- Son cada vez más comunes los bosques secundarios, en particular en los trópicos, donde los bosques antiguos a menudo se talan para darle lugar a la agricultura.
- Una investigación reciente muestra que, sin la administración adecuada de las prácticas agrícolas, los bosques secundarios que se regeneran en las tierras de cultivo de la Amazonia brasileña se vuelven menos resistentes y saludables con el paso del tiempo.
- La creciente población humana ejerce en los trópicos una presión cada vez mayor para producir suficiente alimento. Las tierras de labranza tropicales deberán ser administradas cuidadosamente para asegurar una productividad a largo plazo.
Mira. Mira alrededor. Presta atención a los bosques de tu comunidad. La posibilidad está. Son bosques secundarios, bosques que se regeneran después de importantes perturbaciones. Estos bosques se vuelven más comunes con el paso del tiempo, en especial en los trópicos, donde los bosques antiguos son talados para dar lugar a la agricultura. Una investigación reciente muestra que, sin la administración adecuada de las prácticas agrícolas, los bosques secundarios que se regeneran en las tierras de cultivo de la Amazonía brasileña se vuelven menos resistentes y saludables con el tiempo.
De acuerdo con la autora de la investigación, Catarina Jakovac —ecologista forestal de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos—, más del 21 % de las áreas deforestadas de la Amazonía en 2007 se regeneraron y convirtieron en bosques secundarios, lo que hace que este tipo de bosque sea importante en la función del ecosistema amazónico. Con una superficie que abarca 150 000 km2, la mayoría de estos bosques pertenece a actividades agrícolas a pequeña escala.
La práctica agrícola a pequeña escala más común en esta región es la itinerante —o la de corta y quema—. El sistema es cíclico: un agricultor corta y quema una parcela de bosque, la labra, luego la deja en barbecho y continúa con otra parcela. La duración del ciclo varía, con lotes dejados en barbecho entre dos y quince años antes de ser cortados y quemados de nuevo. Mientras tanto, los árboles dominan, por lo general uno o dos años después, la tierra en barbecho y se convierten en bosques secundarios jóvenes.
“Los bosques secundarios podrían desempeñar un papel importante en la conexión de los restos forestales, en la protección del suelo contra la erosión y de las masas de agua contra la sedimentación y en el suministro de productos para la gente”, dijo Jakovac a mongabay.com. Hasta ahora, sin embargo, no está claro cómo las prácticas de gestión como la agricultura itinerante afectan con el tiempo a los bosques secundarios, y las presiones solo crecen.
Hace poco, el crecimiento de la población en los trópicos y los factores socioeconómicos relacionados han llevado a la agricultura al límite. Los agricultores están usando la tierra más intensamente que nunca en un esfuerzo por aumentar la producción agrícola. En la agricultura itinerante tropical, los períodos de barbecho están disminuyendo, generalmente de dos a siete años.
Para el estudio, publicado en la Journal of Ecology, Jakovac y tres colegas investigaron cómo estos ciclos de barbecho acortados afectan la resistencia de los bosques secundarios jóvenes que crecen durante estos períodos. Para eso, los investigadores analizaron treinta y ocho bosques, todos ellos de alrededor de cinco años, de cinco comunidades de cultivo de mandioca a lo largo del río Tefé y sus tributarios. Los investigadores estudiaron cómo las diversas duraciones de los ciclos de barbecho, las propiedades del suelo y la proximidad de los bosques antiguos afectaron la capacidad de los bosques secundarios de regenerarse.
Los investigadores encontraron que los períodos de barbecho acortados provocaron una clara disminución en la capacidad de los bosques secundarios de regenerarse luego de cinco años. Después de un uso cada vez más intenso, las tierras en barbecho “se vieron dominadas por bosques secundarios jóvenes y por bosques secundarios pobres en especies y de crecimiento lento”, comentó Jakovac.
Esto quedó demostrado por el dominio creciente de las plantas que rebrotaron sobre las plantas que deben crecer a partir de la semilla, dado que a las plantas rebrotadas les va mejor después de alteraciones importantes. De acuerdo con el artículo, esta transición de un tipo de planta a otro puede hasta alterar de manera permanente la forma en que se regeneran los bosques. Con el tiempo y una administración intensa, los bosques podrían llegar a parecerse a un pastizal.
La calidad del suelo no afectó a la recuperación del bosque secundario. Sin embargo, con respecto a las tierras sometidas a períodos cortos de barbecho, los investigadores sí encontraron que el suelo tenía más arena y un pH en aumento debido a la creciente erosión y a las quemas cíclicas.
También hallaron que los bosques secundarios que se encontraban cerca de un bosque antiguo, en particular grandes extensiones de este, tenían un follaje más denso y plantas más variadas que sus homólogos más lejanos, lo que indica una más rápida recuperación después de la etapa agrícola. Jakovac dijo que esto acentúa la necesidad de considerar los bosques secundarios en cuanto a las estrategias de administración de las tierras. “Es necesario, por lo tanto, planificar áreas más resistentes para garantizar la presencia de corredores y de parcelas forestales dentro del paisaje rural y no solo alrededor de este”, comentó.
Con el tiempo, la propia práctica destinada a incrementar la producción agrícola con el sistema itinerante —con períodos de barbecho en disminución— puede en realidad dificultar la producción, ya que la biomasa total en barbecho se reduce, lo que limita los nutrientes del suelo disponibles para los cultivos, y la demanda laboral para el desmalezado aumenta debido al mayor predominio de plantas que brotan y crecen rápidamente.
Dado que la población mundial proyectada para el 2050 es de 9100 millones y que esta ejerce cada vez más presión en las regiones tropicales para producir suficiente alimento, las tierras de labranza tropicales deberán ser manejadas cuidadosamente para asegurar la productividad a largo plazo. El artículo dice que las nuevas prácticas de administración pueden incluir plantar cultivos de crecimiento rápido y excluir las plantas resistentes que brotan para acelerar la recuperación de los bosques secundarios.
Además de lo valiosos que son para el ecosistema mayor, los bosques secundarios también proveen recursos variados para la población local, desde madera hasta frutas y verduras. En cambio, según el artículo, la disminución de la resistencia de dichos bosques conducirá, con el tiempo, al agotamiento de estos recursos esenciales. De acuerdo con Jakovac y colegas, la mejora de las prácticas de gestión puede incluir recursos de los bosques secundarios que se exploten de manera más intensa para reducir la presión sobre los bosques antiguos y la agricultura.
Que los bosques secundarios puedan albergar vida con la misma capacidad que los bosques antiguos puede quedar como tema de debate, pero Jakovac cree que todos los bosques se crearon de manera distinta. Varios procesos fundamentales, como la conservación de mamíferos emblemáticos grandes —por ejemplo, el yaguar— y el mantenimiento de los procesos biogeoquímicos —como el ciclo de los nutrientes—, requieren franjas forestales grandes y continuas para funcionar de manera adecuada. “Ni las parcelas de bosques secundarios ni los fragmentos forestales pueden hacer este trabajo”, comentó Jakovac.
Una parcela de tierra que forma parte de un sistema de corta y quema y que está cultivada en la actualidad con diversos tipos convenientes de frutas y verduras. Foto: Catarina Jakovac