- La transformación de los bosques tropicales en entornos similares a la sabana no solo puede afectar a la vegetación sino que también puede cambiar la fauna. Investigadores brasileños han evaluado los impactos del cambio climático y la deforestación en más de 300 especies de mamíferos de América del Sur.
- Los animales como los primates, que dependen de la copa de los árboles para sobrevivir, pueden perder hasta el 50 % de su hábitat a finales del siglo XXI.
A principios de la década de 1990, al observar el reemplazo de grandes árboles por vegetación similar a la del Cerrado en áreas de la Amazonía alteradas por la presencia humana, el científico brasileño Carlos Nobre reveló al mundo la preocupante hipótesis de que un proceso de sabanización de los bosques tropicales estaba en marcha en el continente.
Treinta años después de la teoría postulada por Nobre, un estudio desarrollado por la bióloga Lílian Sales, del Instituto de Biología de la Universidade Estadual de Campinas (Unicamp), revela que el fenómeno de la sabanización va mucho más allá de la transformación de la flora amazónica y puede modificar radicalmente el mapa de distribución territorial de la fauna y afectar la supervivencia de diversas especies, principalmente aquellas que dependen del bosque denso para existir.
La investigación, realizada en asociación con la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y la Universidad de Miami, fue publicada en la revista Global Change Biology y utilizó modelos computacionales para proyectar, a lo largo del tiempo, la dispersión de 349 especies de mamíferos que viven en bosques tropicales, atlánticos y de sabana en toda América del Sur.
Los resultados demuestran un escenario sombrío para parte de la fauna que vive en bosques, que puede perder hasta el 50 % de su área de distribución a fines del siglo XXI, especialmente en la región conocida como Arco de la Deforestación, una zona de expansión agrícola ubicada en el sur y suroeste de la Amazonía brasileña, donde el bosque bordea al ecosistema del Cerrado.
El único refugio para estas especies sería la zona central de la cuenca Amazónica, en regiones más cercanas a los Andes, menos vulnerables al cambio climático y al impacto de la presión agrícola. La expectativa es que pueda haber una llegada de hasta 60 especies a estas regiones vírgenes, además de las ya existentes, lo que aumentaría la competencia por los recursos y resultaría en consecuencias ecológicas impredecibles.
Por otro lado, algunos animales del Cerrado, que también tienen sustraídas sus tierras originales, se beneficiarían de esta nueva situación ambiental; su área aumentaría hasta en un 30 %, extendiéndose hacia zonas degradadas de la selva Amazónica y, en menor medida, del Bosque Atlántico.
La degradación forestal permite la entrada de animales del Cerrado
La idea de desarrollar el trabajo surgió de la curiosidad científica de Sales, despertada por las conferencias del profesor Carlos Nobre. Experta en grandes patrones espaciales de distribución de organismos, la programadora ecológica cuestionó si este proceso de sustitución de la flora de los bosques tropicales por vegetación de sabana no podría ocurrir de manera similar con la fauna de estos dos biomas.
“A la medida que cambia la vegetación del entorno, esperamos que se produzca la creación de nuevos hábitats”, argumenta la investigadora. “Mientras el clima se vuelve más seco, la deforestación avanza y los incendios se hacen frecuentes, los bosques húmedos y cerrados pierden espacio, convirtiéndose en ambientes abiertos, de apariencia similar al Cerrado, pero degradados y sin los valores previos de conservación y biodiversidad. Y eso podría permitir que algunos animales típicos de la sabana se adentren en estos bosques y ocupen el lugar de los que estaban allí”, agrega.
Los grandes monos y los lobos de crin son casos emblemáticos de cómo el fenómeno de la sabanización afectará de diferentes formas la dinámica de ocupación espacial de ciertos animales. Primates arbóreos como el mono araña (Ateles spp.) y el mono Humboldt (Lagothrix lagotricha), aunque también exploran el suelo, necesitan un dosel cerrado formado por las copas de los árboles para alimentarse, dormir, reproducirse y moverse. Con el bosque retraído, pierden terreno y quedan confinados a fragmentos de bosque, lo que aumenta la competencia por los alimentos y disminuye la expectativa de supervivencia.
El lobo de crin (Chrysocyon brachyurus), que tolera ambientes más abiertos y secos, podría favorecerse del crecimiento de estas áreas abiertas y expandir su población, invadiendo tramos de bosque convertidos en sabanas. De hecho, un estudio reciente registró 22 apariciones de lobos de crin en la Amazonía durante los últimos 25 años.
La presencia de especies del Cerrado, como el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) y el venado de campo (Ozotoceros bezoarticus), en lugar de animales del bosque más sensibles a la deforestación, como primates, perezosos y algunos roedores, tampoco es algo totalmente cierto para Sales, quien deja claro que la imagen aparentemente favorable de estos animales puede ser engañosa. “Es bueno diferenciar las cosas”, señala la investigadora. “El lobo de crin está en peligro de extinción y su hogar, especialmente en el medio oeste de Brasil, está completamente destruido por la acción de la agricultura exploratoria y la agricultura de baja tecnología”.
