- Los atropellamientos de fauna silvestre son una problemática poco estudiada en Perú, debido a lo complicado que resulta logísticamente investigar el tema, ya que se requiere personal, vehículos y gasolina para recorrer largas distancias en carreteras.
- Ante este panorama, especialistas peruanos encontraron una solución en la ciencia ciudadana. Si esas carreteras ya son utilizadas diariamente por cientos de conductores, ¿por qué no involucrarlos en el registro de fauna silvestre atropellada? Así comenzaron a construir una red de ciudadanos que comparten fotografías, videos y ubicaciones vía WhatsApp y otras redes sociales.
- Entre finales de 2019 y hasta octubre de 2023, han logrado documentar el atropellamiento de 443 animales de 144 especies en las carreteras del Perú.
El Área de Conservación Privada Milpuj-La Heredad comprende un bosque estacionalmente seco que colinda con una carretera asfaltada. La vía es transitada diariamente por unos 500 vehículos y camiones de carga que van y vienen de día y de noche. A lo largo de los 42 kilómetros que unen a esta área protegida y la ciudad de Chachapoyas —capital del departamento de Amazonas, en la región norte de Perú— el índice de atropellamientos de fauna silvestre solía ser alto. En su intento por cruzar la autopista para conseguir agua en el río Utcubamba, ubicado del otro lado, morían arrolladas constantemente, sobre todo, las zarigüeyas.
“La especies del género Didelphis son las atropelladas con más frecuencia”, dice Pedro Heredia Arce, cofundador, gestor y administrador del área desde hace más de 20 años. Las entrevistas que ha realizado a conductores que transitan la zona le indican dos razones. “Una es que parece que a este animalito lo ciegan los reflejos que generan las luces de los vehículos en la noche, se quedan estáticos y ahí es en donde son atropellados”, explica.
El otro motivo es que las zarigüeyas son vistas como una amenaza para las aves de corral, dentro del contexto de crianza de animales menores. “Al verlas como una amenaza, prefieren eliminarlas sea como sea. Parte de esa técnica de eliminación, es con los atropellamientos a propósito”, asegura Heredia, quien ha registrado también las muertes constantes de zorrillos, venados e incluso —aunque no tan frecuentemente— del gato del pajonal o del desierto (Leopardus garleppi), enlistado como Casi amenazado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Desde julio de 2021, Heredia ha aplicado diversas estrategias para reducir los atropellamientos alrededor del área protegida de 70 hectáreas. Una de ellas ha sido la instalación de bebederos artesanales automatizados para que la fauna que habita en el área no necesite cruzar la autopista para llegar al río. Antes de crear estos pequeños estanques camuflados en el suelo y alimentados por un sistema de cosecha de agua de lluvia, se registraban hasta cinco atropellamientos semanales de diferentes especies en los límites de la reserva. De acuerdo con Heredia, gracias al éxito de la estrategia, estos eventos hoy son totalmente esporádicos.
Heredia colabora con el biólogo Álvaro García, fundador e investigador principal del centro de investigación y educación ambiental Biodiversidad Sostenible (BioS) en la búsqueda de soluciones para reducir estos impactos.
De acuerdo con García, el atropellamiento de fauna se suma a las distintas causas de la disminución de las poblaciones de especies silvestres y se trata de una amenaza que ha sido poco estudiada en Perú. Las publicaciones al respecto son escasas, afirma el especialista, por lo que existe un gran vacío de información.
“El atropellamiento de fauna es difícil de registrar, sobre todo, por la logística que implica. Se deben recorrer tramos de carreteras con frecuencia, en auto o motocicleta, registrando; eso involucra personas, vehículos y mucha gasolina”, explica García.
A partir de finales del 2019, el centro de investigación BioS trabaja en uno de los primeros esfuerzos para documentar la interacción de la fauna silvestre y las carreteras en Perú. Para lograrlo, se han valido de la ciencia ciudadana. Son los usuarios de las carreteras quienes ahora colaboran con el envío de fotos, videos y ubicaciones de atropellamientos, pero también cambiando sus formas de transitar. La concientización y educación ambiental han sido la clave. Hoy cuentan con cuatro redes de ciencia ciudadana y 130 colaboradores.
Desde su inicio y hasta octubre de 2023, los registros de atropellamientos de fauna en Perú alcanzaron 443 animales de 144 especies. El zorro de Sechura (Lycalopex sechurae) y las zarigüeyas (Didelphis marsupialis) fueron identificadas como las especies más afectadas, con 51 y 50 individuos atropellados respectivamente.
Ciencia ciudadana para encontrar soluciones
El estudio de una especie en particular fue lo que abrió la ventana para que los especialistas pudieran analizar los impactos de las carreteras en el resto de animales de su entorno. Conocer al gato del pajonal —un pequeño félido poco estudiado, a pesar de tener un amplio rango de distribución en Sudamérica, que va desde el norte de Ecuador hasta el sur de Argentina— era el objetivo de un proyecto asociado de BioS.
