- En Colombia, la restauración de ecosistemas nativos debido a su degradación o destrucción resulta especialmente complicada y costosa
- El uso de las hormigas como indicadores ecológicos y ambientales es un tópico de investigación reciente en Colombia, pero tiene mucho potencial considerando el crecimiento de la actividad minera, energética, y la expansión de la agricultura y las áreas urbanas.
- Los escarabajos coprófagos son altamente sensibles a procesos de disturbios como fragmentación y transformación de los bosques, y de igual manera, pueden servir para monitorear y evaluar el éxito de los procesos de restauración.
Un nuevo estudio publicado por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Bogotá, junto al Centro de Investigación Forestal Internacional (Center for International Forestry Research, o CIFOR) examina los desafíos de la restauración y rehabilitación ecológica.
El documento argumenta que particularmente en Colombia, en los Andes, y en gran parte del resto de América Latina, la restauración de ecosistemas nativos debido a su degradación o destrucción resulta especialmente complicada y costosa, con un valor de hasta decenas de miles de dólares por hectárea.
La restauración requiere un compromiso a largo plazo, ya que pueden pasar décadas antes de que se revelen los resultados esperados, y muchas metodologías están en desarrollo, lo que puede dificultar la medida de su efectividad en términos cuantitativos o la reproducción de la metodología. Además, la enorme diversidad de ecosistemas en la región complica su monitoreo, de acuerdo al estudio.
“Esta falta de rigurosidad es lo que se ha llamado bricolaje en la restauración”, escriben los autores. “O para usar un colombianismo equivalente, es un proceso de cacharreo y puede dar resultados decepcionantes”.
Sin embargo, dos capítulos mencionan un método sencillo y barato para la recuperación de ecosistemas: el uso de insectos.
El monitoreo de las hormigas y los escarabajos coprófagos debe considerarse “como una herramienta complementaria para evaluar y valorar el éxito de las intervenciones a través del tiempo,” explican los autores. Ambos insectos dependen de los bosques nativos, tienen una estrecha relación con las condiciones microambientales del hábitat, y por lo tanto pueden ser altamente afectadas por los cambios antropogénicos en los usos del suelo.
El uso de las hormigas como indicadores ecológicos y ambientales es un tópico de investigación reciente en Colombia, pero tiene mucho potencial considerando el crecimiento de la actividad minera, energética, y la expansión de la agricultura y las áreas urbanas. Los escarabajos coprófagos son altamente sensibles a procesos de disturbios como fragmentación y transformación de los bosques, y de igual manera, pueden servir para monitorear y evaluar el éxito de los procesos de restauración.
Varios investigadores científicos colombianos han estudiado el rol ecológico de los escarabajos coprófagos por 35 años. Pero hasta el presente, no se había desarrollado una iniciativa nacional para su uso, especialmente por personas no especializadas. Los autores esperan que este más reciente estudio ayude a expandir el uso de insectos para la restauración de ecosistemas colombianos, especialmente en bosques tropicales, “de manera rápida, sencilla y replicable”.