- Los datos satelitales muestran que hay regiones de la Amazonía brasileña que presentan graves cambios negativos en la humedad del suelo y en el agua subterránea, lo que implica que, probablemente, este año será más seco que 2019.
- Si bien es poco probable que haya una sequía severa, un año más seco puede aumentar la propagación de incendios forestales y disparar un aumento repentino más temprano de las tasas de deforestación, dicen los expertos.
Enormes áreas de la selva tropical de la Amazonía brasileña están más secas que de costumbre tras una temporada de lluvias cuyo índice de precipitaciones estuvo muy por debajo de los niveles históricos, lo que genera preocupación sobre un aumento repentino y adicional de los incendios forestales y de la deforestación a medida que la estación seca se aproxima.
Los datos de la NASA y del Instituto Nacional para la Investigación Espacial (INPE) de Brasil apuntan a condiciones climáticas agravadas: el suelo está más seco, las temperaturas son más elevadas y hay un agotamiento del agua subterránea. La temporada pico de lluvias, que se extiende entre diciembre y febrero, estuvo entre las 10 peores registradas este año, y se produjeron solo el 75 % de las precipitaciones habituales de la temporada.
El año pasado, los incendios forestales y la deforestación en la Amazonía brasileña alcanzaron los niveles más altos en una década. Sin embargo, la humedad natural de la selva tropical contuvo las llamas luego de varios meses de precipitaciones intensas.
Este año, puede que la selva tropical no tenga tanta suerte.
“Genera mucha preocupación; puede que haya muchos más incendios que los que vimos el año pasado y más temprano en la temporada”, dijo a Mongabay Daniel Nepstad, ecologista forestal y presidente de Earth Innovation Institute, quien ha estudiado la resistencia de la selva tropical a la sequía.
Desde que asumió el cargo en enero de 2019, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha reducido las protecciones medioambientales y ha presionado para cambiar la legislación del país y abrir las reservas indígenas a la minería y a otras actividades de desarrollo que constituyen los motores principales de la destrucción de la Amazonía brasileña.
El gobierno también ha reducido las redadas medioambientales en medio de la pandemia de la COVID-19, lo que ha abierto las puertas al aumento de la deforestación, la minería ilegal y la usurpación de tierras. Como resultado, este año, hasta marzo inclusive, la deforestación aumentó 51 % en comparación con el primer trimestre de 2019, según el INPE. Al parecer, las cifras de deforestación de agosto de 2019 a fines de marzo de 2020 prácticamente duplicaron las del mismo período del año previo.
Los expertos advierten que incorporar un clima más seco a la combinación puede ser letal para la selva, ya que intensificaría su muerte regresiva, lo que permitiría que una mayor parte de selva sana e intacta se incendie en el largo plazo.
Los registros de temperatura muestran que, entre enero y marzo de 2020, la totalidad del bioma de la Amazonía brasileña presenta temperaturas mucho más cálidas que el promedio. Mapa de los Centros Nacionales de Información Ambiental de Estados Unidos.
Niveles bajos de aguas subterráneas
Aunque la previsión del tiempo en la Amazonía brasileña es altamente impredecible, lo que podría revertir posiblemente el déficit actual, los modelos climáticos del Centro para la Previsión del Tiempo e Investigación Climática (CPTEC) de Brasil no indican precipitaciones superiores a las promedio en los próximos meses. “Estamos entrando en una temporada más seca, en la que las lluvias no son [generalmente] tan intensas como para repercutir sobre la potencialidad de incendios y otros factores relacionados con la estación seca”, dijo el climatólogo del CPTEC Diego Jatobá a Mongabay.
La escasez de agua en el suelo inmediatamente después de una temporada de lluvias también apunta a problemas mientras avanza el año, dice Matthew Rodell, hidrólogo y científico de la NASA, que trabaja con los satélites de Seguimiento de Recuperación de la Gravedad y Experimento Climático (Gravity Recovery and Climate Experiment Follow-On o GRACE-FO) de la NASA, controlando los niveles de agua almacenados muy por debajo de la superficie terrestre. Sus datos se usan para predecir las sequías a nivel mundial.
