- Un nuevo estudio publicado en la revista Science señala que uno de cada siete tiburones y rayas de aguas profundas está amenazado de extinción.
- Expertos afirman que detrás de esta amenaza está el comercio internacional de carne y aceite de hígado demandado por la industria cosmética y de salud humana.
- A pesar de que estas especies se encuentran entre los vertebrados marinos más sensibles a la sobreexplotación, ninguna de ellas está protegida.
- En Latinoamérica, la información respecto a estas amenazas en aguas profundas es escasa, por lo que urgen estudios focalizados en la región.
Los tiburones y rayas de aguas profundas —alguna vez considerados demasiado inaccesibles para ser de interés pesquero— hoy están en peligro de extinción. Un creciente mercado internacional del aceite de hígado de tiburón fortaleció lo que antes había empezado como pesca incidental, y que ahora también convirtió a estas especies en un objetivo claro para obtener no sólo ese producto, sino también su carne.
Los impactos habían permanecido desconocidos. Un nuevo estudio publicado en la revista Science, a inicios de marzo del 2024, reveló que una de cada siete especies de tiburones y rayas de profundidad está amenazada de extinción, según los criterios de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“Durante mucho tiempo ha habido bastante atención en el tema del comercio de aletas de tiburón. La clave ha sido resaltar que hay otros desafíos en su conservación, relacionados también con el comercio de carne y aceite de hígado”, comenta Rima Jabado, vicepresidenta de la Comisión de Supervivencia de Especies y presidenta del Grupo Especialista en Tiburones de la UICN. Además, agregó que “a menudo nos enfocamos en las especies costeras, pero hay muchas cosas sucediendo por debajo de los 200 metros”.
El estudio evaluó 521 especies de tiburones y rayas de profundidad y clasificó 60. Nueve de estas especies se catalogaron En Peligro Crítico; mientras que 20 se enlistaron como En Peligro y 31 más en la categoría de Vulnerable. Esa estadística representa el 14.1 % de las especies bajo una categoría de riesgo, es decir, una de cada siete. Además, dos tercios de las especies —323 especies— se clasifican como de Preocupación Menor, y 43 especies están Casi Amenazadas.
Los especialistas encontraron que los tiburones y las rayas de aguas profundas suelen ser capturados incidentalmente por pesquerías, es decir, que quedan atrapados en redes y anzuelos que los pescadores arrojan al mar con el objetivo de capturar otras especies comercialmente más valiosas, como los macrúridos (Macrouridae) y las merluzas (Merlucciidae).
El estudio explica que la razón de esto es que a medida que los recursos se agotan en las costas, las pesquerías se han trasladado a aguas cada vez más lejanas y profundas. Los efectos de esa sobrepesca siguen siendo la mayor amenaza de tiburones y rayas —afectando a un 99.3 % de las especies—, sin embargo, la investigación asegura que ahora estos animales son retenidos por el valor de su aceite y carne, lo que ha resultado en fuertes declives poblacionales.
Estos resultados fueron producto de un trabajo colaborativo del Global Shark Trends Project (GSTP), que involucró la participación de 322 expertos de la UICN, la Universidad Simon Fraser, la Universidad James Cook y el Acuario de Georgia, quienes trabajaron durante ocho años en el análisis de los impactos en las especies.
Amenazas en las profundidades
Los tiburones y rayas de aguas profundas se encuentran entre los vertebrados marinos más sensibles a la sobreexplotación —explica la investigación— debido a sus largas esperanzas de vida y sus bajas tasas de reproducción.
Particularmente, los tiburones de aguas profundas tienen características biológicas similares a algunos mamíferos marinos que anteriormente fueron explotados por sus aceites y que ahora están altamente protegidos, como las ballenas. Algunas especies de tiburones incluso pueden tardar 30 años o más en madurar, y hasta 150 años en el caso del tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus). Otras especies sólo producen 12 crías durante toda su vida.
Aunque el aceite de hígado de tiburón se utilizó durante siglos para curar heridas, como combustible para calefacción o para impermeabilizar embarcaciones en civilizaciones antiguas, en la actualidad es altamente demandado para su aplicación en cosméticos y en la salud humana, como las vacunas. El detonante de la amenaza es el escualeno, un compuesto obtenido del aceite que sigue siendo utilizado a pesar de que existen alternativas vegetales y sintéticas fácilmente disponibles.
“El hecho de que cada vez se esté utilizando más en diferentes productos es lo que lo hace accesible y ha llevado a su expansión. Lo importante es asegurarse de que la gente sepa que existen opciones sintéticas disponibles y que obviamente no tendrían repercusiones en la conservación de muchas de estas especies”, agrega Jabado.
La incógnita en Latinoamérica
Aunque el estudio abarcó un espectro global, Rima Jabado señala que el equipo de expertos se sorprendió por la poca información que existe sobre esta problemática en aguas profundas latinoamericanas, como es el caso del sur de Chile.
“Hay muy pocos proyectos que nos permiten entender qué fauna hay allí, y eso es una prioridad para esta región. En América del Sur hay muchas incógnitas y si estas especies están siendo capturadas en pesquerías, sería realmente importante asegurarse de que se estén recopilando datos a nivel de especie. No es suficiente decir que hay un tiburón; necesitamos saber qué especies están siendo capturadas. Necesitamos más información a profundidad”, agrega Jabado.
