- La pandemia de la COVID-19 ha supuesto problemas difíciles para los proyectos de conservación de las tortugas marinas en todo el planeta.
- Los ecologistas explican cómo los problemas económicos han expuesto a las tortugas y a ellos mismos al peligro de los cazadores furtivos, mientras las restricciones al turismo han perjudicado las operaciones en Costa Rica y en Malasia.
- La tranquilidad en las actividades humanas en la costa también reveló que la presión del turismo afecta el comportamiento de anidación de las tortugas en el Mediterráneo, según demuestra un estudio.
- En el Líbano, el aumento de la concientización ha sido clave para los logros en cuanto a la conservación de las tortugas a pesar del derrumbe económico, dicen los ecologistas.
BEIRUT, El Líbano. Las playas de todo el planeta iban quedando desoladas a medida que el COVID-19 se propagaba en 2020 y, en muchos lugares, los primeros confinamientos totales coincidieron con la época de anidación de las tortugas. Con la reducción del ruido, del tránsito de los barcos de turistas, de la pesca, del desorden de los elementos de playa y de la contaminación lumínica, aparentemente los peligros y los problemas para las tortugas que anidaban disminuyeron.
Las cifras de anidación aumentaron en 2020, según muchas organizaciones dedicadas a la conservación de tortugas en todo el mundo. Inicialmente, los ecologistas adjudicaron este pequeño incremento en la “proliferación” de las poblaciones al hecho de que los seres humanos estaban confinados. Sin embargo, los investigadores y ecologistas afirman que la verdad tiene muchos más matices.
El ámbito de la conservación enfrentó “enormes problemas”, de acuerdo con un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en relación al efecto de la pandemia sobre las áreas protegidas en 90 países. La reducción sin precedentes en la actividad humana durante el 2020 podría arrojar luz sobre las interacciones entre el hombre y la vida silvestre que, de otro modo, sería imposible medir, según los científicos que denominan “antropausa” a este intervalo para la recopilación de datos fundamentales.
No obstante, para algunos ecologistas, lidiar con los nuevos problemas que plantea la pandemia en las interacciones entre los seres humanos y la vida silvestre presenta dificultades, como las que enfrentan quienes trabajan con las tortugas marinas.
Una anidación en paz
En 2020, a las tortugas que frecuentan la isla griega de Zante les resultó atractiva la relativa paz y tranquilidad que encontraron, según un artículo de científicos de la Universidad de Queen Mary del Reino Unido y de la Universidad Deakin de Australia. Aquí la tortuga boba (Caretta caretta) suele compartir su hábitat de anidación con unos 850 000 visitantes humanos todos los veranos.
Antes de la pandemia, los investigadores pensaban que las tortugas que se desplazaban a aguas más profundas desde los bajíos cercanos a la costa, a finales de junio, lo hacían para alcanzar aguas cuyas temperaturas fueran óptimas, más alejadas del área costera. Sin embargo, en 2020, cuando la pandemia redujo la cantidad de visitantes a apenas 25 – 50 personas por kilómetro, las tortugas permanecieron en los bajíos cercanos a la costa. ¿La conclusión? Era la presión del turismo, no la temperatura del agua, lo que las llevaba a trasladarse lejos de las playas durante el pico de su temporada de anidación.
Como resultado, la cantidad total de nidos puede haberse incrementado entre un 8 y un 15 % o entre 100 y 200 nidos en las playas de Zante, según se estima en el artículo.
En Malasia los ecologistas también observaron cifras elevadas de anidación.
“En 2020 la anidación fue más alta que nunca”, informó a Mongabay Jeethvendra Krishnamoorthi, funcionario científico del programa de tortugas del Centro de Investigación y Conservación Tropical (TRACC). La contaminación lumínica, que perturba a las hembras que anidan y dificulta la orientación de las crías de tortuga, ha disminuido tanto aquí, afirmó Krishnamoorthi, que la Vía Láctea se ha convertido en una grata compañía en sus patrullajes nocturnos de tortugas en las playas desiertas de la isla de Pom Pom, frente a la costa oriental del Borneo Malayo.
Dos complejos turísticos abiertos durante la temporada de anidación de 2020 han cerrado, por lo que ya no iluminan la playa, y el único complejo que queda se ha comprometido a apagar las luces a las 9 p.m. Que la playa esté más oscura significa casi con total seguridad un mayor éxito tanto para las hembras que anidan como para las crías.
