- Los pescadores de esta comunidad, ubicada en la costa noreste de Ecuador, se han puesto un objetivo: proteger la Reserva Marina Puerto Cabuyal-Punta San Clemente, un hábitat vital para la biodiversidad y para su propia supervivencia.
- Junto con científicos y organizaciones no gubernamentales, los pescadores han identificado la importancia de contar con esta reserva que es hábitat de diversas especies de tiburones.
- La diversidad marina de la zona y la pesca artesanal están en riesgo debido a la pesca industrial.
Son las dos de la mañana y en medio del Océano Pacífico, en la provincia de Manabí, Ecuador, Jimmy Itriago, un pescador descendiente de las culturas precolombinas Jama-Coaque y Manteña, navega desde su comuna ancestral hacia los puntos de observación de tiburones martillo en la Reserva Marina de Puerto Cabuyal y Punta de San Clemente. El viaje le toma aproximadamente una hora.
Las olas del mar bravo chocan con la cubierta de su lancha y el viento la hace tambalear. Esta vez, el pescador no va con sus redes. En medio del cruce de corrientes marinas, su labor consiste en ubicar tiburones martillo (Sphyrna lewini) y anotar cada uno de los ejemplares que encuentra en su camino. “Hay que tener suerte para verlos”, señala Itriago. Desde hace tres años, él hace este trabajo voluntario cinco días a la semana porque, dice, es necesario saber qué se está perdiendo para poder protegerlo.
Jimmy Itriago vive en Puerto Cabuyal, comunidad costera de ascendencia indígena, con aproximadamente 150 habitantes, y ubicada en la costa noroeste de Ecuador, en la provincia de Manabí. La comunidad está dentro del corredor Tumbes-Chocó-Magdalena, una región reconocida por científicos y organizaciones no gubernamentales por su alta biodiversidad. Y es por ello que Puerto Cabuyal ha sido denominada como “Territorio de Vida” por el Consorcio TICCA, una asociación internacional sin fines de lucro que se dedica a apoyar a los pueblos indígenas y a las comunidades locales que gobiernan y conservan sus tierras, aguas y territorios.
En 2019, Jimmy Itriago y otros pescadores de su comuna participaron como apoyo en las investigaciones realizadas en el marco del proyecto “Baby Shark”, que se centraba en la búsqueda de tiburones martillo a lo largo del perfil costero. En el desarrollo de la investigación descubrieron que en la zona también se encuentran otras especies, desde tiburones tigre (Galeocerdo cuvier) y tortugas marinas (Chelonioidea) hasta ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) y tiburones ballena (Rhincodon typus).
Fueron los comuneros y pescadores de Puerto Cabuyal, así como de los sectores de canoa, Bahía de Caráquez y San Vicente, quienes advirtieron la riqueza y diversidad que debían proteger. “La protección de las especies emblemáticas y la gestión sostenible de la pesca artesanal se convirtieron en prioridades. Así nació la iniciativa de crear una nueva área protegida, liderada por los propios pescadores de Puerto Cabuyal”, explica Kevin Reyes, biólogo marino, hijo de un pescador, y ex guardaparque de la Reserva Marina Puerto Cabuyal y Punta de San Clemente, en Ecuador.
Para Reyes, esta área protegida es mucho más que un espacio natural para conservar, también es un lugar para educar a la comunidad sobre la importancia de la biodiversidad. “La biodiversidad es el indicador de fondos marinos saludables”, afirma en entrevista para Mongabay Latam. “Esto significa que hay una gran variedad de especies, lo que a su vez significa que hay recursos pesqueros para la zona”.
La iniciativa de crear la reserva contó con el apoyo de organizaciones como Ocean Blue Tree, Migramar (una red de científicos dedicada a la investigación y conservación de especies marinas migratorias en la región del Pacífico), Conservación Internacional Ecuador y el Ministerio de Ambiente.
La creación de una reserva marina
La recopilación y sistematización de datos que inició en 2019 sentó las bases para establecer la Reserva Marina Puerto Cabuyal-Punta San Clemente en 2021. Esta reserva abarca 130 427 hectáreas, desde Punta Ballena, en el cantón Jama, hasta Punta San Clemente, en el cantón Sucre. Su objetivo es proteger los ecosistemas marinos de la zona, amenazados por la pesca industrial, y garantizar la seguridad alimentaria de la comunidad.
Investigadores de Migramar, pescadores artesanales de Puerto Cabuyal, sector Canoa, pescadores de la ciudad de Bahía de Caráquez y San Vicente, con el apoyo de la fundación Ocean Blue Tree y Conservación Internacional Ecuador, documentaron la gran biodiversidad que hay en la zona y determinaron que la reserva es un hábitat de crianza para los tiburones martillo, además de tener un alto valor ecológico para otras especies.
