- Un equipo internacional de biólogos ha estudiado el impacto sobre la biodiversidad en el pasado y en la actualidad de las 191 presas que existen en el Amazonas, además del potencial impacto de las 246 presas que se planean hacer o están en construcción.
- Los investigadores identificaron interacciones negativas entre la construcción de la presa, la minería, la agricultura industrial, el comercio y el transporte, el cambio climático y la migración humana, cosa que podría afectar gravemente a la biodiversidad y a los servicios de los ecosistemas.
- Están en peligro sobre todo las especies acuáticas y terrestres que dependen de las partes del río con más corriente para vivir, porque tales lugares son los más buscados para los proyectos hidráulicos.
- Entre las soluciones para mejorar la protección de la biodiversidad está modificar las grandes presas y otros grandes proyectos de infraestructuras para que sean presas más pequeñas; tener más cuidado con el emplazamiento de proyectos hidráulicos; más proyectos eólicos y solares; y un proceso de planificación más riguroso que considere detenidamente los costes medioambientales, indígenas, sociales y financieros.
Un estudio reciente advierte que el aumento del desarrollo hidráulico en la Amazonía pone a numerosas especies en peligro de extinción y pone en riesgo hábitats únicos.
Según un equipo internacional de biólogos, los hábitats de los delfines rosados, las nutrias gigantes, las tortugas, los peces, las aves y los monos se verán alterados por las presas hidroeléctricas. Probablemente algunas especies desaparezcan por completo. El equipo comprobó el impacto relacionado con las 191 presas amazónicas que existen, además de las 246 presas que se planean construir o están en construcción.
Más aun, los investigadores identificaron una red de interacciones negativas entre la construcción de la presa, la minería, el cambio climático, la migración humana y la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas. Es un ejemplo de cómo el impacto puede escalonarse de varias formas devastadoras.
En términos medioambientales, el estudio informa que el impacto de las presas más obvio y directo se encuentra en el flujo y el suministro de agua. Los nutrientes que fluyen río abajo desde los Andes se ven interrumpidos por las presas. Los depósitos y patrones de flujo que crean y controlan las presas modifican los pulsos de inundación, que constituyen una parte crucial del ciclo vital de muchas especies. Se pierde la complejidad del hábitat. Especies como los delfines rosados se aíslan en los tramos del río entre los desarrollos hidráulicos, lo que deja subgrupos de poblaciones más pequeñas vulnerables a disminuir.
Se cortan las rutas de los peces que migran por los cauces de los ríos. Incluyendo la migración en masa expuesta recientemente de los peces gato jóvenes que nadan 370 kilómetros (230 millas) y pesan menos de medio gramo (una fracción de onza). El Amazonas tiene la mayor diversidad de peces de agua dulce de todo el mundo con más de 2500 especies, la mayoría endémicas. La investigación halló que muchas especies están en peligro de extinción directo debido a la construcción de presas.
La pérdida de un hábitat fluvial único
No solo están en peligro las especies acuáticas. La biodiversidad amazónica surge en parte de la riqueza de hábitat que forma la región, como por ejemplo islas, bosques de várzea (con inundaciones estacionales) y afloramientos rocosos. Hay hábitats importantes para peces y plantas acuáticas, pero también para especies terrestres como primates, aves y murciélagos.
«Los ríos, o partes de los ríos, con corriente rápida que fluyen por pendientes pronunciadas son más la excepción que la regla en las llanuras amazónicas», explica Carlos Peres, coautor del estudio de la Universidad de East Anglia, en Reino Unido. «Estos ríos son más típicos del Escudo Guayanés y el Brasileño (al norte y al sur del río Amazonas, respectivamente) que son geológicamente arcaicos; y se asocian a canales fluviales más estables y a menudo rocosos en una escala de tiempo evolutiva». Por tanto, las biotas acuáticas y las terrestres relacionadas con estos hábitats más bien únicos, tan codiciados por la industrial hidráulica, son seguramente endémicas en una cuenca fluvial determinada.
«Quién sale perdiendo más, en este caso, entre las especies que corren el riesgo de extinguirse mundialmente, son las microendémicas que se encuentran solamente en los mismos segmentos rápidos [del río] que prefieren los constructores de presas», contó el líder del estudio, Alexander Lees, a Mongabay.
«Las especies de las islas fluviales también están en peligro de inundación, sobre todo por el Río Madeira, que alberga una serie de especies de aves restringidas a esa región», dice Lees, de la Universidad Cornell, en EE.UU.