Mientras estudiaban su distribución, los expertos también trabajaban en evaluar la percepción de las personas locales hacia esta especie, y fue gracias a su colaboración que también lograron obtener registros sobre estos gatos atropellados. Así surgió la idea de crear una plataforma de ciencia ciudadana con la ayuda de habitantes de la zona, viajeros y amantes de la vida silvestre, a través de la cual pudieran compartir sus reportes.
“Al inicio, las personas nos enviaron registros de gatos atropellados, fue frecuente, y era una problemática que se conocía muy poco en Perú. Buscando información, encontramos que prácticamente no hay nada y vimos la posibilidad de abordar el tema. Fue a finales del 2019 que comenzamos con la iniciativa pero, con la pandemia del COVID-19, a partir del 2020, se retrasó un montón. Las personas no salían y ya no teníamos registros de ciencia ciudadana. Por meses, no hubo nada de información”, afirma Álvaro García.
Aunque en algún momento consideraron desarrollar una aplicación específica para reportar los atropellamientos desde los teléfonos celulares, decidieron descartarla porque podría ser un problema para muchas personas con limitaciones de espacio en la memoria de sus dispositivos, además de que podría resultar costosa y tardada de elaborar para la organización. La solución fue quedarse con las redes sociales que básicamente todo el mundo tiene.
“Cualquier persona que vaya en su auto, moto, bicicleta o en cualquier transporte público y vea a un animal atropellado, nos lo puede compartir a través de las cuatro redes sociales que tenemos: Facebook, Instagram, WhatsApp y iNaturalist”, dice García. “WhatsApp es en donde más notificaciones recibimos, justamente, porque creo que es la más accesible para todas las personas y la más sencilla de usar. Pueden tomar una foto y mandarnos su ubicación. Así nosotros sabemos las coordenadas y colocamos la información en una base de datos”, detalla el biólogo.
Con los reportes que fueron recolectando, comenzaron a conformar la base de datos que hoy alberga más de 400 atropellamientos de animales silvestres —incluyendo anfibios, reptiles, aves y mamíferos— en 22 de las 24 regiones de Perú. Todavía falta involucrar a personas en Ucayali y Tacna.
“El zorro de Sechura y las zarigüeyas lideran en este podio un poco triste. Comparando con registros en otros países de Latinoamérica y del mundo en general, los cánidos como el zorro y los didélfidos como las zarigüeyas tienden a ser las especies más atropelladas. Estamos viendo similitudes en los patrones de las especies y familias afectadas”, agrega García.
Así han logrado identificar los puntos críticos en las carreteras en donde ocurren más atropellamientos, con el propósito de proponer medidas de mitigación adecuadas.
Una zona crítica es la carretera Interoceánica en Madre de Dios. De acuerdo con los registros, esta vía que va desde Puerto Maldonado hasta la frontera con Brasil, cuenta con la mayor parte de los registros. Otra carretera peligrosa para la vida silvestre, es la que va desde Piura hasta Tumbes, por toda la carretera Panamericana Norte. También hay registros importantes en Chachapoyas, Jaén y el resto de esa ruta. Otra más es la que une Piura y Huancabamba, desde la costa hasta la sierra.
“BioS tiene mayor presencia en el norte de Perú y por eso podría haber un pequeño sesgo. Por eso nos gustaría que otras organizaciones del sur o que tengan más presencia en la selva se sumen a esta iniciativa para poder complementar los registros”, dice García.
Las cinco regiones con más registros de atropellamientos, son Piura con 154 registros, Cajamarca con 41, Tumbes con 36, Amazonas con 30 y Madre de Dios con 27.
El desarrollo vial y el incremento poblacional en Perú son factores que podrían aumentar exponencialmente los atropellamientos de fauna silvestre, sin embargo, estos impactos no se ven reflejados precisamente por la falta de estudios centrados en el tema.
“Si bien tenemos registrados poco más de 400 individuos atropellados, el número es muchísimo más alto. Se deberían hacer estudios más sistematizados, para tener una estimación más específica de la situación real de los atropellamientos de fauna en Perú”, asegura el biólogo.
Soluciones para los animales
Mientras Álvaro García y su equipo trabajaban en la iniciativa sobre los impactos de las carreteras en el gato del pajonal, se enteraron de que Pedro Heredia estaba preocupado por el mismo tema en Milpuj. Ya había diseñado afiches informativos, con sus propios recursos, para repartir y concientizar por toda la zona de Chachapoyas. No fue difícil establecer contacto con él, pues el área de conservación es parte del Grupo de Trabajo del Gato del Pajonal, un equipo de conservacionistas con el objetivo de proteger a la especie a lo largo de todo su rango de distribución en América Latina con diversos proyectos y que han apoyado con una parte de los recursos para fortalecer las estrategias que hasta ahora se han aplicado.
Así comenzaron sus conversaciones para unir fuerzas y realizar campañas de divulgación en equipo. Ahora, en la región Amazonas, el Área de Conservación Privada Milpuj ha instalado diez señales de cruce de fauna enfocadas en el gato del pajonal, mientras que BioS está trabajando en la instalación de otras diez señales que resaltarán la presencia del zorro de Sechura y las zarigüeyas.
