, la gente recién empezó a preocuparse por la Amazonía y el tema se volvió importante.
En un artículo que publicó recientemente señala algo que suena aterrador: que estos incendios de grandes proporciones podrían ser solo el comienzo porque la estación seca apenas empieza, ¿qué podemos esperar?
Esta es una pregunta crucial. Primero que nada, la temporada de sequía tiene dos meses más por delante y esto puede durar hasta noviembre, aunque depende también del lugar de la Amazonía en el que te encuentres. Acabamos de ver que solo en agosto, en el inicio de la temporada seca, ciertos lugares de la Amazonía han batido récord en el número de fuegos, así que imagina setiembre, octubre que es realmente seco, piensa en toda la gente que en esos meses va a estar transformando la vegetación con fuego. Y segundo, hemos visto un gran incremento en la deforestación en julio, por ejemplo, y esos árboles que fueron tumbados en julio aún no han sido quemados, entonces van a estar ardiendo. Por lo tanto, creo que la situación va a ir empeorando conforme vamos entrando más a la estación seca.
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La recuperación de la Amazonía
Algunas de sus investigaciones científicas de los últimos años se centran en comparar la capacidad de almacenamiento de carbono de los bosques regenerados previamente quemados con los no quemados. ¿Cuál es la diferencia más importante y el hallazgo más relevante de esta investigación?
Lo que muestra la investigación es que treinta años después de que un área ha sido quemada aún no logra recuperar la cantidad de carbono que originalmente almacenaba. Estos bosques almacenan 25 % menos carbono que un área que permanece intacta. Esto quiere decir, lamentablemente, que puede tomar siglos antes de que estos bosques logren recuperarse del todo. Si tomamos en cuenta la crisis climática en la que estamos ahora, necesitamos evitar que los fuegos se escapen hacia los bosques en pie y, además, tenemos que ver que los nuevos árboles que empezarán a crecer en estos espacios son diferentes a los que había antes, tenemos un grupo diferente de especies y este nuevo grupo de especies almacenarán menos carbono que las que llamamos las “especies climáticas”, que son aquellas que existen en bosques preservados.
Entonces, esto es realmente una tragedia, sobre todo si el fuego sigue expandiéndose a los bosques intactos…
Así es. Por eso tenemos dos puntos importantes aquí: uno es el incremento de la deforestación que es crucial porque sabemos que aumenta la pérdida de especies, aumenta la emisión de gases, lo que acelera el cambio climático; y la otra tragedia que no vemos muy bien, que es una tragedia casi invisible, son los fuegos que escapan a los bosques, porque es muy difícil saber cuántos han entrado a estas zonas (preservadas), ya que los incendios en la Amazonía son de baja intensidad. La altura de estas llamas es de 30 a 50 centímetros, incendios bajos que son difíciles de detectar a través de imágenes satelitales porque hay sobre ellos un dosel muy grande. Sin embargo pueden generar una mortalidad del 50 % de los bosques en un área afectada por el fuego, pueden llevar a una perdida severa de stocks de carbono, generan un cambio en la composición de la flora y fauna, pero estos son problemas difíciles de detectar y son todos una tragedia.
¿Esto es algo que ha visto en sus estudios sobre los incendios en la Amazonía de Brasil? ¿Has visto estos fuegos escapando hacia los bosques?
Sí, lo he visto en el 2015. Una de las características de los bosques tropicales es que son húmedos, y los fuegos en la Amazonía se han utilizado desde la época precolombina. Es una práctica milenaria. Sin embargo, la escala en la que son usados ahora es diferente, antes los fuegos escapaban y como el bosque era bastante húmedo, el incendio se apagaba pronto. Pero el problema ahora es que tenemos dos cosas distintas: el cambio climático, pues desde los setenta la temperatura en la cuenca amazónica se ha incrementado en 1,5 grados, es decir, tenemos un clima más caliente; y segundo hemos visto un incremento en la temporada seca y, además, durante esta temporada vemos menos lluvia.
Tenemos entonces un clima más caliente con una sequía más intensa y larga, y esto vuelve más inflamables los suelos de los bosques porque se secan más. Y un tercer punto es que en los bosques se registra una tala selectiva y, por lo tanto, tenemos espacios abiertos o despejados, como claros, y esto permite el ingreso de más luz solar y de más viento lo que acentúa la sequía en el bosque y facilita que los árboles se sigan quemando.
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¿Qué medidas deben tomarse ahora?
¿Qué es lo primero que debe hacer el Gobierno para comenzar a recuperar esta parte de la Amazonía?
El fuego debería ser atacado en áreas donde aún hay bosque en pie que puede ser afectado. Pero lo que es crucial es luchar contra la deforestación, porque solo bajando los niveles de esta pérdida de bosque vamos a reducir la presencia de incendios, sino el próximo año, en la siguiente sequía, se va a presentar el mismo problema.
¿Cree que es importante que en este proceso se involucre o escuche a los científicos?
No solo científicos ambientales sino científicos sociales que han estado trabajando en el campo y viendo los problemas o drivers de deforestación. Esto requiere de un trabajo interdisciplinario. Sin embargo, cuando acabamos de ver que un científico ha sido despedido de su cargo de director en el INPE, cuesta pensar que esto vaya a suceder.
Finalmente, ha visto incendios antes en la Amazonía brasileña, pero esta vez, ¿qué es lo que más la ha impresionado?
Creo que voy a sonar muy brasilera ahora, pero diría que fue el hecho de que Sao Paulo se oscurezca. Eso fue impresionante para mí. Aunque hemos visto antes imágenes bastante perturbadoras, animales quemados, humo en el cielo de algunas ciudades de la Amazonía, hemos visto como se ha tenido que desviar a algunos aviones por el humo y la dificultad para ver, estas imágenes no me dejaron en shock como ver a los bosques tomando por sorpresa a la gran ciudad. El cielo cambiando a negro daba la sensación de que era una suerte de apocalipsis.
*Imagen de portada:Erika Berenguer, investigadora principal de la Universidad de Oxford, toma mediciones en el Km 83, Bosque Nacional Tapajós. Foto: Marizilda Cruppe / Divulgação.
Citas:
Berenguer, E., Malhi, Y., Brando, P., Cardoso Nunes Cordeiro, A., Ferreira, J., França, F., … & Barlow, J. (2018). Tree growth and stem carbon accumulation in human-modified Amazonian forests following drought and fire. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 373(1760), 20170308.
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