- Llegó al Santuario Histórico de Machu Picchu en el año 2009 y, al poco tiempo, empezó a combatir incendios forestales. Ahora es guardaparque bombero forestal y uno de los instructores de mayor nivel en esta área protegida.
- Ha liderado brigadas para apagar incendios forestales dentro de Machu Picchu, en otra áreas protegidas, fuera de las zonas reservadas y hasta en Chile.
Roberto Carlos García se ha enfrentado a por lo menos 80 incendios forestales. Es biólogo, especialista en monitoreo biológico, así como de control y vigilancia del Santuario Histórico de Machu Picchu y, además, es un guardaparque bombero forestal.
Mientras está en el campo, dirigiendo una cuadrilla, es enérgico, pero apenas habla de sus hijos su tono de voz se transforma. Y aunque no se considera un héroe, para su familia siempre lo ha sido.
Llegó al área natural protegida en el año 2009 para dedicarse al monitoreo de las especies que habitan en el Santuario, entre ellas el oso de anteojos. Pero muy pronto, apenas un mes después de su arribo, un incendio forestal en Machu Picchu cambió el rumbo de su especialización.
Ahora, con doce años combatiendo incendios, es uno de los tres instructores de mayor nivel en Machu Picchu, el área protegida donde nació la brigada de bomberos forestales del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).
En esta entrevista con Mongabay Latam, realizada en el mismo Santuario, García hace un repaso de sus más de diez años de trabajo en una de las zonas reservadas más emblemáticas de Perú.
¿Cuando era niño pensó que algún día se convertiría en bombero forestal?
Siempre me gustó la naturaleza y los animales, pero nunca pensé llegar a ser un instructor en incendios forestales. Pero me siento orgulloso y mis hijos también se sienten orgullosos de mi. Sobre todo cuando salgo quizás en un periódico o en algún medio y ellos me ven ahí. Saben que combatir los incendios es peligroso, pero que cuando los apagamos estamos protegiendo a los animalitos y a los arbolitos, como me dicen.
Veo que su familia lo apoya en su carrera de bombero forestal
Por mi formación de biólogo siempre he estado en contacto con la naturaleza y a mi familia, tanto a mi esposa como a mis hijos, también les gusta ese contacto con la naturaleza. Yo siempre quiero que compartan y disfruten de la fauna, la flora y en general de la biodiversidad. Y como ven y saben que me gusta este trabajo de conservación, me apoyan mucho. Creo que han interiorizado que haciendo este trabajo estamos poniendo un granito de arena para la conservación y se sienten identificados. Obviamente, mi esposa siempre me dice: “Tienes que tener cuidado, no te arriesgues, no quieras ser un héroe, no quiero que seas parte de la historia todavía, yo te quiero aquí”.
¿Usted se siente un héroe?
(Ríe) En realidad me siento orgulloso de aportar a la conservación, de aportar un granito de arena que puede ser la oportunidad de una mejor calidad de vida para muchas personas.
¿Y cómo empezó ese interés por la conservación?
Yo soy de Arequipa, de Camaná, de la zona de playa, pero mi abuelo es de la sierra de Arequipa, de Castilla, y al lado de su casa había un pequeño bosque adonde mi abuelo nos llevaba a pasear. Por eso siempre hemos tenido contacto con la naturaleza, creo que desde que nací. Y también por eso decidí ser biólogo para conservar y hacer investigación en el país.
¿Usted es de Arequipa pero decidió trabajar en Cusco?
Desde que me gradué de biólogo en la universidad mi sueño era trabajar en conservación. Entonces me interesó Cusco porque tiene más paisajes para desarrollar mis habilidades como biólogo. Tiene bosques, montañas, relictos de bosques, ceja de selva y la biodiversidad es también mayor que en Arequipa, por eso, me sedujo esta región. Así que cuando un amigo me avisa que hay un puesto de guardaparque en Machu Picchu, me animé a postular. Entré en marzo del 2009 como guardaparque hasta el 2011 que me promocionan a especialista de control y vigilancia. Cuando ingresé, con un compañero guardaparque, propusimos algunos proyectos para el área protegida y empezamos a hacer monitoreo, manejo de residuos sólidos, entre otras cosas.
