Los esfuerzos de Panamá para ganar soporte financiero para bosques en pie, se enturbia por la oposición indígena
(Este artículo fue producido por las “iniciativas de reportajes especiales” (SRI por sus siglas en inglés) de Mongabay.org, y puede ser republicado en su sitio Web, o en su revista, o periódico, bajo estos términos.)
¿Por qué una tribu en Panamá rechaza el pago por sus bosques ricos en carbono?
No hay una palabra o una frase en la lengua Kuna para “comercio de bonos de carbono”, y mucho menos para algo tan complejo como REDD+. La “reducción de emisiones de deforestación y degradación” – REED+, es el esquema de mitigación de cambio climático apoyado por la ONU, que depende del comercio de bonos de dióxido de carbono con los paisajes boscosos para financiar programas de conservación de bosques. A pesar de eso, desde el 2008 los Kuna vienen escuchando mucho acerca de él y haciendo referencia a el frecuentemente en sus conversaciones privadas.
“Tienen algo que ver con el valor de nuestros bosques para la gente que no es Kuna”, me dijo un joven recientemente, tratando de explicar REDD+. “Solo se que no estoy de acuerdo con eso.”
Una mayoría de la población indígena Kuna recide en menos de 40 de las 365 islas que conforman el archipiélago de San Blas en el Occidente de Panamá, un área conocida como Kuna Yala, o “tierra de los Kuna”. Ellos dependen de la pesca, de agricultura de subsistencia – incluyendo cultivos de banano, coco y caña de azúcar – y ecoturismo para su supervivencia. En tierra firme, los Kuna también tienen derechos sobre una gran área de bosque costero maduro, que han manejado de forma sostenible y comunitaria por cientos de años.
Al amanecer, nubes y niebla empiezan a despejar algunas de las montañas cubiertas de árboles en el bosque de tiera firme en Kuna Yala. Los indígenas Kuna de Panamá han manejado sus bosques de forma comunitaria y lso han utilizado de forma sostenible durante muchos cientos de años, y hoy poseen algunos de los bosques mejor conservados en toda Centroamérica. Foto por Roberto (Oso) Guerra.
Aunque no se trata necesariamente de territorios vírgenes en el sentido de ser bosques que no han sido tocados por el hombre – y se pude argumentar que quedan muy pocos de esos bosques en el planeta – es un ecosistema rico que ha prosperado durante cientos de años bajo el cuidado de los Kuna. Por esta razón, es de gran valor para ellos, tan grande que ellos no le pueden asignar un va.
Esta es la forma en que REDD+ trabajará en Panamá: Un paquete multibillonario de conservación financiado por el Banco Mundial, junto con países ricos como Noruega, Estados Unidos y el Reino Unido, apartarían bosques tropicales que absorben dióxido de carbono en países en desarrollo, de forma que se reduzca la emisión de gases de efecto invernadero. Mientras estos bosques permanezcan en pié, los primeros 12 millones de dólares del compromiso pasarían de los fondos REDD+ al gobierno panameño. Pero antes de que esto pueda pasar, el gobierno necesita asegurar la aprobación y participación de las poblaciones indígenas que biven en esas áreas forestales.
El prospecto de tener que dejar sin tocar una parte de sus bosques es difícil de adoptar para los Kuna, especialmente por la soberanía de su comunidad, tan duramente obtenida.
En septiembre de 2009, el ambientalista Kuna Onel Masardule (al centro) se reunión con los ancianos en el poblado de la isla de Malatupu para discutir la iniciativa REDD+. Durante las deliberaciones sobre la propuesta, se desarrollaron talleres para educar a la comunidad de Kuna Yala sobre los aspectos potencialmente positivos y negativos de REDD+. Los Kuna finalmente votaron en contra de la propuesta en junio de 2013. Foto por Roberto (Oso) Guerra.
“Los Kuna sienten que muchas instituciones, Organizaciones sin ánimo de lucro y gobiernos están aprovechándose de ellos” dijo Heraclio Herrera, un biólogo Kuna que ha ayudado a educar a las comunidades de las islas sobre el programa REDD y el mercado de carbono. “Estamos abiertos a recibir ayuda, pero queremos que los demás respeten los bosques porque no pertenecen a nosotros, ellos pertenecen a nuestro creador”.
Benoît Bosquet, coordinador del Fondo Coorpeativo para el Carbono de los Bosques (FCPF), fue encomendado para ayudar a las naciones a prepararse para el programa. Después de la reunión inicial en Berlín, Bosquet visitó Kuna Yala para realizar talleres informativos sobre los beneficios de REDD+. Pero se encontró a si mismo teniendo que explicar todo lo que no era el programa.
