Los animales silvestres más traficados son los guacamayos, los loros, los pericos, los monos, las tortugas y boas.Estas especies pueden ser traficadas vivas. Sin embargo, ciertas partes de sus cuerpos como su piel, colmillos, garras e incluso sus tejidos, son bastante comercializadas, sobre todo en el exterior.Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el tráfico ilegal de vida silvestre genera ingresos que oscilan entre los 7000 y 23 000 millones de dólares por año. Juan Manuel Carrión aún recuerda que hace 30 años fue uno de los primeros en señalar que el tráfico de fauna silvestre se convertiría en una gran amenaza para la biodiversidad. “Venía un extranjero y capacitaba en algunas técnicas a campesinos locales”, explica el biólogo y Director de la Fundación Zoológica. “Les facilitaban unas redes de neblina y los locales tenían la misión de capturar vida silvestre”. En ese momento, los gallos de peña eran las principales víctimas. Para que uno de estos gallos sobreviva al cautiverio forzado, veinte tenían que morir en el camino. “Esto fue advertido y denunciado”, precisa Carrión, aunque también señala que esta situación ha cambiado por el aumento de controles y, sobre todo, porque muchas comunidades han tomado conciencia del impacto que genera en su propio entorno el tráfico de especies silvestres. A pesar de esto, la Unidad de Vida Silvestre del Ministerio del Ambiente reportó la incautación de casi 8000 especímenes por tráfico ilegal, entre 2003 y 2013. Además, las cifras recientes, aunque es un reporte preliminar, dejan entrever que se trata de un problema que sigue vigente: en el 2014 se decomisaron 1684 especímenes y en el 2015 alrededor de 222. El reporte considera anfibios, aves, mamíferos, peces y reptiles.