- Al sur de México, en la Sierra Norte de Oaxaca, las ocho comunidades zapotecas que integran los Pueblos Mancomunados conservan 13 000 hectáreas de bosque templado.
- Su estrategia de conservación tiene como eje un manejo sustentable del bosque, pero también el desarrollo de un “modelo gerencial”, que les ha permitido desarrollar empresas comunitarias en donde conviven los conocimientos técnicos con la organización indígena.
Caminar de la comunidad de Latuvi a Cuajimoloyas es adentrarse a uno de los bosques templados mejor conservados de México, conocer un poco de la cultura zapoteca y subir montañas que permiten ver las nubes a los pies. Algo habitual para los habitantes de la Sierra Norte de Oaxaca, pero para los foráneos es una aventura que, desde hace relativamente poco, se puede reservar y pagar en línea.
Esta es una de las varias acciones que ha implementado Expediciones Sierra Norte, empresa ecoturística operada por las ocho comunidades zapotecas que son dueñas de estos bosques.
La empresa ecoturística comunitaria ha diseñado toda una gama de actividades para hacer del turismo una alternativa para conservar y aprovechar los bosques de forma sustentable: rutas para ciclismo de montaña, recorridos a caballo, observación de aves, medicina tradicional, agroturismo, tirolesa o descenso en rapel.
La apuesta constante por innovar llevó a que Expediciones Sierra Norte pasara de atender a 20 turistas en 1994 a más de 20 000 en 2018. Actualmente genera más de 120 empleos fijos y eventuales; además de tener convenios con agencias turísticas dentro y fuera de México.
Estos logros toman otra dimensión cuando se considera el verdadero objetivo de esta empresa: dar empleo a los habitantes de las ocho comunidades que integran los Pueblos Mancomunados y crear posibilidades de subsistencia compatibles con la conservación del bosque.
“Lo que más le interesa a los comuneros es la fuente de trabajo”, asegura Faustino Santiago, presidente del Comisariado de Bienes Comunales de los Pueblos Mancomunados, quien aún recuerda cuando la única actividad económica en el territorio era la explotación forestal por parte de una empresa privada que, a principios de la década de los setenta, “se estaba llevando la mejor madera y abriendo muchas brechas” en el bosque.
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Diversificar y cuidar el bosque
Al igual que con Expediciones Sierra Norte, los Pueblos Mancomunados han cultivado otras dos empresas que hoy les permiten generar empleos para su gente: Industria Forestal Pueblos Mancomunados S.P.R. de R.L., que abarca desde el aserrío de la madera hasta la fabricación de muebles, y Envasadora y Empacadora Pueblos Mancomunados, S.S.S., una embotelladora de agua de manantial que suministra a buena parte del mercado en la ciudad de Oaxaca bajo la marca IndaPura, palabra que en zapoteco significa “agua pura”.
Fue a inicios de la década de los noventa cuando los Pueblos Mancomunados echaron a andar estas empresas. En poco menos de tres décadas, sus emprendimientos se han consolidado como un referente empresarial, entre otras razones, por ser capaces de innovar sin abandonar el apego a su contexto comunitario, indígena y natural.
En la actualidad, las empresas de Pueblos Mancomunados les permiten a sus propietarios financiar el cuidado de un territorio de 24 932 hectáreas, de la cuales casi 13 000 son bosques templados en la Sierra Norte de Oaxaca.
De acuerdo con información del World Wildlife Fund, esta sierra alberga al menos 26 especies en peligro de extinción, 5 de flora, 13 de aves y 8 de mamíferos, entre ellos el tigrillo (Leopardus wiedii), la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus), cacomixtles (Bassariscus) y venado cola blanca (Odocoileus virginianus).
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Por su buen desempeño en el manejo forestal, en 1999 las ocho comunidades que integran los Pueblos Mancomunados recibieron el Premio Nacional al Mérito Forestal, el principal en esta materia otorgado por el gobierno mexicano.
Además de sus logros ambientales, el buen manejo de sus empresas comunitarias le ha permitido a los Pueblos Mancomunados atenuar los históricos conflictos que ha implicado ser ocho comunidades habitando un territorio común: un solo núcleo agrario conocido como “el mancomún”, concedido por decreto presidencial el 20 de octubre de 1961.
Los beneficios de las empresas comunales, ya sea por derecho de monte, venta de agua o por utilidades de las empresas, siempre llegan a los 1200 comuneros y forman parte importante de la economía de las 2800 personas que habitan las comunidades que integran los Pueblos Mancomunados: Lachatao, Amatlán, Yavesía, Latuvi, Benito Juárez, Cuajimoloyas, La Nevería y Llano Grande.
