- Continuando con el Capítulo 1 de "Una tormenta perfecta en la Amazonía", Killeen desagrega la topografía de la Amazonía que ha sido modificada por el hombre, explicándonos cuáles son los atributos biofísicos y culturales que han determinado su desarrollo reciente.
- Así, en estas cuatro regiones categorizadas, se han perdido alrededor de 90 millones de hectáreas debido a la deforestación. Ello equivale al 13% del total que ocupa la Panamazonía.
- Cada zona tiene una trayectoria de desarrollo única, con etapas identificables a nivel de inversión en infraestructura, sistemas de producción agrícola, niveles de tecnología y capital social.
La Panamazonía abarca aproximadamente 825 millones de hectáreas, de las cuales cerca de noventa millones de hectáreas se han perdido debido a la deforestación. Esto corresponde aproximadamente al 13% de su cobertura forestal original. A primera vista, este valor porcentual puede no parecer alarmante, particularmente en el contexto de la cobertura forestal total existente.
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Sin embargo, la selva talada se encuentra dentro de mosaicos de zonas que incluyen un área equivalente de bosques fragmentados, ambos rodeados por extensas partes de selva degradada y dañada por la tala ilegal, los incendios forestales y la caza excesiva. Una estimación conservadora del área total de todos estos paisajes modificados por el hombre es de aproximadamente 250 millones de hectáreas, lo que representa alrededor del 30% del área geográfica de la Panamazonía.
La topografía de la Amazonía modificada por el hombre se puede estratificar en cuatro macro regiones, según los atributos biofísicos y culturales que han determinado su desarrollo reciente. Cada zona tiene una trayectoria de desarrollo única, pero hay etapas identificables que reflejan niveles de inversión en infraestructura, sistemas de producción agrícola, niveles de tecnología y capital social.

El corredor del río Amazonas
Las terrazas de las tierras altas que flanquean el cauce principal del río Amazonas son los paisajes modificados por el hombre más antiguos de la Panamazonía. La gente ha ocupado estas tierras durante milenios, pero su composición étnica ha cambiado con el tiempo a medida que inmigrantes y esclavos fugitivos se unieron con indígenas para forjar grupos culturales únicos conocidos como cabloco (Brasil) o ribereños (Perú). El río conecta a las comunidades rurales con unas dos docenas de pequeños pueblos y seis grandes centros urbanos: Belem, Macapá, Santarem, Manaus, Tabatinga, Leticia (Colombia) e Iquitos (Perú). El tramo más densamente poblado del río se encuentra entre la parte superior del delta y Manaus, pero las comunidades aisladas se extienden río arriba hasta la unión de los ríos Ucayali y Marañón en el este de Perú.
La base de la economía rural se basa en la captura de peces silvestres y los productos forestales no maderables, en particular la súper fruta açaí, una palmera que domina los hábitats de las llanuras aluviales del bajo Amazonas. La mayoría de las familias cultivan un huerto como parte de su economía de subsistencia, mientras que un número limitado de caminos secundarios brindan acceso a los recursos forestales más allá de los límites inmediatos del corredor fluvial. Como vía fluvial, el río funciona como un sistema de transporte a granel para las minas de bauxita ubicadas en las tierras altas adyacentes a la llanura aluvial, así como para los productos transbordados en los puertos que prestan servicios a la industria agrícola del sur de la Amazonía.
El transporte fluvial también sirve al sector de hidrocarburos (petróleo y gas), al mismo tiempo que proporciona un transporte rentable para la madera extraída de regiones remotas a las que acceden decenas de afluentes. Manaos es un destino turístico comercializado como “la puerta de entrada a la Amazonía”, mientras que Leticia e Iquitos han desarrollado el turismo ecológico y cultural vinculado al mercado nacional e internacional.

El entorno natural del corredor del río Amazonas está notablemente bien conservado, particularmente en la zona de Manaos, donde un paisaje fluvial salvaje se extiende a lo largo de más de 2,000 kilómetros. Cerca de Manaos, ambos lados del río se han convertido en fronteras forestales, mientras que la zona de las tierras altas entre Oriximiná y Prainha, en el norte de Pará, ha sido deforestada por las pequeñas granjas y ranchos establecidos a finales de los años sesenta y setenta. Al otro lado del río, en Santarém, los silos de granos y las instalaciones portuarias al finalizar la carretera BR-163, están impulsando la conversión de pastos en tierras de cultivo agrícola, lo que ha provocado que esta zona en el corazón del Amazonas se transforme en una frontera agrícola dominada por el cultivo de soya.