En la actualidad, la comunidad colabora con Ocean Blue Tree en el monitoreo y la zonificación de especies. Además, trabajan en los puntos de desembarque para concientizar sobre la captura incidental; su enfoque se centra en educar a las aldeas pesqueras para reducir la cantidad de pesca y garantizar la sostenibilidad. “Cuando el tiburón cae vivo en nuestras redes, las aflojamos. Estamos tratando de proteger la reserva de tiburones, hay que cuidar las especies porque se están acabando”, comenta Jimmy Itriago mientras muestra su planilla de anotaciones sobre tiburones.
Felipe Gangotena, nacido en Quito pero residente de la comunidad desde hace 20 años y quien actualmente apoya la escuela comunitaria de Puerto Cabuyal, cuenta que la playa del puerto es una de las pocas en Ecuador que aún no ha sido intervenida de manera significativa. “Aquí el estilo de vida de la gente se ha caracterizado por su convivencia respetuosa con la naturaleza. Esta vocación de uso sostenible y conservación siempre ha estado presente en la comunidad, no sólo en la playa o el mar sino también en sus bosques”, señala.
Las amenazas a la reserva
Aunque el proyecto de la Reserva Marina de Puerto Cabuyal y Punta de San Clemente cuenta con aproximadamente cinco investigadores y el apoyo técnico de algunas organizaciones y entes gubernamentales, sigue teniendo pocos recursos. De acuerdo con Kevin Reyes, quien trabajó por un par de años en la zona, la reserva debería tener un personal idóneo de, al menos, 30 guardaparques, sobre todo porque “en todo el perfil costero de Ecuador, la pesca industrial es una gran problemática” comenta.
“Hay mucha competencia y amenaza, tenemos barcos ecuatorianos de Manta y Guayaquil, además de los camaroneros. Son barcos de aquí mismo de la zona, hay mucha plata y poder en el mar”, comenta Jimmy Itriago.
La Ley de Pesca de Ecuador establece que las aguas ubicadas desde las mareas más bajas hasta las ocho millas náuticas corresponden al sector artesanal, mientras que desde las ocho millas hacia afuera corresponden al sector industrial. A pesar de las controversias y discusiones alrededor de este tema, la pesca ilegal e industrial sigue siendo una de las amenazas principales de la región. “La creación de esta zona protegida implica también el levantamiento de un mapa de amenazas para contribuir con las entidades encargadas de la vigilancia, como la Armada del Ecuador y el Instituto Nacional de Pesca”, explica Reyes.
Para María Solorzano, habitante de Puerto Cabuyal, la protección de su alimento siempre ha sido el Norte: “Cuándo acá se hace veda, se respeta”, explica. “Los grandes barcos están luchando, dicen que quieren entrar o estar cerca de la reserva marina. Pero no los vamos a dejar, no vamos a permitir que eso suceda porque ese es nuestro alimento. Todo lo que es pescado pequeño se reproduce dentro de las millas. Eso sería alterar la cadena alimenticia. Y desde hace cuatro años más o menos, la pesca artesanal está siendo dura”, dice.
Desde 2007, Ecuador ha prohibido la pesca de tiburones, permitiendo únicamente la pesca incidental, que se caracteriza por tener límites difusos impuestos por las autoridades ecuatorianas. Y una muestra de ello es lo que Mongabay Latam publicó en enero de 2024, sobre el decomisó de casi una tonelada de aletas de tiburones ecuatorianos en Chiclayo, Perú.
En 2023, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) advirtió sobre una posible suspensión del comercio de tiburones y rayas provenientes de Ecuador si no se garantizaba la sostenibilidad en el comercio de tiburones. Esto no se cumplió y como resultado, el país fue sancionado por Cites desde el 11 de marzo de 2024. Una de las razones es que no existe un límite o porcentaje máximo que pueda ser considerado pesca incidental en el país. Así, debido a ese vacío, miles de tiburones seguían siendo capturados y comercializados. A raíz de esto, ahora Ecuador figura en la lista de países que no pueden comercializar alguna de las 12 especies de tiburones y rayas protegidas por Cites.
Una reserva para proteger la biodiversidad y la pesca artesanal
Para proteger la biodiversidad de la reserva, Cristian Soledispa, ingeniero de ecoturismo y Máster en Gestión Ambiental y actual responsable de la Reserva Marina Puerto Cabuyal y Punta San Clemente trabaja con las comunidades locales en la creación de un plan de manejo sostenible que les permita conseguir más apoyo. Este incluye capacitaciones sobre cómo extraer los recursos de manera sostenible y sobre la importancia de proteger las especies protegidas. Además de fomentar la liberación de tiburones vivos, el proyecto enseña técnicas y métodos de resucitación y liberación.