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Sustentabilidad comunitaria
La gran diferencia de las empresas de los Pueblos Mancomunados respecto a sus contrapartes en otras comunidades de Oaxaca es que las primeras no replican la estructura de cargos que dictan los usos y costumbres indígenas, sino que toman algunos de sus elementos y los mezclan con herramientas más propias de la administración de empresas.
Esto les permite consolidar un sistema mixto que logra un balance entre el control de los comuneros propietarios y una guía técnica por parte de personal especializado. Su modelo, incluso, ha sido analizado en investigaciones y tesis de maestría, como la realizada por José Antonio López Digueros.
Este híbrido administrativo es conocido como “modelo gerencial”, porque su operación recae en buena medida en un gerente; en el caso de los Pueblos Mancomunados, desde 1994, ese cargo lo ha ocupado Israel Santiago García, contador originario de Latuvi y comunero de su pueblo.
Si bien su puesto concentra poder de decisión, el administrador en todo momento responde a lo que los comuneros propietarios de las empresas dispongan. No puede gastar un solo peso que no esté justificado y explicado ante los comuneros integrados en su máxima autoridad: la asamblea comunitaria.
“Pueden pensar que el gerente carga la chequera y la caja chica en la bolsa, pero eso no pasa”, explica Israel Santiago. “En las estructuras de trabajo que tenemos en Mancomunados la participación activa de un Comisariado de Bienes Comunales es fundamental. Le hemos apostado a los controles y a la transparencia”.
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El modelo gerencial ha permitido encontrar perfiles especializados para necesidades específicas de las empresas comunitarias. Además, quienes ocupan esos puestos pueden permanecer en ellos más allá de ciertos periodos predefinidos, que en el modelo de cargos tradicionales suelen ser de entre uno y tres años, lo que impide a los empleados librar la curva de aprendizaje y acumular experiencia.
El equipo que administra Expediciones Sierra Norte es un ejemplo del modelo gerencial, pues es dirigido por Angelina Martínez, licenciada en Administración de Empresas Turísticas, originaria de la comunidad de Cuajimoloyas. En un sistema de cargos tradicional, la especialización de Angelina hubiera sido omitida por la necesidad de rotar su cargo cada tres años.
Para la investigadora Rosa María Velázquez, doctora en Ciencias en Planificación de Empresas y Desarrollo Regional, y catedrática de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), quien ha estudiado de cerca el éxito de los Pueblos Mancomunados en la industria ecoturística, el carácter híbrido del modelo gerencial es clave del éxito, pues a estas comunidades les ha permitido hacer una “adecuación” a las exigencias del desarrollo económico, pero conservando sus usos y costumbres. Velázquez se refiere a estos cambios como “microinnovación”.
“En ese modelo la empresa pertenece a la comunidad y no la comunidad a la empresa”, explica la profesora Velázquez. “Entonces no es un desarrollo sustentable, sino una sustentabilidad comunitaria”.
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En esto coincide Salvador Anta, consultor para la asociación civil Política y Legislación Ambiental (Polea) y miembro del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), quien ha seguido de cerca el trabajo de los Pueblos Mancomunados durante los últimos 20 años. “Tienen una gran capacidad de innovación, y una de sus claves ha sido su visión empresarial apegada a su comunalidad”, explica.
Además del aserradero, la fábrica de muebles, la empresa ecoturística y la embotelladora de agua, los Pueblos Mancomunados han incursionado también en otros emprendimientos apoyados en sus recursos naturales. Por ejemplo, la recolección y producción de hongos silvestres, que se realiza en las comunidades de Yavesía y Amatlán, y que ha dado pie a la ya tradicional Feria Regional de los Hongos Silvestres, que en 2020 estaría celebrando su edición 20 de no ser por la pandemia de COVID-19.
La comunidad de La Nevería, por su parte, logró comercializar orquídeas y bromelias, a través de distintas estrategias productivas que incluyeron abrirse mercado en la ciudad de Oaxaca.
Además, las comunidades de Yavesía y Benito Juárez, después de un continuo proceso de prueba y error, han logrado poner en marcha proyectos para la cría de trucha que, a su vez, han dado paso a la creación de pequeñas empresas para su venta.
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Trabajo que se valora con resultados
Aunque acumula en su cargo un cuarto de siglo, Israel Santiago no tiene certidumbre en su puesto más allá de un año. Cada febrero debe entregar su informe anual a la asamblea, que decidirá sobre los números si el gerente continúa o no al frente. “Es por asamblea y por resultados, y así es todos los años. No tengo nada asegurado, voy año con año”, explica.
Nada en el camino ha sido fácil para los Pueblos Mancomunados. “Ha sido una vida crítica de desvelos, de sacrificio en la que cada comunero ha puesto su granito de arena”, resalta el comunero Faustino Santiago.