Krishnamoorthi y su equipo han sido testigos de un marcado aumento en la anidación de la tortuga carey (Eretmochelys imbricate) y de la tortuga verde (Chelonia mydas), ambas en Peligro Crítico de extinción, no solo en 2020, sino también en 2021.
“Este año pinta bien; esperamos superar los 200 nidos totales”, dijo Krishnamoorthi. No obstante, comentó que es posible que haya algo más detrás de ello que la antropausa. “No creo que sea directamente producto de la pandemia, sino más bien una cuestión del mayor compromiso con la reubicación de nidos que tiene lugar desde 2019”.
El TRACC estableció un nuevo criadero de tortugas en 2019. El siguiente año, la ONG asumió la responsabilidad de reubicar todos los nidos de tortugas en la isla, porque el otro criadero cerró luego de que la pandemia interrumpiera la actividad del turismo local. En este lugar, la inundación de las mareas altas y los cazadores furtivos de huevos amenazan especialmente los nidos, por lo que los ecologistas reubican todos los nidos que descubren en un criadero para su custodia.
Krishnamoorthi dijo que el hecho de que un solo equipo de personas gestionara de forma proactiva el nuevo criadero aumentó la eficacia, es decir, se descubrieron y reubicaron más nidos. Desestima la idea de que más tortugas hayan desovado por la pandemia, ya que las tortugas suelen migrar durante varios meses hasta sus lugares de anidación y el confinamiento comenzó en Malasia después de que ya hubieran emprendido su recorrido.
Vida marina amenazada
“Los efectos negativos de la pandemia sobre el medioambiente [aquí] también son significativos”, dijo Krishnamoorthi.
Algunas personas que perdieron sus empleos en los numerosos centros de buceo de la región debido al desplome del turismo se han dedicado a la pesca como medio de subsistencia. Los pescadores submarinos utilizan ahora el equipo de buceo de sus antiguos trabajos para acceder a más peces. Llegan en barcos desde el continente a las islas periféricas por la noche para pescar y mantener a sus familias, dijo Krishnamoorthi.
Estos frágiles ecosistemas de arrecifes ya sufrían la presión de la pesca con explosivos, la decoloración de los corales, el cambio climático y el auge de la población de estrellas de mar invasoras que se alimentan de corales. El aumento de pescadores también supuso un riesgo para la seguridad de los pocos ecologistas que quedan en el TRACC. Recurrieron a la policía naval para que ayudara a proteger la isla de los oportunistas que podrían sentirse atraídos por sus motores fuera de borda, “porque la gente estaba desesperada”, afirmó Krishnamoorthi. “La policía naval reconoció nuestra preocupación y actuó correctamente”, añadió.
La justificación principal para limitar la pesca en determinadas zonas, especialmente en los lugares turísticos, es que la vida marina vale más con vida que muerta. Sin embargo, en las épocas de conflictos económicos, los peces con vida pierden el valor para quienes sufren el hambre y la falta de ingresos, dijo Krishnamoorthi.
La misma tendencia a la desaparición del turismo, la pérdida de puestos de trabajo y la pobreza repentina ha tenido un efecto devastador en la protección de las cuatro especies de tortugas marinas de Costa Rica, según Didiher Chacón-Chaverri, director ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Tortugas Marinas (Latin American Sea Turtles, LAST).
“Todo lo que ganamos durante décadas de conservación, se perdió en 2020 en algunas playas”, afirmó.
Los lugares donde anidan las tortugas atraen a los turistas, y los turistas crean puestos de trabajo. La pandemia absorbió la vida del turismo y dejó a la gente desesperada. Desempleadas y hambrientas, más personas recurrieron a las tortugas y a sus huevos como salvavidas para conseguir alimento o dinero.
Si bien LAST registró cifras elevadas de anidación en 2020, la caza furtiva tanto de huevos como de tortugas adultas se triplicó debido a la creciente pobreza, dijo Chacón-Chaverri. Los voluntarios de LAST, de quienes depende la organización, no pudieron acceder al proyecto debido a las restricciones a los viajes que impuso la pandemia. La financiación se agotó, lo que dejó a LAST con recursos limitados para proteger las playas de anidación. Sumado a esto, las fuerzas del orden locales se encontraban trabajando a pleno rendimiento mientras lidiaban con los aspectos humanos de la pandemia, por lo que el resto del equipo de Chacón-Chaverri se quedó sin respaldo.
