- Unas 600 toneladas de marihuana fueron decomisadas por agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) en un operativo en pleno corazón de los bosques de la Reserva Morombí, entre los departamentos de Canindeyú y Caaguazú.
- Durante ocho días, unos 70 uniformados destruyeron 202 hectáreas de marihuana y eliminaron 23 campamentos de narcotraficantes.
- El equipo de Mongabay Latam y La Nación acompañó parte del operativo en el que se decomisó una gran carga de marihuana, pero donde nadie fue detenido.
El helicóptero de las Fuerzas Armadas se prepara para partir cerca de las 10 de la mañana desde un predio limpio, listo para la plantación de granos, donde se ha instalado de manera provisoria la base del equipo integrado por la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), el Ministerio Público y el Instituto Forestal Nacional (INFONA). Es una mañana de cielo abierto de febrero y el calor empieza a ser intenso a estas horas.
Hace ocho días que cerca de 70 agentes de estas instituciones operan en esta zona que pertenece a la Reserva Morombí, un remanente boscoso de unas 24 800 hectáreas, que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Paraguay y que se ubica en la ecorregión Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAPA).
Parcelas de marihuana al interior de Reserva Morombí, Bosque Atlántico, Paraguay
Desde el aire, el panorama es desolador. En medio del paisaje verde del bosque irrumpen moldes cuadrados y rectángulos de montes destruidos para plantar marihuana. Parecen pequeños desde la vista aérea, pero la realidad es diferente abajo. El comandante Aldo Pintos, de la SENAD, calcula que el promedio de estas parcelas es de cuatro a cinco hectáreas cada una, aunque ya encontraron algunas que llegan a las 10 hectáreas, dice.
Luego de unos 20 minutos de viaje en helicóptero, los agentes antidrogas aterrizan en un terreno boscoso ya devastado por narcotraficantes. El viento se mezcla con el polvo del suelo y las cenizas de lo que, hasta unos días atrás, era un bosque espeso. Hoy solo son ramas, árboles caídos, troncos cortados y mucho carbón esparcido por todas partes.
En una de las parcelas donde trabajan los antinarcóticos, los plantines de marihuana superan los dos metros de altura. El terreno es irregular, tiene ondulaciones y en los pasillos entre las plantaciones hay troncos de diversos tamaños. El tufo de la rama de marihuana recién cortada penetra el aire. “Cuando quemamos, es mucho más fuerte”, dice uno de los oficiales que se seca el sudor con la pañoleta militar mientras va cortando la hierba.
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Árboles por marihuana
Para poder plantar marihuana es necesario “limpiar el terreno”. Por eso, luego de talar los árboles y vender la madera, los narcotraficantes queman los troncos y las ramas que ya no pueden comercializar. Todavía hay maderas a las que les sale un poco de humo lo que vuelve la escena aún más triste. “La limpieza total de un predio así lleva su tiempo”, calculan los agentes antinarcóticos, ya que para que un terreno pueda ser usado para la plantación de marihuana, al menos se debe esperar un par de semanas luego del desmonte.
En otra parcela a escasos metros, el primer grupo de agentes antinarcóticos incursiona en los cultivos. Son cerca de 17 hombres que, machete en mano, van cortando decenas y decenas de plantines colocados de manera artesanal y en forma desordenada en esta porción de tierra.
“El grave problema de estas plantaciones ilegales es que todo este desmonte se hace obviamente sin un plan de manejo. Acá no sabemos qué tipo de plantas se han deforestado”, dice Víctor González Bedoya, de la Asesoría Jurídica del INFONA, que acompaña el operativo. “No existe un proyecto, no hay nada, se destruye todo de una y listo”, agrega.
Este operativo encabezado por la SENAD se llama “Canindeyú – Caaguazú I” y apunta a que varias instituciones públicas trabajen en forma coordinada para destruir las plantaciones ilegales en las Reservas del Bosque Atlántico y también a dar con los responsables. Es por eso que en los procedimientos participan el Instituto Forestal Nacional — que aporta árboles nativos para reforestar las parcelas destruidas —, el Ministerio del Ambiente y la Fiscalía. Sin embargo, la cantidad de marihuana destruida no guarda relación con la cantidad de condenados que hay por destrucción o deforestación de los bosques. Desde 2004 hasta 2020, ni una sola persona fue condenada a prisión por deforestación en los departamentos de Canindeyú, Caaguazú, Caazapá e Itapúa, de acuerdo con el sistema oficial del Poder Judicial.