- Una nueva federación de mujeres busca empoderar a recolectoras de algas y pescadoras artesanales en Perú, cuenta su presidenta, Jenny Pizarro.
- A pesar de la discriminación y exclusión por parte de organizaciones masculinas, las recolectoras de algas han impulsado un movimiento que ha abierto camino hacia condiciones más equitativas.
- Con recursos propios, las mujeres han trabajado durante los últimos dos años para agremiar a pescadoras artesanales, organizaciones y trabajadoras vinculadas a actividades derivadas de la pesca.
- “Decían que no servíamos para esto, que solo servíamos para la casa, para lavar, para cocinar, pero no es así”, dice Pizarro en entrevista con Mongabay Latam.
A lo largo del año, las faenas de recolección de algas marinas en San Juan de Marcona —en la costa sur de Perú— comienzan antes del amanecer. Hacia las seis de la mañana, más de 50 mujeres llegan a la orilla: botas de agua, guantes, ropa de trabajo y cuchillos listos. Con la fuerza de las olas, las algas son arrastradas hasta las rocas donde las recolectoras comienzan a levantarlas y cargarlas sobre los hombros en pesados bultos.
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En 1996, cuando la recolección de algas cobró auge en el litoral peruano para su exportación y uso en la medicina, la agricultura, la textilería y la alimentación, no eran muchas las mujeres presentes. Como en la pesca, los hombres eran mayoría.
“Los hombres nos han querido despojar, nos han tratado mal, incluso otras organizaciones han llegado a exigir que nos retiremos de esa actividad”, dice Jenny Pizarro, hija de una familia pionera en esta labor. “Decían que no servíamos para esto, que solo servíamos para la casa, para lavar, para cocinar, pero no es así”, agrega.

Por mucho tiempo las mujeres fueron relegadas a trabajar como pallaqueras, es decir, “las que recogen los residuos chiquitos de las algas, lo que queda”, dice Pizarro. “Los hombres, en cambio, recogen lo grande. Las mujeres son minimizadas y ganan menos, no hay igualdad de condiciones”, sostiene la hoy vicepresidenta de Realmar, organización de pescadores artesanales en Perú.
El liderazgo de Pizarro y de sus compañeras no solo ha abierto nuevas oportunidades para las mujeres recolectoras de algas marinas en zonas como Marcona, playa Laguna Grande y Playón, sino también para muchas mujeres dedicadas a la pesca artesanal y actividades relacionadas. Es así que a finales de agosto de 2025, alcanzaron un hito histórico para su gremio: la juramentación oficial de la Federación de Integración de Mujeres Empoderadas de la Pesca Artesanal del Perú (Fimepap), una organización creada para defender sus derechos dentro del sector.
En Mongabay Latam conversamos con Pizarro sobre los retos que enfrentan las mujeres en la pesca en Perú.

—¿Qué tan complejas fueron la pesca y la recolección de algas en sus inicios para las mujeres? ¿Cómo lograron usted y sus compañeras romper con los estereotipos de género?
—Inicialmente, la pesca era un tabú. Siempre la han liderado los hombres porque es un trabajo bien arriesgado, bien fuerte. Nosotras nos hemos ido introduciendo y ha habido muchas luchas. El principal obstáculo es que nos vean como un sexo débil porque Perú es bien machista y eso no se va a acabar.
El presidente de Realmar en aquel entonces, en 1996, era mi hermano y convocó a una reunión donde se dijo bien claro que hombres y mujeres podían ser socios en igualdad de condiciones. Eran bien equitativos, porque fue la única organización que se inició con mujeres. Y es más: había más mujeres que hombres.
También fuimos al Ministerio de la Producción para exponer nuestra problemática porque las mujeres estaban rezagadas. Otras organizaciones nos obligaban a que nos retiráramos de esa labor, pero todas las mujeres pusimos nuestro empeño y nos sacaron una resolución por igualdad que decía que las mujeres teníamos el mismo derecho de trabajar y no se nos podía discriminar.
Eso fue algo importante que logramos en ese entonces y ha tenido resultados: en las otras organizaciones ahora están socializando y agremiando más mujeres. No estamos detrás, no somos pallaqueras. En Realmar, todo es compartido en las labores y trabajamos bien mutuamente. Si no, les aplicamos los estatutos: quien hace desorden, se va del área. Así de simple.

