- Recientemente, la científica María Lourdes Palomares ha comenzado a caracterizar y rastrear los impactos de la pesca recreativa en Belice.
- La experta ha descubierto que estas actividades de supuesta captura y liberación tienen consecuencias negativas para los peces, puesto que al estar fuera del agua por tiempos prolongados, terminan muriendo aún cuando son devueltos al mar.
- “Hay muchas especies de pargos y meros que están en la lista roja de especies amenazadas de la UICN. Si continúan siendo pescadas, incluso de manera recreativa, continuaremos poniendo presión sobre sus poblaciones y contribuiremos a ponerlos en peligro de extinción”, afirma Palomares.
El amor que María Lourdes Palomares le tiene al océano, se debe a que se siente parte de él. “Creo que soy como un pez: me gusta estar en el agua, estoy en mi elemento”, dice la científica. Uno de los placeres más grandes para ella es sumergirse bajo el agua y, aunque sea por poco tiempo, admirar lo que allí sucede.
Proteger y mantener los ecosistemas marinos debería ser una premisa para todos, opina, porque “si esto muere, todo se acaba”, asegura.
María Lourdes Palomares —mejor conocida como Deng, su nombre chino— es una científica de origen filipino y gerente de investigación del proyecto Sea Around Us, del Instituto para los Océanos y la Pesca de la Universidad de British Columbia, en Canadá. Desde el 2001, se ha dedicado a rastrear y diseccionar minuciosamente grandes bancos de información para construir bases de datos relacionadas con la pesca y la vida marina alrededor del mundo.
“Ingresé como bióloga de peces para el proyecto principal que tenía Sea Around Us y luego me convertí en científica pesquera a lo largo de los años. Mi participación principal es con los datos. Así que esto es lo que hago: nado en datos”, dice la experta.
En varios países, como Belice, es común escuchar que no existen datos sobre pesca, pero la realidad es que sí los hay, afirma Palomares.
Desde hace unos años, la científica se ha dedicado a sacar a la superficie la información que pocas veces ve la luz, particularmente en campos no tan explorados de la pesca. Recientemente, junto a su equipo, inició una nueva investigación sobre los impactos de la pesca recreativa en Belice. ¿De qué manera se ven afectadas las especies en las áreas marinas protegidas y arrecifes del país por estas actividades?
Para ello, ha iniciado el rastreo de torneos de pesca recreativa en arrecifes, cuyos participantes publican fotografías de sus capturas en las redes sociales. Esa información ha resultado ser un rico banco de datos que da cuenta del daño que esta actividad puede estar ocasionando a los peces incluso protegidos. La muerte de los ejemplares, aún cuando son liberados de vuelta en el agua, sería el principal impacto.
En Mongabay Latam conversamos con la experta sobre sus hallazgos.
—Usted y su equipo han comenzado recientemente a trabajar en los impactos de la pesca recreativa en Belice, ¿qué motivó esta investigación?
—Muchos pescadores se han volcado al turismo porque los ingresos en esa industria representan un gran salto económico. El problema es que esos nuevos guías turísticos también tienen licencias de pesca. De esta manera, pueden salir a áreas marinas protegidas para pescar y no se supone que deberían hacerlo.
La actividad turística de pesca recreativa consiste en atrapar y liberar a los animales. Pero, ¿qué pasa? Los turistas —que quizás no han sido informados adecuadamente sobre cómo y qué tan rápido crecen estos animales, en qué estado se encuentran y cómo necesitamos conservarlos— sacan a los animales del agua y no los devuelven, probablemente alentados también por los guías turísticos.
Eso representa una captura. ¿Cuántos turistas tenemos haciendo eso? No lo sabemos, porque el sector turístico no es monitoreado por el gobierno, nadie monitorea esas actividades. En Belice, las pesquerías y el turismo basado en el agua sólo contribuyen con el 6 % al PIB del país, así que no es una industria fuerte. Por eso existe una falta de monitoreo.