La calidez, la felicidad y la energía positiva de patrullar todas las noches para cuidar a las hembras que anidaban durante las temporadas de anidación previas a la pandemia fueron reemplazadas por la incertidumbre y el miedo.
“Sin lugar a dudas, los cazadores furtivos lucharán por cualquier nido o cualquier tortuga”, dijo Chacón-Chaverri. En el pasado, los ecologistas han sido víctimas de asesinato y agresión sexual por defender los nidos de tortugas en Costa Rica.
El aumento de los esfuerzos para negociar con los cazadores furtivos para que dejen algunos nidos y liberen algunas tortugas hembra tuvo un éxito limitado. En términos sencillos, dijo Chacón-Chaverri, LAST simplemente no cuenta con la capacidad para proteger correctamente las tortugas marinas de la zona.
Un éxito en la conservación a pesar de los asfixiantes problemas económicos
Para los ecologistas que buscan proteger la tortuga del Líbano, la historia durante la antropausa ha sido distinta.
El pequeño país de Oriente Medio está atravesando una de las peores crisis financieras desde la década de 1850, según el Banco Mundial. La lira libanesa ha perdido más del 90 % de su valor, y la asfixiante crisis del combustible se suma a la miseria y la desesperación mientras la gente lucha para sobrevivir al calor del verano sin electricidad. Las décadas de corrupción y mala gestión del gobierno provocaron el desplome del Líbano; la pandemia solo fue la cereza del pastel.
No obstante, aquí no se caza furtivamente a las tortugas y sus huevos a pesar de las dificultades generalizadas que enfrenta la gente.
El biólogo marino y líder del programa de conservación de tortugas Ali Badreddine pasó todo el confinamiento de 2020 en el Líbano viajando por toda la costa, registrando la anidación de las tortugas marinas. A menudo le tocó dormir en la playa debido a una orden de control de movimiento que permitía las placas de licencia con números pares/impares en la carretera solo cada dos días. Sus esfuerzos valieron la pena: Badreddine descubrió un rendimiento de anidación aparentemente excepcional en 2020, con más del doble de nidos de tortugas bobas y verdes que los registrados en 2019.
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“La gente se quedaba en la casa y los pescadores no salían, por lo que las tortugas eran libres”, le dijo Badreddine a Mongabay.
Sin embargo, también comentó que la gente ahora volvió a las playas y la pesca se reanudó, señalando la abarrotada extensión de la playa pública de la ciudad de Tiro, donde está a punto de dirigir una liberación de crías de tortuga boba. A pesar de esto, la temporada de anidación de 2021 va camino a superar la de años anteriores. Las cifras están prácticamente un 50 % por encima de las cifras de anidación récord del año pasado. Badreddine, al igual que Krishnamoorthi, atribuye mayormente este aumento en los nidos registrados a la concientización más que a la pandemia.
Badreddine ha trabajado arduamente para educar más a los libaneses sobre la importancia de las tortugas bobas y verdes, ambas especies En Peligro, desde el 2018. Comenzó con la gente de las comunidades cercanas a las playas donde se sabe que las tortugas anidan, luego amplió la difusión de su campaña durante la antropausa con la ayuda de las redes sociales, además de la experiencia y la financiación del Centro de Actividades Regionales para las Áreas Especialmente Protegidas (Regional Activity Centre for Specially Protected Areas, RAC/SPA), la ONU y el Ministerio Libanés del Medioambiente.
Durante los 21 años en que los científicos han supervisado las tortugas marinas en el Líbano, se pensaba que solo había tres lugares de anidación importantes. Sin embargo, el trabajo de Badreddine con el RAC/SPA y la ONU confirmó recientemente un total de siete lugares importantes, tres lugares moderados y hasta 12 lugares que tienen entre 10 y 50 nidos por año que se extienden por toda la costa libanesa. La supervisión de estos con la ayuda de los lugareños ha aumentado la notificación de los eventos de anidación, según Badreddine, lo que permite conocer mejor las tortugas del Líbano y fundamentar la política de conservación.
El cambio de actitud de los pescadores
Haber cambiado la manera en que los pescadores libaneses veían a las tortugas es uno de los más grandes logros de Badreddine.
“Ahora, cuando atrapan accidentalmente una tortuga marina con su red o algo así, nos llaman, cooperan con nosotros, nos preguntan qué tienen que hacer”, dijo y agregó que esto sucede tres o cuatro veces por semana.