Otras aves en peligro son el batará gris negruzco, que tiene varias subespecies restringidas a la zona de las islas y el bosque de várzeas que «se expone a perder una importante proporción de su cobertura global», cuenta Lees, además del hormiguero del Branco en peligro de extinción, el cual «se ve amenazado por las presas planificadas por todo el Río Branco».
Las devastadoras consecuencias no se limitarán al Amazonas, sino que resonarán por toda Norteamérica. Se pueden perder hábitats de importantes aves de costa migratorias que pasan el verano en el norte y el invierno en el Amazonas.
Relación entre la energía hidráulica, la minería y la industria agraria
El estudio también señaló ideas erróneas comunes acerca del desarrollo hidráulico, que se ha promocionado como una fuente de electricidad verde a la población rural y urbana de Brasil. La energía hidráulica amazónica no es en absoluto ecológica. Los embalses inundan el bosque y la vegetación, y el suelo bajo el agua emanan grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero. Además, el mercado nacional no es el que más se aprovecha de la electricidad que generan las presas.
Según cuenta Philip Fearnside, coautor del estudio, a Mongabay: «La industria es la mayor beneficiaria. Solamente el 22 % de la electricidad de Brasil es para consumo nacional».
Christian Poirier, director de programa en Amazon Watch, que no estuvo implicado en el estudio, profundiza en el tema: «Está claro que la fuerza impulsora tras el desarrollo hidráulico en el Amazonas es el voraz apetito energético de la industria minera, en vez de las necesidades de los hogares corrientes».
«Presas como la de Belo Monte reservan un 30 % de su energía para la industria minera, mientras que el proyecto del Complejo Tapajós de Brasil está diseñado para alimentar los procesos de fundición y extracción de bauxita de la región».
«La presión para construir grandes presas en regiones de Amazonas remotas y ricas en minerales, donde la transmisión de energía a los centros urbanos resulta exorbitantemente cara e ineficiente, puede entenderse mejor como un apoyo financiero públicamente subvencionado a los intereses de la derrochadora y corrupta industria minera y agraria del país», concluye. En Brasil, un escándalo de corrupción en curso ha envuelto a algunos de los personajes clave del sector hidráulico y con ello ha avivado el escepticismo de los auténticos benefactores del auge en la construcción de presas.
El estudio concluye con que la expansión hidráulica tan subvencionada facilitará cubrir las fuertes necesidades energéticas de las compañías privadas que buscan sacar provecho de la extracción de bauxita, níquel, cobre y oro, pero las relaciones entre los diferentes sectores comerciales no acaban aquí. En el río Xingú, la presa de Belo Monte, polémica y encargada hace poco, conllevará una disminución de un 80 % de la corriente en un tramo del río de 100 kilómetros (62 millas), conocido como Big Bend (“la Gran Curva”). Una empresa canadiense espera explotar el lecho del río que se ha expuesto recientemente. Según el estudio, ha adquirido un permiso de explotación de una mina de oro de 1305 kilómetros cuadrados (504 millas cuadradas).
Las presas y las minas también comparten un gran impacto sinérgico, aunque indirecto: la afluencia de trabajadores y el posterior desempleo cuando se completen los proyectos llevan a una mayor deforestación y degradación del hábitat mediante la caza y la tala ilegal.
Las presas también fomentan la rápida expansión de la industria agrícola, así como el comercio, lo cual son más malas noticias para la selva, sobre todo en partes de la cuenca del Amazonas que antes estaban aisladas. «Además de las presas en la cuenca del río Tapajós en Brasil y en Bolivia las presas del río Madeira de Brasil, se planean construir canales para transportar semillas de soja», cuenta Fearnside del Instituto Nacional de Investigación del Amazonas. «Estos planes tienen grandes consecuencias para la deforestación y se alejan del actual sistema de permisos para presas en Brasil. Aparte de que es necesario fortalecer el sistema de permisos, resulta más importante mejorar el sistema de toma de decisiones».
Todos estos daños se ven agravados por los estragos que causan las presas a las comunidades fluviales que se desplazan por su culpa. La construcción de la presa de Belo Monte ha tenido un efecto tan perjudicial para los indígenas que el gobierno y las empresas que la han construido han sido acusados de etnocidio.
