¿Sabías que el huiña es el felino más pequeño de América? El huiña es un pequeño gato silvestre difícil de observar y que puede pesar tan sólo 2.5 kilos. Es de hábitos nocturnos, acostumbra a hacer nidos en las copas de los árboles y su sonido se parece más al de un ave que al de un félido. Lamentablemente, está enormemente amenazado.
En un nuevo episodio de #ExpedicionesCientíficas, la bióloga Ilaria Agostini habla sobre su trabajo en ecología y conservación del huiña en Argentina.
El huiña y sus grandes diferencias en Argentina y Chile
La coexistencia del huiña con el gato montés (Leopardus geoffroyi), por ejemplo, complica aún más la situación en Argentina. “El montés es bastante más grande y tiene la cara más aplastada, estrecha, con manchas más marcadas, pero si ves un ejemplar solo de frente es muy fácil confundirse”, dice Ilaria Agostini, bióloga nacida y graduada en Italia, aunque radicada desde hace un par de décadas en el Cono Sur americano.
El parentesco entre monteses y huiñas está filogenéticamente demostrado. “Son primos hermanos”, sintetiza Monteverde. “Hace poco tiempo, un poblador de la zona del lago Nahuel Huapi le sacó una foto a un gato subido a un árbol y no pudimos resolver qué era. Yo pensé que se trataba de un montés por los ojos más claros y la nariz rosada, pero otros expertos dicen que es típicamente huiña”, cuenta Agostini.En teoría, las tres rayas negras de las mejillas del huiña deberían ser suficientes para diferenciarlos, pero no siempre se distingue con tanta claridad. Agostini aporta otra pista para hacerlo: “La cola del huiña es mucho más corta y peluda, bien pomposa, y las patas también son más cortas. Las fotos de las cámaras trampa en donde se ve el cuerpo facilitan la tarea”.
Al otro lado de la cordillera las cosas son apenas un poco más simples. No existe el solapamiento con los gatos monteses, pero sobre todo la población de “la güiña” (en femenino, tal como es llamada la especie en el lado chileno de la cordillera) es mucho mayor y su distribución, sensiblemente más amplia en latitud, ya que existen registros desde Coquimbo, región que limita con el desierto de Atacama, hasta Aysén, en la Patagonia; pero también a lo ancho del territorio, porque se han visto ejemplares en la costa, los valles centrales y en las faldas de los Andes.
Gracias a esto, en Chile hay un poco más de conocimiento sobre la especie. Aun así, Nicolás Gálvez, ingeniero agrónomo y doctor en Manejo de Biodiversidad de la Universidad Católica de Chile, ratifica el carácter misterioso del animal: “Los vecinos de sitios donde las cámaras trampa muestran la presencia de huiñas establecen en 20 años el promedio de tiempo transcurrido desde que dicen haber visto el último ejemplar”.
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Imagen principal: El huiña es enigmático hasta en su maullido. El sonido captado por Joel Sartore, fotógrafo de National Geographic en Fauna Andina, una reserva chilena de rehabilitación y cría, parece una mezcla entre pájaro y gato. Foto: Jerry Laker.