¿Conoce el camu camu? Este fruto amazónico, rico en vitamina C, es el centro de un proyecto de conservación que busca proteger la Amazonía colombiana y generar recursos económicos para el sostenimiento de las familias del corregimiento de Tarapacá. Mujeres indígenas y colonas lideran la iniciativa y han sido pioneras en demostrar que es posible aprovechar recursos forestales no maderables en zonas de reserva forestal. La periodista María Fernanda Lizcano viajó a esta zona del país y documentó su historia.
De las empanadas al camu camu
“Nuestros padres y abuelos quieren que uno aprenda las costumbres y las pase a los hijos”, explica Cindy Gómez, indígena de la etnia huitoto por parte de su abuela y bora por su abuelo. Ella sabe que contagiar a otros del amor por la selva sea, tal vez, la única manera de protegerla. “De ella vivimos, nos sustentamos, nos da la alimentación y la vida”, recalca. Ese bosque tropical provee todo lo que necesitan, como el camu camu, que nace de un arbusto ramificado que se da en los bordes de las zonas inundadas y puede crecer hasta los ocho metros de altura. Es un fruto único y, por eso, la labor de estas mujeres se enfoca en el uso sostenible, la conservación y en el empoderamiento para enfrentar juntas los desafíos cotidianos.
Asmucotar emprendió un camino inusual. Empezaron en 1994 con el objetivo de crear una red de apoyo, pues era difícil incluso no tener con quien dejar a sus hijos mientras trabajaban la chagra —la zona de cultivo tradicional—.Se dieron cuenta que cooperando entre todas, sin importar si eran indígenas o colonas, podían llegar más lejos y superar juntas las dificultades que trae vivir en un corregimiento al que escasamente llegan las ayudas del Estado.
Comenzaron modestamente, organizando rifas y vendiendo empanadas y sancocho —una sopa típica colombiana— para reunir fondos.La persistencia hizo que con el pasar del tiempo lograran reunir dinero para comprar un lote y pedir ayuda a la gobernación de Amazonas para construir una institución educativa. “Por eso acá dicen que la Asociación es la madre del colegio de Tarapacá”, cuenta Trinidad Polanía, actualmente representante legal de Asmucotar e hija de unos colonos que llegaron a este lugar del país en 1934 con el objetivo de conseguir tierras. Es dueña de un predio de 90 hectáreas, pero sólo 10 están destinadas a la ganadería. Tiene 20 vacas que ayudan al sostenimiento de su familia con la producción de leche y queso que usa, además, para la panadería que tiene con uno de sus dos hijos.
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