“A menudo, los pescadores nos comentan que los tiburones capturados salen moribundos y no pueden liberarlos. Por ello, hemos comenzado a instruirlos en técnicas para reanimar a los tiburones y poder liberarlos, siempre enfocándonos en la importancia de conservar estas especies”, explica el también guardaparque en Isla Corazón y Fragatas. En lugar de imponer prohibiciones, para el proyecto es fundamental que los pescadores artesanales comprendan la relevancia de defender la reserva marina. “Aunque ciertas áreas, como las zonas de alimentación o reproducción, están restringidas, más del 80 % del Área Protegida permanece disponible para la pesca, siempre y cuando se respeten las medidas de conservación y se seleccione cuidadosamente qué especies capturar y cómo hacerlo para garantizar su continuidad a lo largo del tiempo”, continúa.
Octavio Valencia, quien nació y se crió en la costa hace más de 60 años y fue presidente de la comuna de Puerto Cabuyal durante casi 11 años, afirma que la pesca tradicional se encuentra en un punto de quiebre. Esta crisis, según Valencia, se debe a varios factores, entre los que se encuentran las grandes empresas camaroneras, la inseguridad y los efectos del cambio climático.
“Antes, teníamos langostas, camarones, pargos y todo tipo de pescado. Pero ahora, aunque me lleve diferentes redes y anzuelos, ya no vale nada. El camarón, por ejemplo, se podía vender a cinco o seis dólares, pero ahora solo está a un dólar y medio. La economía está muy inestable y la seguridad también”, relata.
Desde hace aproximadamente cuatro años, la pesca artesanal ha sido escasa para los pescadores. Indican que antes podían pescar de 20 a 40 libras en un día, pero hoy una salida puede significar sólo cinco libras. “Para garantizar el futuro de la pesca artesanal, también tenemos que proteger nuestros logros, como la reserva”, señala Jimmy Itriago.
“Sabemos que es muy difícil intentar defender nuestro alimento de todos estos problemas, pero aún creemos en el actuar bueno de la gente”, dice esperanzado.
A pesar de todas las dificultades, la comunidad de Puerto Cabuyal sigue adelante con la reserva marina, el objetivo que ahora tienen es colocar al menos diez marcas satelitales en tiburones juveniles para confirmar con datos las visitas de ejemplares que viajan desde Galápagos. Además, esperan renovar los convenios con las ONG colaboradoras que les apoyan económicamente y con personal.
La lucha de la comuna
Para Kevin Reyes, ex guardaparque de la zona, una de las metas es continuar identificando qué tipos de especies se encuentran en este sector, dada la gran diversidad que incluye no solo tiburones sino también otras especies migratorias como rayas, ballenas jorobadas y, especialmente, tortugas marinas. Para ello, uno de sus objetivos es contar con una embarcación dedicada sólo a los trabajos de control y monitoreo en la reserva marina.
“Hemos establecido nuevas relaciones con la Capitanía de Puerto para mejorar el control marino, es decir, para poder detectar todas las amenazas en la zona, incluyendo la pesca ilegal y el avance de la pesca industrial en el sector”, dice Reyes.
Felipe Gangotena, uno de los principales activistas ambientales en Puerto Cabuyal , señala que generar conciencia sobre el valor ecológico de la playa es importante y para ello han desarrollado talleres y charlas en la escuela de la comunidad. Desde 2019, han participado activamente en el Área de Conservación y Uso Sostenible (ACUS) de San Vicente, una iniciativa que promueve la gestión sostenible de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad.
“Muchas zonas costeras del mundo están bajo presión por la expansión de la industria camaronera, el crecimiento urbano, la contaminación de plástico. En Puerto Cabuyal también estamos experimentando esta presión. Por eso hemos organizado eventos para educar a la comunidad sobre la importancia de proteger nuestros ecosistemas”, comenta.
Uno de los principales objetivos de la comunidad es fortalecer la regulación y control comunitario de su territorio y de la reserva marina incentivando a las nuevas generaciones. Para eso, desde hace más de una década, Gangotena lleva a cabo un proyecto de anidación de tortugas, que con los años ha ido creciendo. “En 2019, ya contábamos con profesores de la escuela como voluntarios y pudimos hacer un registro sistemático. Hoy los niños forman brigadas con los más jóvenes y salen a ver dónde están las pequeñas tortugas marinas, las vigilan a veces de día y de noche y cuidan su nacimiento”, cuenta.
Además de estas actividades, los más jóvenes también desarrollaron un plan de limpieza de la playa. “Uno de los hijos de Jimmy Itriago está definiendo senderos de los bosques del puerto, quiere incentivar el ecoturismo y generar valor a nuestros bosques”, continúa.
Para la comuna de Puerto Cabuyal, la protección de los ecosistemas no sólo representa un valor ambiental incalculable de acuerdo con sus creencias, sino también los únicos recursos que garantizan su sobrevivencia. “Hay que tener paciencia en el trabajo. Estar listos pa’ lo bueno y pa’ lo malo, en el mar o en la tierra. Necesitamos nadar y sembrar para seguir sobreviviendo. Pero, ¿qué nos queda si lo acaban todo, incluso a nosotros mismos?”, dice María Solorzano.