- De la violencia y las disputas en los territorios, a la esperanza y lucha de las comunidades, científicos y organizaciones por salvar a la biodiversidad. Estas son las 10 historias ambientales que marcaron a México en el 2022.
Un año más está por terminar y la violencia en los territorios mexicanos no cede. De nueva cuenta, quienes defienden la tierra, el agua y a la biodiversidad, siguen siendo blanco de empresas, el crimen organizado y gobiernos que buscan frenar sus esfuerzos. En octubre de 2022, un defensor más fue asesinado: Filogonio Martínez Merino, quien se sumó a la lamentable lista de activistas muertos en la comunidad indígena Paso de la Reina, en Oaxaca, por defender y oponerse a la devastación de su río.
En otros territorios tampoco se ha corrido con mejor suerte. En Michoacán, por ejemplo, los monocultivos de aguacate y la presencia del crimen organizado no solo han puesto en riesgo la integridad del bosque, sino también la seguridad de los pueblos que viven del manejo forestal comunitario, una actividad que les ha permitido trabajar el bosque y, al mismo tiempo, conservarlo. La deforestación por este y otros cultivos, como la palma aceitera, en estados como Chiapas y Campeche, acaban sin freno con los paisajes del país.
Con todo y los riesgos, los esfuerzos y esperanzas de las comunidades, así como de científicos y organizaciones, han mantenido a flote diversos proyectos para proteger a la biodiversidad: desde un ave emblemática en peligro de extinción que hoy todavía puede surcar los cielos, hasta un pez que se consideraba extinto y que ha vuelto a nadar en aguas mexicanas.
Estas son las notas que marcaron la cobertura de Mongabay Latam durante 2022.
En la antigüedad, el zopilote rey era considerado un ave mensajera entre la humanidad y los dioses mayas. Con sus 80 centímetros de estatura y hasta 14 kilos de peso, no resulta raro que esta enorme ave, con su envergadura de 1.93 metros, resultara especial para quien observara —antes y ahora— su magnífico vuelo. El Sarcoramphus papa —un ave a la que la deforestación colocó En Peligro en México— se impone ante otros carroñeros sin siquiera empezar una pelea, una de las varias razones por la que lugareños y científicos lo llaman “rey”.
Para el ejido Nuevo Bécal, ubicado en la selva maya, al sureste de Campeche, el zopilote rey no solo es una especie emblemática, sino que representa el aprendizaje de que el manejo forestal mejora la calidad de vida de toda una comunidad, al mismo tiempo que es compatible con la conservación de la vida silvestre y su hábitat.
“Para nosotros, en el ejido, el zopilote rey es una especie emblemática con la que estamos orgullosos de contar y que estamos comprometidos a conservar a pesar de las actividades económicas que impulsamos”, dice Lucio López, ejidatario e ingeniero forestal a cargo del comité de vigilancia en el ejido.
De esta manera, desde hace más de una década, la comunidad conserva 427 hectáreas como santuario del zopilote rey, en una zona donde se prohibieron actividades extractivas como cortar árboles y cazar animales. Incluso, las visitas a esa área son sumamente cuidadas. Y no solo eso, sino que además de hacer aprovechamiento forestal, luego de un largo trabajo comunitario también certificaron el 99 % de su territorio como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación, la más grande de su tipo en México.
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9. México: retrasos en permisos de aprovechamiento forestal deja en desamparo a comunidades
El ejido Viborillas-Ojo de Agua ha aprovechado su bosque de forma sostenible por más de 40 años. Este lugar ubicado en la sierra norte de Huayacocotla, Veracruz, cuenta con reconocimientos y certificaciones al trabajo de la comunidad otorgados por el gobierno del país. Sin embargo, sus logros no han sido suficientes para combatir la lentitud de la burocracia. Desde finales de 2021 esperan que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la autoridad ambiental, les renueve su programa de manejo forestal.
“Nos preocupa, porque tenemos 200 jefes de familia y más de mil personas del ejido que dependen de la economía que genera el bosque y la única respuesta que recibimos es que esperemos. No podemos. No hay de dónde comer, porque nuestra entrada (económica) es nuestro bosque”, explica Juan Venancio Hernán, comisario ejidal.
