- La Reserva Comunal Machiguenga es una de las diez áreas protegidas en Perú que funcionan bajo la administración en conjunto entre el Estado y comunidades indígenas.
- El área tiene 15 comunidades beneficiarias de los pueblos machiguenga, yine y asháninka, quienes hacen el uso sostenible de los recursos de la reserva.
- Otras dos comunidades del pueblo asháninka han solicitado unirse a la coadministración de la reserva tras ver los beneficios del aprovechamiento sostenible de semillas.
- Dentro del área, la comunidad Puerto Rico realiza la recolección de semillas de cedro, caoba y tornillo, árboles que son comercializados en el país.
Al sur de Perú, en la mundialmente conocida región de Cusco, el Andes y la Amazonía se unen dentro de la Reserva Comunal Machiguenga. Esta área natural protegida de más de 218 905 hectáreas preserva especies de flora y fauna únicas en el mundo, como el guacamayo militar (Ara militaris), una ave catalogada como Vulnerable a consecuencia del tráfico de fauna. Además, el área tiene una forma armoniosa de cuidar la naturaleza, gracias a un trabajo en conjunto entre comunidades indígenas y el Estado.
La Reserva fue creada en enero de 2003 por el Ministerio de Agricultura. Además, forma parte de la Reserva de Biosfera Avireri-Vraem junto al Parque Nacional Otishi, el Santuario Nacional Megantoni y las Reservas Comunales Ashaninka.
“En este corredor se conservan más de 4 millones de hectáreas en las regiones de Junín y Cusco, beneficiando a más de 450 000 habitantes y protegiendo los servicios ecosistémicos y parte de este espacio es la Reserva Comunal Machiguenga”, dijo Ernesto Escalante Valencia, jefe del área, a Mongabay Latam.

Dentro de la reserva también se encuentran las cabeceras de los ríos Picha, Sensa, Miaria, principales fuentes de agua para la región Cusco.
Andes y Amazonía
La Reserva Comunal Machiguenga cuenta con bosques de selva alta, también conocidos como bosques montanos nubosos, que van de entre 800 y 2400 metros sobre el nivel del mar. También cuenta con árboles de selva baja, llamados bosque tropical amazónico, que están entre los 80 y 800 metros de altitud.
El primer ecosistema se caracteriza por su alta humedad, presencia de nubes y densidad de formaciones vegetales, conformando bosques enanos y de nieblas. Mientras que el segundo se encuentra en altitudes bajas y las regiones tropicales y subtropicales, como la Amazonía, y es conocido por su rica flora y fauna.


“La selva alta es un ecotono que da transición de la zona andina a la Amazonía. La transición permite tener una riqueza única que las comunidades indígenas y los incas han sabido aprovechar por años”, afirmó Escalante Valencia.
La flora y la fauna
El meganto, como es conocido Aras militaris es también símbolo del distrito de Megantoni, en Cusco, donde se ubica la Reserva Comunal Machiguenga.
Él área protegida tiene 890 especies de fauna y flora registradas hasta el momento. De ellos, 150 son aves, 12 son insectos; 4, peces; y 480 son especies de flora. Además, 19 son endémicas y 24 se encuentran en peligro de extinción, como la caoba (Swietenia macrophylla), el cedro (Cedrela odorata) y el tornillo (Cedrelinga catenaeformis), las especies vulnerables por la tala indiscriminada pero se conservan en el área. También se pueden encontrar el gallito de las rocas (Rupicola peruvianus) y el águila harpía (Harpia harpyja), especies representativas de Perú.
Los jaguares, osos de anteojos, el tapir, el sajino y el maquisapa son muy conocidas y vistas dentro de la Reserva Comunal Machiguenga.


Un modelo de exportación
“Lo más impactante de la reserva es su modelo de conservación”, dice Ernesto Escalante. “La reserva inició con catorce comunidades, luego se sumó una más y ahora hay otras dos que quieren integrarse porque ven los beneficios de cuidar y aprovechar sostenibilidad el área”.
Está reserva es la única en el país que también cuenta con asentamiento rural, con migrantes de las zonas andinas y de habla quechua, trabajando por la protección de los bosques. El jefe del área explicó que las comunidades pueden cazar, recolectar frutos y semillas y pescar dentro del área.
“El 66 % del área puede ser aprovechado. Lo único que no está permitido es la tala, a menos que un árbol se caiga naturalmente por los años. En ese caso, las comunidades pueden tomar la madera y darle un uso final”, anotó. Una de las experiencias más exitosas es de la comunidad Puerto Rico, del pueblo asháinka, que trabaja en la recolección de semillas de cedro y tornillo para venderlas a comerciantes locales. Dependiendo de la temporada, estas semillas se comercializan y el kilo puede costar entre 600 y 1000 soles (entre 164.8 y 274.7 dólares).


“Las otras comunidades están viendo este ejemplo y han empezado a replicarlo. La intención es que las comunidades puedan vivir en armonía con el espacio y sean sus principales beneficiarios, por eso en un área natural protegida el control del territorio es más adecuado que en otras zonas”, aseguró Escalante. Para ello las comunidades se organizan en una empresa, que tiene un contrato con el Estado peruano para la coadministración a perpetuidad.
La reserva tiene siete guardaparques que se encargan de monitorear el área. Además, hay 12 grupos de vigilantes comunales, con un total de 147 indígenas, que trabajan en conjunto con los guardaparques para proteger el área del ingreso de los taladores.
La reserva no tiene amenazas ni de mineros ni de madereros ilegales. Sin embargo, sí es corredor del Valle del Río Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) es una de las zonas más convulsionadas del Perú, donde el Estado lucha incansablemente contra el narcotráfico y el terrorismo, por lo que el trabajo de los vigilantes es importante. “No sería posible cuidar el área sólo con siete guardaparques, por eso la colaboración de las comunidades es fundamental, ya que nos protegemos entre todos”, dijo Escalante.
Imagen principal: dentro de la Reserva Comunal Machiguenga hay 890 especies de flora y fauna. Foto: cortesía Reserva Comunal Machiguenga