- En Jalisco, las huertas de aguacate se extienden y acaparan el paisaje: en 2010 había cerca de 8,400 hectáreas de este monocultivo, para 2021 esa superficie se triplicó.
- Imágenes satelitales muestran lo que se pierde con la expansión del monocultivo de Persea americana: desde 2019 al menos 5,160 hectáreas dejaron de ser bosques para transformarse en huertas aguacateras.
- La pérdida de cubierta forestal podría seguir imparable, sobre todo después de que, en julio de 2022, el gobierno de Estados Unidos autorizó la comercialización de aguacates cosechados en Jalisco.
Era la madrugada de un día de la primavera de 2020. Una decena de trabajadores arribó en dos camiones escoltados por hombres armados a bordo de una camioneta. Minutos después de su llegada, el agudo chillido de las motosierras espantó a los pájaros que volaron entre el dosel de la arboleda. A eso siguió el ruido del motor de la grúa y los gritos de quienes organizaban la manipulación de grandes troncos de pinos, encinos y oyameles. En un par de días, en el occidente de México, un bosque fue borrado.
Para los habitantes de ese rincón de la Sierra de Cacoma, municipio de Cuautla, Jalisco, el episodio no fue una novedad. Los bosques que se encontraban en los terrenos contiguos habían sido tumbados bajo el mismo patrón y para el mismo fin: transformar esos sitios en huertas de aguacate.
“Tumbaron árboles que tenían muchas décadas sin tocarse, herencia de mi padre y mi abuelo; parece que no hay nadie que los pueda detener”, se quejó amargamente el dueño del rancho durante una asamblea de la Unión Ganadera Regional de Jalisco, el 29 de abril de 2022, en Guadalajara. Ahí estaba la secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural del estado, Ana Lucía Camacho. El hombre sólo obtuvo vagas promesas.
El pequeño propietario, quien por seguridad pide resguardar su identidad, recuerda lo que dijo aquel día: la destrucción de sus terrenos forestales sucedió al comienzo de la pandemia de COVID-19. Él andaba fuera del país, pues es migrante, como buena parte de los oriundos de Cuautla, famosos en Estados Unidos por sus restaurantes de comida mexicana. El hombre que cuida sus terrenos le llamó para comunicarle la noticia: desconocidos invadieron el rancho y talaron un rodal de viejo crecimiento, término que se usa para identificar un conjunto de árboles altos, robustos y con décadas de existencia. “Ese día lloré de frustración, de rabia. Era un patrimonio que yo quería mucho y buscaba convertir en un espacio de cabañas para ecoturismo. Era mi plan de retiro”.
Cuautla es un municipio poco poblado, ubicado al oeste de Jalisco. Sus bosques de coníferas localizados en las áreas serranas se han conservado durante años. Eso cambió en la última década, cuando a estas tierras llegó la fiebre del aguacate (Persea americana) que se ha ido expandiendo por varias regiones boscosas de México y que, en muchos casos, como en esta zona, llega acompañada del control territorial de mafias del crimen organizado que se presentan como parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el cual emergió de una escisión del Cártel de Sinaloa, entre 2010 y 2012.
“Están arrasando con todo. Han comprado, a las buenas o a las malas, la madera y los ranchos. Ellos —explica el migrante de Cuautla— ponen el precio y si no lo deseas vender, de todos modos se lo llevan. Luego, llegan con los aguacates… es un negocio que controlan completo”. En su caso, por su ausencia no se dio una negociación, pero eso no salvó a su bosque.
La fiebre del aguacate llegó desde Michoacán, invadió completamente la región sur de Jalisco, y ahora crece en lugares como la Sierra de Cacoma, que corre paralela a la costa en el occidente de México, donde grupos delictivos controlan la mayor parte de las actividades económicas.
Más huertas de aguacate, menos bosque
Michoacán es el principal productor de aguacate en México: 70 % de toda la superficie sembrada en el país con árboles de Persea americana se encuentra en este estado, de acuerdo con estadísticas del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). La expansión de ese cultivo hacia el occidente colocó a Jalisco como el segundo productor con el 11% del total de la superficie sembrada en el territorio mexicano.
Los mismos datos oficiales del SIAP permiten observar que, en la última década, la superficie sembrada con árboles de aguacate se ha incrementado en forma considerable en estados como Colima, Chiapas, Nayarit, Guerrero, Estado de México, Michoacán y, en especial, en Jalisco.
En el caso de Jalisco la expansión de las huertas de aguacate es notoria. Si en 2010, en el estado había sembradas poco más de 8,400 hectáreas de aguacate, para 2021 esa superficie se triplicó y alcanzó la cifra de 27,779, según datos del SIAP. Sin embargo, estudios realizados por las autoridades ambientales de Jalisco estiman que el área ocupada por huertas aguacateras es poco más del doble de la reportada.
Los municipios de Jalisco en donde los datos del SIAP muestran un aumento considerable en la superficie sembrada con aguacate durante la última década son, sobre todo, aquellos que se encuentran al sur del estado.
Imágenes satelitales de los últimos diez años, así como análisis realizados por las propias autoridades ambientales de Jalisco, muestran que así como se ganan áreas sembradas con aguacate se disminuye la superficie boscosa. Estos son algunos datos que permiten dimensionar el tamaño de esa pérdida.
Cada 75 segundos es derribado en forma ilegal un árbol en las montañas de Jalisco para establecer, en su lugar, plantaciones de aguacate. Al final del día habrán caído 1,100 árboles. A ese ritmo, al año serán 401,500 árboles y 1,054 hectáreas (tres veces el Central Park de Nueva York). Esas son algunas de las cifras preliminares que se pueden extraer del estudio Análisis de cambio de uso de suelo en frontera agrícola del estado de Jalisco, de próxima publicación y elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet), dependencia estatal encargada, entre otras cosas, de implementar políticas públicas de conservación de los recursos naturales.
El estudio identifica 4,439 huertas dedicadas al cultivo de aguacate, que suman alrededor de 56,504 hectáreas para todo el estado de Jalisco (casi el doble de lo que reporta el SIAP), establecidas a lo largo de 20 años (2003-2022).
En los análisis realizados por la Semadet se encontró que 28,336 hectáreas cultivadas con aguacate se encuentran en áreas que hasta 2017 ya se utilizaban como campos agrícolas. El resto, 11,727 hectáreas (alrededor de 17 veces la superficie del bosque de Chapultepec), corresponde a terrenos en donde se tumbó la cobertura forestal para introducir aguacate.