Pero este es solo uno de los casos. Los retrasos en la aprobación de trámites forestales en Viborillas, también se padecen en varias regiones de México. Con la llegada de la pandemia de Covid-19, desde 2020, se interrumpieron muchas actividades y la atención en las dependencias, por lo que las gestiones y trámites que, por ley, no deberían exceder los 30 días hábiles, pueden tomar entre seis meses y hasta un año.
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8. Mariposa monarca, la pequeña migratoria que ya resiente los efectos del cambio climático
La vida de la mariposa monarca migratoria está en riesgo. Este año, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) la clasificó como una especie En Peligro, pues el cambio climático también ha presionado a sus poblaciones que, de por sí bajas desde la década de los noventa, han venido disminuyendo de forma drástica con el aumento de temperaturas e incendios en sus sitios de hibernación.
Las cifras apuntan que la Danaus plexippus plexippus ha disminuido entre un 22 y 72 %. Incluso, la población que migra por la costa oeste de Estados Unidos para pasar el invierno en los bosques de California, presenta un descenso brutal del 95 %. Este fue el motivo de la clasificación de la UICN a finales de julio de 2022.
En entrevista con Mongabay Latam, Anna Walker, del Grupo de Especialistas en Mariposas y Polillas de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la organización y encargada de dirigir la evaluación de la monarca, explica a detalle los efectos del cambio climático en las mariposas, pero reitera la importancia de luchar por salvar hábitats para obtener poblaciones más robustas.
“Las mariposas pueden reproducirse con bastante rapidez, por lo que si continuamos mejorando sus hábitats, la recuperación de las poblaciones será posible”, dice la experta.
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7. La defensa de Los Dinamos, el bosque que cobija al último río vivo de la Ciudad de México
El bosque de la Cañada de Contreras, conocido comúnmente como Los Dinamos, contiene el último afluente vivo y saludable de la Ciudad de México. En este sitio cubierto por un bosque clasificado como suelo de conservación, hay pequeñas cascadas y arroyos que desembocan en la cuenca del río Magdalena.
La riqueza de este lugar con una superficie de 3100 hectáreas decretadas en 1932 como Zona Protectora Forestal, corre riesgo con la posibilidad de ingreso de una empresa inmobiliaria —con una cuestionada reputación— que busca desarrollar un parque natural. Aunque el proyecto asegura que conservará el bosque, los habitantes de la zona temen que este sea un paso para privatizar el lugar.
Por ello crearon la Asamblea Popular Resistencia Atlitic y su posición es tajante: rechazan la entrada de cualquier empresa sin que se les consulte. “Todos tenemos que opinar qué es lo que se debe hacer ahí porque nosotros no queremos que esto se convierta en un ecocidio más”, asevera Miguel Santana, integrante del grupo de resistencia.
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6. Paso de la Reina, la comunidad del sur de México que ha visto cómo asesinan a los defensores del río
El 26 de octubre de 2022, Filogonio Martínez Merino se sumó a la lamentable lista de defensores asesinados en la comunidad indígena Paso de la Reina, en Oaxaca. En los dos últimos años, han sido asesinados seis activistas por su defensa del Río Verde, un afluente amenazado históricamente por dos proyectos hidroeléctricos y la extracción de materiales pétreos. Aún cuando el defensor y la comunidad contaban con medidas cautelares colectivas del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, del gobierno de México, nada se hizo por frenar la tragedia.
Martínez Merino, originario del pueblo indígena chatino, era una persona activa en la defensa del río desde hacía 15 años, cuando comenzaron los intentos de imponer hidroeléctricas y se agudizó la extracción de materiales pétreos. También ejerció funciones comunitarias. Tenía 60 años, era padre de familia y se dedicaba a la producción y venta de limones. También conducía una camioneta de servicio utilizada como transporte para la comunidad dentro del municipio, a falta de transporte público. En ella fue asesinado a balazos.
Su comunidad, ensombrecida por la violencia y el miedo, busca la justicia que no ha llegado para ninguno de sus vecinos asesinados.
