- El científico estadounidense recorre el Quelccaya, en los Andes peruanos, desde 1974 y ha sido testigo del retroceso del glaciar.
- Ahora propone que este lugar único en el planeta se convierta en un parque nacional para intentar preservarlo de los riesgos de la minería.
- Thompson se alista para presentar, en octubre, el documental Canary, en el que cuenta su vida y tiene a Perú como eje central de sus expediciones.
- En esta entrevista con Mongabay Latam habla sobre sus viajes, sus hallazgos y su esperanza de que este nevado permanezca vivo, de alguna forma, para las futuras generaciones.
Hace 51 años que el paleoclimatólogo estadounidense Lonnie Thompson viaja a Perú para subir a sus glaciares. Uno en especial: el nevado Quelccaya. Llegó por primera vez en 1974, cuando aún no sabía que estaba subiendo al glaciar tropical más extenso del planeta y ha regresado 27 veces, la última vez en agosto de este año.
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El Quelccaya es un lugar especial y único, ubicado en la Cordillera de los Andes de Perú, pero se está derritiendo a paso acelerado. “Es como ver a un amigo con cáncer y saber que no se puede hacer nada”, dice Thompson. Por eso, se ha propuesto intentar salvarlo de alguna forma, y aunque sabe que sus hielos desaparecerán en algún momento, su apuesta es convertir al Quelccaya en un parque nacional para protegerlo de las mineras que ya planean sacar litio de su suelo.

En este intento por preservar este glaciar, de alguna forma, ha encontrado como aliada a la población de Phinaya, pero también a un equipo de documentalistas que apostó por hacer un filme que cuente la historia de Thompson que, finalmente, es también la historia del Quelccaya, al que visita tan seguido como puede.
Así nació Canary, el documental que ya fue exhibido en Phinaya para los guardianes del Quelccaya. Ahora, Thompson se prepara para presentar el film, primero, en Cusco, el 23 de octubre; después en Puno, el sector del Quelccaya donde se ha instalado la minera. También se están programando exhibiciones en Lima y en Huaraz.
—En esta última expedición en Perú ha regresado al Quelccaya nuevamente…
—Si, con dos grandes misiones. Una ha sido documentar el cambio que se está produciendo, lo cual hemos hecho desde que llegué por primera vez en 1974, así que esta fue mi 27ª visita a ese casquete glaciar. Es un lugar extraordinario. Queríamos documentar el retroceso que se está produciendo allí. También queríamos capturar un nuevo registro a través de un núcleo de hielo de la nieve que se conserva en la cumbre. Tenemos un registro continuo de hace 1800 años, desde los núcleos de hielo que se han perforado hasta el lecho rocoso. Pero el cambio que estamos viendo ahora es rapidísimo. Hemos visto que el casquete glaciar está en un punto crítico y comenzará a desintegrarse mucho más rápido que antes. Eso se debe a que se está derritiendo hasta la cima. A medida que las temperaturas suben, el casquete glaciar se derrite.
—¿Qué tan rápido se está derritiendo?
—La mayoría de los expertos en formación de nieve dirán que este casquete glaciar durará hasta el año 2100, pero yo creo que hasta 2060, debido a los lagos que ya se están formando en los márgenes. Una vez que se forman, absorben la radiación y atraviesan el bloque de hielo, creando agujeros. Y como la superficie es tan plana, se puede capturar esa agua y convertirla en lagos que pueden captar más radiación y acelerar el proceso.

—Las imágenes satelitales del Quelccaya muestran hasta donde llegaba el nevado en 1985 y cómo se ha ido reduciendo ¿Puede explicar qué sucedió en las últimas cuatro décadas?
—En estas imágenes satelitales se puede ver en color azul la extensión del hielo en 1985, y la extensión actual marcada por una línea roja. En ese entonces, la línea de hielo llegaba hasta el borde del glaciar, estaba en buen estado en 1985 porque acumulaba nieve. Ahora hemos perdido el 42 % del área del hielo. Todo el glaciar se está reduciendo. Y, por supuesto, esto le está sucediendo a todos los glaciares de Perú. Hemos estado estudiando el Quelccaya durante 51 años y tenemos 65 publicaciones científicas sobre él.
Es un glaciar extremadamente importante para las personas que viven justo debajo del nevado, que crían alpacas y dependen del agua que proviene de este glaciar. Pero el agua también llega al Urubamba y abastece a la planta hidroeléctrica, a la central eléctrica de Machu Picchu y también de agua para la ciudad de Cusco, donde ahora sufren una grave escasez de agua, especialmente en la estación seca. Así que la pérdida de esos glaciares y del hielo tiene tremendas implicaciones río abajo para las personas.