Amazonía del Sur
Los distintos planes de desarrollo nacionales ejemplificados por redes de carreteras construidas en selvas vírgenes durante las décadas de los años setenta y ochenta, pusieron en marcha una trayectoria de desarrollo que hizo que esta región fuera conocida como el arco de la deforestación. Se han sacrificado más de setenta millones de hectáreas de bosques tropicales para crear una economía agrícola que se extiende desde el este de Pará, en Brasil, hasta Santa Cruz, Bolivia.
Las bajas tasas de deforestación dentro de las fronteras forestales son el resultado de su lejanía y del mal estado de su infraestructura de transporte. Las zonas más cercanas a los mercados se han convertido en áreas agrícolas o zonas consolidadas. Se ha producido un rápido desarrollo en zonas consideradas de importancia geopolítica (Rondônia) o donde los suelos eran particularmente aptos para cultivos extensivos (Mato Grosso y Santa Cruz). Se han distribuido tierras públicas a más de un millón de familias y varios miles de empresas privadas a través de una variedad de mecanismos legales y extralegales. El mosaico de tenencia de la tierra resultante refleja tanto la diversidad de propiedades (pequeñas, medianas, grandes y masivas) como la apropiación permanente de tierras estatales que continúa impulsando la deforestación en las áreas forestales.

La mayoría de los pequeños agricultores dedica una parte de su tierra a producir alimentos básicos, pero la producción de ganado de carne es el principal impulsor de la deforestación tanto en las zonas forestales como agrícolas. La demanda mundial de soya en la década de los años noventa, estimuló la expansión de la agroindustria y permitió modelos comerciales dependientes de los mercados de exportación extranjeros. El cultivo de maíz en rotación con soya catalizó el crecimiento explosivo de los sectores avícola y porcino, mientras que el cultivo de palma aceitera diversificó la economía rural en el noreste de Pará. La competencia global está impulsando la inversión en sistemas de transporte a granel que unen las áreas de producción del sur de la Amazonía con las terminales de granos en el río Amazonas.
Las estrategias de desarrollo de la década de los años setenta incluyeron programas para la explotación de los recursos minerales de la región. Su historia reciente ha estado marcada por caóticas fiebres del oro que fluyen y refluyen con el precio del metal. Un desarrollo más sostenible ha resultado de la explotación de depósitos de metales industriales de clase mundial en la Serra de Carajás en Pará, lo que estimuló las inversiones en ferrocarriles, plantas industriales e instalaciones hidroeléctricas. El desarrollo de infraestructura representa una parte importante de la economía regional, en parte porque el gobierno brasileño ha construido más de cincuenta instalaciones hidroeléctricas en la región, incluidas varias instalaciones a gran escala (> 1000 MW) en los ríos Madeira, Tocantins y Xingu.
El sur de la Amazonía se puede dividir en cinco zonas forestales, ocho agrícolas, cinco consolidadas y una activa de la fiebre del oro. Si continúan las tendencias actuales, las fronteras forestales se convertirán en fronteras agrícolas y las fronteras agrícolas en fronteras consolidadas. Estas áreas modificadas por el hombre, que se organizan alrededor de una red de carreteras troncales y están separadas por remanentes de bosques, están cada vez más aisladas entre sí y de las zonas forestales continuas del oeste, centro y norte de la Amazonía.

