- Las maderas preciosas en el Ecuador son extraídas ilegalmente de áreas naturales protegidas como el Parque Yasuní para luego ser ‘lavadas’ en el mercado formal local o enviadas al Perú con el mismo fin.
- Desde el año pasado la especie caoba fue declarada en veda, pero aún falta mucho por mejorar el control de su explotación.
La vida por un árbol. William Angulo no había terminado de cortar un tronco de cedro en Ecuador cuando recibió el impacto de nueve lanzas en su cuerpo. En ese momento sobrevivió al ataque, pero días después murió de una infección en el hospital público en Quito, a 320 kilómetros de la Amazonía donde había sido atacado por un grupo de indígenas en aislamiento voluntario.
Andrés Moreira, su compañero, tuvo mejor suerte y sobrevivió para contar su historia. Ambos habían llegado a ese recóndito lugar de la selva ecuatoriana para extraer madera.
Eran 17 madereros provenientes de distintas ciudades. Durante 18 días se internaron en la zona de Cononaco Chico, a unos 90 kilómetros de Coca, para talar árboles de cedro en Ecuador. Habían sido contratados por un “patrón” y esperaban ganar un jornal diario de 10 dólares. Un trabajo informal que no cubre seguro de vida ni accidentes.
El cedro en Ecuador era extraído de una zona intangible del Parque Nacional Yasuní y cada semana era transportado en cuatro camiones. En su libro, “¡A quién le importan esas vidas!”, la periodista Milagros Aguirre Andrade, denunció el tráfico de madera en una de las áreas naturales más megadiversas del mundo. Once años después de sus primeras denuncias ella evalúa la situación actual: “se ha instalado un puesto de control oficial, pero no se ha apresado ningún maderero en Coca en todo este tiempo”.