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5. Palma de aceite: las plantaciones que acorralan a selvas y manglares en el sureste de México
Las palmas originarias de África (Elaeis guineensis) llegaron a México a mediados del siglo XX. En aquel entonces pasaron casi desapercibidas, pero a partir de los noventa el asunto dio un vuelco: varios programas gubernamentales la colocaron como un cultivo lleno de virtudes e incentivaron su siembra en el sureste del país, especialmente en los estados de Chiapas y Campeche. La palma aceitera prometía desarrollo y abundancia.
El gobierno se empecinó en sembrar esta especie, con mayor insistencia, en las tierras alrededor de la Lacandona, una de las selvas altas más importantes del país. Incluso, también ocurrió en comunidades ubicadas dentro de áreas naturales protegidas y que albergan reservas de manglares.
Aunque poco se ha estudiado sobre la deforestación provocada por la expansión de este monocultivo, análisis cartográficos realizados por los autores del estudio Cultivo de palma de aceite en México señalan que, entre 2014 y 2019, se perdieron al menos 5400 hectáreas de bosques y selvas en los estados de Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz. De hecho, una zona importante para la conservación de la biodiversidad, como la Reserva de la Biosfera La Encrucijada —un área natural protegida localizada en la costa de Chiapas— es el lugar donde se ha dado la mayor expansión del monocultivo en los últimos diez años, con un total de 4000 hectáreas de palma de aceite sembradas en su interior.
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4. Bacalar: el paraíso se queda sin selva ante la expansión de los campos menonitas en el sur de México
Las primeras familias menonitas llegaron al municipio de Bacalar, en Quintana Roo, en 2001. En poco más de dos décadas, compraron tierras, se hicieron ejidatarios y fundaron el ejido Salamanca. A partir de la creación de esta comunidad, tanto su población como su expansión territorial han aumentado y, consigo, han traído una importante pérdida de la selva.
Solo entre enero y la primera semana de octubre de 2022, en cinco ejidos donde los menonitas han tenido influencia —donde han adquirido o rentado tierras— se registraron al menos 27 347 alertas por deforestación, de acuerdo con datos obtenidos y analizados de la plataforma Global Forest Watch. Pero el municipio de Bacalar, desde 2001, ha perdido, por lo menos, 124 979 hectáreas de cobertura arbórea. Este cambio de uso de suelo ejecutado de manera ilegal continúa sin que ninguna autoridad le ponga freno.
“Ellos talan miles de hectáreas… Hay mucha tala ilegal con ellos”, lamenta uno de los integrantes de Kabi Habin, cooperativa de apicultores de Quintana Roo que, desde la llegada de este grupo religioso conocido de origen europeo —que se caracteriza, entre otras cosas, por tener extensos terrenos de monocultivos y demandar en forma permanente tierras para sembrar maíz, sorgo o soya— ha observado la expansión del desmonte que está acabando con la selva que comenzó en el ejido Salamanca hasta extenderse por diversos puntos del municipio de Bacalar.
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3. Aguacate: el oro verde que borra del mapa bosques del occidente de México
En Jalisco hay un monocultivo que acapara el paisaje: el aguacate. Sus huertas, en 2010, ocupaban cerca de 8400 hectáreas, sin embargo, para 2021 esa superficie se triplicó.
Las imágenes satelitales no mienten. El dominio de la Persea americana es evidente: desde 2019, al menos 5160 hectáreas de bosque fueron borradas del mapa y ahora son huertas aguacateras. La devastación se vislumbra imparable, sobre todo, a partir de que el gobierno de Estados Unidos autorizar la comercialización de aguacates cosechados en Jalisco, desde julio 2022.
Para dimensionar el tamaño de esa pérdida, bastan algunos datos: cada 75 segundos es derribado un árbol en forma ilegal en las montañas de Jalisco para establecer, en su lugar, plantaciones de aguacate. Al final del día habrán caído 1100 árboles. A ese ritmo, al año desaparecerán 401 500 árboles y 1 054 hectáreas, de acuerdo con los resultados preliminares del estudio Análisis de cambio de uso de suelo en frontera agrícola del estado de Jalisco, de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet).