Amazonía andina
Las tradiciones culturales y los planes de desarrollo nacionales perseguidos por los países andinos crearon zonas modificadas por el hombre que son fundamentalmente diferentes de la Amazonía meridional. Cada país construyó una serie de carreteras que conectan un sector específico de las tierras altas andinas con regiones adyacentes de las tierras bajas del Amazonas. Todos los caminos atraviesan las estribaciones andinas, donde decenas de miles de colonos establecieron chacras en pendientes empinadas inapropiadas (y legalmente prohibidas) para la agricultura. La erosión del suelo limita la capacidad productiva de las chacras al tiempo que amenaza la integridad de las carreteras construidas en lugares con niveles de lluvia extraordinariamente altos.
La colonización ha sido impulsada por la migración de comunidades indígenas de las tierras altas que han reclamado pequeñas propiedades utilizando sistemas de producción de barbecho forestal para producir alimentos básicos para los mercados locales. Con el tiempo, los colonos han diversificado sus sistemas de producción para incluir la palma aceitera, el café y el cacao, algunos de los cuales se destinan a los mercados extranjeros. Los pastos son abundantes y muchas familias poseen ganado; sin embargo, la industria de la carne de res no es un impulsor de la deforestación sino una parte del sistema de producción de barbecho forestal. En ciertas zonas, los agricultores cultivan hoja de coca, a veces legalmente para consumo interno, pero más a menudo como cultivo ilícito para el mercado mundial de producción de cocaína. Un número limitado de empresas ha invertido en plantaciones de palma aceitera a gran escala e instalaciones industriales asociadas en Perú y Ecuador.
La riqueza mineral de la región se concentra en los Altos Andes, donde corporaciones globales explotan yacimientos de minerales polimetálicos que han sido expoliadas durante siglos. El oro que se originó a partir de estas formaciones geológicas ha sido transportado a los sedimentos aluviales en el piedemonte que son explotados por mineros en pequeña escala en zonas que experimentan la fiebre del oro. La Amazonía occidental tiene importantes reservas de petróleo y gas ubicadas debajo de las zonas aluviales al este de los Andes, y los ingresos derivados de su explotación han sido un pilar de las economías y presupuestos estatales desde la década de los años sesenta.
La inversión en infraestructura se ha acelerado en las últimas dos décadas gracias a un esfuerzo internacional para coordinar las estrategias nacionales de desarrollo y promover la integración económica entre los países a través de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de América del Sur (IIRSA). Entre las principales prioridades de IIRSA se encuentran los corredores de transporte que atraviesan zonas silvestres, uniendo la costa del Pacífico con el río Amazonas y las zonas agrícolas del sur del Amazonas. La abundante existencia de ríos que bajan y se originan en los Andes, ha favorecido el desarrollo de decenas de instalaciones hidroeléctricas de mediana y gran escala. Con una notable excepción, los esfuerzos para promover mega represas no han tenido éxito porque las inversiones propuestas no han resistido la debida diligencia financiera.
Las áreas modificadas por humanos de la Amazonía andina incluyen cuatro zonas forestales, seis agrícolas, siete de hoja de coca y dos de la fiebre del oro. La migración y pérdida de bosques ocurre altitudinalmente, a medida que las zonas agrícolas se expanden hacia arriba y lateralmente, y los agricultores se asientan en valles adyacentes o emergen hacia áreas de tierras bajas cercanas. A diferencia del sur de la Amazonía, donde las zonas forestales están asociadas con las carreteras, las zonas forestales más dinámicas de los Andes ocurren a lo largo de los corredores fluviales. Los paisajes individuales de las tierras bajas han permanecido aislados unos de otros durante décadas, solo Ecuador ha construido una carretera que conecta todas las zonas de asentamiento de tierras bajas con una carretera troncal integrada. La decisión (o la demora en decidir) de integrar zonas de asentamiento a lo largo del piedemonte, ha mantenido un número limitado de corredores biológicos que conectan los bosques de tierras bajas de la Amazonía occidental y los bosques montanos de las estribaciones andinas.

Amazonía de Guyana
Las áreas modificadas por el hombre en el Escudo Guyanés han evitado los fenómenos de asentamiento y colonización que causaron la deforestación generalizada en el sur como en el área andina de la Amazonía. Los asentamientos históricos están agrupados a lo largo de la costa de Guyana, Surinam y Guyana Francesa, mientras que Venezuela ha seguido una estrategia de desarrollo nacional basada en la industria del petróleo y el desarrollo urbanístico. Solo el estado brasileño de Roraima puso en marcha planes de reasentamiento en la década de los años setenta cuando se construyó una carretera pavimentada para conectar Manaos con Boa Vista y, finalmente, con las redes de carreteras nacionales de Venezuela y Guyana. Actualmente, Brasil está construyendo una carretera moderna en Amapá para conectar la ciudad portuaria amazónica de Macapá con el corredor de desarrollo de la costa de Guyana.
Surinam y Guyana fueron alguna vez importantes productores de bauxita, pero esas minas cerraron después de agotar los yacimientos fácilmente explotables, dejando atrás zonas degradadas y estanques de residuos tóxicos. El norte de Pará y Amapá tienen importantes reservas de minerales ferrosos, cobre y oro, pero la mayoría están ubicadas dentro de una reserva mineral estratégica que está cerrada temporalmente a la explotación. Venezuela tiene depósitos de bauxita económicamente atractivos y reservas de mineral de hierro de clase mundial, sin embargo, sus minas industriales e instalaciones de procesamiento están operando a niveles mínimos debido a la mala gestión económica.
Los considerables recursos de oro de la Amazonía de Guyana están asociados con una formación geológica conocida como Cinturón de piedra verde, que ha sufrido la fiebre del oro durante décadas por parte de mineros en pequeña escala, incluidos los nativos maroons y migrantes temporales de Brasil. La mayor parte de la deforestación de Guyana es causada por estos mineros, en consecuencia, se dispersa por los paisajes como pequeños parches que son difíciles de detectar utilizando imágenes de satélite comúnmente disponibles. Se han producido fiebre del oro permanentemente en el estado de Bolívar, en Venezuela, y a lo largo de la frontera con el estado brasileño de Roraima, como también existen minas de oro corporativas a gran escala en funcionamiento o en desarrollo en Guyana, Surinam, Guayana Francesa y Amapá.
Las áreas modificadas por el hombre en el Escudo Guyanés incluyen dos zonas de la fiebre del oro, dos forestales y dos consolidadas. El reciente descubrimiento de grandes reservas de petróleo y gas en alta mar de Guyana y Surinam transformará sus economías a corto plazo.
Degradación hidrológica
El sistema del río Amazonas es el ecosistema de agua dulce más grande del mundo, con casi el 20% de la descarga de agua dulce de la Tierra. Es un bioma acuático megadiverso y un ecosistema enormemente productivo que proporciona medios de vida y recursos proteicos esenciales para sus poblaciones. También es un activo económico estratégico por su capacidad hidroeléctrica y como vía fluvial en una región que carece de carreteras. El enorme volumen de agua que fluye a través del sistema del río Amazonas proporciona un nivel inherente de resiliencia, que se ve aumentado por los hábitats intactos de la llanura aluvial que amortiguan las fluctuaciones estacionales en el flujo de agua y absorben los efluentes para consumo humano. No obstante, los fenómenos de desarrollo han impactado los ríos y arroyos dentro de paisajes modificados por el hombre.

