- La casa del presidente de la comunidad fue rodeada por hombres encapuchados con armas. Los comuneros que realizaron un patrullaje de emergencia fueron reprimidos con disparos.
- Esta crisis de seguridad que atraviesa Flor de Ucayali fue informada en julio del 2021 por Mongabay Latam. En ese momento se reportó cómo el narcotráfico está instalado en el bosque de la comunidad y tiene replegados a los pobladores shipibos.
- En el último año, los comuneros fueron amenazados, atacados y asaltados mientras su bosque registra una deforestación mayor a las 2000 hectáreas. Allí se extienden las plantaciones de coca y hay laboratorios para procesamiento de droga.
Provistos de armas de fuego, al menos 10 sujetos irrumpieron la tarde de ayer en la comunidad nativa Flor de Ucayali, provincia de Coronel Portillo (Ucayali). La intención, según informó a Mongabay Latam el apu Berlin Diques, presidente de la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU), era atacar a los dirigentes del pueblo. El asalto a esta comunidad habitada por pobladores indígenas de la etnia shipibo conibo se inició por la entrada principal ubicada en la margen derecha del río Utiquinía. Tres hombres con el rostro cubierto ingresaron por allí mientras que otro grupo cruzó el bosque hasta rodear la casa del presidente de la comunidad. El asalto empezó aproximadamente a las 6 p.m.
Al notar el desplazamiento de los desconocidos, los comuneros shipibos organizaron una comitiva para recorrer el pueblo. Cerca del bosque, los invasores dispararon varias veces para reprimir a la patrulla indígena conformada para atender la emergencia. Así lo narró a Mongabay Latam uno de los comuneros que participó en la acción de vigilancia. El temor generado por la balacera propició que todas las familias de Flor de Ucayali acudan al local comunal para acompañarse y protegerse. Allí pasaron la noche mientras la guardia shipibo conibo se dividió en dos grupos: uno resguardaba el ingreso principal por el Utiquinía y otro accedió al bosque para custodiar la entrada por este sector.
Los pobladores dicen que han entrado en una situación de alerta máxima y que, como medida de seguridad, anoche apagaron las luces del pueblo. Solo tuvieron activa la señal de internet para comunicar algún nuevo incidente. Berlin Diques señala que, después de los balazos, un dirigente de Flor de Ucayali lo llamó para pedir auxilio. “Yo tuve comunicación con ellos hasta casi las 10 p.m. El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos me ayudó a gestionar el acercamiento de la policía”, dice el apu. Esta mañana un contingente policial llegó a la comunidad para iniciar las investigaciones en compañía de la guardia indígena. En Flor de Ucayali todos están seguros que se trata de otro hostigamiento por parte de las redes de narcotráfico que controlan el bosque desde hace dos años.
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Sector convulso
Pero la presión sobre Flor de Ucayali no es algo reciente. En un reportaje publicado el pasado 12 de julio, Mongabay Latam reveló la forma cómo el narcotráfico ha ido acorralando a los comuneros shipibos conibo. Ellos viven amenazados y prohibidos de ingresar a su bosque. El punto más convulso está casi en el límite de Flor de Ucayali con el caserío Santa Sofía, en el extremo noreste del pueblo. En ese sector, los comuneros solían cazar, pescar o desarrollaban actividades para la conservación de árboles de tornillo (Cedrelinga catenaeformis), cachimbo (Cariniana domestica) o huairuro (Ormosia coccinea). Sin embargo, hace dos años, cuando los cultivos ilícitos estaban en plena expansión, hombres armados que cuidaban los cocales empezaron a exigir a los comuneros que presenten sus documentos de identidad antes de ingresar al bosque. Además, los obligaban a no cruzar hacia Santa Sofía y salir antes de las 4 p.m.
En el curso de la pandemia del Covid-19, los pobladores indígenas detectaron que la depredación forestal para la siembra de hoja de coca se había incrementado. También, el comité de monitoreo del pueblo halló un laboratorio para la preparación de clorhidrato de cocaína. Los dirigentes de Flor de Ucayali calculan que actualmente hay una deforestación de más de 2.000 hectáreas. Debido a la crisis de seguridad en el pueblo, el 9 de setiembre del 2020 la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Ucayali realizó una inspección en la que participaron 40 comuneros shipibo de la zona. Pese a que se encontraron amplias extensiones de cultivos ilícitos y evidencias de la forma cómo opera el narcotráfico, de acuerdo con un informe elaborado por organizaciones que apoyan a esta comunidad, como Forest Peoples Programme (FPP), el caso fue archivado.
