- Ruth Nogueron es senior associate en el Programa de Bosques del World Resources Institute (WRI).
- Ha enfocado su trabajo en la alianza entre tecnología y la lucha contra los crímenes contra la naturaleza en la Amazonía.
- En diálogo con Mongabay Latam habla sobre el último informe publicado por su organización, que detalló cómo los incendios han arrasado con los bosques primarios del mundo en 2024.
- Según el estudio, el planeta perdió el año pasado un récord de 6.7 millones de hectáreas de selva tropical primaria, un área casi del tamaño de Panamá.
La mexicano-estadounidense Ruth Nogueron cuenta que la vida la fue llevando poco a poco a la labor que cumple hoy: la lucha contra la deforestación. Desde sus inicios, los primeros trabajos que tuvo estuvieron centrados en la protección de los bosques. Además, siempre prefirió la tierra firme antes que el agua.
Hace dos décadas, cuando era estudiante, recién llegada a Estados Unidos, dio sus primeros pasos en el Instituto Mundial de Recursos o World Resources Institute (WRI) como asistente administrativa en el Programa de Bosques. Dos décadas más tarde, se convirtió en asociada senior del mismo programa en Washington. Divide su tiempo entre la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch y el equipo de Gobernanza y Políticas Forestales.
En estos años, su trabajo se ha enfocado precisamente en promover el uso de datos satelitales para observar lo que pasa en los bosques. Ha liderado a equipos en el desarrollo e implementación de sistemas de trazabilidad de la madera. Su experiencia la ha llevado a evidenciar a través de la tecnología cómo los delitos contra la naturaleza en la Amazonía están funcionando en convergencia con el crimen organizado.

El último informe de WRI, de mayo de 2025, establece que los trópicos perdieron una superficie récord de 6.7 millones de hectáreas de selva tropical primaria en 2024, un área casi del tamaño de Panamá, como informó Mongabay Latam. Esa pérdida fue impulsada en gran medida por incendios masivos, superando cualquier otro año en al menos las últimas dos décadas.
Los datos fueron elaborados por el Laboratorio de Análisis y Descubrimiento Global de Tierras (Global Land Analysis and Discovery, GLAD) de la Universidad de Maryland y publicados por la plataforma Global Forest Watch, de WRI. La conclusión es que los bosques tropicales primarios desaparecieron a una tasa de 18 campos de fútbol por minuto durante 2024. Eso fue casi el doble que en 2023.
-¿Qué conclusión sacó luego del último informe sobre incendios y deforestación?
-En la Amazonía, los crímenes contra la naturaleza convergen con el crimen organizado y otros temas. Es un panorama un poco más descorazonador. Los lazos del crimen organizado se amplían por todos lados, utilizan también actividades para lavar dinero del narcotráfico. El humo está llegando a las ciudades. Estuve en Ucayali en el verano y nunca había visto esa cantidad de humo en la ciudad.

-¿Cómo podría resumir su conclusión sobre el último informe respecto a América Latina?
-Se ven los crímenes contra la naturaleza en acción, con mayor cantidad de incendios y más áreas de bosque arrasadas, y es algo que no debemos ignorar. No porque no hablemos de ellos quiere decir que no están y, mucho menos, que se van a resolver. Lo que es interesante con el tema de incendios es que fue una tendencia muy grande por todos lados, pues llama mucho la atención. Pero ahí también está la mano de la criminalidad porque es un instrumento para desmontar, para reclamar terrenos o extender la ganadería. En Brasil, por ejemplo, los incendios son un arma para tomar o hacer reclamos territoriales. En Bolivia, también vimos una situación interesante porque la ley en Bolivia promueve la expansión agrícola y el uso de fuego. Entonces ahí es una combinación de una falla de la implementación de la ley o una falla de la ley. Y también, de falta de capacidad para contrarrestar y controlar los incendios. En Brasil, hay un foro de seguridad pública que ha empezado a documentar esto: economías ilegales que permiten ver esa convergencia con los incendios, como actividades de narcotráfico, que son parte de la economía de la región; o la minería ilegal, el oro como parte del negocio en la frontera de Perú con Colombia, en Venezuela, partes de Brasil, partes de Perú y bueno, también ahora en Ecuador, según lo que estamos viendo en el último año.

-¿Hay algún país de América Latina que le haya sorprendido este año con respecto a los incendios o la deforestación?
-Bueno, no es América Latina, pero es la Amazonía: Guyana. Me pareció súper interesante porque el país ha estado tratando de encontrar una cuestión de desarrollo que combine la actividad forestal, ya que también son un país con una tradición de manejo forestal fuerte. También tiene muchas áreas vírgenes donde no ha habido deforestación. Entonces me sorprendió ver la cantidad de deforestación en 2024. Guyana, que es un país que históricamente ha tenido tasas relativamente bajas de pérdida de bosques primarios, cuadruplicó la pérdida de bosques tropicales primarios entre 2023 y 2024. El 60 % fue debido a incendios. La minería ilegal y la no regulada también desempeña un papel desmedido en el impulso de la pérdida de bosques, además de que genera conflictos en territorios indígenas y aumentos en los casos de malaria. Las pérdidas de bosques tropicales húmedos en Guyana ocurrieron a pesar de las medidas que el país ha implementado para monetizar su condición de país con “grandes bosques y baja deforestación” (High Forest Low Deforestation, HFLD) para generar ingresos a través de la conservación forestal. Es una dinámica a la cual hay que prestar atención.