—¿Qué siente cuando regresa al Quelccaya y ve lo que está pasando?
—Es como visitar a un familiar que tiene cáncer terminal y no se puede curar. Se puede documentar, se puede ver el proceso, pero no se puede detener. Así que hemos querido documentar ese proceso a través de una película para el futuro, porque desafortunadamente los jóvenes no podrán ver el Quelccaya, excepto a través de la película, de libros o algo así. Sabemos qué el Quelccaya está desapareciendo, pero no hemos hecho nada para detenerlo. Sabemos el destino de esta montaña de hielo, pero me gustaría verla preservada el mayor tiempo posible.
—¿Cuánto tiempo cree que tardará en desaparecer?
— Quizás el tiempo máximo sea 60 años, pero probablemente el mínimo 40. Depende de si estos lagos se desarrollan en la cima de hielo como creemos que lo harán, entonces se derretirá mucho más rápido. Pero ya sabes, los glaciares están desapareciendo en todo el mundo. Estuvimos en nevados en Indonesia y Papúa Nueva Guinea en 2010, y esos casquetes glaciares desaparecerán este año o el próximo. Están más abajo que el Quelccaya, que está a 5670 metros sobre el nivel del mar. El de Papúa Nueva Guinea está a 4888 metros y se está derritiendo mucho más rápido, pero ese será el destino del Quelccaya y de todos los glaciares de los Andes.
Es lamentable, pero cierto. Por eso también estuvimos aquí en Perú en 2019 para obtener registros de [la montaña] Huascarán [también en los Andes peruanos] e incorporar los datos al conjunto de información que tenemos sobre el clima. Una de nuestras misiones ha sido preservar los registros de tantos glaciares como sea posible a nivel mundial.

—¿De acuerdo a todos los estudios que ha hecho en el Quelccaya, ¿qué nos está contando este glaciar?
—Hemos documentado lo que significa pasar de un glaciar saludable en la década de 1970, cuando se acumulaba la nieve y se comportaba como un nevado normal, a la pérdida del glaciar como resultado del calentamiento global. Fue en el Quelccaya, en 1991, cuando observé por primera vez el derretimiento de la nieve.
En 1992 testifiqué ante el Senado de Estados Unidos sobre mi preocupación por lo que estaba sucediendo en estos glaciares con el aumento de las temperaturas. Hace solo un par de años, a medida que esta capa de hielo se retiraba, encontramos plantas de humedal que fueron capturadas por el hielo en el pasado. Las plantas más antiguas que hemos recolectado tienen 7000 años. Eso indica que este glaciar no ha retrocedido en 7000 años, de lo contrario, esas plantas se habrían desintegrado si hubieran estado expuestas, pero están perfectamente conservadas. Esas plantas también fueron presentadas en el Senado de los Estados Unidos como evidencia del cambio climático en Sudamérica, porque no hay otra forma de explicar su conservación, excepto que han estado bajo el hielo durante 7000 años.
El manto glaciar sigue ofreciendo información a la ciencia, pero también es una advertencia de lo que está sucediendo en todos los demás glaciares de Perú.
—¿Qué otras cosas sabemos del Quelccaya?
—La colección de muestras que tenemos explican el derretimiento que está ocurriendo, sin embargo, también medimos el polvo y, si algún día se construyera una mina a cielo abierto, podríamos documentar el impacto de esa mina en el bloque de hielo, ya que tenemos 1800 años de registro de polvo cayendo sobre ese glaciar. Así que no podrían argumentar que no están impactando esa capa de hielo, porque tendríamos los datos para demostrar lo contrario.
También buscamos plantas, porque la capa de hielo continúa retrocediendo, pero ahora está retrocediendo por laderas rocosas donde no había lagos, donde crecieron plantas y, probablemente, la próxima recolección de plantas se realizará una vez que el hielo llegue a la meseta rocosa de arriba. La única razón por la que están ahí es porque han estado congelados bajo el hielo a lo largo del tiempo.
El Quelccaya también cuenta historias sobre El Niño y La Niña y cómo esa región se ve afectada. Tiene historias sobre el carbono negro, la historia de los incendios en la Amazonía. Cada temporada seca, sus incendios dejan carbono negro en el glaciar, así se puede monitorear cómo ha variado a través del tiempo. Ahora mismo, en el nevado Huascarán estamos desarrollando un historial de incendios que se remonta a 30 000 años atrás. No tenemos evidencia de satélite de los incendios en la Amazonía, pero el glaciar los ha registrado. ¿Cuál es la historia natural de los incendios? Eso es algo que podemos identificar.