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2. Violencia de cárteles y desdén gubernamental ponen a prueba al manejo forestal comunitario
En Michoacán, los esfuerzos comunitarios que durante 40 años han defendido y trabajado los bosques a través del manejo forestal, están bajo una fuerte presión por la presencia de los cárteles de narcotráfico, quienes se disputan el territorio en esa región.
El control que estos grupos ejercen se ha sumado a los desafíos que las comunidades ya enfrentaban y que se han ido agravando con el tiempo: la falta de presupuesto gubernamental para el sector forestal, los atrasos en las aprobaciones de trámites forestales y la intensificación de plagas que afectan, sobre todo, a los bosques templados del país.
Según especialistas, estos ejidos y comunidades están a la deriva en México, pues el gobierno actual ha debilitado al sector ambiental y ha preferido fortalecer, por ejemplo, a “Sembrando Vida”, uno de sus programas sociales prioritarios, consistente en entregar estímulos directos a los campesinos para establecer sistemas agroforestales —siembra de maíz, hortalizas, árboles frutales y maderables— en sus parcelas.
Lo que se vislumbra, es un camino aún más difícil para los pueblos que viven de los bosques, pues la reiterada presencia del crimen organizado puede derivar en el abandono progresivo de actividades productivas, de que se baje la guardia en la vigilancia del bosque, en una menor participación de los colectivos en la toma de decisiones, en la negativa a reinvertir ganancias del aprovechamiento maderable en acciones de infraestructura y sociales para la comunidad.
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1. Sembrar deforestación: los bosques que México pierde por la agroindustria
Las imágenes satelitales muestran cómo un bosque puede llegar a desaparecer, a veces, en tan solo unas semanas. Aquellos árboles que cubrían de verde laderas, planicies o riberas de ríos, se convierten en terrenos vacíos, de tonalidades ocres. Luego, paulatinamente, se transforman en homogéneos campos agrícolas en los que solo crece un monocultivo.
Esto sucede en México cotidianamente. Al año, 47 770 hectáreas dejan de ser terrenos con cobertura forestal para convertirse en tierras agrícolas, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Monitoreo Forestal. Estos territorios, a causa de la agroindustria, ahora han pasado a ser dominados por monocultivos como el aguacate, la soya, la caña y la palma de aceite.
Entre 2001 y 2019, la expansión de la agricultura provocó una pérdida total de 889 188 hectáreas de cobertura forestal, pero también lo que estos espacios contienen: hábitats de flora y fauna, así como servicios ecosistémicos.
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BONUS:
El Arca de los Peces: la hazaña que rescató a un pez de la extinción | ENTREVISTA
En 1996, seis estudiantes iniciaron una aventura que, más de dos décadas después, continúa sorprendiéndoles. La recolección de plantas acuáticas que llevaron al laboratorio de su facultad desencadenó en la investigación de algunos peces que se encontraban entre ellas. Dos años más tarde, había nacido el Arca de los Peces, un proyecto científico que apostó por una tarea casi titánica: rescatar de la extinción a peces endémicos de México.
Omar Domínguez Domínguez era uno de aquellos estudiantes. Hoy es doctor en ciencias del mar y limnología, y dirige ese proyecto en el Laboratorio de Biología Acuática de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Allí se resguarda una colección de 43 especies, la mayoría de una familia que es exclusiva de la región centro de México, la Goodeidae.
En esta entrevista con Mongabay Latam, Domínguez habla de la riqueza de peces endémicos que hay en México, pero también de su acelerada pérdida, del efecto dominó que se produce cuando se extingue una especie y de lo que ha significado el viaje del Arca de los Peces, una idea que, en primera instancia, parecía descabellada, pero que consiguió que un pequeño pez volviera a nadar en las aguas de los manantiales de Teuchitlán, en el estado de Jalisco.
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* Imagen principal: La mariposa monarca realiza un viaje de 4500 para llevar a pasar el invierno en los bosques del centro de México. Foto: ©AlianzaWWF-FundaciónTelmexTelcel
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