Un nuevo informe estima que 258.000 personas murieron en 2011 durante la hambruna de Somalia, el peor de este tipo de acontecimientos en 25 años. Este número, como mínimo, duplicó las estimaciones más altas durante la crisis. Más de la mitad de las víctimas (alrededor de 133.000), fueron niños de hasta cinco años de edad. El informe, presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señala que la reacción de la comunidad internacional fue débil y tardía, por lo cual no se pudo erradicar la inanición masiva producida por la inestabilidad del gobierno, los conflictos, los precios altos de los alimentos y la falta de lluvias (producto del cambio climático, según opinan algunos científicos).
“El sufrimiento transcurrió como un drama sin testigos”, dijo Philippe Lazzarini, coordinador humanitario de la ONU para Somalia. Y agregó: “Podríamos haber hecho mucho más antes de que se declarara la hambruna el 20 de julio de 2011… Las advertencias, que comenzaron con la sequía de 2010, no fueron suficientes para iniciar la toma de medidas temprana. En las áreas más afectadas, se hacía muy difícil acceder a las personas necesitadas”.
La crisis, que duró de octubre de 2010 a abril de 2012, cobró las vidas del 4,6% de la población total de Somalia del Sur y Central. Causó, también, la muerte del 10% de la población infantil de esta región. En Bajo Shabelle, falleció el 18% de los niños menores de cinco años de edad.
“Estamos de acuerdo en que la respuesta humanitaria a la hambruna fue tardía e insuficiente. Y sabemos que el acceso limitado a la mayoría de los afectados, consecuencia de la inseguridad generalizada y las restricciones operativas que experimentaron las agencias de ayuda, fue un obstáculo de gran importancia”, se lee en el informe. Entre mayo y agosto de 2011, el número de muertes alcanzó un total de 30.000 por mes.
La hambruna fue el resultado de la combinación entre conflictos sociales y escasas lluvias. Las personas de las regiones más afectadas pertenecían al grupo islámico al-Shabaab, que se encontraba en conflicto con el gobierno federal de transición de Somalia. Al-Shabaab restringió el acceso de los donantes, rechazó la ayuda de emergencia y evitó que algunos migrasen. Pero los donantes occidentales también hicieron lo suyo. De acuerdo con lo publicado por el investigador Rob Bailey en The Guardian (periódico británico), los gobiernos occidentales empeoraron la situación con la implementación de reglas severas que, en lugar de prevenir que al-Shabaab se apoderara de los recursos, evitaron que los somalíes recibieran la ayuda necesaria.
“Concretamente, la legislación de los Estados Unidos permitía la acusación y condena a 15 años de prisión a los humanitarios estadounidenses en Somalía que “desviaran” la ayuda hacia al-Shabaab”, escribió Bailey con la organización Chatham House. “A estas limitaciones legales se le sumaron onerosos requisitos de informes para las agencias y sus asociados, y un significativo rechazo de ayuda, que disminuyó a la mitad entre los años 2008 y 2011”.
Muchos somalíes dejaron su país para acceder a campos de refugiados en Kenia y Etiopía, sus países vecinos. Lamentablemente, varios de ellos murieron durante el viaje o al llegar a los campos.
Pero la crisis nunca habría ocurrido si Somalia no hubiese sido víctima de una sequía extrema. Un estudio realizado el año pasado, afirma que las condiciones de La Niña junto con el cambio climático habrían incrementado las chances de ausencia de lluvias, lo que provocó la hambruna.
“A pesar de que varios factores no climáticos contribuyeron a la crisis (aumento de precios de los alimentos en todo el mundo, inestabilidad política y pobreza crónica, entre otros) la escasez de lluvias (…) fue un factor clave”, aseguraron los científicos de American Meteorological Society (Sociedad Meteorológica Americana).
Según los investigadores, las temperaturas en la superficie de los océanos Índico y Pacífico subieron 0,7 grados, aumentando la probabilidad de ausencia de precipitaciones en África Oriental. Sumada a la existente pobreza, la escasez de lluvias en la región puede llevar a una rápida crisis de alimentos y hambruna.
“A pesar de que La Niña (2011) contribuyó notablemente a la falta de precipitaciones en África Oriental, existen pruebas de que el calentamiento de las piscina de agua caliente del Océano Indo-Pacífico occidental aumentó la frecuencia de sequías en dicha región”, comentaron los investigadores.
De acuerdo con la ONU, unos 2.7 millones de somalíes aún necesitan asistencia internacional.
“Estamos redoblando nuestros esfuerzos para invertir en la gente y comunidades de Somalia, y así lograr romper el círculo de crisis y respuesta”, dice Lazzarini.
Un niño con desnutrición severa junto a su madre, en el centro sanitario de Hilaweyn. Fotografía de VOA – P.Heinlein.
Precipitaciones en África Oriental. Laboratorio de Visualización Ambiental de NOAA. Presione aquí para agrandar la imagen.
Citaciones:
Francesco Checchi, W. Courtland Robinson. La mortalidad en las poblaciones de Somalia Central y del Sur, que sufrieron inseguridad alimentaria severa y hambruna durante los años 2010 a 2012. FAO UN. 2013
El Estado del Clima en 2011. Boletín de la Sociedad Meteorológica Americana (BAMS). Vol. 93, N° 7. Julio de 2012.