En el Quelccaya y el Huascarán también estamos estudiando microbios, bacterias y virus, y cómo han variado a lo largo del tiempo, cómo varían a través de períodos en los que la Tierra es más cálida y más fría. Estamos extrayendo eso, observando los géneros de las especies. Publicamos un artículo hace un par de años donde identificamos 32 géneros de virus, 28 de ellos son nuevos, nunca antes vistos. El hielo los preserva. Creo que esta es un área enorme de investigación, abre un mundo completamente nuevo.

—Usted acaba de mencionar los riesgos de que se instale una mina cerca a un nevado, y justamente existe una empresa minera que está realizando trabajos de exploración de litio cerca del Quelccaya…
—Litio y uranio, y esto es lo que un parque nacional podría detener. Tengo entendido que algunos de estos depósitos están a solo 10 kilómetros de esta capa de hielo y han hablado de una mina a cielo abierto. Ahí es donde se usan camiones para extraer la tierra y producir mucho polvo, que, por supuesto, caerá sobre el glaciar, oscurecerá la superficie y se derretirá más rápido. Pero el otro problema es que se necesitará mucha agua para la minería, agua que ahora va a los ríos.
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La minería podría durar 10 ó 20 años, se extraerán los minerales y luego el terreno quedará perturbado, pero las personas que viven allí lo que realmente buscan es algo sostenible. Se puede desarrollar turismo, obtener ingresos anuales gracias a ello, y continuar durante décadas.
Creo que ahora sería un buen momento para convertir el nevado Quelccaya en un parque nacional, donde no se permita la minería, no solo para preservar la capa de hielo, sino también para preservar los ecosistemas que existen a esas alturas, mantenerlos lo más intactos posible. Una pequeña parte del mundo que será preservada para el futuro, para las próximas generaciones. Mi mayor temor es que alguien instale una mina a cielo abierto, donde haya polvo y se necesite mucha agua, lo que generará problemas de calidad del agua. La minería solo es a corto plazo, es decir, se extrae el mineral y se dejan los depósitos por todas partes. En cambio, la gente local está desarrollando el turismo, lo que representa una nueva fuente de ingresos para ellos, y para mí es la forma en que deberíamos preservar esta área.
—Acaba de mencionar que el nevado Quelccaya debería convertirse en un parque nacional. ¿Existe ya un proyecto?
—Es algo en lo que pensé cuando estuvimos allí y hemos hablado con gente de la universidad en Cusco. También fuimos al Congreso para mostrarles la idea y, hasta ahora, todos los que nos escucharon se entusiasmaron mucho con esta posibilidad. Parte del propósito del documental Canary es usarlo para argumentar por qué esta área debería ser un parque nacional. Queremos mostrar la película a la mayor cantidad de gente posible, en el Congreso, en universidades y en salas de cine. En Lima, Cusco, Sicuani, Puno. Alrededor de los lugares donde se encuentra la capa de hielo.
Pero también en [la provincia de] Huaraz, donde hemos perforado núcleos de hielo. Esta idea surgió en esta expedición al observar el lugar y pensé: «¿Por qué no?».
—Hablemos de Canary, el documental que acaban de filmar sobre su historia de vida…
—Es una especie de historia de vida, pero comienza en Quelccaya. Perú domina la película. Cusco y los glaciares aquí en Perú, porque Quelccaya fue el primer casquete polar tropical perforado en la Tierra y lo hicimos en 1983, usando energía solar, con un taladro solar, porque el nevado era muy difícil de alcanzar. Era un viaje de dos días a caballo y no se podían usar los taladros ni los generadores desarrollados para la Antártida. Eran demasiado grandes, demasiado pesados, así que tuvimos que usar un taladro ligero que funcionara con energía solar. En ese momento necesitábamos 40 paneles solares, lo que significaba que necesitábamos 40 caballos para transportar esos paneles hasta el borde del casquete polar. Nosotros éramos seis y llevamos todo ese material a la cima y luego usamos el sol para impulsar la perforadora. Funcionó de maravilla. Ese fue el primer casquete glaciar tropical perforado y, desde entonces, hemos perforado por todo el mundo.
—¿Cómo nació la idea del documental Canary?
—De mi hija, quien me dijo, hace más de una década: «Papá, un núcleo de hielo más. No vamos a cambiar nada; hay que llegar a miles, millones de personas para cambiar las cosas«. Por eso hicimos el documental, para inspirar a la próxima generación de jóvenes, pero también para contar la historia de la crisis climática. Es una historia muy difícil de contar ahora mismo, en Estados Unidos, con el actual presidente [Donald Trump], pero es una historia verdadera y seguirá siéndolo. Un glaciar no tiene una agenda política, los grupos de intereses no pueden comprarlo, simplemente responde a su entorno. Entonces usamos los glaciares para contar la historia, es una historia triste, pero es real.
