- Durante 10 años, cientos de personas fueron detenidas y acusadas de delitos que no cometieron. La mayoría fue detenida mientras protestaba en contra de medidas sociales o ambientales del gobierno del expresidente Rafael Correa. El acoso judicial se convirtió en la manera más utilizada para acallar las manifestaciones.
*Este especial forma parte de una colaboración periodística entre Mongabay Latam y GK de Ecuador. También es parte del Especial Tierra de Resistentes II que puede ser visitado aquí.
Entre el 13 y el 22 de agosto del 2015, más de cien campesinos, indígenas, trabajadores y estudiantes fueron detenidos en el Ecuador. Habían protestado en varias provincias de la Sierra, Costa y Amazonía del país en contra de medidas económicas del entonces presidente Rafael Correa, como la Ley de Plusvalía, la Ley de Herencias, aranceles a importaciones. Sumado a estos temas, los indígenas reclamaron que el gobierno había incumplido las consultas previas para proyectos extractivos en sus territorios. Algunos manifestantes fueron acusados del delito de paralización de servicios públicos, otros de incitación a la discordia entre ciudadanos, otros de ataque o resistencia (a agentes de la fuerza pública), otros de terrorismo. Durante casi una década, protestar se convirtió en motivo para ser detenido. Además, tres personas asociadas a resistencias antiextractivistas fueron asesinadas en ese período. Los crímenes aún continúan sin culpables claros.
En este especial, Mongabay Latam y GK ahondan en la historia de José Tendentza y Pepe Acacho, quienes, por la defensa de un territorio sin minería, entregaron la vida y la libertad. Hoy, sus demandas las arrastra el gobierno de Lenín Moreno y sus historias dan claves para entender las razones, que sumadas al aumento en el precio de los combustibles, movilizaron a inicios de octubre a miles de indígenas en el Ecuador.
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La presión judicial
El biólogo, ambientalista y activista Patricio Meza fue acusado del delito de ataque o resistencia. En agosto del 2015, durante el paro nacional en el Ecuador, la respuesta del Estado a la protesta social, según Meza, fue lanzar una ofensiva de acusaciones masivas para acallarla. Como Meza, otros seis manifestantes —Stalin Robles, Elvis Guamán, Segundo Pilataxi, José de la Cruz y José Tubón— fueron detenidos. El caso de este grupo —que estuvo encarcelado durante casi un mes— fue luego conocido como los 7 de Pastaza. En esa misma protesta ocho dirigentes indígenas —Jorge Herrera, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Rómulo Akachu, vicepresidente de la misma organización, Agustín Wachapá de la Federación Interprovincial de Centros Shuar y Franco Tulio Viteri, expresidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Amazonía Ecuador— fueron acusados de delitos con penas de entre uno y tres años de prisión. Wachapá cumplió cuatro meses en la cárcel.
No era la primera vez que el régimen del entonces presidente Rafael Correa hacía una detención masiva de manifestantes que se oponían a su gobierno. Desde agosto de 2014 —cuando entró en vigencia el nuevo Código Penal en el Ecuador— hasta abril de 2017 —un mes antes de que acabara la presidencia de Rafael Correa—, 2187 personas fueron acusadas del delito de ataque o resistencia (a agentes de la fuerza pública), 198 fueron acusadas de paralización de servicios públicos, y 43 de terrorismo. Acosar judicialmente a líderes comunitarios, sociales y ambientales “era una forma de acallar la protesta social”, dice Meza.