- Un estudio de la Fundación Malpelo evidenció concentraciones de mercurio total por encima del límite permitido en estos animales.
- Este metal tóxico genera problemas en la reproducción de tiburones que están catalogados En Peligro y En Peligro Crítico por la sobrepesca y el tráfico.
- La mayoría de las especies en las que se encontró mercurio está dentro de la lista de tiburones considerados como recurso pesquero, luego de un cambio en la regulación colombiana en 2024, lo que permite el consumo de su carne en comunidades costeras.
Imaginar a un tiburón es pensar en grandeza y poder. Estos animales son los depredadores por excelencia de los océanos, una suerte de dueños de los mares. Pero su agudo instinto de caza y habilidad para capturar a sus presas también los condena a exponerse a la contaminación. Al estar en la cima de la cadena alimenticia marina pueden ingerir grandes cantidades de mercurio que se han acumulado en peces más pequeños.
Esto no sólo amenaza la reproducción de algunos tiburones catalogados En Peligro Crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), sino que también puede afectar, a través de la pesca incidental y el tráfico, a la salud de las personas que consumen su carne.
Así lo comprobó un grupo de investigadores de la Fundación Malpelo que identificó a siete especies de tiburones amenazadas por la contaminación del mercurio total (THg) que llega desde zonas mineras auríferas hasta la costa pacífica colombiana.
Estos tiburones se mueven por el Corredor del Pacífico Tropical, un área marina protegida, compartida entre Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá. Luego de ser capturados de forma ilegal o incidental, terminan en el puerto de Buenaventura, el más grande de la costa colombiana, donde son consumidos por algunos habitantes como parte de su tradición o se trafican a mercados internacionales, sobre todo asiáticos, en los que se venden como delicatessen.

Depredadores pero vulnerables
¿Cómo llega el mercurio hasta los tiburones? La investigadora Sandra Bessudo, fundadora y directora de la Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos, explica a Mongabay Latam que este metal es liberado en el ambiente luego de ser empleado por mineros informales e ilegales para separar el oro de los sedimentos. A través del agua de lluvia, los ríos y la escorrentía, el mercurio llega al océano. Una vez en el mar, se convierte en metilmercurio y se acumula en los organismos marinos, afectando toda la cadena alimenticia.
El grupo de Planeación y Manejo de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN) asegura que el río Patía y otros afluentes son las vías principales de entrada de mercurio a los ecosistemas marinos en la costa pacífica colombiana.
“Cuando el mercurio llega al río y luego al mar, las especies se alimentan de eso. Luego llegan otras que se alimentan de estos peces y así sucesivamente el mercurio se queda en la cadena trófica de los diferentes consumidores”, explica Bessudo a Mongabay Latam.

Efectivamente, el envenenamiento por mercurio de especies que viven en el agua y su entorno se ha vuelto cada vez más recurrente en la región. De acuerdo con el estudio del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés), la minería ilegal aurífera en Colombia afecta principalmente a las regiones del Chocó y la Amazonía, desde donde el mercurio migra hacía el océano.
Según el estudio de la Fundación Malpelo, Colombia es el tercer país que emite más mercurio total al ambiente después de China e Indonesia.
Al ser depredadores tope, los tiburones ven incrementada su vulnerabilidad. No sólo porque ingieren los peces pequeños contaminados por el mercurio, sino también por un fenómeno llamado biomagnificación.

“Es el proceso por el cual las concentraciones de una sustancia tóxica, como el mercurio, aumentan mientras se transfieren a través de los diferentes niveles tróficos en una red alimentaria. A medida que los organismos en los niveles inferiores, como el plancton o los peces pequeños, son consumidos por depredadores más grandes como los tiburones, la cantidad de mercurio se acumula”, sostiene la científica marina, quien además es buzo profesional.
Los tiburones se exponen a un mayor peligro porque la biomagnificación amplifica las concentraciones de este metal tóxico a medida que sube en la cadena alimenticia, explica César Delgado, coordinador del grupo de Planeación y Manejo de PNN.
Los investigadores de la Fundación Malpelo recolectaron un total de 175 muestras de dos tipos de tejidos de tiburón —130 de aletas y 45 de músculo— incautados en el puerto de Buenaventura entre 2009 y 2013.
Las siete especies consideradas en el estudio por su vulnerabilidad y mayor frecuencia de pesca fueron el tiburón cazón del Pacífico (Carcharhinus cerdale); el tiburón mamón pardo (Mustelus henlei); el tiburón mamón aletadorado (Mustelus lunulatus); el tiburón coronado (Sphyrna corona); el tiburón cabeza de pala (Sphyrna tiburo); el tiburón martillo (Sphyrna lewini) y el tiburón zorro pelágico (Alopias pelagicus).