—Este mes están por firmar el documento que las legitima como Federación Nacional de Pescadoras. ¿Qué significa este logro para las mujeres del sector? ¿Qué retos enfrentaron para llegar allí?
—Ha sido todo un proceso de lucha. Doy gracias al Proyecto Humboldt II porque nos han llamado a socializar y desde que llegamos con las compañeras de Chile, Colombia, Ecuador, España y México, hemos socializado y abrimos otra visión en la actividad pesquera. Compartimos todo el trabajo que hacemos en las diferentes zonas y por el que aún así no éramos visibles.
Nació cuando en Chile vimos que existe una red de mujeres en la pesca artesanal liderada por la señora Sara Garrido, con un trabajo muy importante. Nos pareció interesante y con mi compañera Rosa Canelo pensamos: “¿Y por qué no armamos una federación?”. Así integramos varias organizaciones y formamos varias presidentas para discutir los temas.
Lo hicimos así, poco a poco, avanzando en Perú. Fue todo un proceso porque teníamos que viajar para agremiar a estas organizaciones y todo lo hemos hecho con nuestro dinero. Todo ha sido fruto de nuestro esfuerzo. Ya llevamos varias reuniones y, hasta la fecha, esto nos ha tomado casi dos años.
Ahora vamos a juramentar este 28 de agosto. Le doy gracias a la Junta Directiva y a las otras asociadas por tener la paciencia. Esto es un logro. Vamos a estar más al frente y tendremos proyectos importantes para cada región y área de trabajo de las mujeres.

—¿Qué características tendrá esta federación y qué la hará diferente de otras que ya existen?
—Para nosotras, lo primero de esta federación es no vulnerar y que nadie nos vulnere nuestros derechos de la mujer, que no haya discriminación. Creo que vamos a llegar a nuestras metas siendo más agrupadas.
También queremos enfocarnos en nuestra actividad y darle un valor agregado a las algas. No vamos a estar toda la vida sacando algas porque ya las fuerzas se acaban. Entonces buscamos formar líderes y emprendimientos, que es muy importante para nosotras. En Perú, el Estado tiene que apoyar más a los pescadores y pescadoras porque viven rezagados.
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¿Apoyar en qué sentido? En organizarles, en que haya financiamientos para los futuros proyectos y emprendimientos, porque de ahí vamos a llevar un grano más de economía a nuestros hogares. Eso buscamos.

—Cómo presidenta, ¿qué cambios busca impulsar en favor de las pescadoras?
—No vamos a competir con el hombre. Competimos con nosotras mismas para salir adelante. Queremos ser mujeres de impacto, queremos ser mujeres líderes, mujeres de empuje, mujeres con toma de decisiones, mujeres que ya no se limiten a estar en casa. Que salgan y que quieran hacer trabajo, que quieran emprender, que sean empresarias y, por qué no, que lleguen a convenios con el Estado, porque acá necesitamos hacer industria.
Tenemos todo, pero desgraciadamente nos falta el capital y la asistencia técnica. Queremos llegar muy lejos con esta federación y espero que, con la junta directiva y las asociadas, seamos un puño de desarrollo en la pesca.
Constantemente hacemos talleres y nos estamos haciendo de conocimiento, nos estamos formando, nos estamos educando para enfrentar todas las problemáticas que se vengan. Yo induzco a las chicas a educarse más, a estar metidas, a leer las normas y las leyes, porque tienen que salir ya a hablar.

—¿Por qué ha sido importante el trabajo colectivo entre mujeres en la conquista de espacios de liderazgo dentro del sector pesquero?
—Cuando converso con las chicas de diferentes zonas, comentamos que estamos dando un paso muy grande en la pesca, porque nunca una mujer ha figurado en el sector. Ellas me dicen que tenemos que seguir liderando y, sobre todo, sacar líderes en la pesca, porque todavía no somos totalmente visibles.
Tenemos que seguir trabajando porque esto es un proceso. Estoy feliz porque las chicas ya hablan, salen adelante, lideran y enseñan a las chicas jóvenes. Estamos trabajando con bastante juventud porque tenemos que dejarlas, ellas tienen que estar más preparadas para que sean nuestro soporte. Nosotras tenemos que dejar buenos precedentes.
En Realmar tenemos profesionales. Están liderando chicas que tienen proyectos, por eso ellas dicen: «Nosotras queremos ser más estudiadas, más capacitadas y ser el soporte de ustedes que ya han manejado una pesca artesanal. Ahora nosotras tenemos otra visión de vida, siguiendo los ejemplos de ustedes, pero más sofisticados». A mí me da alegría escuchar eso, porque ellas están atrás de nosotras, nos buscan y saben que hay que hacer todo esto.