Las dificultades han estado presentes desde el inicio. De hecho el primer emprendimiento de estas comunidades no prosperó. Los Pueblos Mancomunados buscaron realizar aprovechamiento forestal maderable. Sin embargo, tuvieron que detener la corta y venta de madera en rollo en 1995 como consecuencia de una inconformidad de la comunidad de Yavesía, que no accedió a que hiciera aprovechamiento maderable en el bosque más cercano al poblado.
Como resultado, desde ese año el aserradero de los Pueblos Mancomunados opera comprando madera a comunidades aledañas como Ixtlán de Juárez o San Pedro El Alto.
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Otro emprendimiento que quedó en el camino fue un proyecto de extracción de materiales pétreos. “Desafortunadamente hay negocios que requieren mucho mayor profesionalismo y más estrategias de trabajo, por eso tuvieron que cerrar esa empresa”, recuerda Israel Santiago.
El reto más duro que recuerda el gerente de Mancomunados llegó en 2008, cuando por error humano se quemó el aserradero comunitario. Israel pensó que lo iban a correr, pero los comuneros le dieron su respaldo para volver a levantar la planta.
Derivado de su experiencia, el gerente está convencido de que las comunidades forestales de México deben modificar su gobernanza de usos y costumbres de manera que les permita administrar con mejores resultados sus empresas comunitarias. Cada que puede, en foros, encuentros o mesas de trabajo, le recuerda a sus colegas comuneros que las comunidades no nacieron para ser empresas y que por lo tanto sus esquemas de trabajo tienen que cambiar.
“Si tú no eres innovador con las necesidades del mercado, pues te vas quedando atrás. Eso es normalmente lo que le está pasando a los pueblos: no hay un seguimiento. La persona que llega a ocupar un cargo, apenas está aprendiendo y ya lo cambian”, explica Israel.
El ingeniero Jorge León Castaños, director general de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), entiende a la perfección a lo que se refiere el contador Israel cuando habla de la “continuidad por resultados”, ya que como técnico forestal ha sido testigo del trabajo sostenido de los Pueblos Mancomunados desde 1982, cuando se encontraba al frente de la Dirección de Desarrollo Forestal en la extinta Secretaría de Agricultura y Ganadería.
“Desde el punto de vista industrial y de emprendimiento, es un enorme esfuerzo el que hace un grupo campesino, social”, afirma León Castaños. “Para mí es un ejemplo y una referencia de lo que se puede hacer cuando hay consistencia y continuidad, en el sentido de no depender de los cambios de autoridades, sino de dar la oportunidad al gerente que demuestre con desempeño si sigue o no adelante”.
COVID-19, un nuevo desafío
La pandemia por COVID-19 está poniendo a prueba la capacidad de las empresas de los Pueblos Mancomunados para mantenerse a flote ya que, aunque el aserradero, la fábrica de muebles y la embotelladora continúan laborando a una capacidad reducida, la empresa Expediciones Sierra Norte se encuentra prácticamente paralizada, al igual que toda la industria turística en Oaxaca.
Los empleados de la empresa han conservado sus salarios gracias a los fondos de reserva que procuraron los administradores con antelación. Pero ninguna empresa puede soportar esto indefinidamente. El presidente del Comisariado ya contempla convocar a una asamblea, para dar un golpe de timón en Expediciones Sierra Norte: “Tenemos que buscar otra alternativa para que la empresa no cierre. Ya no sería turismo, tal vez tengamos que implementar la producción de hongos; pues vamos a hablarlo”, afirma don Faustino Santiago.
Por lo pronto, el líder comunero celebra la inclusión de 200 de sus paisanos en Sembrando Vida, programa del gobierno federal que otorga a los campesinos recursos mensuales para trabajar sus parcelas, que en las distintas comunidades de los Mancomunados producen papas, berros, hortalizas, duraznos, manzanas, maíz, chícharos, chayote, el frijol, duraznos, ciruelas, peras, nopales y maguey pulquero.
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Este programa gubernamental ha recibido varias críticas de académicos y organizaciones no gubernamentales, quienes resaltan que ha acaparado el presupuesto federal y ha llevado a que se sacrifiquen otras áreas y programas, como aquellos dedicados al cuidado de los bosques y el impulso del manejo forestal comunitario.
Para 2020, por ejemplo, Sembrando Vida cuenta con 28 mil millones de pesos (poco más de 1200 millones de dólares), lo que representa diez veces más el presupuesto de la Conafor.
Para don Faustino solo hay algo claro: “Nosotros no vamos a desmayar”. Y como lo han hecho en otros tiempos, los Pueblos Mancomunados y las comunidades de la Sierra Norte utilizarán su organización y su trabajo “para que no se queden sin comer los comuneros”.
* Imagen principal: En el territorio comunitario de los Pueblos Mancomunados es posible mirar el encuentro entre las nubes y el bosque. Foto: Cortesía Israel Santiago.
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