- La ONU fijó el periodo 2021-2030 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. Durante la COP 15 sobre Diversidad Biológica, la entidad reconoció a las 10 principales iniciativas emblemáticas de restauración mundial. El trabajo hecho por más de 300 organizaciones por recuperar el Bosque Atlántico fue una de las seleccionadas.
- Solo en Brasil ya se restauraron más de un millón de hectáreas, para 2050 la meta es restaurar 15 millones. El Bosque Atlántico ha perdido más del 80 % de su cobertura original y es uno de los 10 bosques más amenazados del mundo.
“De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero solo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte”. Ese es uno de los llamados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Día Internacional de la Madre Tierra que se celebra este 22 de abril. El organismo internacional declaró al periodo 2021-2030 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, pues no solo es urgente conservar la naturaleza que aún sobrevive, sino tratar de recuperar la que se ha perdido. “Tenemos los instrumentos, los conocimientos y las soluciones necesarios. Pero debemos actuar con mayor presura”, dijo António Guterres, secretario general de la ONU, en su mensaje por el Día Internacional de la Madre Tierra 2023. En la pasada COP 15 sobre Diversidad Biológica realizada en diciembre de 2022 en Montreal, Canadá, se dio un reconocimiento a las 10 principales iniciativas emblemáticas de restauración mundial. Una de las seleccionadas fue la conformada por el Pacto por la Restauración del Bosque Atlántico (PACTO) y la Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico.
“El Bosque Atlántico de Sudamérica puede no ser tan famoso como su vecina, la Amazonía. Pero lo supera en dos aspectos importantes: la magnitud de la degradación que ha sufrido y el enorme esfuerzo que se está realizando para restaurarlo”, indicó la ONU. Alguna vez este bosque cubrió una vasta franja de Brasil, Paraguay y Argentina, pero se ha reducido a fragmentos debido a siglos de tala, expansión agrícola y urbanización, incluido el crecimiento de ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo.
El Pacto Trinacional del Bosque Atlántico nació en 2009 e involucra el trabajo de más de 300 organismos públicos, privados y organizaciones no gubernamentales en Brasil, donde ya se han logrado restaurar más de un millón de hectáreas de bosque. La Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico es un movimiento multisectorial que cubre la ecorregión del Alto Paraná en Argentina, Brasil y Paraguay, sigue el ejemplo de lo que ha logrado PACTO y ya cuenta con la participación de más de 60 organizaciones.
Un pacto pionero en restauración
El Bosque Atlántico tiene una gran biodiversidad. Según un estudio de 2017 de WWF y la Fundación Vida Silvestre Argentina, el 7 % de las especies de plantas de todo el planeta y el 5 % de las especies de vertebrados se encuentran en este bosque que puede presentar hasta 443 especies de árboles en solo una hectárea. Sin embargo, esta región es habitada por cerca de 148 millones de personas y esto representa una paradoja: por un lado, es una de las regiones tropicales mejor estudiadas, pero, a la vez, es una de las más degradadas. El gran riesgo de desaparición al que se enfrenta el Bosque Atlántico ha hecho que crezca el interés de diversas organizaciones científicas, públicas y privadas por recuperarlo.
Una de las principales críticas que suelen recibir algunos proyectos de restauración es que se fijan metas demasiado ambiciosas y que pocas veces logran cumplirse. Sin embargo, ese no es el caso de PACTO.
En el artículo “Hay esperanza de lograr compromisos ambiciosos de restauración del Bosque Atlántico”, publicado en 2019 en la revista Perspectivas en Ecología y Conservación de la Asociación Brasileña de Ciencia Ecológica y Conservación, se documentó “la restauración de un estimado de 673 510–740 555 hectáreas de bosques nativos entre 2011 y 2015 en el Bosque Atlántico, y esperamos que un total de 1,35–1,48 millones de hectáreas estén en proceso de recuperación para 2020”.
Rubens Benini, líder de la Estrategia de Restauración Forestal para América Latina en TNC Brasil, secretario ejecutivo de PACTO y uno de los autores del artículo, aseguró que ya se superó el millón de hectáreas restauradas. Esta es una cifra nada despreciable si se considera que hoy se tiene solo entre un 12 y un 13 % de la cobertura original del Bosque Atlántico. En su distribución original, este bioma ocupaba cerca de 140 millones de hectáreas, de las cuales Brasil albergaba el 92 %, Paraguay el 6 % y Argentina el 2 %.
