- Los pescadores artesanales en la costa meridional caribeña de Costa Rica han estado operando en un ámbito jurídico ambiguo desde 2005, cuando el gobierno dio la orden de congelar las licencias de pesca a la espera de un estudio sobre su sostenibilidad.
- Ahora, sin embargo, han vuelto a estar considerados con buenos ojos, gracias a sus esfuerzos para combatir el crecimiento explosivo de una especie invasiva: el pez león.
- El pez león no tiene depredadores naturales en estas aguas, y su proliferación amenaza a las especies comercialmente importantes como el pargo, la langosta y el camarón.
- Hoy en día, las asociaciones de pescadores están trabajando con los reguladores en iniciativas conjuntas para combatir la marea de pez león y recopilar datos de las pesquerías, a cambio de licencias.
PUNTA UVA, Costa Rica.— Cada mañana, justo después del amanecer, Ettel Lattouche y Rafael Hernández, pescadores a pequeña escala, se dirigen a la playa con sus aparejos de pesca para ganarse la vida. Juntos, la pareja se adentra en el océano cerca de Punta Uva, una pequeña ciudad en la costa meridional caribeña de Costa Rica con la esperanza de regresar con alguna captura.
“Pescar es una forma de vida, una manera de vivir”, dijo Hernández, padre de dos hijos.
Pero la pareja opera a la sombra de la ley. En 2005, el gobierno costarricense introdujo regulaciones a la pesca y ordenó al Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA) dejar de emitir licencias de pesca a pequeña escala hasta que finalizará la elaboración de un estudio técnico que permitiera analizar la sostenibilidad de las pesquerías en el país.
Esta orden fue en respuesta a la pesca comercial en el Pacífico, donde los buques a escala industrial, incluidos los ‘arrastreros’ de fondo, estaban muy extendidos. En cambio, la pesca en el sur del Caribe es principalmente artesanal y los pescadores utilizan trampas de madera, cañas de pescar y el buceo libre.
“No vamos a dar licencias si no conocemos cuántos [recursos] tenemos”, dijo Greymer Ramos, el representante del INCOPESCA en la provincia de Limón, que abarca Punta Uva.
Organizaciones locales sin ánimo de lucro dicen que el INCOPESCA carece de la financiación y los barcos necesarios para llevar a cabo los estudios.
Según iban pasando los años, Lattouche y Hernández tuvieron que lidiar con arrestos puntuales, incautaciones de su barco y aparejos por la guardia costera, pues necesitaban sobrevivir. Es decir, buscaron nuevas formas de pescar, a la vez que también trabajaban como guías turísticos para cubrir las necesidades de su familia.
Sin embargo, en 2009, un giro inesperado de los acontecimientos los pondría en el buen camino para obtener licencias oficiales.
Ese año, la pareja y varios otros pequeños pescadores en la zona se percataron de que había un recién llegado: un pez rayado rojo y blanco y con espinas. No se parecía en nada a las especies de peces nativas que conocían de toda la vida.
El pez león (Pterois volitans), que puebla las aguas de los océanos Índico y Pacífico Sur, había entrado al Caribe en la década de los 80 y, finalmente, logrado adaptarse. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, lo más probable es que lo introdujeran los humanos, posiblemente al liberar “peces león no deseados” de acuarios a las aguas costeras, lo que permitió que la especie carnívora se propagase a lo largo del Caribe y el Atlántico. Sin depredadores naturales o competición, el pez león prosperó en el Caribe. Se reproduce todo el año y ha incrementado radicalmente sus números en los últimos 15 años.
“Se considera la peor invasión marina que ha habido en las últimas tres décadas”, dijo Helena Molina Ureña, bióloga marina de la Universidad de Costa Rica. “Su cuerpo está diseñado para comer si hay comida…Come lo que haya, en la cantidad que haya y en la rapidez que pueda”.
El pez león consume más de 50 especies de peces y crustáceos, incluidas especies ecológicamente importantes de las que dependen los pescadores artesanales para sobrevivir. A la vez que la población de peces león aumentaba vertiginosamente, las especies autóctonas de peces comerciales, como el pargo, la langosta y el camarón, disminuyeron.
Los pescadores artesanales no esperaron por el gobierno ni por nadie para responder a esta amenaza. Se pusieron en marcha y empezaron a extraer peces león del océano, para ello utilizaron lanzas, redes y trampas de madera.
En 2011, los pescadores se unieron para empezar la Asociación de Pescadores Artesanales del Caribe Sur (APACS) y enseñar a otros habitantes de la zona a cazar el pez león. También recopilaron datos sobre su trabajo con la esperanza de poder utilizarlo para mostrar a las autoridades que merecían las licencias.
Pronto, investigadores de la Universidad de Costa Rica unieron fuerzas con la APACS para llevar a cabo más estudios sobre el pez león, las langostas y la pesca local, así como para determinar dónde tenía lugar la pesca y con qué aparejos.
“Tenemos un estudio de la masa de langosta [y un censo pesquero] que no existía en el Caribe [entonces]”, dijo José Ugalde, presidente de la APACS. “Ahora sabemos cuántas personas exactamente se dedican a la pesca”.
En 2012, la APACS empezó un torneo anual de pez león para atraer pescadores de caña, buzos, submarinistas y otros para extraer peces león de las aguas caribeñas. También empezaron a promover el consumo local de pez león y ahora tiene un centro de recogida donde compran el pez directamente de los pescadores locales, junto con sus capturas habituales, y lo distribuyen a los restaurantes y los turistas.
A través de sus esfuerzos conjuntos durante la última década, la APACS no solo atrajo la atención del gobierno costarricense, sino que también ganó subvenciones para expandir sus esfuerzos e incluir campañas educativas del Fondo para Pequeños Proyectos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Fundación Interamericana, con sede en Washington, D.C.
“Somos como pescadores ilegales que estamos trabajando por el bienestar del mar y de nosotros mismos en los proyectos que hemos trabajado fuerte por diez años o más de diez años”, dijo Andrés Hernández, pescador que supervisa la base de datos del pez león de la APACS, la primera de este tipo en Costa Rica. “Esperamos poder tener una licencia para que ya podamos estar en regla”.
En 2016, el gobierno estableció la Comisión Nacional para el Manejo y Control del Pez León para consolidar las iniciativas locales en curso para combatir el pez león en el Caribe.
Y, en marzo 2022, el presidente Carlos Alvarado firmó la Ley número 10.155, la cual modifica varios artículos de la Ley de Pesca y Acuicultura (No. 8436). Esta nueva regulación empodera al INCOPESCA para que colabore con organizaciones de pescadores constituidas legalmente como la APACS para recopilar datos de la pesca a cambio de licencias.
El INCOPESCA ha enviado a sus representantes para que se reúnan con la APACS para debatir los próximos pasos.
Mientras tanto, Lattouche y Hernández, la pareja de pescadores, esperan recibir sus nuevas licencias antes de que acabe el año.
Imagen principal: El invasivo pez león capturado en las aguas de Costa Rica. Imagen de Alfredo Torres.
El artículo original lo encuentras aquí
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