¿Cómo pasa de hacer monitoreo de especies a convertirse en bombero forestal?
Cuando empecé mi trabajo como guardaparque una de las primeras cosas que conversamos con mis compañeros fue implementar un sistema de monitoreo en Machu Picchu. Empezamos primero con aves, luego continuamos con el monitoreo de orquídeas durante la floración. Y a la par, como en Machu Picchu siempre ha habido alta incidencia de incendios forestales, nos empezaron a capacitar como brigadistas forestales. Desde que ingresé al Santuario, en el 2009, mis compañeros me hablaban de la importancia de esta experiencia y de cómo aprender a controlar y liquidar un incendio forestal aporta a la conservación del área protegida. Entonces me interesó mucho prepararme y, la verdad, me gustó mucho. Me he esforzado por aprender y especializarme y, con varios compañeros, hemos logrado ser parte del equipo de 15 instructores en Machu Picchu.
¿Aún se dedica al monitoreo de especies?
Sí, continuamos con el monitoreo de la avifauna, de las orquídeas del Santuario y también del oso andino. Tenemos un estudio que indica que la probabilidad de la ocupación del oso de anteojos en Santuario Histórico de Machu Picchu está en 93 % o 94 %. Esto es un indicativo de que nuestras acciones de conservación las estamos haciendo bien porque estamos protegiendo y cuidando muy bien el ecosistema y el hábitat del oso.
Enfrentar un incendio forestal
Usted me ha comentado que ha participado en por lo menos 80 incendios forestales. ¿Cuál considera que ha sido el más complicado?
En Perú, uno de los incendios más fuertes que recuerdo es el que ocurrió en Kuélap, en el año 2019. Había pasado más o menos una semana desde que empezó el incendio cuando nos llamaron. Al llegar, encontramos más o menos entre 400 y 500 personas trabajando para apagar el fuego, entre voluntarios de las universidades, gente del pueblo, bomberos forestales y personal del Ejército. Nosotros éramos unos 16 guardaparques bomberos forestales: cuatro del Santuario del Histórico de Machu Picchu y como 12 de otras áreas protegidas. Lo primero que hicimos fue coordinar con las autoridades y establecer el comando de incidentes. La mayoría se preguntaba: ¿Cómo una brigada tan pequeña podrá liquidar un incendio que llevaban combatiendo una semana? Pero cuando vieron nuestra metodología de trabajo, nuestro manejo de recursos para controlar el incendio y, sobre todo, cómo a los dos días de haber llegado logramos controlar y liquidar el incendio, se sorprendieron y se dieron cuenta que la experiencia y el conocimiento que tenemos sirve para combatir este tipo de siniestros.
¿Qué es el comando de incidentes?
El comando de incidentes es nuestro sistema de trabajo que tiene una estructura predefinida que permite hacer las operaciones efectivas para combatir un incendio forestal. Lo primero que hacemos es coordinar con las autoridades y establecer un mando unificado que incluye a estas autoridades. Además, uno de nosotros asume como jefe de operaciones y designa a cada responsable para que comande una cuadrilla. En base a esa estructura combativa iniciamos las acciones contra el incendio. Y en ese caso a los dos días apagamos el fuego.
Ustedes eran un grupo pequeño.
Pero lo importante es la estructura de nuestro trabajo que, como le dije, está predeterminada y nosotros tenemos claro cómo organizar y utilizar todos los recursos de los que disponemos en cada momento para poder controlar y liquidar un incendio. Y eso sorprende mucho a las personas. La primera pregunta que se hacen los pobladores es: ¿Ellos podrán caminar en este territorio?, ¿podrán subir a la velocidad en la que nosotros lo hacemos?, ¿podrán combatir el incendio? ¿podrán apagarlo? Y se sorprenden cuando empezamos nuestro trabajo, cuando ven cómo distribuimos a los combatientes y cuando, poco a poco, empezamos tener éxito. Entonces, la población cambia su forma de pensar y terminan muy contentos. Muchas veces nos aplauden y nos agradecen porque el trabajo que hacemos.