Alternativas a las presas
¿Qué se puede hacer? Algunos piden la completa detención del desarrollo hidráulico y la adopción de fuentes de energía alternativas. «El inadmisible impacto socioambiental provocado por los proyectos de las presas en el Amazonas en el presente y en el pasado debe llevar a los legisladores a establecer una suspensión inmediata de los futuros grandes proyectos hidráulicos por toda la cuenca», dice Poirier.
Hay numerosas fuentes de energía alternativas y también proporcionarían más seguridad energética que las presas, las cuales tienden a disminuir en capacidad generadora con el habitual cambio climático y las situaciones de deforestación Brasil tiene un potencial tremendo para energía eólica y solar», afirma Fearnside. «El país tiene una costa larga con viento constante. Algunos estudios han demostrado que varias torres del litoral construidas en la plataforma continental podrían abastecer de electricidad a todo Brasil».
No parece que se vayan a desarrollar estas alternativas en un futuro próximo. «Es obvio que el gobierno brasileño prefiere la energía hidráulica», continúa Fearnside. «En enero de 2016 la presidenta prohibió la inclusión de cualquier financiación para “energías renovables no hidráulicas” en el plan de desarrollo de los próximos cinco años».
Según Poirier, otra opción para proteger la biodiversidad es trabajar dentro del sistema existente. «La modernización de las redes eléctricas tan derrochadoras reduciría en gran medida la demanda y prescindiría de los últimos ríos libres del Amazonas». Si el gobierno sigue construyendo presas, entonces «los planificadores energéticos deberían también respetar los derechos de los indígenas y deberían hablar detenidamente con los pueblos tradicionales y escucharles antes de concebir cualquier presa que pueda afectar a su tierra, cultura y sustento».
El estudio concluye con que también se debería tener más en cuenta la localización de nuevas presas amazónicas, llevando a cabo una evaluación en toda la cuenca de los costos y los beneficios, medioambientales, sociales y financieros, antes de cualquier desarrollo. «Se han recolectado grandes cantidades de datos sobre biodiversidad mediante estudios de evaluación de impactos, pero no se ha traducido en evaluaciones detalladas de riesgo de extinción para especies de un hábitat limitado ni tampoco en ejercicios de compensación efectivos para equilibrar las ganancias económicas con la erosión de los servicios de los ecosistemas y la biodiversidad», cuenta Lee.
Hay esperanza de progresar en la protección de la biodiversidad con una propuesta de Ley de licencias medioambientales que abordaría algunos de estos conflictos, pero «con la actual agitación en el Congreso brasileño, es difícil que la nueva ley se apruebe en 2016», asegura Mauricio Schneider, coautor de un estudio y asesor legislativo de la Cámara de Diputados de Brasil. Sin embargo, esa esperanza se ve temperada por una propuesta de modificación constitucional que avanza rápidamente por la legislación nacional. Esto desmantelaría el actual requisito de Brasil de tener un largo proceso de aprobación de permisos medioambientales para proyectos de grandes infraestructuras financiadas federalmente. Esta acción probablemente pretende conseguir una tramitación rápida para la construcción de presas en el Amazonas.
Paradójicamente, los retos a los que se enfrenta Brasil puede que sirvan para que el Amazonas gane algo de tiempo. «A menudo Brasil ha elegido soluciones energéticas caras y subvencionadas a gran escala, en vez de sistemas distribuidos o programas de eficiencia energética», cuenta Schneider. «Los contratiempos económicos, el chanchullo relacionado con la presa de Belo Monte y las mayores empresas de construcción haciendo frente a graves acusaciones en los tribunales… dificultarán las nuevas plantas hidráulicas», afirma. «Puede que haya algún lado bueno en tanto mal».
Por tanto el futuro de la biodiversidad es incierto, pero existe la oportunidad de tomar cartas en el asunto para asegurar un futuro más positivo para el Amazonas. La gente y la vida silvestre dependen de ello.
«El futuro de los ecosistemas amazónicos y de la urbanización destructiva como la construcción de presas no está escrito en piedra», cuenta Fearnside. «Depende de las elecciones de la sociedad de cada país amazónico. Los intereses de estas sociedades servirían bien si repensaran las políticas que fomentan más presas».
Citas:
Lees, A.C., Peres, C.A., Fearnside, P.M., Schneider, M., and Zuanon, J.A.S. (2016). Hydropower and the future of Amazonian biodiversity. Biodiversity Conservation 25: 451-466 DOI 10.1007/s10531-016-1072-3