- Jaguares, aves, tortugas y árboles fueron los grandes protagonistas de iniciativas y proyectos que lograron cambios positivos para su protección y conservación este 2024.
En un año marcado por grandes desafíos ambientales, también conocimos historias que renovaron la esperanza en nuestra capacidad para cuidar a la naturaleza. ¿Alguna vez imaginaste una escuela que pudiera enseñar a los jaguares rescatados a comportarse como jaguares, antes de volver a la naturaleza? ¿Que un cerro devastado por el fuego pudiera resurgir de las cenizas gracias a la unión de comunidades indígenas? ¿O que un grupo de amas de casa se convirtieran en buzas comunitarias que ahora informan sobre la salud del mar?
El 2024 nos mostró que estas y muchas otras iniciativas son posibles gracias a la acción colectiva. Proyectos como el rescate de aves amenazadas por el cambio climático, el trabajo de monitoreo científico de tortugas marinas realizado por pescadores, o la labor de una organización que restauró una gran finca deforestada por la ganadería, nos dieron lecciones muy valiosas, pues cada una logró marcar la diferencia en su territorio.
Estas iniciativas no sólo enfrentaron problemas urgentes como la deforestación y los incendios, sino que integraron saberes ancestrales, científicos y comunitarios. Los resultados alcanzados este año nos inspiran a seguir soñando con un futuro donde la humanidad y la naturaleza prosperen juntas. ¿Cómo lo lograron? Aquí te lo contamos.
15. Jaguares y pumas se han convertido en los inesperados aliados de los ganaderos en Costa Rica
En febrero de 2024, un jaguar entró en la finca de la familia de Wagner Durán, en el cantón de Guácimo, a unas tres horas de San José, cerca del Parque Nacional Tortuguero, y se llevó un ternero. Este evento es inusual, no por la ausencia de jaguares en la zona, ya que esta área tiene la mayor densidad de estos félidos en Costa Rica, sino porque el último ataque similar había ocurrido hace ya siete años. Pero Durán no guarda rencor.
En su comunidad, Lomas Azules, cada vez que había una “pasada” de jaguares, término usado para describir las incursiones de estos animales en las fincas, las pérdidas podían alcanzar hasta 500 mil colones (alrededor de 1000 dólares) por una cabeza de ganado. Las autoridades ambientales eran vistas como enemigas, ya que su única respuesta era prohibir la caza de los félidos. “De una vez lo sentenciaban a uno de que no podía tocar al jaguar. ¿Qué hacía esto? Enfurecer a los finqueros y más rápido se mataba al animal”, relata Durán.
Desde 2013, un proyecto conjunto entre las autoridades ambientales y una organización de conservación de félidos ha abordado denuncias de depredación de jaguares y pumas, mejorado las fincas y reducido la cacería ilegal de estos animales. La iniciativa promueve la convivencia pacífica entre ganaderos y félidos, conformando un proyecto pionero en América Latina. ¿Cómo lo lograron?
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14. El centro de semillas nativas que frena la deforestación y restaura la Amazonía colombiana
Un equipo integrado por un botánico, el propietario de una finca, un identificador de especies de árboles, un escalador y una ingeniera forestal, se abre paso por la Amazonía colombiana. Escudriñan el bosque a pie, primero, volteando hacia el cielo y luego rastreando pequeños tesoros regados sobre el suelo. “Buscamos árboles semilleros”, dice Yohana Montenegro. “Tienen que ser grandes, sanos, vigorosos y con una copa frondosa”, agrega la ingeniera forestal.
Estas características son clave para tomar una decisión: ¿cuáles de sus semillas se recolectarán para llevar al vivero y cuáles se quedarán allí, en el bosque, para alimentar a la fauna y a la tierra, en su ciclo natural?
En Florencia, Caquetá, uno de los seis departamentos amazónicos de Colombia, Montenegro es parte de Amazonía Emprende un proyecto que, desde el 2019, busca soluciones ante la deforestación. En cinco años, la organización ha logrado restaurar una gran finca deforestada por la ganadería, estableció una escuela, un centro de semillas nativas y un vivero para compartir conocimientos sobre la restauración de ecosistemas.
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13. Chorlo nevado: el ave playera que lucha por sobrevivir a la sequía en el noroeste de México | ENTREVISTA
Una antigua salina abandonada es el sitio de anidación de un ave playera que se resiste a desaparecer. En el noroeste de México, la crítica situación de sequía que impacta a esta región del país está alcanzando su hábitat: la Bahía de Ceuta, ubicada en la costa del municipio de Elota, en la zona centro-sur del estado de Sinaloa. El suelo árido del lugar que 45 años atrás funcionó para la extracción de sal, es donde las familias de chorlo nevado (Charadrius nivosus) ponen sus huevos, de los que salen pequeños polluelos de plumaje muy blanco y con motas cafés que se camuflan con la tierra seca y agrietada.