¿Además de combatir grandes incendios en Perú también lo hizo en otros países?
Sí, en Chile, en el año 2017. En ese momento viajamos una brigada de 16 bomberos forestales del Sernanp —de las áreas protegidas de Machu Picchu, Huascarán y Manu—, además, fueron otros 16 del Ministerio de Cultura. A nosotros nos destinaron a la V Región. Era un incendio que se había iniciado en la VII Región del Maule y abarcaba concesiones de pino y eucalipto. Chile había sido declarado en emergencia porque llevaba un mes y medio intentando apagar el incendio y no podía. Llegamos delegaciones de México, Portugal, España, Argentina y Perú. Estuvimos 15 días en las instalaciones forestales donde se movilizó un montón de recursos y equipos: helicópteros, Bambi buckets [bolsas especiales para transportar agua en helicópteros] y aeronaves tipo tanque que llevaron apoyo desde Rusia, entre otros recursos. Era un incendio muy grande.
¿Y qué pasó?
Las brigadas de otros países se sorprendieron por la metodología de nuestro trabajo, porque nosotros pedíamos salir a combatir el fuego a las cuatro de la mañana; mientras que las cuadrillas de otros países tenían la costumbre de salir entre las 8 y 9 de la mañana. Pero sucede que el mejor momento para combatir un incendio forestal es en la madrugada cuando baja la temperatura, por eso nosotros empezamos a esa hora, además que estamos acostumbrados a trabajar en pendientes marcadas. Todo eso dejó una buena impresión en las brigadas de otros países, que nos preguntaban, por ejemplo, ¿cómo teníamos tanta preparación y físico para atender incendios en esas situaciones y en ese tipo de geografía?
¿En cuánto tiempo se logró liquidar el incendio?
Estuvimos 15 días y de ellos, 12 días fueron de combate directo. Los compañeros que estuvieron con nosotros aprendieron mucho, pues si nuestra forma de trabajo ha funcionado para otros países, significa que es muy efectiva. En todo este tiempo hemos implementado variaciones y realizado adaptaciones en nuestro sistema de entrenamiento a las brigadas, pero lo que falta es equipamiento.
¿Qué equipos hacen falta?
Sería importante contar con drones con cámaras y sensores térmicos y disponibilidad de helicópteros para transporte a zonas alejadas. Muchas veces arribamos de madrugada a un lugar y caminamos 3 o 4 horas hasta la zona del incendio, en cambio con un transporte rápido llegaríamos entre 15 y 20 minutos a lugares alejados.
Esas caminatas los agota.
Claro, hay desgaste. Pero con transporte rápido, como helicópteros, evitaríamos ese desgaste y seríamos mucho más efectivos al momento de combatir el fuego.
¿Los drones que necesitan son especiales?
Sí, son drones mixtos, híbridos que pueden volar tanto en forma lineal o mantenerse suspendidos. Estamos hablando de drones con una capacidad de levantar entre 12 a 15 kilos, porque normalmente los sensores o las cámaras térmicas pesan entre 3 y 4 kilos, más las baterías que deben durar por lo menos para una hora de vuelo, de tal manera que se pueda hacer un rastreo de toda la zona. Eso nos permitiría hacer un plan de ataque contra el fuego de una forma más efectiva. Otro de los equipos que deberíamos tener son teléfonos satelitales para una comunicación rápida. También deberíamos contar con dispositivos SPOT [rastreador satelital] por lo menos para cada jefe de cuadrilla, de tal forma que si hay un accidente tendremos la ubicación real de la cuadrilla o de quien sufrió el accidente para poder evacuarlo.
La experiencia que empezó en Machu Picchu
El programa de guardaparques bomberos forestales del Sernap se inició en Machu Picchu, ¿son ustedes los más especializados en atender incendios en Perú?