Sin embargo, el hostigamiento contra los pobladores indígenas de esta parte de la Amazonía peruana arreció. Al exjefe de la comunidad le enviaron una serie de fotografías donde aparecían hombres descuartizados y sufriendo torturas. A otro comunero le incendiaron sus chacras de piña. En medio de la incertidumbre y el pánico en Flor de Ucayali por esos primeros días del 2021, un grupo de encapuchados llegó en bote e ingresó al pueblo realizando disparos al aire. Una incursión muy parecida a la registrada la tarde de ayer. El pasado 1 de julio, personal de monitoreo forestal del Gobierno Regional de Ucayali, representantes de la fiscalía en Materia Ambiental y antidrogas, la Policía y la Marina intervinieron en el área de cocales y depredación, es decir, la que está próxima al caserío Santa Sofía. El fiscal de la Primera Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Ucayali, José Guzmán, informó a Mongabay Latam en aquella oportunidad que se trató de una “comprobación escandalosa” de cómo la coca es sembrada en toda esa zona y ya ni siquiera de forma clandestina. En el lugar también fueron destruidas tres pozas de maceración de droga, insumos y chozas. La brigada de monitoreo, además, erradicó a mano al menos una hectárea de los sembríos ilícitos.
Flor de Ucayali está en el distrito de Callería, provincia de Coronel Portillo, región Ucayali. Es uno de los 30 pueblos indígenas que forman parte de la Federación de Comunidades Nativas de Ucayali y Afluentes (Feconau). Aquí viven unas 70 familias de la etnia shipibo conibo dedicadas a la agricultura. Esta comunidad tiene un territorio titulado de casi 21 800 hectáreas desde 1987. Para llegar al centro de Flor de Ucayali desde Pucallpa, capital de Ucayali, hay que viajar unas siete horas en deslizador.
A inicios de setiembre, el Área de Catastro y Monitoreo Satelital de la Gerencia Forestal de Fauna Silvestre de Ucayali (Gerffs) reportó que, entre enero y agosto, hubo una deforestación de 12 345 hectáreas en esta región. Solo entre julio y lo contabilizado en agosto la Gerffs registró 7835 hectáreas de bosques devastados, es decir, el 63.48 % del total de la superficie afectada. Para ese momento las cifras ya revelaban que la tala ilegal con fines de narcotráfico había recrudecido pues, de acuerdo con anteriores estimaciones, durante el mismo periodo del 2020 la depredación forestal en Ucayali llegó, aproximadamente, a 9000 hectáreas. En la misma evaluación correspondiente a enero-agosto de este año, la Gerencia Forestal de Fauna Silvestre de Ucayali identificó que fueron habilitadas 9 pistas de aterrizaje clandestino.
Los funcionarios de la Gerffs a cargo de la evaluación proyectaron que para fin de año la cifra de desbosque en Ucayali superará las 42 463 hectáreas registradas el 2020. Ello, en caso las entidades competentes (fiscalía o policía, por ejemplo) no realicen las labores necesarias para contrarrestar este flagelo.
El abogado del área de Litigio Constitucional y Pueblos Indígenas del Instituto de Defensa Legal (IDL), Álvaro Másquez Salvador, señala que las acciones de control que emprenden las autoridades en este sector de la selva son solo esporádicas y acarrean represalias ante una población que queda indefensa.
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Crisis de seguridad
Lo sucedido ayer es parte de una cadena de violencia que se ha ido agudizando cada vez más en Flor de Ucayali. El 21 de julio, por ejemplo, una comunera fue golpeada por dos hombres que amenazaban con matarla si no daba información acerca de las autoridades de Flor de Ucayali: las casas dónde vivían y sus quehaceres diarios. Ella estaba en compañía de su hija y, debido al impacto emocional, quedó en ese momento sin poder hablar. Antes de huir, los agresores discutieron sobre si debían dejarla con vida o no. La mujer sufrió la embestida en su chacra. Allí se desmayó del susto cuando intentaba correr en busca de ayuda. Una situación similar ocurrió con tres jóvenes shipibos que el pasado 17 de noviembre surcaban el Utiquinia. Unos sujetos armados a bordo de un bote los interceptaron y les exigieron revelar la ubicación actual de cuatro líderes comunales. Los pobladores shipibos respondieron que no conocían a las personas que les mencionaron. Según la descripción física que luego hicieron de los atacantes, se trataría de los mismos que atentaron contra la comunera en julio. Ambos casos fueron parte de las últimas alertas generadas por la comunidad al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
El seguimiento por río es uno de los casos que más han denunciado los comuneros de Flor de Ucayali en los últimos meses. Fuentes locales que piden mantener en reserva su nombre indican que hay embarcaciones del narcotráfico con hombres armados que viajan a toda hora por el Utiquinía. Además de amenazas, los comuneros han denunciado una seguidilla de robos durante sus recorridos por el río. De hecho, ayer en la noche ocurrieron dos asaltos, de acuerdo con un grupo de habitantes de otro sector que intentó acudir en ayuda de los pobladores shipibos de Flor de Ucayali. “Por ese peligro no nos quisieron alquilar un bote”, comunicaron a la dirigencia de la comunidad, pues por los recientes asaltos los dueños de las embarcaciones temían salir a navegar.
Días atrás, la Feconau tuvo conocimiento de que en las zonas de cocales y donde operan las redes de la droga se estaba coordinando una incursión a la comunidad y el ataque contra los líderes shipibos. Ellos están convencidos de que lo de anoche ha sido un intento de la criminalidad por materializar sus amenazas contra el pueblo y quienes más defienden el bosque.
Imagen principal: En julio, la policía y fiscalía llegaron hasta la zona de depredación y encontraron allí tres pozas para la maceración de droga. Foto: Fema Ucayali.
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