“La prescripción, que es adquirir mediante un juicio de pertenencia un predio, solo se puede hacer sobre tierras privadas que hayan sido abandonadas por sus dueños. Como el territorio colombiano se ha ido ocupando progresivamente sobre los baldíos, los derechos de propiedad han surgido de manera irregular. Se ha producido un mercado ilegal de tierras que llamamos ‘la compra de mejoras’ y se ha producido una titulación informal e ilegal mediante esos juicios de pertenencia en los juzgados civiles”, explica Reyes.
El experto anota que la costumbre de los comerciantes ha sido comprar los derechos informales de ocupación a los campesinos por precios muy baratos. Con el manojo de billetes que reciben, los colonos se van a conquistar más adentro del territorio. Y es así como expanden esa frontera y se disminuyen los terrenos de la nación.
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¿Cómo se “legalizan” esos predios?
Está claro que la mayoría de colonos no tienen la tierra formalizada, pero aun así, la venden informalmente con una “carta-venta”. Ese documento no tiene un valor legal, pero le sirve al comerciante para cuando quiera legalizar la tierra. Reyes explica cómo lo hacen:
- Con la ‘carta-venta’ el comerciante acude ante un juez y solicita un juicio de pertenencia. En ese proceso le exigirán un par de testigos y si demuestra que tenía posesión de la tierra desde hace más de cinco años, se convierte en el dueño.
- Surtido ese proceso, lleva el fallo del juzgado a una notaría para hacer la escritura.
- Por último, entrega la escritura en una oficina de registro y queda legalizada como propiedad.
“Así es como los baldíos dejan de ser baldíos y la Nación los va perdiendo”, manifiesta Reyes y agrega que uno de los problemas de la tierra en Colombia es que el 60 % de los campesinos no tiene títulos.
Mongabay Latam conoció un documento de la Superintendencia de Notariado donde se especifica la cantidad de hectáreas, por departamento, que habrían sido adquiridas mediante estos juicios de pertenencia. En total, son más de 672 000 hectáreas que ya fueron “legalizadas” gracias a jueces, pero que presuntamente son baldíos que le pertenecen a la nación.
El superintendente de Notariado, Jairo Alonso Mesa, asegura que uno de los graves problemas de la Ley de Reforma Agraria (160 de 1994) es que, aunque se refiere puntualmente a la acumulación de baldíos, no brinda un mecanismo rápido y expedito para atacarla.
“Solo da como opción la nulidad por parte de los jueces. Y cuando se llega a pedir este procedimiento, lo primero que le dicen a la Agencia Nacional de Tierras (ANT) es que ya el predio pasó —por ejemplo— por cinco manos, así que no hay mucho que reclamar. Y si el campesino que la vendió no está reclamando, pues menos se van a preocupar. La ANT ha interpuesto demandas, pero ninguna ha prosperado”, dijo Mesa.
Justamente, al nuevo Congreso de la República le quedará la tarea de tramitar el proyecto de ley que modificará la Ley 160 de 1994 y que, para muchos, legalizaría a quienes acumularon tierras baldías años atrás, especialmente los que adueñaron de más de una Unidad Agrícola Familiar (UAF), que es la medida de la tierra con la que el Estado cree que los campesinos pueden vivir dignamente y su tamaño depende de cada región, ─así como en el departamento de Cundinamarca puede tener un tamaño de solo 10 hectáreas, en la Altillanura puede superar las 2000 hectáreas─.
“Uno esperaría que se declare la ilegalidad de esas posesiones y el Estado recupere esos predios de grandes actores económicos que han acumulado tierra. Y también se espera que, en relación con campesinos que no han ocupado más de una UAF, se les pueda titular en el marco del compromiso que asumió el Estado en el Acuerdo de Paz”, manifiesta Irina Junieles de Dejusticia, quien también recalca que tal vez la meta más ambiciosa del Acuerdo de Paz que se firmó con las FARC es adjudicar tres millones de hectáreas a campesinos y legalizar siete millones más.
La tarea no será fácil. El superintendente Mesa reconoce que recuperar un baldío es un trabajo duro que requiere, entre otras cosas, mucha voluntad política. La Superintendencia de Notariado tiene, hasta el momento, un registro de siete departamentos donde actualmente habría una evidente acumulación de los baldíos. Mongabay Latam conoció que se trata de 762 807 hectáreas acumuladas en los departamentos de Norte de Santander, Antioquia, Meta, Caquetá, Casanare, Cesar y Vichada.
“Es necesario resaltar que, de acuerdo con la Ley 160, nadie puede tener más de una UAF proveniente de baldíos, pues eso es considerado acumulación. Y es ilegal”, aclara el funcionario.
Mesa considera que, mientras el país no tenga un ordenamiento social de la propiedad y no se sepa a ciencia cierta para qué está diseñada cada región y cuál es el tamaño de cada Unidad Agrícola Familiar, no se va a resolver el problema de la acumulación. Por su lado, el investigador Alejandro Reyes cree que es indispensable que Colombia tenga un catastro multipropósito, que sería un sistema de información con los datos actualizados de la tierra.
La pelea por la tierra está ocasionando situaciones complejas para la sociedad y para el medioambiente. Un ejemplo de esto es la Amazonía, donde la frontera agrícola se expande cada vez más, mientras los territorios ocupados por bosques se reducen de manera acelerada. A esa región, a la que no llegó el Estado a hacer presencia tras la firma del Acuerdo de Paz, están llegando colonizadores con el objetivo de apropiarse de la tierra. Esta región está siendo invadida por grupos al margen de ley que han encontrado en este territorio un lugar perfecto para instaurar mercados ilícitos.
“En la Amazonía están tumbando los territorios baldíos, para luego buscar que se les formalice la tierra. Esto ya tiene que parar. Se deben empezar a delimitar muy bien las zonas de protección, para que aquellas personas que tumben el monte con el objetivo de legalizarlo, no lo logren. A esas tierras se les debería abrir folio de matrícula, como se hace con los Parques Naturales. El problema es que esto requiere de mucha autoridad”, enfatiza el superintendente.
Por ahora, Carmelo Márquez tiene claro que no volverá a huir. Se encuentra liderando una demanda que exige un proceso de reparación colectiva a seis comunidades de Ovejas y Carmen de Bolívar (Villacolombia, Medellín, El Palmar, Coquera, San Francisco y Borrachera). Sueña con que todos los campesinos en los Montes de María puedan vivir dignamente. Sueña con que todos se empoderen y decidan no huir más. Quiere seguir dedicado a la agricultura, sembrando yuca, ñame y maíz; pero en su tierra, en una tierra que realmente le pertenezca.
*Foto de portada: Cormacarena.