Lo que sí sabemos es que los guías turísticos, cuando regresan cortos de ingresos, venden lo que el turista atrapó y que no se quiso llevar. Venden esa pesca a los restaurantes y hoteles.
Lo que queremos hacer con la investigación es tratar de estimar cuánto está capturando la industria turística, para agregar esos datos a la información sobre capturas de pesca artesanal que ya hemos hecho en Belice.
—Si no hay monitoreos oficiales, ¿cómo obtienen esa información?
Hacemos estimaciones mirando los torneos de pesca y las publicaciones en redes sociales de personas que han estado en Belice y que han atrapado algo. Cuando publican este tipo de cosas suelen decir “tantos kilogramos fueron capturados”, muestran el pez y dicen si fue liberado o no. Si es un pez trofeo, no se liberará. En muchos de los sitios web de pesca recreativa donde tienen torneos muestran esta información. Así es que primero tenemos que revisar las fotografías y así podemos ver la especie, estimar su tamaño o su peso.
Lo siguiente es mirar los datos comerciales. El Instituto de Estadísticas de Belice tiene una estimación de cuánto pescado entra en el negocio de restaurantes, por ejemplo. Podemos ver qué se exporta en comparación con lo que se informa.
Las fotografías son información adicional porque nos dirán si el número de torneos, el número de personas que publican y el contenido de esas publicaciones, son equivalentes a lo que se comercia o lo que se informa en las cooperativas.
—¿Cuáles han sido los principales hallazgos respecto de cómo están siendo afectadas las especies por la pesca recreativa?
—Los operadores turísticos permiten que el pez esté cinco minutos fuera del agua. Ese es el tiempo que el pescador tiene para obtener una foto con el pez, liberarlo del anzuelo y devolverlo al agua. Si eso supera los cinco minutos, lo sabrás si es que hay una segunda foto, porque han sido marcadas con la fecha y la hora. Si el tiempo están por encima de los cinco minutos, ese pez, incluso si fue liberado, morirá. Esa es una reacción biológica del pez. Además, si sabes que en ese momento la temperatura del aire estaba por encima de la temperatura que el pez puede tolerar, entonces sabrás que ese pez va a morir. Cuando matas a un pez, lo sacas del ecosistema y se considera como una extracción.Algunas imágenes que hemos analizado incluso muestran a turistas haciendo asados en el bote. La industria turística tiene que asegurarse de que haya una campaña de información y que el turista, cuando llegue al país, pase por un taller informativo con el Departamento de Turismo. También debería suceder que los habitantes de los pueblos se involucren activamente en informar a los turistas sobre dónde están las áreas protegidas y cuáles son las reglas. Pero nada de eso está sucediendo.
—¿Qué esperan hacer con toda esta información recopilada después de la investigación sobre la pesca recreativa?
—Intentaremos estimar el impacto del turismo en la pesca. Una vez que tengamos eso, podremos proporcionar un mejor análisis de las especies que realmente están siendo objeto de pesca recreativa, por ejemplo, pargos y meros, conchas y langostas.
Hay que decir que hay muchas especies de pargos y meros que ahora ya están en la lista roja de especies amenazadas de la UICN, y si continúan siendo pescadas, incluso por la pesquería recreativa, entonces continuaremos poniendo presión sobre la población de estos animales y contribuiremos a ponerlos en peligro de extinción.
Además, con esa información, queremos corregir los datos que tenemos sobre pesquerías para tener una mejor idea de cuál es la biomasa total extraída del agua.
—¿Cómo se construye una base de datos pesqueros? ¿Qué desafíos implica?
—Son muchos desafíos. En primer lugar, la obtención de los datos. Podemos encontrarlos en informes del gobierno, informes de organizaciones, estudios realizados por estudiantes, o en tesis de doctorado y maestría. También pueden provenir de un artículo científico o de recursos en internet.
Hemos explorado durante 25 años, siempre en busca de cualquier dato útil que pudiéramos encontrar. El objetivo principal de Sea Around Us es detener las voces que dicen “no tenemos suficientes datos para hacer el tipo de gestión que necesitamos en las pesquerías”.