Según la científica, el resultado de la investigación indica que puede haber esperanzas para algunas de estas especies en peligro, siempre que logren ingresar a estas regiones deterioradas de bosque tropical y atlántico, y que encuentren nutrientes y lugares adecuados para la reproducción. “Las preguntas son: ¿tendrán recursos alimentarios? ¿Serán estos entornos suficientes para que estas poblaciones se mantengan estables?”, se pregunta Sales. “Las proyecciones revelan que algunas especies lograrán expandir su distribución en estas sabanas, pero sería una fauna empobrecida”.
Los monocultivos son obstáculos para la dispersión de animales
Fragmentación de bosques y monocultivos de soya, caña de azúcar y maíz, además del crecimiento de ciudades y de la red carretera, se señalan como las grandes barreras para el movimiento de animales que necesitan encontrar formas de sobrevivir.
Según el biólogo y uno de los autores del estudio, Mathias Mistretta Pires, profesor e investigador del Instituto de Biología de la Unicamp, no tiene sentido tener cerca dos áreas potencialmente habitables, ya sea para animales del Cerrado o del bosque, si existe un obstáculo insuperable entre ellos.
“Hay una serie de dificultades para que estas especies puedan ejercer este potencial de expansión y llegar a las áreas adecuadas. Si las poblaciones se aíslan y se reduce el número de individuos, pierden su variabilidad genética y, en consecuencia, su capacidad de adaptación a los cambios del entorno, y las posibilidades de extinción aumentan exponencialmente”, explica el investigador.
Para proyectar la capacidad de dispersión de las 349 especies de mamíferos evaluadas, la investigación determinó primero la especialidad de cada animal, tomando en cuenta su relación con el hábitat principal.
Con base en este esquema de clasificación, 285 especies fueron consideradas “especialistas en bosques”, grupo que incluye varias especies de primates —como el mono araña peruano (Ateles chamek) y el tití león de cabeza dorada (Leontopithecus chrysomelas)—, además de ciervos del bosque, marsupiales arbóreos y roedores como ardillas, agutíes y pacas (Cuniculus paca).
Otras 12 especies fueron clasificadas como “especialistas en sabanas”, entre ellas varios roedores, como el Cerradomys scotti, aún poco conocido por la ciencia. Además, 52 especies fueron consideradas “ocupantes de la sabana”, capaces de frecuentar otros hábitats; entre ellas felinos como el puma (Puma concolor) y el gato moro (Herpailurus yagouaroundi), el pecarí de collar (Pecari tajacu), además del lobo de crin, el oso hormiguero gigante y el venado de campo antes mencionados.
En el escenario de una dispersión ilimitada, es decir, sin barreras para que los animales se muevan, solo el 40 % de los especialistas en bosques podrían moverse libremente y ampliar su alcance. La proporción aumenta al 75 % entre los especialistas en sabana y es del 69 % entre los ocupantes de la sabana.
Cuando se presenta una situación de dispersión limitada —por cultivos o carreteras, por ejemplo— la gran mayoría de los especialistas en bosques (219 especies) vería reducida su distribución potencial. Algunos especialistas y ocupantes de la sabana, sin embargo, verían aumentada su distribución —este es el caso del lobo de crin.
En un escenario de cambio climático extremo, en el que los animales no podrían dispersarse a hábitats más aceptables, todas las especies se verían afectadas según el estudio. Los más impactados serían los especialistas en bosques pues perderían más del 90 % de su distribución potencial.
Los proyectos de reforestación, los corredores ecológicos, la voluntad política y el cumplimiento de la legislación ambiental son señalados por Sales como las posibles acciones de mitigación en este proceso de reducción y extinción poblacional provocado por la explotación económica y el calentamiento global.
La investigadora está particularmente a favor de crear corredores dinámicos de vegetación en las áreas restantes de bosque, como los bosques de ribera, para conectar lo que ella llama “climas análogos”. “El desafío es crear las condiciones para que la conectividad que brindan los corredores ecológicos se realice en un escenario amplio”, sostiene. “El nuevo código forestal [de Brasil], por ejemplo, podría proporcionar nuevas ideas para una perspectiva de gestión a escala nacional. Si tuviéramos una gobernanza que hiciera cumplir la ley, ya sería un paso adelante”.
Imagen principal: Mono araña negro (Ateles paniscus), una de las especies cuya supervivencia está amenazada por la transformación de la Selva Amazónica en sabana. Foto: Zweer de Bruin/CC BY-NC-ND 2.0.
Artículo original: https://brasil-mongabay-com.mongabay.com/2020/12/savanizacao-ameaca-a-sobrevivencia-de-mais-de-200-especies-de-animais-das-florestas/
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