Sí, y eso nos enorgullece mucho. Machu Picchu es actualmente el icono en la formación de combatientes de incendios forestales y desde aquí salimos para formar a guardaparques en otras áreas protegidas. También nos llaman para combatir incendios en otros lugares donde la gravedad del incendio es severa, como sucedió en Chile, debido a nuestra experiencia y a todos los incendios forestales que hemos combatido, controlado y liquidado. Y lo más valioso es que nunca hemos tenido un accidente o la pérdida de algún compañero durante los siniestros.
¿Cuál ha sido el incendio más grande dentro del Santuario que usted recuerde?
En 1997 hubo un incendio muy grande por el que declararon en emergencia al Santuario y fue por esa razón que se decidió capacitar y perfeccionar a los guardaparques como bomberos forestales. Desde entonces, no se ha suscitado un incendio de grandes magnitudes dentro del área protegida porque se definieron estrategias y se realizaron capacitaciones para el personal. Sin embargo, si se han presentado incendios forestales grandes en la zona de amortiguamiento. Por ejemplo, en 2017 ocurrió un incendio en Santa Teresa donde se quemaron entre 300 y 400 hectáreas, uno de los incendios más grandes de los últimos años. En el Santuario han ocurrido fuegos de 10 o 12 hectáreas como máximo, gracias a la rápida acción para combatirlos. Normalmente, un incendio forestal dentro del área protegida lo apagamos en 2 a 3 días como máximo. No puede demorar más.
Usted es instructor de bomberos en la brigada de Machu Picchu, ¿cómo ha sido su preparación?
Primero se debe tomar un curso básico de brigadista. Luego llevé un curso con el Centro para la Defensa contra el Fuego (CDF) —un centro de formación para bomberos creado en el años 2003 en Castilla y León, España. Y posteriormente recibí un curso de instructor con OFDA-USAID (Oficina de los Estados Unidos de Asistencia para Desastres). Con ellos me preparé tanto en teoría como en la práctica, además que se debe pasar una evaluación para lograr la certificación como instructor.
¿Cuántos guardaparques bomberos forestales hay en Machu Picchu?
Somos 41 bomberos forestales brigadistas que combatimos directamente, pero en el Santuario llegamos a 72 guardaparques que de diferentes formas participamos para apagar incendios, porque detrás de los bomberos están los de logística, quienes compran, trasladan y preparan los alimentos, quienes coordinan el traslado del personal, los que gestionan los recursos con las autoridades, un equipo de trabajo que realiza diferentes acciones dentro y fuera del área protegida.
¿Los incendios están aumentando en Perú?
Sí, los incendios se están incrementando porque las condiciones se están dando. Los períodos de sequía son más largos y los pajonales se secan mucho más rápido. Si bien es cierto que hay un uso tradicional del fuego, se está perdiendo esa responsabilidad para el manejo del fuego. Y obviamente esto, unido a otros factores, están generando que se incrementen los incendios forestales. Por ello, nosotros debemos saber cómo manejar el fuego.
¿Qué siente cuando ve todo lo arrasado por un incendio?
Me entristece ver las consecuencias. La fauna silvestre que se pierde, el paisaje que queda destruido. Me preocupa también cuando el incendio está muy cerca de una población local y puede atentar contra la vida de los pobladores.
¿Alguna vez sintió miedo de enfrentar un incendio?
Sí, al principio. Yo entré al Santuario Histórico Machu Picchu en marzo del 2009 y en abril de ese mismo año se da mi primer incendio forestal. Cuando me dijeron vamos a combatir un incendio forestal acá en el Santuario, yo dije: ‘pero no tengo preparación, no tengo equipo, no tengo nada’. ‘Vas a aprender’, me dijeron los inspectores de mayor jerarquía, ‘no te preocupes, tú no vas a combatir, tú vas a ver logística’. Entonces yo era el encargado de entregar las herramientas. Esa primera vez aprendí mucho y me sirvió para interesarme en aprender más sobre cómo combatir incendios forestales y formarme en esa carrera que aporta a la conservación y al cuidado del área donde trabajo.
Imagen principal: Guardaparque bombero forestal Roberto Carlos García. Foto: Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado.
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