Aunque no hay fondos para enviar personas a recopilar los datos en campo, hay maneras de obtener información e inferir cómo están las cosas. Lo que se necesita es mirar la tendencia. No necesitas el número exacto. El punto es mirar si la pesquería está disminuyendo o aumentando. Cuánto disminuye no es la pregunta, la pregunta es si está disminuyendo.
Poner todos esos datos en el formato necesario para la base de datos con la que podemos trabajar para extraer información y hacerla disponible a través de nuestro sitio web, es mucho trabajo.
Todo esto es realizado por un ejército de científicos que sienten que este tipo de información debería estar disponible. El conocimiento es poder y nosotros tratamos de empoderar a cualquier persona que desee hacer algo por las pesquerías de su país.
—¿Cuál es el estado de la información sobre las pesquerías en Belice?
—Belice es un tema difícil. La gente dice que no hay datos, pero hay una larga lista de estudios. Miles de artículos científicos se han publicado sobre biología marina en ese país. Específicamente para Belice, recopilamos cerca de 800 publicaciones científicas que pusimos disponibles en una base de datos en el 2010. Fue un paquete que entregamos al gobierno de Belice y a la Universidad de Belice.
Fue muy poderoso porque podías obtener un artículo en una versión PDF incluso si se publicó en la década de 1980. La pregunta es, ¿usaron los datos? Porque aún siguen diciendo que no los hay. Lo que hicimos fue extraer los datos de esos artículos y los pusimos en FishBase, en SeaLifeBase y en Sea Around Us. Recientemente, como parte del proyecto Pesquerías de Belice, acumulamos más de 400 nuevos artículos, además de esos 800 que tienen datos del país. Con esa información pudimos reconstruir las pesquerías de conchas y langostas.
—¿Cuál es el estado actual de las pesquerías en Belice?
Nuestro análisis muestra que específicamente las poblaciones de langostas se agotarán en 2027. Cuando la temporada se abrió el año pasado, en el 2023, ya no había langostas. Los pescadores no obtuvieron tantas como querían.
Aparentemente ya está sucediendo también con las poblaciones de conchas, que pensamos que estarían un poco menos afectadas que las langostas. Ya no hay más conchas y la temporada aún está abierta. Lo que mostramos en nuestro análisis de tendencias ya está sucediendo. Lo triste es que el gobierno de Belice no cree que nuestra ciencia sea correcta. El gobierno de Belice está ignorando el trabajo que hacemos.
—¿Cuáles son las recomendaciones de los científicos para el gobierno de Belice?
—Recomendamos que se reduzca el número de licencias que se otorgan anualmente. También que se imponga un límite de captura y que se revisen todas las regulaciones que dependen de la biología de las especies, porque esas regulaciones se establecieron en la década de 1970, cuando había grandes poblaciones de conchas y langostas. El año pasado se emitieron 4 000 licencias. Eso significa que tienes 4 000 pescadores en áreas que podrían mantener quizás sólo a 500 pescadores. Tienen que reducir ese número. Eso es lo más inmediato que pueden hacer.
—¿Cuáles son las problemáticas que enfrentan los ecosistemas de los que dependen las especies para la pesca en Belice?
—La degradación de los hábitats. Hemos visto que las islas de manglares están siendo convertidas en lugares turísticos e incluso han sido destruidas. Hay cruceros grandes que van a las islas, a los destinos turísticos, que están dragando el arrecife de coral y sofocando los manglares en esas áreas, matando todo lo que vive en ellos. Es triste. Es como si nos estuviéramos disparando en el pie, lastimándonos a nosotros mismos.
—¿Qué espera usted para el futuro de las pesquerías en Belice?
—Hay esperanza si todos se unen. Tienen que hacer su trabajo, hacer su parte. Hay mucho a favor de Belice. Es un paraíso, mantengámoslo como tal.
Imagen principal: María Lourdes “Deng” Palomares, gerente de investigación del proyecto Sea Around Us. Foto: Anna Luna
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