El trabajo de todas las organizaciones que integran PACTO ha sido importante ya que en Brasil solo queda en pie el 29 % del bosque. “A 2026, tenemos como meta tener otras dos millones de hectáreas restauradas en Brasil”, comenta Benini.
El experto asegura que una de las estrategias que están aplicando para llegar a esa meta es trabajar con el sector ganadero para generar otro ciclo económico. “Sé que es muy ambicioso hablar de eso pero tenemos que mostrarle a los dueños de las fincas que es posible generar más dinero con la recuperación del bosque y con su conservación que con la ganadería tradicional que se hace en Brasil”.
Benini reconoce que los grandes logros de PACTO se deben a la suma de las acciones de cada una de las organizaciones que lo integran. Por ejemplo, destaca el programa Reflorestar (en portugués), una iniciativa del Gobierno del Estado de Espíritu Santo que tiene como objetivo promover la restauración del ciclo hidrológico a través de la conservación y recuperación de la cubierta forestal, generando oportunidades e ingresos para el productor rural e incentivando la adopción de prácticas de uso sostenible de la tierra.
“Este es un muy buen ejemplo porque se trata de una entidad pública que hace el pago por la restauración con dinero público. El 3 % de los ingresos por petróleo que recibe este Estado está destinado al programa Reflorestar, que realiza restauración y pago por servicios ambientales. Otros Estados podrían hacer lo mismo y tendríamos mucho más Bosque Atlántico recuperado”, dice Benini.
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La estrategia de comprar predios para restaurar
Mientras que gran parte de la deforestación del Bosque Atlántico brasileño comenzó con la conquista y colonización portuguesa, la destrucción del bioma en Paraguay se remonta, principalmente, a la época de la dictadura de Alfredo Stroessner entre 1954 y 1989, según cuenta Rodrigo Zárate, coordinador del Programa Sitios de la Fundación Guyra Paraguay. A través de políticas rurales que pretendían darle tierras a las familias paraguayas, se le abrieron las puertas a colonos brasileños y migrantes europeos que empezaron a interesarse en los terrenos ricos en nutrientes del Bosque Atlántico para establecer sus monocultivos de soya y trigo.
Según el Instituto Nacional Forestal de Paraguay, al Bosque Atlántico que antes abarcaba aproximadamente 9 millones de hectáreas en ocho departamentos del oriente del país, hoy le quedan alrededor de 2 millones.
Esas hectáreas remanentes se encuentran fragmentadas “y hoy estamos peleando contra el narcotráfico, porque las áreas protegidas en Paraguay están siendo dilapidadas por los cultivos de marihuana que pertenecen a la mafia no solo regional, sino internacional”, dice Zárate.
La dramática reducción del Bosque Atlántico ha llevado a que Guyra Paraguay lleve más de 20 años dedicada a la investigación y la compra de tierras como una estrategia para mantener muestras representativas de la biodiversidad que tiene el país. “Hoy Guyra Paraguay tiene aseguradas 6800 hectáreas de Bosque Atlántico”, comenta Zárate.
Uno de los núcleos más importantes de este bioma se encuentra en el Parque Nacional San Rafael, que fue declarado como área natural en 1992. Sin embargo, durante más de 10 años el gobierno no tuvo presencia en la zona y el bosque empezó a degradarse. Esto alertó a Guyra Paraguay y, gracias a donaciones internacionales, comenzaron a comprar tierras de los privados que estaban dentro del área protegida. “Así fue como logramos juntar recursos y, para el año 2015, ya teníamos 7 200 hectáreas. Ese mismo año le donamos al gobierno paraguayo 500 hectáreas. Este es un caso histórico en el que una ONG ambiental le tiene que donar sus tierras al Estado para que puedan tener presencia en un área protegida”, relata Zárate.
Desde 2006 esta ONG trabaja con las comunidades que habitan en la zona de amortiguamiento de San Rafael. “Tuvimos que dejar un poco esos binoculares de conservacionistas, salir de la zona de confort de la investigación y tirarnos a trabajar con la gente”, dice el investigador, y agrega que se acercaron a las comunidades indígenas y de pequeñas familias productoras para rescatar la experticia que tienen en la producción de yerba mate, con la que se prepara una bebida típica en países como Paraguay y Argentina, y que además es una planta endémica del Bosque Atlántico.
“Se empezó a producir yerba mate bajo sombra y se buscó la certificación de comercio justo y orgánico. Gracias a esto, el campesino tiene un pago por kilo tres veces más alto que en el mercado tradicional, mientras que se restauran los bosques con esta planta y la siembra de otros árboles nativos”, asegura Zárate.