El biólogo marino chileno y experto en tiburones de aguas profundas, Francisco Concha, expone que las capturas de estos animales suelen no ser reportadas y que, en caso contrario, su identificación es muy complicada y termina siendo muy poco precisa. Por lo mismo, explica, las líneas de proceso y la trazabilidad de los productos derivados de algunos condrictios de profundidad son especialmente difíciles de determinar.
“Aparentemente, la falta o escasez de especialistas en taxonomía se traduce en registros pobres y reportes de desembarques poco precisos”, dice el investigador de Chondrolab, en la Universidad de Valparaíso, Chile. Tal como lo describe el estudio de UICN, Concha coincide en que la carne de raya tiene una gran demanda que ha incentivado la retención de estas especies en todo el mundo, como también ocurre en Chile, y que suelen tener como destino los mercados europeos y coreanos.
“En Chile no existe la cultura del consumo de rayas, por lo que las capturas de estas especies de profundidad se han destinado casi totalmente al mercado externo. Si bien es cierto, a principios y mediados del siglo XX, tiburones y rayas de profundidad eran aprovechados ocasionalmente por subproductos como el aceite, con el tiempo, el uso interno fue disminuyendo por el surgimiento de la demanda internacional”, explica el experto.
La retención de capturas incidentales de rayas de profundidad tiene notoriedad en las pesquerías de bacalao de profundidad (Dissostichus eleginoides) en el Océano Austral, en las pesquerías de rayas en el noroeste del Pacífico —en mares de Japón y Rusia—, y en la región sur de Sudamérica —incluidos Chile, Argentina, Islas Malvinas y Falkland—, en donde el porcentaje de rayas amenazadas es mayor.
Algo parecido ocurre en Perú. Keny Kanagusuku, bióloga especialista en peces cartilaginosos, explica que en este país se conoce muy poco sobre las especies de tiburones y rayas de aguas profundas, en donde también se han empezado a realizar nuevos registros de especies que aparecen en la captura incidental de bacalao.
“En nuestro país hay una extracción de este recurso, el cual tiene un límite de captura y es en donde se puede observar la mayor cantidad de tiburones y rayas de profundidad como pesca incidental. Antes estas especies no tenían ninguna importancia comercial, pero ahora sí, y van en busca de ellas por su carne”, dice Kanagusuku, jefa de Laboratorios de Biología Marina y docente de la carrera de Biología Marina de la Universidad Científica del Sur.
La urgente regulación
El estudio propone dos posibles soluciones para mejorar el estado de conservación de los tiburones y rayas de aguas profundas: primero, los cierres espaciales y, segundo, las regulaciones comerciales y pesqueras.
Los cierres espaciales se refieren a las áreas importantes para los tiburones y rayas de aguas profundas que pueden proporcionar un refugio contra la pesca y promover la recuperación y la supervivencia a largo plazo. “Son necesarios porque la pesca dirigida y las prohibiciones de retención no previenen la mortalidad de las especies prohibidas que son traídas a la superficie desde grandes profundidades por el equipo de pesca”, dice el documento.
Las regulaciones comerciales y pesqueras hechas específicamente para tiburones y rayas de aguas profundas podrían asegurar un comercio legal, rastreable y sostenible, y así prevenir un mayor peligro de extinción. La investigación señala que podrían establecerse regulaciones internacionales para el comercio de aceite de hígado, para asegurar que el comercio no esté impulsando el riesgo de extinción. Además, también hay una necesidad urgente de evaluar el riesgo del uso del escualeno de tiburón para la salud humana y determinar la adecuación del suministro para aplicaciones médicas.
Los expertos proponen también que las especies altamente amenazadas podrían ser incluidas en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) para regular el comercio internacional. “Hay más de 145 especies de tiburones y rayas listadas en el Apéndice II de CITES, pero hasta la fecha, ninguna de ellas son especies de aguas profundas”, afirma el documento.
El estudio muestra además que proteger el 30 % del océano profundo —entre 200 y 2 000 metros— proporcionaría aproximadamente al 80 % de las especies con protección espacial parcial en todo su rango. “Si se implementara una prohibición mundial de la pesca por debajo de los 800 metros, proporcionaría un refugio vertical del 30 % para un tercio de los tiburones y rayas de aguas profundas amenazados”, sostiene.
Para Keny Kanagusuku, la importancia de enfocarse en proteger áreas específicas es que estas presentan una alta biodiversidad de especies a nivel mundial. “Se conoce muy poco de ellas y de su impacto en el ecosistema si es que desaparecieran. Las especies que se encuentran en aguas profundas son mucho más sensibles a los cambios y es por eso que son más propensas a riesgos de extinción”, comenta la bióloga.
Más allá de un juego de palabras, sacar a la luz estas especies desconocidas de las profundidades de los océanos, es realmente importante —concluye Rima Jabado— pues estos tiburones y rayas merecen ser tan conocidos como el tiburón ballena o el tiburón blanco. Existe la necesidad de pensar en qué hacer para asegurar que no se perderán sus poblaciones.
“Si queremos tomar medidas, necesitamos tomarlas ahora, y necesitamos saber que la recuperación tomaría mucho tiempo, porque estas especies simplemente no pueden recuperarse de la noche a la mañana”, comenta Jabado. “Creo que es esa perspectiva la que hay que recordar: hay asuntos que ya están en problemas y hoy es el momento de actuar si queremos lograr un cambio”.
* Imagen principal: Tiburones de aguas profundas capturados en una pesquería de aceite de hígado frente a la costa de Liberia. Foto: Melissa Romao / Sea Shepherd
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