Medardo Cruz López ha sido testigo de estos cambios en la zona. En casi dos décadas de trabajo en el sitio, el biólogo ha podido presenciar la degradación del hábitat de reproducción de la especie y el drástico descenso en su población. Todo ello, derivado de la escasez de lluvia, el proceso de sedimentación del sitio y el mal manejo del agua por la agroindustria. Esto ha colocado al ave como una especie amenazada bajo la legislación mexicana desde el 2010.
“Es una especie que ha demostrado ser muy resiliente porque, a pesar de que las condiciones no han sido buenas en los últimos años, siguen ahí”, afirma el especialista.
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12. Turismo en la Serranía del Perijá: contar la memoria y conservar los bosques en Colombia
Entre las nubes que se apiñan en lo profundo de la Serranía del Perijá crecen hongos, plantas medicinales y bosques donde se escucha el constante canto de los pájaros. Allí se ubica la finca El Triunfo, en la vereda Manantial del municipio de Becerril, Cesar, al noreste de Colombia, donde cientos de personas han hecho caminatas ecológicas y observación de aves —algunas únicas de este territorio— como parte de Caminando hacia las nubes, uno de los planes turísticos que forma parte de la iniciativa Turismo en Perijá.
Desde hace dos años, estos campesinos de comunidades cercanas se unieron en torno a un solo objetivo: desarrollar un proyecto ecoturístico que les permita proteger los ecosistemas de la Serranía del Perijá. Así se han comprometido a conservar el bosque que está dentro de sus propiedades.
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11. Colombia: resguardo Curare Los Ingleses apuesta por acciones comunitarias para proteger y conservar el territorio
En medio de la selva colombiana, alejada de centros poblados y a orillas de la zona baja del río Caquetá, en el departamento de Amazonas, se alza una pequeña cabaña de madera que sirve de modesto centro de operaciones para la vigilancia de la región y el monitoreo de los recursos naturales. Un letrero informa a los visitantes que se trata del “Puesto de Control Puerto Caimán” donde cada mes llegan dos huéspedes de turno para actuar como vigías comunitarios.
Este equipo es una de las apuestas que más enorgullece al resguardo indígena Curare Los Ingleses. Su prioridad es el cuidado de la flora y fauna con tareas que involucran a toda la comunidad, incluidas excursiones escolares en la naturaleza y el monitoreo y conservación de la tortuga charapa, la más grande de agua dulce en Sudamérica, que ya comienza a mostrar impresionantes alcances.
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10. La épica travesía de las tortugas caguama: científicos buscan descifrar el viaje que empieza en Japón y llega a Norteamérica
Desde la borda de una embarcación carguera, un equipo de investigadores vestidos con trajes naranjas y cascos amarillos, baja lentamente una canasta plástica hacia el mar. Están en un punto intermedio del océano entre Japón y Norteamérica. Allí tiran gentilmente del par de cuerdas que sostienen el contenedor para volcarlo y que la tortuga caguama (Caretta caretta) que transporta, dé sus primeros aleteos aguas adentro. Nueve metros arriba, los hombres celebran, ríen y agitan sus manos para despedirse del ejemplar. Luego repiten este procedimiento veinticuatro veces más.
Se trata de un experimento para probar si los eventos de aguas cálidas, como los que trae el fenómeno de El Niño, abren un camino para la migración de tortugas marinas. Expertos estadounidenses, mexicanos y japoneses buscan entender cómo es que las tortugas caguama, sensibles a la temperatura, logran cruzar aguas profundas y frías desde Japón, para llegar hasta las costas de Norteamérica.
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9. De las cenizas surge la vida: resguardo indígena restaura un cerro sagrado arrasado por un incendio en Colombia
En septiembre del 2016, los habitantes del resguardo indígena Cañamomo Lomaprieta presenciaron cómo el cerro Carbunco era consumido por el fuego. Un incendio que inició por un descuido, arrasó con uno de sus sitios sagrados más importantes, considerado por los mayores como un refugio para los espíritus que los guían. Todo lo que allí habitaba, en cuatro días de llamas incontrolables, quedó reducido a cenizas.
Ese trágico evento unió al resguardo entero. Las comunidades que lo integran, ubicadas entre los ríos Supía y Riosucio, en el departamento de Caldas, Colombia, trabajaron para apagar la emergencia en alianza con los bomberos que llegaron desde otras zonas. No pasó mucho tiempo desde el siniestro hasta que el resguardo comenzó a idear la recuperación del sitio.