—¿Ha notado cambios en la abundancia de algas marinas en la región de Marcona? ¿Qué amenazas hay para las especies?
—El factor del cambio climático sí impacta, porque a veces entran las corrientes y desaparecen las algas. Se quedan las praderas vacías o las aguas calientes prácticamente las matan. Con lo que está pasando en estos últimos años, no sabemos lo que puede pasar con el recurso, que se está acabando. Tenemos que emprender y ver otras alternativas de trabajo, ya sea con este recurso o con otros.
El huiro, que científicamente se llama Macrocystis, es el alga que más abunda aquí en Marcona. También tenemos otras especies como el yuyo, el cochayuyo y el palo. El huiro es una especie que tiene hojitas y unas bolitas pequeñas, de color amarillo oscuro o marrón. Esas algas están involucradas en toda la actividad empresarial: se usan en medicina, agricultura, textilería y en la cadena alimenticia. Por eso tienen tanta demanda.
Otra situación tiene que ver con no saber manejar el recurso. Según el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) y el Ministerio de Producción, a veces el pescador no tiene un buen manejo en el trabajo de la actividad del alga.
Nosotros arrastramos el alga, porque es un desecho marino, y se tiende. Es como una cosecha. Pero otras personas las suben con camionetas y, cuando eso se seca, se pudre. Así se pierden las esporas que deberían llegar al mar para que se reproduzcan en las praderas. Por eso ha bajado sistemáticamente el recurso.
Debemos recibir más charlas sobre manejo y talleres educativos sobre conservación, porque a veces el pescador dice: «Bueno, yo saco», y no piensa en preservar el recurso.
En Realmar hemos prohibido el pallaqueo. Porque eso que queda, el mar sube, lo regresa al mismo mar y ahí “pegan” las esporas. Por eso es muy importante que los pallaqueos ya no se practiquen y se busquen metodologías para que las esporas se sigan reproduciendo con un buen manejo.

—Respecto a los emprendimientos sostenibles y alternativas económicas, ¿qué iniciativas están promoviendo las mujeres actualmente?
—El emprendimiento es una base importante porque es una alternativa de trabajo. En Pisco están haciendo jabones y galletas de algas marinas. En Ancón están sacando un aditivo muy bueno para la agricultura a base de algas marinas. Están trabajando bastante con especies como el cochayuyo y el yuyo.
Otros están emprendiendo en hilos dentales. También queremos impulsar la industria de la medicina con el alginato, que es muy importante, para ya no importarlo de otro lado a Perú, si nosotros tenemos acá la materia prima.
Hay más emprendimientos muy buenos, pero lo que falta es el financiamiento económico. Nosotras constantemente nos estamos capacitando para seguir emprendiendo en cualquier rama.
—¿Qué futuro espera para las algas marinas peruanas y las comunidades que dependen de ellas?
—Pienso que los pescadores se tienen que concientizar de que el recurso se debe preservar y cuidar. También el Estado peruano tiene que dar normativas y vedas que tienen que ser respetadas. Con esa ideología de cuidar el recurso creo que vamos a llegar lejos.
Las mujeres se tienen que seguir organizando. Las invito a que se acoplen con sus gremios a la federación, porque nosotras vamos a defender sus derechos, vamos a formar buenas líderes de pesca para que salgan adelante con todos sus emprendimientos y proyectos. Nosotras vamos a ser su soporte.
Ahorita estamos trabajando en la costa, pero nos falta difundir más en sierra y selva para llegar a todos esos sitios donde uno comúnmente no llega, en donde a veces la mujer es maltratada. Tenemos que sacarlas adelante, esa es la misión que tenemos como mujeres en la pesca artesanal.
Quiero felicitar a todas las mujeres que están en esta actividad porque es muy agotador. A veces están muy metidas en el fondo y no son visibilizadas, queremos que salgan. Necesitamos mujeres que emprendan, que sepan tomar decisiones, que no estén apagadas. Queremos que brillen por ellas mismas. Pienso que con esta federación vamos a hacerlas brillar a cada una de ellas, a cada una de las líderes que se están formando.
*Imagen principal: Jenny Pizarro, vicepresidenta de la Asociación Realmar, en Marcona, Ica. Foto: Jasmín Ramírez Romero / PNUD Perú