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Protegiendo el bosque de Misiones
Argentina cuenta solo con el 2 % del bosque Atlántico. Uno de los grandes bloques que se encuentra en mejor estado de conservación está en la provincia de Misiones. Allí el proceso de desarrollo y crecimiento poblacional es más reciente en comparación a lo que vivieron Paraguay y Brasil.
Datos de la Fundación Vida Silvestre Argentina indican que, entre 1989 y 2004, se registró una de las tasas de deforestación más altas, con una pérdida de 17 600 hectáreas por año, lo que equivale a dos hectáreas por hora. La Ley de Bosques, promulgada en 2009, permitió controlar el ritmo de pérdida de bosques, y para 2019 se registró en Misiones una pérdida anual de 2871 hectáreas de tierras forestales.
Lucía Lazzari, coordinadora de paisajes terrestres de la Fundación Vida Silvestre Argentina, comenta que el Bosque Atlántico en el país enfrenta amenazas como la pérdida de hábitat, la deforestación y la caza furtiva que atenta contra la conservación de la fauna emblemática. Una de las principales preocupaciones es que los grandes bloques de selva en Misiones se empiezan a desconectar y a aislarse entre sí.
“Usamos al yaguareté (jaguar) como especie emblemática del Bosque Atlántico. No solo porque nos interesa cuidar a esta especie, sino que, por sus características, es una especie que requiere un amplio territorio y una buena condición de hábitats. Es una especie paraguas, es decir, si trabajamos en su conservación, estamos protegiendo a más especies. Además, la presencia de yaguareté es un indicador de la buena salud del ecosistema”, dice Lazzari.
La Fundación Vida Silvestre Argentina monitorea al jaguar desde 2005. En ese momento se estimaban menos de 50 individuos en Misiones y en el Parque Nacional do Iguazú en Brasil pero, para el 2022, se estiman unos 90, “la población está recuperándose, de manera lenta, pero podemos decir que la situación está mejorando gracias al esfuerzo, no solo nuestro, sino de muchas otras organizaciones y comunidades locales”, asegura Lazzari.
La ONG trabaja junto a comunidades, organizaciones y el gobierno de Misiones para restituir las funciones ecológicas del bosque y mejorar el bienestar humano en los paisajes deforestados. Ya han plantado más de 135 000 árboles en 345 hectáreas y esto ha permitido la recuperación de los márgenes de arroyo y protección de vertientes, facilitando la conservación de las fuentes de agua de la zona.
También trabajan en generar áreas de conservación que a la vez permitan la producción sostenible. “Se están haciendo sistemas agroforestales con yerba mate, acompañada de algunas otras especies de árboles nativos. Es una de las alternativas para la restauración del paisaje, genera beneficios en la producción y el cuidado del agua, creando también un ambiente un poco más amigable para la fauna”, comenta la coordinadora de paisajes terrestres de la Fundación Vida Silvestre Argentina.
Todos los esfuerzos de restauración y conservación del Bosque Atlántico que se realizan en Brasil, Paraguay y Argentina forman parte de la Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico que se creó en 2019. Óscar Rodas, director de Cambio Climático y Políticas de WWF Paraguay, una de las organizaciones que trabaja en la restauración del Bosque Atlántico, asegura que entre los objetivos a corto plazo de la red está la generación de los criterios e indicadores para la restauración a nivel trinacional. También comenta que dentro de poco se realizará un foro donde se compartirán las experiencias de restauración del Bosque Atlántico con otras redes de restauración a nivel internacional.
La meta de la Red es bastante ambiciosa: restaurar 15 millones de hectáreas para el 2050. En un comunicado aseguraron que reconocimientos como el otorgado por la ONU destacan que la restauración es una actividad que va más allá de plantar árboles y más bien promueve múltiples beneficios para la naturaleza y las personas, y es capaz de generar empleos e ingresos a las comunidades locales. “Las iniciativas de restauración en el Bosque Atlántico promueven la conservación de especies, aumentan la conectividad del paisaje, mejoran la calidad del agua, la educación ambiental, la participación y el bienestar de las comunidades locales”.
Para Rodas, uno de los principales logros de ser reconocidos por la ONU como una de las 10 iniciativas emblemáticas en restauración a nivel mundial es que el proyecto tiene una mayor visibilidad, lo que abre oportunidades para obtener recursos que permitan cumplir con los objetivos trazados.
*Imagen principal: Bosque Atlántico en Paraguay. Foto: Bruno Ferreiro.
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