Antes, algunos pescadores mataban a las tortugas. Creían que competían por los peces y temían que las aletas enredadas cortaran las costosas redes importadas, le contó a Mongabay Halim Mahboub, un pescador aficionado de 45 años.
“Comprendieron la importancia de la biodiversidad y que las tortugas comen las medusas”, dijo y lo atribuyó a la “… concientización en las redes sociales y al trabajo del Dr. Ali”.
En su campaña, Badreddine les explicaba a los pescadores como Mahboub que las proliferaciones anuales en el Líbano de Rhopilema nomadica, una medusa invasiva del Indopacífico, se alimenta vorazmente de peces recién eclosionados, lo que reduce las poblaciones de estos. Y las tortugas bobas comen estas medusas.
“Los seres humanos forman parte de este sistema”, le dijo Badreddine a Mongabay. “Si las tortugas se mueren, las medusas aumentarán, los peces larvarios disminuirán, y no habrá peces para las personas”.
Las tortugas marinas son especies clave. Dijo que producen un efecto de cascada a través de sus hábitos alimentarios que se extiende por el ecosistema y lo mantiene equilibrado.
De todas maneras, el trabajo de Badreddine se ha visto gravemente afectado por la crisis financiera del Líbano. La depreciación de la moneda, la suba de los precios y las colas de tres horas en las gasolineras debido a la crisis del combustible dificultan y encarecen los viajes a las playas de anidación. Él sigue durmiendo en la playa, pero ahora el motivo es otro: “Duermo aquí porque no tengo combustible para volver a casa”. Imperturbable, dijo que continuará con su trabajo.
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“Está toda esta crisis, pero las tortugas siguen viniendo a anidar, así que aún hay algo de alegría, algo de esperanza”, dijo. “Todavía quedan cosas buenas en el Líbano”.
El recuento final de las consecuencias
Para Liza Boura, funcionaria de programas de la ONG griega Asociación Mediterránea para Salvar a las Tortugas Marinas (MEDASSET), la pandemia fue una oportunidad perdida para las tortugas marinas.
“Aunque la presencia de las personas se redujo, el desarrollo [de la construcción] en las playas de anidación continuó, como también la falta de gestión y cumplimiento”, declaró.
MEDASSET supervisa la eficacia con la que las autoridades protegen los lugares de anidación en los países mediterráneos. El grupo puso de relieve infracciones a los permisos de planificación y la no implementación de medidas de conservación acordadas en áreas especialmente protegidas (specially protected areas, SPA) en toda Grecia y Turquía en 2020 en una serie de informes condenatorios.
Dado que las tortugas marinas son longevas, “el efecto de la pandemia en la anidación solo puede evaluarse de verdad a largo plazo”, dijo Boura. Pasarán entre 15 y 30 años hasta que podamos ver si hay un aumento en los adultos recién maduros que regresan para aparearse y poner huevos por primera vez.
No obstante, ya sentimos los efectos de la pandemia sobre los ecologistas. Boura dijo que está frustrada por la cantidad de proyectos de conservación demorados, donaciones reducidas y oportunidades limitadas de “intercambios prácticos” entre grupos de conservación en todo el mundo.
Dado el prolongado período de vida de las tortugas marinas, los expertos sostienen que es poco probable que una antropausa tan breve marque una gran diferencia a largo plazo.
Referencias:
Rutz, C., Loretto, M., Bates, A. E., Davidson, S. C., Duarte, C. M., Jetz, W., … Cagnacci, F. (2020). COVID-19 lockdown allows researchers to quantify the effects of human activity on wildlife. Nature Ecology & Evolution, 4(9), 1156-1159. doi:10.1038/s41559-020-1237-z
Schofield, G., Dickson, L. C., Westover, L., Dujon, A. M., & Katselidis, K. A. (2021). COVID‐19 disruption reveals mass‐tourism pressure on nearshore sea turtle distributions and access to optimal breeding habitat. Evolutionary Applications. doi:10.1111/eva.13277
Foto de banner: Tiro, el Líbano, julio de 2021. Ochenta y cinco crías de tortuga boba llegan a la playa en una hielera. Foto cortesía de Elizabeth Fitt.
Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2021/09/saving-sea-turtles-in-the-anthropause-successes-and-challenges-on-the-beach/
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