Las imágenes recientes de GRACE-FO de Sudamérica han mostrado áreas extensas de los biomas de la Amazonía brasileña y Cerrado en la intensa zona roja, lo que significa que los niveles de agua se han visto gravemente afectados. “Si vemos precipitaciones de normales a bajas este año, existe la posibilidad de sequía, dijo Rodell a Mongabay en una entrevista telefónica. “Me preocuparía”.
La historia en 1 minuto: Incendios en Brasil vinculados científicamente a la deforestación del 2019. Video: Mongabay Latam.
Sin embargo, para Ane Alencar, jefa del Amazon Environmental Research Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía Brasileña (IPAM) y especialista en incendios forestales en la selva tropical, el aumento de los incendios este año depende mucho más de las decisiones políticas que de las condiciones climáticas, las cuales espera que estén en el intervalo promedio. “Este año, tengo las peores expectativas posibles sobre la deforestación e incendios no controlados inducidos por humanos. En la Amazonía, no existe la combustión espontánea”, le dijo a Mongabay.
En un sistema de El Niño, el evento climático cíclico que produce sequías intensas en la Amazonía es altamente improbable este año, agregó Alencar. “En un año de El Niño, un incendio provocado por el hombre puede convertirse en cientos de ellos. Esto no es a lo que nos enfrentamos este año”.
Un informe técnico del IPAM publicado esta semana también prevé un aumento repentino de los incendios a causa del pico que la deforestación alcanzó en 2019, dado que el modus operandi de los usurpadores de tierras es deforestar un año y, luego, realizar la quema el siguiente, para transformar satisfactoriamente la selva en terreno agrícola y de pastura.
La deforestación provoca condiciones más secas del suelo
Las condiciones más secas del suelo se superponen con las tasas elevadas de deforestación. En el norte del estado de Pará, donde se produjo el 40 % de toda la deforestación de la Amazonía brasileña el año pasado, pueden producirse incendios tempranos, según muestra el mapa.
En la zona que rodea la ciudad de Santarém, que ya tiene las tasas de deforestación más altas de la Amazonía brasileña, los incendios y la limpieza del terreno también pueden incrementarse luego de la pavimentación reciente de la autopista BR-163 que atraviesa la selva tropical de la Amazonía, que Bolsonaro describió en Twitter como “en el centro de la agroindustria”
“Con la pavimentación de la autopista, es posible que haya más especulación sobre el terreno en la región. Y, con menos lluvia, resulta más fácil deforestar porque la maquinaria puede entrar a la selva”, dijo Marcos Heil Costa, uno de los principales científicos climáticos de Brasil e investigador del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas.
Temporadas de lluvia más secas
El secado gradual de la Amazonía ha preocupado a los científicos por décadas, ya que amenaza con iniciar un ciclo de muerte regresiva de la selva que podría empujarla a su punto de inflexión y, así, convertirla en una sabana degradada. En los últimos años, los sucesos meteorológicos extremos, como las sequías y las inundaciones han aumentado y los datos publicados muestran que las estaciones secas son cada vez más prolongadas y severas.
Sin embargo, las cifras respecto de la temporada de lluvias de la Amazonía son nuevas. Conforme a los datos de precipitaciones que el CPTEC compartió con Mongabay, ocho de las 10 temporadas de precipitaciones más secas de la región norte de Brasil registradas desde 1962 ocurrieron después del año 2000. “Hemos observado una tendencia negativa, una señal significativa de la reducción de las precipitaciones con el paso de los años”, dijo Jatobá, científico de CPTEC, a Mongabay.
No obstante, todavía queda algo de esperanza para revertir el escenario actual. Según Nepstad, una parte del sector de la agroindustria ya está tomando algunas medidas para alentar a los agricultores a que planten árboles. “Los agricultores tienen la responsabilidad de plantar 6 millones de hectáreas (14,8 millones de acres) en los próximos 20 años, pero, con frecuencia, no tienen el dinero o los incentivos suficientes para hacerlo. Esto es una parte de la solución”, dijo.
“Tiende a existir una suerte de fatalismo […] pero hay intervenciones administrativas que pueden evitar este escenario horrible de muerte regresiva de la selva”.
*Imagen principal: Vista aérea de una extensa zona quemada en la ciudad de Candeiras do Jamari en el estado de Rondônia. Foto: Victor Moriyama/Greenpeace.
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El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.