Guardianes de las tortugas charapa

El monitoreo y protección de especies tienen en la región del Bajo Río Caquetá un programa insigne: el de la conservación de las charapas (Podocnemis expansa), las tortugas más grandes de agua dulce en Sudamérica, que tienen una importancia cultural para los indígenas porque hacen parte de su dieta y del calendario ecológico con el que se guían para manejar sus rituales y costumbres. La especie también tiene un papel biológico y ecológico muy importante: es dispersora de semillas y genera biomasa para el ecosistema, pues cada tortuga pone 103 huevos, pero de esos solo uno llega a ser adulto y el resto queda como alimento de peces, reptiles, anfibios o aves.

La conservación de la charapa no solo implica el cuidado de la especie sino también de su entorno. “Es a los ríos, es a las playas, todo el ecosistema que requiere la charapa para su vida. Cubren unas zonas muy amplias y muy importantes dentro de la Amazonía, todos estos salados, esos caños, esos quebradones, todas esas fuentes hídricas se empiezan a cuidar con la excusa de una sola especie, pero que va teniendo eco en la medida en que también hay más conciencia de los indígenas en esa protección”, explica Lina Castro, planificadora del desarrollo y educadora, que trabaja desde hace 13 años con este resguardo como parte de Amazon Conservation Team, organización no gubernamental de cooperación internacional.

Eliana Martínez, jefa del Parque Nacional Natural Río Puré, resalta la importancia de esas fuentes hídricas, especialmente del río Caquetá. “Es una de las últimas regiones amazónicas que cuenta con poblaciones de la tortuga charapa. La tortuga fue extinguida de muchos ríos amazónicos. Se encuentran individuos, pero no poblaciones. Por eso existe el otro parque, el Cahuinarí. Una de las razones de ser de ese parque es la protección de la tortuga charapa, de sus playas de anidación y de los lagos donde se crían los tortuguillos y crecen hasta llegar a la vida adulta”, señala, “Esa es una de las especies icónicas e importantes de la zona”.

Imágenes de las especies que habitan en Puerto Caimán y del entorno de esa zona de conservación.

Luis Alberto Macuna, coordinador del programa de recursos naturales del resguardo Curare Los Ingleses, explica que durante la época de protección de la charapa está prohibido lanzar redes en las zonas donde habita la especie y cazarla para el consumo.

Otro animal que los indígenas protegen con especial atención es la taricaya (Podocnemis unifilis), una tortuga más pequeña que habita en la Amazonía.

Uno de los aliados en la protección de esas dos especies es la Sociedad Zoológica de Frankfurt (FZS), organización alemana presente en casi una veintena de países y que le apuesta a la conservación de la biodiversidad en áreas protegidas. En Colombia trabaja con Parques Nacionales Naturales y resguardos indígenas. En la región del Bajo Río Caquetá vienen implementando desde hace casi diez años una estrategia para la conservación de la tortuga charapa. Empezaron a trabajar con el parque Cahuinarí y la Asociación de Autoridades Indígenas del pueblo Miraña y Bora del Medio Amazonas (PANI), donde están ubicadas las playas más importantes para el desove de la especie. También está involucrado el resguardo Nonuya de Villazul, y en 2018, se sumó el resguardo Curare Los Ingleses, pues en la zona de Puerto Caimán existe otra de estas playas.

Caño Puerto Caimán, un brazo del río Caquetá, departamento de Amazonas, en Colombia, que recorren diariamente los vigías comunitarios, con la tarea de inventariar las especies que se encuentran en el recorrido, sus comportamientos y controlar el ingreso de personas a la zona. Foto: Víctor Galeano

Caño Puerto Caimán, un brazo del río Caquetá, departamento de Amazonas. en Colombia, que recorren diariamente los vigías comunitarios, con la tarea de inventariar las especies que se encuentran en el recorrido, sus comportamientos y controlar el ingreso de personas a la zona.

“Puerto Caimán es un sistema de lagos muy importante para la charapa porque después que ella desova, sale a esas grandes zonas inundables a alimentarse, a buscar pareja, a esconderse de sus depredadores, a crecer, a aprender de su familia. Esos lagos son muy importantes para ella, y una de las playas que se ha determinado que ha sido muy importante no solo para la charapa sino para las taricayas es la que queda en la esquina de la isla de Puerto Caimán”, explica Ana Lucía Bermúdez, líder de recurso hidrobiológico de la Sociedad Zoológica de Frankfurt Colombia.

El programa consiste en que las familias se organizan para hacer control, vigilancia y monitoreo en las zonas más importantes para el desove de las charapas. La familia cuidará de la playa por 22 días y durante ese tiempo esa familia duerme en un cambuche (un pequeño lugar armado para servir de vivienda), con una logística que se le proporciona. Ahí revisan las playas, anotan cada postura de nuevos huevos, hacen seguimiento hasta que eclosionan (cuando las tortugas salen de sus nidos), hacen recorridos de control y vigilancia, y si encuentran gente foránea le cuentan los acuerdos que tiene la comunidad para cuidar el territorio y las especies.

El programa se implementa en época de aguas bajas, entre septiembre y mayo, y diferentes familias van rotándose el trabajo de los 22 días en once cambuches que se ubican desde La Pedrera hasta Puerto Santander. “En un cambuche puede haber dos o tres familias cuidando las playas que le corresponden a ese cambuche”, detalla Bermúdez.