Este 2024, el proceso de restauración ecológica que lograron las comunidades —basado en el aprendizaje y conocimientos ancestrales, comunitarios y científicos— logró la siembra de 118 000 árboles nativos en tres departamentos colombianos.
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8. México: el emprendimiento de una familia de pescadores que ayuda a conservar las tortugas marinas
Francisco Burgoín pasa de los 50 años y trabaja desde los trece en el mar. Su familia, pescadora de vocación, al igual que muchos otros habitantes de la comunidad costera de El Cardón —en Baja California Sur, México— se dedicó a la captura de tortugas marinas como medio de subsistencia, hasta que esa actividad quedó prohibida por el gobierno en la década de los noventa. Así migraron a la pesquería de escama marina y otras especies. En esa época, el declive de las poblaciones de tortugas era evidente.
“Cuando yo tenía 15 años, iba al mar con mi papá y mis tíos. La pesca de tortuga ya era difícil en aquellos años y se batallaba para capturarlas; una o dos, cuando mucho. Con el paso de los años, conocí gente que se dedicaba a conservarlas”, recuerda Burgoín. Eran integrantes del Grupo Tortuguero de las Californias (GTC), una red dedicada al monitoreo de tortugas y educación ambiental.
Burgoín sintió que tenía una deuda histórica con la especie que durante muchos años “le dio para comer y vestir”. Así que aprendió sobre la captura de tortugas con fines científicos: medir, pesar, tomar fotografías, marcarlas con una placa de identificación y liberarlas de nuevo en el mar. En el 2013 involucró a su familia completa. Para el 2020, crearon una empresa ecoturística y comunitaria para el monitoreo científico de tortugas marinas. Con su trabajo, han aportado al estudio de más de mil tortugas marinas. ¿Cómo lo lograron?
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7. La increíble historia de Bruno y Hope, los polluelos albatros de patas negras que son una esperanza para la conservación de su especie
A unos veinte metros de distancia, el oceanólogo Julio Hernández Montoya observaba la colonia de anidación de albatros Laysan (Phoebastria immutabilis) a través de sus binoculares. Después de unos minutos de barrer el sitio dentro de la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe —la quinta isla más grande de México, cercana a las costas de Baja California—, no dio crédito a lo que tenía enfrente.
El 9 de febrero de 2024, un albatros de patas negras (Phoebastria nigripes) había detenido su vuelo por el océano Pacífico para tocar tierra y mezclarse entre los individuos de la otra especie. Hernández tenía ante sus ojos a una de las aves que, dos años y siete meses atrás, él y un grupo de científicos habían rescatado de la posibilidad de morir ahogadas por el aumento del nivel del mar en el atolón de Midway, cerca del archipiélago de Hawái, en Estados Unidos, y que habían trasladado cuando eran unos polluelos a la Isla Guadalupe.
Bruno, como fue llamado el albatros criado de manera asistida en la isla mexicana, había vuelto. Su regreso fue la confirmación de que la estrategia implementada por los científicos para salvar a los albatros de patas negras impactados por los efectos del cambio climático, estaba funcionando.
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6. Sirenas de Natividad: las mujeres que exploran y defienden el mar en México
Esmeralda Albañez solía temer al mar. De sólo pensarlo aparecían en su mente imágenes de oscuridad y de lo profundo y desconocido que le resultaba. Por venir de una familia de pescadores y haber crecido en la Isla Natividad, en Baja California Sur, México, era claro que existía una conexión entre ella y los ecosistemas marinos, pero algo la alejaba del agua. Desde pequeña le fue inculcado que el mar no era un sitio para las mujeres.
De lejos, Albañez observaba cómo otras mujeres, principalmente biólogas, hacían inmersiones para bucear en la isla. En el fondo, deseaba apartarse —aunque sea un momento— de sus actividades domésticas, y ser una de ellas. Por eso le bastó con recibir una sola invitación para vencer sus temores. Incentivada por una amiga suya se inscribió a una clase de buceo y ahora, cada vez que se enfunda en su traje de neopreno, el mundo le parece distinto.
En el 2011 se capacitó en buceo y, en el 2013, se certificó como monitora de refugios pesqueros. Hoy Albañez ya no bucea sola en las aguas de Isla Natividad, sino que la acompañan otras cuatro mujeres —todas amas de casa— que contribuyen a informar sobre el estado de conservación de las reservas marinas y áreas de pesca de su comunidad. Desde el 2019, son conocidas como las Sirenas de Natividad, mujeres dedicadas al buceo científico y comunitario.