Estas dos últimas especies destacan por los altos niveles de contaminación de mercurio que presentan en sus cuerpos, además de estar amenazadas por la excesiva caza a la que están expuestas, explica Sandra Bessudo.
El tiburón zorro (A. pelagicus) es una especie altamente migratoria que se encuentra en la categoría En Peligro, según la UICN. Mientras que el tiburón martillo (S. lewini) está catalogado En Peligro Crítico, sobre todo, por la práctica conocida como aleteo, que consiste en consiste en capturar a un gran número de tiburones, cortar sus aletas dorsales y laterales, y luego arrojar el resto del animal al mar.
Las concentraciones de mercurio total (THg) de estos dos tiburones superan el límite permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Las otras cinco especies que participaron del estudio también contienen algún nivel de mercurio.
Reproducción en peligro
La ingesta del mercurio a través de los peces no es lo único que afecta a los tiburones. Otro impacto negativo para su supervivencia es que algunas de estas especies utilizan los manglares del corredor del Pacífico Tropical como área de crianza para brindar protección a sus crías. Lamentablemente, estos ecosistemas también están afectados por el mercurio.

“Esta contaminación costera también afecta a los tiburones adultos durante el período de gestación, pues se ha reportado que las hembras son capaces de realizar procesos de excreción transfiriendo parte de su THg (mercurio total) bioacumulado a sus embriones”, explica el estudio.
Al estar tan expuestas a metales pesados, las madres transfieren parte del mercurio que está en su cuerpo a sus fetos, lo que perjudica su desarrollo y puede ocasionar abortos. Bessudo afirma que esto genera problemas para conservar las especies vulnerables, como el tiburón zorro y el tiburón martillo, que tienen largos períodos de gestación y la frecuencia de reproducción es baja.
No sólo madres y crías sufren impactos asociados a este metal. En el océano Pacífico colombiano se ha detectado gran actividad de pesca de tiburones adultos y neonatos de la especie S. lewini, sobre todo en las costas de la isla Malpelo y del Parque Nacional Natural Sanquianga.
En ese contexto, los tiburones jóvenes estratégicamente se van hacia las zonas costeras para separarse de los adultos y mejorar su supervivencia, refugiarse de la depredación y acceder a más presas. Sin embargo, estas áreas, que generalmente se encuentran en estuarios y ecosistemas de manglares, son también las más afectadas en Colombia por la contaminación.
“La contaminación por mercurio puede alterar la fisiología, el comportamiento y la reproducción de los tiburones y otras especies marinas, amenazando su supervivencia y el equilibrio ecológico en ecosistemas sensibles como arrecifes coralinos y aguas profundas”, explican desde Parques Nacionales Naturales de Colombia.

De los tiburones a los seres humanos
La cadena de contaminación por mercurio no termina en los tiburones. Además de la degradación de su hábitat, la sobrepesca y la captura incidental, los tiburones están expuestos al aleteo, una práctica que es considerada la principal causa de la disminución de la población de estos animales en todo el mundo.
El aleteo consiste en pescar tiburones, cortarles las aletas y devolver el resto del cuerpo al océano. Pese a que es ilegal en muchos países, continúa practicándose a gran escala y se estima que entre 26 millones y 73 millones de tiburones se comercializan anualmente en todo el mundo.
Los investigadores de Malpelo afirman que esto se debe al alto precio y demanda de los tiburones en mercados asiáticos, particularmente en Hong Kong, donde un kilo de aleta cuesta 42 dólares y una sopa de aleta de tiburón se vende entre 250 y 1800 dólares.
Pese a que desde 2013 el corte de aletas de estos animales está prohibido en Colombia, la actividad continúa ilegalmente, poniendo en alto riesgo a las poblaciones de tiburones.
Según detalla la investigación, entre 2005 y 2017 se capturaron alrededor de 317 974 kilos de carne de tiburón en Colombia. Cuando las personas consumen esta carne o la de otros organismos envenenados con mercurio, su sistema nervioso comienza a ser afectado a medida que aumenta la concentración del metal en el cuerpo.

“El consumo de peces y productos marinos contaminados con mercurio es una de las principales vías de exposición humana. En comunidades costeras que dependen de la pesca, esto puede llevar a problemas de salud graves, como daños neurológicos, especialmente en niños y mujeres embarazadas”, advierten desde Parques Nacionales Naturales de Colombia.
Pese a estos alarmante datos, la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) de Colombia emitió una resolución que permite que 11 especies de tiburones y 4 de rayas marinas sean consideradas recursos pesqueros susceptibles de ser aprovechadas cuando su captura provenga de la pesca incidental. Dentro de esa lista están seis de las siete especies de tiburones en las que la Fundación Malpelo halló mercurio.
Esta medida causó gran controversia en el país durante 2024 debido a que revierte un decreto presidencial emitido en 2021, durante el gobierno de Iván Duque, mediante el cual se excluía a todas las especies de tiburones, rayas y quimeras de la lista de recursos pesqueros y los declaraba recursos hidrobiológicos, por tanto, no podían ser capturadas.