La minería ilegal de oro ha afectado la biogeoquímica de los ríos que drenan los paisajes de la fiebre del oro, donde los mineros se encuentran activos a pequeña escala. La huella de las operaciones mineras individuales es relativamente pequeña, pero el impacto ambiental se magnifica por la tendencia de los mineros a operar dentro de las llanuras aluviales. El uso generalizado de mercurio, un metal pesado con efectos deletéreos bien documentados sobre la salud humana, está creando un legado ambiental que asolará la región durante décadas. Prácticamente todos los mineros en pequeña escala violan las leyes ambientales y evaden impuestos, y muchos son culpables de violaciones de derechos humanos. Es probable que la extracción ilegal de oro aumente a corto plazo debido a la volatilidad de los mercados financieros, lo que motiva a los inversores mundiales a comprar oro como cobertura contra la incertidumbre.
Las represas y embalses causan impactos permanentes y de largo plazo al modificar los regímenes hidráulicos, capturar sedimentos e interrumpir la migración de peces. Las agencias financieras multilaterales han proporcionado financiamiento clave a entidades públicas y privadas, y empresas chinas han adquirido activos hidroeléctricos en dificultades financieras en Perú y Brasil al tiempo que brindan soluciones a proyectos llave en mano en Bolivia y Ecuador. Todas las naciones de la Panamazonía han perseguido el desarrollo de la energía hidroeléctrica como parte de sus estrategias energéticas nacionales, y Brasil está aprovechando la construcción de proyectos hidroeléctricos para desarrollar vías fluviales como sistemas de transporte a granel.
El cambio de uso de la tierra y la escorrentía agrícola han impactado la geoquímica de la mayoría de las cabeceras de los ríos del sur del Amazonas, donde la conversión de aproximadamente el 50% de la cubierta forestal original, ha aumentado la carga de sedimentos y alterado el estado de los nutrientes de los únicos ríos de agua cristalina de la región. Estos impactos deben ser mitigados por regulaciones ambientales que obliguen a los propietarios a conservar los bosques en los corredores ribereños. Sin embargo, el incumplimiento es generalizado y los esfuerzos para motivar a los terratenientes a reforestar los corredores ribereños se ven limitados por el costo y el desinterés (y ausencia de control fiscal). La deforestación ha afectado los regímenes de precipitación, lo que reducirá los volúmenes de escorrentía, un fenómeno que se agravará con el tiempo a medida que los agricultores adopten la tecnología de riego para mitigar la amenaza de la sequía estacional.
Notas del autor:
- Boucher, D., P. Elias, C. May-Tobin, K. Lininger, S. Roquemore y E. Saxon. 2011. Root of the Problem: What’s Driving Tropical Deforestation Today? Cambridge, MA: Union of Concerned Scientists.
- IFC – International Finance Corporation. 2012. IFC Performance Standards on Environmental and Social Sustainability. International Finance Corporation, The World Bank Group.
- Busch, J. y K. Ferretti-Gallon. 2017. ‘What drives deforestation and what stops it? A meta-analysis’. Review of Environmental Economics and Policy 11(1): 3–23.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons (licencia CC BY 4.0).
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