“No van a perder sus tierras, eso no es lo que una institución como el Banco Mundial tiene en mente”, dijo él dirigiéndose a los temores de los Kuna sobre la pérdida de la tenencia de sus tierras bajo el programa de mitigación del cambio climático. “Nadie será forzado a participar”.
Entre 2008 y 2013, se mantuvieron unba serie de reuniones entre Kuna Yala y un número de diferentes jugadores – ONG´s internacionales interesadas en un “Si”, pequeñas organizaciones no lucrativas que dudaron del programa REDD+, y por supuesto, el Banco Mundial. La agencia invirtío $250.000 dólares para tratar de atraer a los Kuna y otras comunidades indígenas panameñas.
Una de las densamente pobladas islas de Kuna Yala, vista desde el aire, y más atrás, el bosque sagrado Kuna, uno de los mejor conservados de Centroamérica. Situadas a lo largo de la costa Suroccidental, las islas de los Kuna son frecuentemente inundadas debido a fuertes tormentas y al aumento de los niveles del mar, forzando a los Kuna a considerar la reubicación de comunidades enteras, en tierra firme. Foto por Roberto (Oso) Guerra.
El Congreso General Kuna, la máxima autoridad de la comunidad, pospuso su voto sobre el programa REDD+ más de tres veces. Las dudas giraban alrededor de unas pocas preguntas básicas: ¿Quién asignó a los Kuna la propiedad de los bonos de Carbono? ¿Dónde iría a terminar los bonos de carbono (su valor en efectivo)?, y quizás lo más importante ¿Por qué los Kuna necesitarían incentivos para evitar la deforestación cuando habían, de hecho, conservado sus bosques tan bien sin ayuda externa?
““Algunas de nuestras preguntas iniciales sobre el programa REDD+ permanecían sin responder” dijo el vocero del Congreso General, Bolivar López en 2009, mientras el liderazgo indígena aún luchaba para llegar a una decisión final.
En junio de 2013, el Congreso General finalmente, y de forma enfática, votó No. La decisión hizo que los Kuna fueran uno de los primeros grupos indígenas en el mundo no solo en rechazar el programa REDD+, sino efectivamente, en quedar por fuera del programa y de su promesa de dinero en efectivo.
Mientras tanto, la entidad coordinadora de los pueblos indígenas de Panamá (COONAPIP) ha acusado públicamente al gobierno panameño y a las agencias de la ONU que dan soporte al programa REDD+, de no consultar adecuadamente a los grupos indígenas durante su toma de decisiones, y de no ofrecer suficiente apoyo financiero. Un reporte preliminar de las naciones unidas sobre el programa REDD+, basado en una investigación independiente ha confirmado hasta el momento las quejas de COONAPPIP.
Un anciano Kuna navega entre cabañas con techo de hojas a lo largo del borde de la isla de Ustupu, a su regreso en su canoa con cubos de tierra de su parcela en el bosque de tierra firme. Con partes de la isla rápidamente erosionándose debido a las inundaciones y al aumento del nivel del mar, muchas familias usan tierra para mantenerse sobre el agua. Foto por Roberto (Oso) Guerra.
“El diálogo ha fallado, tanto de forma institucional como personal, y aparentemente no hay confianza en la buena fé de las parte involucradas” dice el reporte.
Después de muchas negociaciones, el COONAPIP accedió en diciembre de 2013 a seguir trabajando con el Ministerio de Ambiente de Panamá y con el programa REDD+ de la ONU. A pesar de ello, a ún no es claro si las acusaciones hechas al programa REDD+ en Panamá puedan ser resueltas en el largo plazo, o si descarrilarán el programa en otras partes. [Nota 1]
La decisión de los Kuna fue definitiva. Y desde su voto negativo la comunidad ha emergido como un modelo local de conservación “de abajo hacia arriba”.
Esta primavera, los ancianos de la isla Ustupú mantuvieron una conferencia para líderes indígenas de todo el mundo, sobre lo que ellos llamaron “soluciones falsas” al cambio climático, haciendo un llamado, en su lugar, a soluciones tradicionales indígenas de sostenibilidad.
El bosque Kuna de tierra firme, tal y como se veía desde el aire en julio de 2014. Foto por Roberto (Oso) Guerra.
Nota 1: El texto originalemnte decía “Todavía no está claro, sin embargo, si las acusaciones que el programa REDD+ enfrenta en Panamá podrían descarrilar el programa en otros lugares del país o incluso en todo el mundo”, pero fue aclarado por el autor después del comentario de un lector.
(Este artículo fue producido por las “iniciativas de reportajes especiales” (SRI por sus siglas en inglés) de Mongabay.org, y puede ser republicado en su sitio Web, o en su revista, o periódico, bajo estos términos.)