- Un equipo de científicos sostiene que deberíamos evaluar la efectividad de las áreas protegidas según los resultados para la biodiversidad, no solo la superficie de tierra u océano que protegen.
Los países deberían concentrarse en los resultados en lugar de las acciones cuando reservan áreas en forma de áreas protegidas y reservas para mantener a raya la pérdida de biodiversidad, según un grupo de científicos.
En la Convención sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas en Aichi, Japón, en 2010, más de 190 países se comprometieron a proteger el 17 por ciento de la superficie de la tierra y el 10 por ciento de los océanos para 2020, junto con otros 19 objetivos destinados a frenar la pérdida mundial de biodiversidad.
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Los investigadores dicen que la Meta Aichi 11, la guía actual para aumentar la proporción del planeta que se protege, se centra en objetivos basados en porcentajes. Eso lleva a conservación de áreas menos críticas y otros “resultados perversos”, dijo Piero Visconti, el autor principal del artículo y ecólogo en el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados en Viena.
“Todo el mundo celebra el hecho de que tenemos casi un 17 por ciento de territorio protegido formalmente”, dijo Visconti. “Excepto que la biodiversidad sigue bajando dentro y fuera de las zonas protegidas”.
Visconti y sus colegas publicaron su artículo el 11 de abril en la revista Science.
El equipo reconoce que los objetivos planteados en las Metas Aichi para la Biodiversidad seguramente impulsaran aumentos en el área de tierra y mar protegidos desde 2010. Pero la Meta Aichi 11 ha llevado a que los países se centren en alcanzar números, no en crear las zonas protegidas que protejan mejor a las especies amenazadas, escriben.
“Tener un porcentaje como objetivo es fácil porque la gente lo puede visualizar y es fácil de comunicar y monitorizar”, dijo Visconti.
En algunos casos, el resultado ha sido que hay “muchas nuevas zonas protegidas establecidas en lugares que son demasiado poco importantes para la biodiversidad”, dicen los autores. Un estudio sugiere que situar los áreas protegidas y reservas donde viven especies amenazadas y con poca representación haría que hubiera 30 veces más especies de plantas y animales amenazados de extinción dentro de los límites de las zonas protegidas delimitadas.
En otros lugares, algunos áreas protegidas y reservas solo están protegidos en la teoría, ya que no cuentan con los recursos suficientes para, por ejemplo, mantener fuera a los cazadores o detener la conversión progresiva de hábitat en tierras de cultivo. Aun así, cada hectárea de esos “parques de papel” cuenta lo mismo a la hora de alcanzar los porcentajes que una hectárea en una reserva en la que las autoridades han invertido en las personas y herramientas necesarias para proteger la biodiversidad.
En las últimas seis décadas, las áreas protegidas designadas han protegido mejor las secciones transversales locales y globales de las comunidades de animales y plantas llamadas “ecorregiones”. No obstante, los autores sostienen que una visión tan amplia no protege necesariamente niveles comparables de diversidad de especies, según una investigación reciente. Centrar los objetivos en estos detalles más precisos fomentará la supervivencia no solo de las propias especies, sino de la variación genética y las funciones ecológicas de las que las redes diversas de vida son responsables, escriben.
Finalmente, escoger quién es responsable de qué partes a la hora de alcanzar un objetivo como la Meta Aichi 11 ha demostrado ser difícil, y como consecuencia, los compromisos con las áreas protegidas nacionales no han llegado a los requisitos establecidos en el objetivo.
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“Necesitamos que todas las naciones sean honestas cuando den cuenta de cuánta tierra y cuánta agua han reservado para la conservación de la biodiversidad”, dijo en unas declaraciones James Watson, ecólogo de la Universidad de Queensland, Australia, y de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre.
Para que los objetivos protejan la diversidad, deben ser ampliables, dicen los autores. Es decir, la proporción de responsabilidad nacional hacia el objetivo debe ser calculable, y la suma de todas las responsabilidades nacionales debería llegar al objetivo global.
Para abordar estos temas, proponen monitorizar los resultados de las zonas protegidas que miden los cambios en la biodiversidad en comparación con los niveles de “referencia” acordados y luego utilizar esas cifras para determinar si funcionan.
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Además, los investigadores afirman que los lugares más importantes deberían ser priorizados para la protección según un estándar universal. En 2016, la UICN publicó unas directrices para definir estas “áreas clave de biodiversidad” que tienen en cuenta variables como si las especies amenazadas en un área específica son irremplazables y si existen en otras partes del mundo.
“Sabemos que las áreas protegidas funcionan”, dijo Watson. “Cuando están bien financiadas, bien dirigidas y bien situadas son extremadamente efectivas para detener las amenazas que causan la pérdida de biodiversidad y asegurar que las especies regresan del borde de la extinción.
“El reto es mejorar la gestión de las áreas protegidas que son más valiosas para la conservación de la naturaleza para garantizar que la protegen”, añadió.
La comunidad de la conservación está planteándose los siguientes pasos para proteger la biodiversidad después del 2020. Centrar los esfuerzos en esos objetivos basados en resultados que son positivos para la biodiversidad, más que en la protección de un área específica de tierra u océano, es lo que de verdad representará un avance para frenar la desaparición de especies, dijo Visconti.
“Si los gobiernos de verdad quieren proteger la biodiversidad, no hay otra alternativa”, dijo.
Lee aquí el artículo original.
John Cannon es redactor de Mongabay staff residente en Medio Oriente. Síguelo en Twitter: @johnccannon
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Referencias
Butchart, S. H., Clarke, M., Smith, R. J., Sykes, R. E., Scharlemann, J. P., Harfoot, M., … & Brooks, T. M. (2015). Shortfalls and solutions for meeting national and global conservation area targets. Conservation Letters, 8(5), 329-337. doi:10.1111/conl.12158
IUCN. (2016). A global standard for the identification of Key Biodiversity Areas, version 1.0.
Venter, O., Fuller, R. A., Segan, D. B., Carwardine, J., Brooks, T., Butchart, S. H., … & Possingham, H. P. (2014). Targeting global protected area expansion for imperiled biodiversity. PLoS biology, 12(6), e1001891. doi:10.1371/journal.pbio.1001891
Visconti, P., Butchart, S. H. M., Brooks, T. M., Langhammer, P. F., Marnewick, D., Vergara, S., … Watson, J. E. M. (2019). Protected area targets post-2020. Science, 364(6436), 12-14. doi:10.1126/science.aav6886
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