Mongabay Latam se contactó con la Aunap para conocer su postura respecto a este hallazgo que evidencia la presencia de mercurio total en los tiburones que pueden ser consumidos por la población costera. Hasta el cierre de edición de este reportaje no obtuvo respuesta.
El coordinador del doctorado en Toxicología Ambiental de la Universidad de Cartagena, Jesús Olivero-Verbel, explicó previamente en un reportaje de Mongabay Latam el peligro que representa para las personas estar expuestas a metales pesados como el mercurio. “Los humanos estamos en la parte alta de la cadena alimenticia y, por tanto, el impacto de la toxicidad del mercurio lo recibimos nosotros. Prueba de ello son los estudios de los niveles de mercurio en comunidades indígenas de la Amazonía cuya principal fuente de alimentación es el pescado”, afirmó.
El estudio de Malpelo evidenció que los grupos más vulnerables son los niños y las mujeres embarazadas, ya que el THg puede dañar el desarrollo cerebral del feto.
“Los niños consumen de tres a cuatro veces más alimentos en proporción a su tamaño corporal que los adultos y, por lo tanto, ingieren mayores cantidades de sustancias químicas por unidad de masa corporal”, indica la investigación. En el caso de los adultos, el mercurio puede causar problemas neurológicos, afectar la memoria, el movimiento muscular y otros órganos vitales.
Al conocer los datos que evidencian la contaminación de mercurio en los tiburones que son aptos para consumir, Evangelista Aragón, pescador artesanal y agricultor del puerto Buenaventura, manifestó su preocupación y frustración frente a la imposibilidad de tomar medidas más drásticas, como dejar de comer esta carne. “Nos preocupa sobremanera. Pero si estamos en nuestro hábitat, ¿qué hacemos? Estamos en nuestro medio y nosotros no podemos detenernos y disminuir nuestra seguridad alimentaria”, sostiene.
Aragón, quien además es parte del Consejo Comunitario de la Cuenca del Río Mayorquín, relata a Mongabay Latam que no tenía conocimiento acerca de la contaminación de los tiburones en la zona. Sin embargo, tampoco se sorprendió debido a que el envenenamiento por mercurio se ha vuelto “común” a raíz de la minería de oro.

Un futuro incierto
Teniendo en cuenta los hallazgos del estudio, los investigadores emitieron una serie de recomendaciones ante esta problemática ambiental y sanitaria en Colombia.
Como primer punto, no se aconseja el consumo de carne del tiburón martillo y del tiburón zorro, luego de evidenciar que son las especies más contaminadas en la costa colombiana y superan los límites de THg permitidos.
Bessudo hace hincapié en que la ingesta de los derivados de tiburón, que se comercializan en las zonas costeras, debe ser regulada especialmente en los niños, debido a las amenazas que implica.
También señala que la confirmación de las concentraciones de mercurio en tejidos de tiburones podría utilizarse como estrategia de conservación para reducir su demanda internacional y la sobrepesca nacional haciendo campañas de concientización.
Los resultados de la investigación evidencian que las zonas costeras concentran la mayor captura de tiburones, lo que estaría afectando el crecimiento de las poblaciones juveniles. Específicamente, A. pelagicus y S. lewini son los tiburones más explotados en la costa del Pacífico colombiano, por lo que los investigadores sugieren no capturarlos para frenar la amenaza de las especies y así disminuir las probabilidades de contaminación con mercurio en las personas.
César Delgado, de Parques Nacionales Naturales de Colombia, señala que el mercurio no se limita a áreas locales, ya que se moviliza a través de corrientes oceánicas y atmosféricas. “Esto convierte la contaminación en un problema transfronterizo que requiere colaboración internacional”, indica.
“Un papel fundamental del Estado es poder hacer el control para que las comunidades no tengan esta afectación tan sentida y no se rompa una dinámica de vida de la naturaleza”, sostiene el líder comunitario Evangelista Aragón.
Aragón hace énfasis en el papel que debe cumplir el Estado colombiano para garantizar la supervivencia de las comunidades que viven en la costa y están siendo afectadas. “Se deberían hacer controles para esta práctica inadecuada que afecta a toda una forma de vida de las comunidades. Es una responsabilidad del Estado poder garantizar la seguridad alimentaria”, asegura.
Imagen destacada: Tiburón zorro pelágico. Foto: Oceana