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5. Escuela para jaguares: el santuario donde se les enseña habilidades para retornar a la vida silvestre
La idea de que seres humanos enseñen a los jaguares a comportarse como jaguares parecería sólo una excentricidad de estos tiempos, pero en realidad forma parte de una tendencia de conservación en la que animales incautados que han sido víctimas del tráfico de especies o que nacieron en cautiverio son reintroducidos a su hábitat.
Esto ocurre en Oaxaca, al sur de México. Allí un equipo multidisciplinario tiene en marcha un programa para lograr que jaguares que han sido rescatados puedan volver a la naturaleza. En 2021, el proyecto logró liberar exitosamente a dos jaguares, pero se espera la próxima liberación de otros dos ejemplares y tres pumas.
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4. Una comunidad alpaquera que siembra agua para no desaparecer en Perú
En la región Ayacucho, al sur del Perú, los alpaqueros de la zona altoandina de Santa Fe son testigos de una muerte anunciada: el Ritipata dejará de ser un nevado en los próximos años. El cambio climático aceleró su desglaciación y cambió los patrones de lluvia.
Ante la reducción del agua en la zona, las comunidades se organizaron para construir diques en las lagunas que captan el agua de lluvia, así lograron regar sus pastos y reducir la muerte de sus alpacas por hambre y sed. Hoy cuentan con 41 reservorios, sin embargo, las cada vez más intensas sequías ya no les permiten almacenar lo necesario.
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3. Esperanza en tiempo de crisis climática: cuatro iniciativas que luchan contra la inminente escasez de agua dulce
Desde 1970 se ha perdido o deteriorado el 30 % de los ecosistemas de agua dulce en el mundo. El cambio climático es un factor más que complica el panorama de estos ecosistemas y que pone en peligro a la flora, a la fauna y a los medios de subsistencia de miles de personas en América Latina.
Científicos y organizaciones ambientales proponen la designación de tramos fluviales o humedales bajo figuras de conservación y uso sostenible; el manejo integrado de cuencas hidrográficas, la implementación de programas ambiciosos de restauración ecológica de ríos y humedales y una mayor aplicación de enfoques comunitarios para conservar especies de valor cultural, comercial o ecológico.
Esta es una serie de reportajes en los que comunidades rurales de Perú, Colombia, Ecuador y México ejecutan proyectos para hacerle frente al cambio climático, la pérdida de glaciares, las sequías extremas y la contaminación y reducción de humedales.
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2. Corredores de conservación: una esperanza para los felinos de América Latina
Así como ocurre con muchas especies, los félidos de América Latina se están quedando sin territorio y terminan acorralados en pequeños parches de lo que alguna vez fue su hábitat.
Poblaciones aisladas e individuos atrapados sin poder movilizarse son factores que preocupan a los científicos. Si a esto se suma la cacería como represalia, los atropellamientos y la incursión de perros ferales y de perros sin supervisión humana en áreas silvestres, muchos félidos podrían ir camino a la extinción. Los corredores biológicos son vitales para ayudar a su conservación.
Esta es una serie de reportajes que nos explican la riesgosa situación que enfrentan félidos como el jaguar, el gato de las pampas, la oncilla y el puma.
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1. Los árboles que no queremos perder
Hablemos de árboles. Algunos son alimento, medicina, inspiración, refugio y sombra. Otros han sido testigos de épocas, de vidas y de transformación de territorios. Los hay compañeros silenciosos o protagonistas de historias familiares. Están los que son leyenda o símbolo de una ciudad o un país. Muchos se hacen notar en distintas épocas del año al darle otra tonalidad a la cotidianidad. También los hay discretos. En toda esa diversidad, merecen atención especial aquellos que se empeñan en seguir teniendo un futuro. Y es que los árboles también se extinguen.
Latinoamérica es la región que concentra la mayor diversidad de árboles: se han contabilizado al menos 23 631 especies diferentes. Brasil, Colombia y México están entre los países con más árboles endémicos, es decir, que sólo crecen en sus territorios.
Este universo se encuentra en riesgo. En la región, poco más de 7 000 especies de árboles enfrentan algún tipo de amenaza, 31 podrían ya estar extintas. Cada una de estas especies representa una diminuta muestra de toda la diversidad que no queremos perder. Esta serie de reportajes ofrece un recorrido para hablar de ellas.
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*Imagen principal: Niños corriendo en la comunidad de El Cardón, en Laguna San Ignacio. Foto: Carlos Aguilera / Ecotourtugas