-La Unión Europea votó una Ley de Deforestación Cero que deberá entrar en vigor pronto. ¿Cree que puede funcionar como mecanismo para paliar la crisis de incendios provocados?
-Creo que tiene mucho potencial. Obviamente, depende de cuáles son los productos implicados y la relación comercial que exista entre los países exportadores y la Unión Europea. Si los sectores productivos de los países de la Amazonía quieren acceder a los mercados europeos, pues entonces, es una palanca fuerte y poderosa, que sí puede tener impactos.
-¿Qué tipo de sanciones le gustaría ver en los países latinoamericanos para castigar los incendios provocados?
-Son tantos países con sus propios sistemas de regulatorios y de castigos… Creo que lo importante es que sean buenas políticas y que se cumplan porque muchas veces lo que vemos son políticas en papel, donde no importa qué es lo que pasa o si se captura a los culpables, si hay recursos para implementar la ley o hacer que la ley se cumpla. Creo que estamos llegando a un punto de destrucción que no hemos visto antes. Sabemos que hay políticas, que los incendios se pueden combatir y se puede detener la deforestación, como en Brasil y Colombia, donde sabemos que en años pasados han podido detener y frenar la deforestación. Hay políticas y hay cosas que funcionan. Lo más importante a partir de estos resultados es no echarnos para atrás. No dejemos que nos abrume para no seguir adelante. No debemos olvidar a las comunidades locales que están en el territorio porque ellos pueden ser aliados para frenar estas tendencias. Usando tecnología y estando bien organizados pueden frenar la deforestación. Pueden colaborar con las autoridades para hacer que la ley se cumpla en el territorio.

-Ustedes apoyan el trabajo en el territorio con las comunidades y la tecnología. ¿Qué ha aprendido de ese proceso?
–La clave para combatir los crímenes contra la naturaleza y el crimen organizado está en llevar la tecnología a los actores locales, las comunidades indígenas y locales. En WRI apoyamos a la gente que en realidad está llevando todo este tipo de capacitación en detalle al territorio. Es un grupo que se llama Rainforest Foundation. Nosotros les proveemos la información, los datos, algunas de las herramientas tecnológicas. Y ellos, son los que están en el campo, son los duros. Obviamente la tecnología no va a resolver todo. Pero es una herramienta útil. Y la cuestión es ver cómo apalancarla de una manera que no exponga a las comunidades indígenas a más presión o amenazas. Y, pues, que el Estado aborde estos temas.
-En noviembre tendrá lugar una nueva cumbre mundial del clima (COP30) en Belém, Brasil. ¿Qué espera de ese encuentro internacional?
-Relacionándolo con el tema de comunidades indígenas, porque va a ser la COP de la Amazonía, esperaría que el rol de las comunidades locales, las comunidades indígenas, se vea, no solamente como algo vistoso, sino que se concreten acciones para empoderarlos más y para involucrarlos. También creo que siendo la COP de la Amazonía y viendo estas situaciones de crímenes ambientales y esta conjunción con el crimen organizado, pues que este también sea un tema que se aborde de una forma significativa para resolverlo.

-En cuanto al uso de la tecnología en las comunidades indígenas y locales para frenar la deforestación, ¿qué proyectos resalta?
-En la Amazonía peruana, particularmente en la región de Loreto, utilizan herramientas de monitoreo satelital y alertas tempranas de deforestación para identificar las áreas problemáticas dentro de su territorio y las abordan ya sea dentro de la comunidad o estableciendo colaboración con autoridades para detenerla. Se ha demostrado que han frenado y reducido la deforestación casi a la mitad en un año. Entonces, estos son ejemplos que pueden expandirse, escalar. También hay otro ejemplo similar en Bolivia, en un territorio indígena, donde ellos también pudieron prevenir la expansión de incendios. Este tipo de experiencias funcionan. Lo importante es mantenerlas y expandirlas, mantenerlas a largo plazo, alinearlas o apalancarlas con actividades que permitan entradas económicas a las comunidades, con proyectos de desarrollo económico a nivel comunitario.
-Ahora tiene un cargo ejecutivo en WRI, pero estuvo muchos años enfocada en el trabajo de campo, en el territorio. ¿Qué es lo que más recuerda de esos años en contacto con los bosques?
-Siempre, siempre, siempre, la gente. La cantidad de conocimiento que tienen, su compromiso y también lo generosos que son con su conocimiento, con su tiempo, con sus contactos, sus experiencias. Eso creo que es lo que valoro más. Lo que he percibido en estos últimos años ha sido también cómo el uso de tecnología ha empoderado comunidades. Y con eso también he visto cómo las mujeres van empoderándose más y el papel que están tomando en algunos casos como defensoras.
-Tomando la posta de la defensa del territorio…
-Hay casos interesantes, un poco tristes también. A pesar de todo, hay mujeres que siguen comprometidas y más convencidas. Eso me parece súper interesante.
Imagen principal: Ruth Nogueron, Senior Associate del Programa de Bosques del World Resources Institute (WRI). Foto: cortesía Ruth Nogueron