“Hemos identificado las carreteras con más atropellamientos, en donde ya colocamos señales y continuaremos haciéndolo, pero esa es una de tantas opciones que hay para comenzar a mitigar, para llamar la atención de los conductores”, detalla Álvaro García. De igual forma, en Ayacucho están por instalar dos rompemuelles —reductores de velocidad de concreto instalados sobre la carretera— para disminuir el atropellamiento, además de otros dos letreros resaltando la presencia del gato del pajonal.
A la par, BioS realiza charlas dirigidas a empresas de transporte en el norte de Perú y con la Policía de Carreteras en Huancayo, en la región central del país, en donde enfatizan la importancia de la fauna silvestre en los ecosistemas y cómo el atropellamiento afecta a sus poblaciones. En todas ellas han compartido afiches informativos relacionados con el tema y stickers con frases como “Yo freno por ellos” para pegar en los vehículos.
“Ahora en Milpuj recibimos visitantes y les hacemos un recorrido por un sendero interpretativo en donde tocamos el tema del atropellamiento, les mostramos los registros de las cámaras trampa para que vean a las especies en plenitud y que sepan que son seres vivos que sufren por las limitaciones de agua, que es algo básico”, narra Pedro Heredia, quien también ha llevado esa información —junto a un equipo de voluntarios universitarios— a las escuelas cercanas y directamente a los conductores, en las carreteras, para hacerles partícipes de las actividades a través de la sensibilización ambiental.
La proyección de Heredia, respecto a Milpuj, es que el área pueda constituirse como un Refugio de Vida Silvestre —actualmente Perú tiene tres bajo esta categoría—, pues considera que las áreas de conservación privada “se están convirtiendo en islas por la actividad antrópica en los alrededores”.
Mientras tanto, entre el área y BioS pretenden adaptar el alcantarillado presente en esa zona específica como cruces de fauna, pues se trata de la solución más económica y al alcance para que los animales puedan llegar al río, y que funcionen como refuerzo a la estrategia de los estanques artificiales.
“Como complemento a la actividad de prevención a los atropellamientos, este fin de año vamos a lanzar un cuento para niños. Está en español y quechua para una amplia difusión y aborda múltiples amenazas: los cercos de alambre de púas, los perros, la actividad humana, los incendios y los cruces de carreteras. Se llama Misho, el gatito que no conoces y el protagonista es el gato del pajonal. Misho, en quechua, significa gato”, dice Heredia.
“La intención es que toda esta experiencia que estamos ganando de manera empírica, pero que resulta sumamente efectiva, sea replicada. En eso estamos: vamos a contribuir a que sea así, compartiendo la experiencia y métodos que hemos encontrado hasta ahora. Queremos que se replique”, concluye Heredia.
Después de un atropellamiento, ¿qué hacer con los cuerpos de los animales?
“Hace tiempo tuvimos el registro de un perro de monte (Atelocynus microtis) atropellado. Es una especie súper rara que, incluso con estudios de cámaras trampa, es muy difícil de registrar. Para ese entonces todavía no estábamos colectando muestras de los animales y lamentablemente se perdió la información de esta especie de la que prácticamente no se conoce nada”, explica Álvaro García.
Por ello decidieron avanzar para conseguir esta pieza que faltaba en el rompecabezas. Ahora, una vez que un animal fue atropellado y muerto, el equipo de BioS y sus voluntarios buscan trasladarse al lugar en donde ocurrió el reporte. Para ello han capacitado a estudiantes universitarios que realizan sus prácticas profesionales, quienes cuentan con protocolos y equipos de protección personal, desde guantes, mascarillas y chalecos reflectivos para evitar accidentes en las carreteras, hasta equipo especializado para la toma de muestras como pinzas, tijeras y frascos para recolectar pelo o incluso garrapatas presentes en el cuerpo del animal.
Toda la información que brindan los análisis de las muestras está encaminada a un mismo objetivo: disminuir las amenazas a la vida silvestre. El siguiente paso sería construir infraestructura para facilitar la conectividad entre las poblaciones de animales.
“Necesitamos llegar a más personas a través de la difusión, por todas las vías posibles, para tener datos más robustos y poder realizar actividades de mitigación más específicas y más enfocadas en los lugares que realmente se necesitan, para que sean priorizados. Agradecemos a las personas que comparten sus registros, porque sin su apoyo esta iniciativa de ciencia ciudadana no sería posible”, concluye el especialista.
* Imagen principal: Uno de los diez letreros de cruce de fauna instalados por Pedro Heredia, del ACP Milpuj, en Chachapoyas. Así se busca avisar a los conductores sobre el cruce de animales silvestres y crear conciencia sobre el atropellamiento de fauna. En esta caso se resalta al gato del pajonal (Leopardus garleppi). Foto: Álvaro García
———
Videos | #ExpedicionesCientíficas l La científica que busca salvar a los manatíes antillanos
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos aquí.
Facebook |¿Un pez capaz de sobrevivir fuera del agua? Así es la nueva especie que se identificó en Bolivia | ENTREVISTA
Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, LinkedIn, WhatsApp, Telegram, Spotify, TikTok y Flipboard