El resguardo de Curare tiene a su cargo un cambuche en una de las playas, establecida como playa de protección especial para el cuidado de la charapa, donde no es permitido cazarlas ni sacar sus nidos. En otras zonas del resguardo, que sirven para el aprovechamiento comunitario, sí se puede cazar la especie con permisos y en el marco de acuerdos. Las principales amenazas de la charapa son la explotación para el consumo y para la venta, y la degradación del hábitat por contaminación, por ejemplo, de mercurio que utiliza la minería ilegal en la región.

Bermúdez asegura que cuando la estrategia de protección arrancó en 2014 se registraron aproximadamente 2000 nidos —igual número de hembras que salen a desovar. Cada charapa solo pone un nido una vez al año. En el 2018 el registro pasó de 2000 a 6000. “Al inicio pensábamos que era algún error en el conteo o la sistematización, pero año tras año se fue repitiendo el crecimiento. Para este último año se registraron más de 11000 charapas desovando. Es un número muy alto que quizás se debe al trabajo que están realizando las familias, al cuidado que hacen de esas playas, al cuidado que hacen de las zonas inundables. Creemos que son resultados que hacen parte no solo del cuidado sino también de la gobernanza en los tres territorios que están involucrados en el monitoreo”, señala Bermúdez.

En abril de 2023, la FZS anunció que 1 084 379 tortuguillos de charapa eclosionaron en las playas del Bajo Caquetá colombiano, en un tramo de 400 kilómetros dentro del Parque Nacional Natural Cahuinarí y ciertas zonas de influencia de los Parques Nacionales Naturales Río Puré y Serranía de Chiribiquete. “Es el número más alto registrado en los nueve años de implementación de la estrategia”, resaltó.

De las aulas a la expedición por el territorio

El resguardo se esfuerza para que desde la escuela se enseñe a los niños, con actividades pedagógicas de campo, cómo es su territorio y las actividades de conservación que se realizan.

Otro de los programas que ayuda a crear conciencia sobre la protección del territorio está dirigido a las infancias que cursan los últimos grados de las dos escuelas del resguardo, que albergan menos de 100 niñas y niños de entre cinco y nueve años. En cada ciclo escolar los docentes y los responsables de educación ambiental organizan excursiones por el río para que los menores puedan mirar lo que aprendieron en las aulas: los límites del resguardo, las zonas en las que está dividido, las especies que están cuidando, el programa de vigías, los lagos y ríos y otros sitios, así como la importancia de proteger a los pueblos en aislamiento.

Guillermo Mejía, líder del programa de educación ambiental, cuenta que la primera excursión se realizó en 2012. Desde entonces se hace durante cinco y siete días al año. “Se va parando en cada uno de los puntos de mayor importancia”, explica. Así, se va inculcando desde la infancia la conexión con el territorio.

Es latente el interés del resguardo por conocer mejor la región en la que viven, no solo a través de las excursiones infantiles sino también con otras iniciativas realizadas por los adultos. Por ejemplo, Gonzalo Tanimuca, coordinador del programa de biodiversidad, habla de la instalación de 40 cámaras de monitoreo de especies en la “zona de rebusque”, un programa que cuenta con el apoyo de la ONG Conservación Internacional y en el que participan 14 personas. “Las cámaras se ponen y toman fotos. Luego hay personas que bajan la información, lo ponen en una plataforma y eso hace que nosotros sabemos, por medio de las fotos, qué animal tenemos dentro del lugar”, señala. Los encargados registran los hallazgos y los sistematizan. Han encontrado paujiles (crax alberti) y uno que otro “tigre”, como llaman a los félidos como el jaguar (Panthera onca)

Como parte de las tareas de monitoreo en la zona de conservación, los indígenas han detectado algo que hoy les preocupa. Ezequiel Cubeo, vocero del resguardo Curare Los Ingleses, menciona la “gran reproducción” de “lobos” o “perros del agua”, como los indígenas denominan a la nutria (Pteronura brasiliensis) que caza otras especies como la arawana para alimentarse Por eso buscan financiar un estudio biológico para dar con alternativas para salvaguardar la especie sin que sea una amenaza para otras.

Los indígenas de Curare Los Ingleses están permanentemente ingeniándose formas de conservar su territorio. Sus estrategias, en las que se involucra toda la comunidad desde los más pequeños hasta los “abuelos” o “sabedores”, han dado frutos de los que están orgullosos: “Queremos este buen vivir para que, quizá más adelante, nuestros niños tengan una sociedad mucho mejor; para que ellos tengan esa vida sana, que quizá nosotros ya no vamos a tener tiempo”, dice Cubeo.

* Imagen principal: El caimán negro es una de las especies protegidas en Puerto Caimán. Vive en ríos y lagos amazónicos. El resguardo de Curare Los Ingleses trabaja en iniciativas para cuidarlo. Foto: Víctor Galeano
———
*Nota del editor: Esta cobertura periodística forma parte del proyecto «Derechos de la Amazonía en la mira: protección de los pueblos y los bosques», una serie de artículos de investigación sobre la situación de la deforestación y de los delitos ambientales en Colombia financiada por la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega. Las decisiones editoriales se toman de manera independiente y no sobre la base del apoyo de los donantes.

———

Videos | El resguardo indígena Curare – Los Ingleses apuesta por la conservación del territorio

Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos aquí.

Facebook |Las plumas ocultas del Guaviare

Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, LinkedIn, WhatsApp, Telegram, Spotify, TikTok y Flipboard

Artículo publicado por Dora Montero
, , , , , ,

, , ,


Print button
PRINT