—¿Cómo fue la realización de Canary?
—Los productores son de Los Ángeles. Uno es Danny O’Malley, productor de Chef’s Table, la serie de mayor duración en Netflix. Lleva más de 10 años. El otro productor es Alexander Reeves, doctor en neurociencia por el MIT [Massachusetts Institute of Technology], trabajó tres años en el campo de la neurociencia y decidió que quería contar historias sobre ciencia y científicos. Entrevistó a más de 500 científicos de todo el mundo. Al final eligieron nuestro programa para el documental. Así que vinieron a Perú, subieron a la cima del Quelccaya con cámaras y drones para destacar esa zona, y a Cusco, por supuesto, porque es nuestro punto de partida.
La película trata sobre mi vida y comienza donde crecí, en un pequeño pueblo de Virginia Occidental, habla sobre la superación de obstáculos en la vida. Ya sabes, los míos son físicos, las montañas y cosas así, pero en realidad se aplica a cualquiera. Todos superamos montañas de diferentes tipos. Cuenta la historia de cómo empezamos, cómo llegamos a Quelccaya y cómo argumentamos sobre el cambio climático, el argumento político, y cómo ha cambiado debido a la influencia de las empresas de combustibles fósiles.
Pero también cuenta que me trasplantaron el corazón hace 13 años —de nuevo, un obstáculo—, y ahora he realizado nueve expediciones desde el trasplante. Pero superar obstáculos cambia el mundo.
—¿En el documental participan las personas que viven cerca del Quelccaya?
—Entrevistamos a algunas de las personas que viven allí, en Phinaya, y aparecen en la película. Ellos pueden ver su tierra, su lugar y lo especial que es. Creo que la mayoría de la gente en Lima no sabe dónde está el Quelccaya, ni siquiera sabe que existe. Como mínimo, quiero que los peruanos sepan lo especial que es ese lugar, que sí existe y que deberían estar muy orgullosos de estar aquí y protegerlo para el futuro.
—¿Cómo es su relación con Phinaya? ¿Es un lugar especial para usted?
—No podríamos haber hecho el proyecto sin las personas de Phinaya, sin sus caballos y sin su ayuda para subir y bajar los equipos durante tantos años. Han pasado 51 años desde que estuve allí por primera vez. Tengo 77 años y cada vez es más difícil subir a esas alturas, pero el Quelccaya es un lugar especial y creo que se puede preservar y mejorar la vida de la gente local a través del turismo y la protección de la zona.

—En el 2019 conversó con Mongabay Latam antes de subir al Huascarán. ¿Cuál fue el resultado de esta investigación?
— Bueno, tuvimos un gran problema con la gente local y tuvimos que dejar la montaña con todas nuestras cosas allí arriba. Nos reunimos con el alcalde del pueblo en [la ciudad de] Huaraz solo para averiguar por qué la gente estaba molesta. Luego, la policía nos escoltó y tuvimos una reunión en la plaza del pueblo. Escuchamos sus quejas y varias eran legítimas. Una de ellas era que a ellos no les permitían sacar el hielo del Huascarán, pero aquí está este extranjero que tiene permiso para sacar el hielo no solo del Huascarán, sino de Perú. Lo entiendo.
Al final, nos dieron cinco días para obtener los núcleos de hielo y sacar los equipos de la montaña. Así que recolectamos cuatro núcleos de hielo con un registro de temperatura isotópica que se remonta a 30 000 años atrás, que tiene un historial de eventos de polvo, del que ahora estamos realizando un estudio muy detallado de su composición, y encontramos un gran evento de hace 4200 años que también observamos en el Kilimanjaro, en África, lo vimos en el Himalaya y ahora lo vemos aquí en los Andes. Así que intentamos determinar si ese polvo proviene de Sudamérica o proviene del Sahara, cruzando el Atlántico.
Estamos haciendo análisis de composición con el polvo y analizando el ADN ambiental para determinar su origen. Pero ese es un período muy importante en la historia de la humanidad. Fue un período en el que se produjo el colapso del antiguo reino de Egipto, donde se construyeron las pirámides; el colapso de la cultura Acadia debido a la sequía en el Medio Oriente; el colapso de la cultura Harappa a lo largo del río Indo, en la India. Una sequía masiva en sociedades que hace 4200 años no estaban conectadas, pero todas decayeron al mismo tiempo, lo que sugiere una sequía tropical que afectó a la mayor parte del planeta.
—¿Tiene en mente algún nombre para este parque nacional que pensó para conservar el Quelccaya?
—Yo no, pero la gente local sí. Aunque sigue siendo un secreto.
Imagen principal: Lonnie Thompson, en su reciente expedición al Quelccaya. Foto: cortesía Lonnie Thompson